El 3 de agosto de 1492 la flotilla al mando de Cristóbal Colón partía rumbo a las Indias, en una travesía que lo llevó a América.
El 3 de agosto de 1492, el almirante Cristóbal Colón zarpaba con su tripulación en tres carabelas desde el puerto de Palos, en Huelva (Andalucía, España), con el propósito de llegar a Asia navegando en dirección al Oeste.
Se fundó en que si la tierra era redonda, como estaba convencido, viajar siempre con el mismo rumbo lo terminaría llevando de nuevo hasta el punto de partida. Sin embargo, no contaba con la existencia de más tierras que las conocidas por entonces en Europa y pocos meses después, el 12 de octubre, se toparía sin saberlo con un “nuevo” continente: América.
La expedición contó con el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, a los que Colón convenció “tras seis o siete años de grandes dificultades” y una infructuosa gestión ante la corona de Portugal.
Obtuvo también dinero para equipar tres carabelas y las prerrogativas reales que él exigía en caso de ver coronada con éxito su odisea: los títulos de Almirante y Virrey de las islas y tierra firme que descubriera, además de una importante participación en los beneficios obtenidos en la empresa.
Así, a los 40 años, el navegante pudo viajar con una orden real: los habitantes del puerto de Palos debían proporcionar dos carabelas y su tripulación “a nuestro capitán Cristóbal Colón”.
Se trataba de una medida de castigo colectivo contra los habitantes del puerto, proclives, según los historiadores, a efectuar expediciones de piratería.
El 3 de agosto se produce la salida. Un centenar de hombres constituye la tripulación de la “Santa María”, el “barco capitán”, y de las pequeñas “Niña” y “Pinta”. Los barcos descienden los ríos Tinto y Odiel, hacia el mar, antes de ingresar en el océano.
“Partí el viernes 3 de Agosto, en dirección a las Islas que pertenecen a sus Altezas”, escribe Colón al principio de su diario de a bordo, destinado a Fernando e Isabel. “De ahí proseguiré mi ruta hasta llegar a las Indias y cumplir la misión encomendada”, prosigue el Almirante. El resto ya es historia, por demás conocida…