CONTEXTUALIZACIÓN
El pensamiento de San Agustín queda enmarcado en los últimos años del Imperio Romano de Occidente. A partir del siglo III el Imperio comienza su declive. En el año 313, Constantino decide tolerar el cristianismo como una religión más. En el año 380 Teodosio lo declara como religión oficial del Imperio. Existían dos corrientes encontradas dentro de la Iglesia: una que empujaba a los cristianos a defender el orden político; y otra en la que se alegraban al vislumbrar su inmanente desaparición. Estos eran, los aspectos de crisis ante los cuales San Agustín tenía que presentar su defensa de la Ciudad de Dios. San Agustín nació en la ciudad africana de Tagaste, en la provincia romana de Numidia, en el año 354. Recibió una formación al modo latino. Fue muy importante para su formación la lectura del libro hoy perdido de Cicerón, Hortensio. Fue profesor de Retórica en Roma, y más tarde, se trasladó como profesor a Milán y allí entró en contacto con San Ambrosio, que le ayudó a comprender en las Escrituras el sentido espiritual que se escondía bajo el sentido literal. Es probablemente la Eneadas de Plotino la obra que le proporcionará las bases para abordar los problemas teológicos y filosóficos relativos a la verdad y el dogma. En el 386 es cuando se produjo la conversión de San Agustín al cristianismo y el bautismo en manos de San Ambrosio. San Agustín desarrolló una tarea apologética aclarando los principios de fe, combatiendo las herejías y configurando los pilares del pensamiento filosófico cristiano. El objetivo de la filosofía de San Agustín, era alcanzar la verdad y la felicidad, él las encontrará en Jesucristo. Las obras más importantes de San Agustín presentadas por géneros fueron: Autobiográficos, Confesiones; Filosóficos, Acerca del libre albedrío; Dogmáticos, Acerca de la Trinidad; y Apologéticos, La ciudad de Dios.
Esta última obra, La ciudad de Dios, representa una de las obras más importantes de filosofía de carácter cristiano de la historia. Fue escrita para responder a la crítica que los romanos no cristianos hacían a los cristianos, a quienes culpaban de la caída del Imperio por haber promovido el abandono del culto a los dioses romanos. San Agustín no captaba esta crítica y pensaba que la caída del Imperio romano se debía a la decadencia moral de Roma y el rechazo de los principios de vida que el cristianismo instauró. La Ciudad de Dios, compuesta de 22 libros, es una síntesis de la historia de la humanidad desde la perspectiva del cristianismo y puede dividirse en dos grandes partes: La primera parte incluye los diez primeros libros, donde se enzarza en un debate directo para refutar las acusaciones de los paganos. La segunda parte (libros XI al XXII), tiene como objeto crear una filosofía cristiana y la defensa de la “Ciudad de Dios”; una de las ideas principales es la de que ninguna persona debe lealtad incondicional a una sociedad terrenal. En La ciudad de Dios, San Agustín describió los rasgos de dos ciudades (he suprimido algunas frases) en la tierra: la “ciudad de Dios” (integrada por quienes siguen los principios del cristianismo) y la “ciudad del mal” (integrada por quienes sólo viven para obtener placer y felicidad egoísta). La obra de San Agustín supone la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica
Las repercusiones del pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista (Sto. Tomás), ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos. Las tesis básicas de toda esta época cristiano-medieval, defendidas por San Anselmo de Canterbury, Avicena (s. XI), la Orden Franciscana (s. XIII), San Buenaventura y otros, son las siguientes: las relaciones entre razón y fe sirven para esclarecer la verdad cristiana (la fe ilumina la razón); existe la dualidad platónica entre cuerpo y alma, ésta posee un conocimiento directo de sí misma; en el plano ético predomina la primacía de la voluntad sobre el entendimiento; el agustinismo medieval mantiene la teoría de la iluminación para explicar el conocimiento, mediante ella el alma humana conoce las verdades universales, inmutables y eternas.
NOCIONES Escepticismo académico y certeza de la propia existencia
El escepticismo viene de la palabra griega Sképtikós, que significa “los que miran o examinan”. El escepticismo académico tiene dos partes: la primera es teórica, una teoría del conocimiento en la que no hay ningún saber seguro; y la otra es práctica, una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opción, suspender el juicio y conseguir la serenidad (ataraxia).El lema del movimiento escéptico es “Nada es Más”. El escéptico busca la verdad y afirma que es imposible encontrar una verdad que sea definitiva. S. Agustín mantendrá una dura polémica con los escépticos. Contra ellos no sólo escribe “Contra los académicos”, sino que en numerosas ocasiones pretende refutar su posición con diversos argumentos, por ejemplo, en el texto de la “Ciudad de Dios”.Los argumentos contra los escépticos son variados: los escépticos se creen sabios, pero niegan la verdad. Se contradicen: por un lado, afirman que no existe la verdad y, por otro, pretenden que esa afirmación sea “verdadera”. Para negar algo hay que tener noción de lo que se niega, aunque sea confusa; por tanto, los escépticos no saben lo que niegan cuando niegan que existe la verdad.El argumento fundamental que expresa San Agustín acerca del conocimiento de la verdad es que ha de ser buscado por su contribución a la felicidad, pues solo el sabio puede ser feliz, y la felicidad consiste en la posesión amorosa de la verdad única (Dios). Para buscar este conocimiento de verdad, San Agustín defiende que ha de buscarse no por los sentidos, sino reflexionando hacia el interior de uno mismo, la autoconciencia.
Pero, sobre todo, el argumento decisivo es aquel que se funda en la autoconciencia:
“si me engaño, existo”; si conozco que existo, conozco que conozco. Estas son dos verdades que los escépticos no pueden discutir. Esto anticipa en cierto modo el planteamiento de Descartes- “Pienso, luego existo”.Para S. Agustín todo hombre está al menos seguro de su existencia; aunque dude de la existencia de Dios o de los objetos creados, el hecho de que dude demuestra que él existe, porque si no existiera no podría dudar. A la existencia y al conocimiento, S. Agustín añadirá el amor (sus tres verdades), ya que es cierto que amamos el existir el conocer que existimos. Para dar sentido a esto, se puede explicar de la siguiente manera: quien duda de la verdad, está cierto de que duda, es decir, de que vive y de que piensa.Sin embargo, para Agustín la búsqueda de la verdad continúa. Busca la verdad, que es Dios, por lo que hay que seguir buscando en el alma. Así pues, la búsqueda va desde lo exterior (las cosas materiales) hacia el interior (el alma).
Temas El hombre como imagen de Dios
San Agustín abandona la idea pitagórica de que el cuerpo es la prisión del alma, ya que considera al hombre como la unidad del cuerpo y alma, adopta el dualismo platónico, en que dice que el hombre es un alma racional que se sirve de cuerpo mortal y terreno. En este sentido, defiende Agustín de Hipona la idea de que el alma es creada por Dios a imagen y semejanza suya. Soy, conozco y amo, pues Dios es uno y, al mismo tiempo tres personas (Trinidad): Padre (ser), Hijo (Verbo, el autoconocimiento que Dios tiene de sí mismo) y Espíritu Santo (amor). Pero, para mantener la idea de que el pecado original afecta a todos los seres humanos, la crea a partir del alma de Adán. Por tanto, todos los seres humanos vienen marcados por la imperfección moral que representa el pecado original. Esto es lo que se como el traducianismo de Tertuliano (las almas se transmiten de padres a hijos). Sin embargo, para el creacionismo Dios crea un alma para cada hombre en el acto mismo de la generación del cuerpo, la Iglesia Católica optó finalmente por esta postura. Los temas fundamentales para San Agustín son el alma y Dios. El Alma Humana es imagen de la Trinidad: Padre, hijo y espíritu santo. Podemos relacionar esta imagen de Trinidad, con cada una de las tres facultades del alma humana: la memoria, el entendimiento y la voluntad. constituyen la vida, la mente y la substancia del alma. Por la memoria, mediante el cual se hace se hace presente el pasado, imita el alma la eternidad que es denominada Padre; por el entendimiento imita el alma la sabiduría, denominación apropiada del Hijo; y por la voluntad y el amor imita el alma la felicidad, denominada Espíritu Santo. En la Trinidad no existe diferencia jerárquica. (he suprimido las “y” que habéis puesto)La identidad del alma consigo misma es la memoria, imagen de la unidad y eternidad de Dios. El conocimiento del hombre y de Dios se ilumina recíprocamente, y realizan a la perfección el proyecto de filosofar agustiniano: conocer a Dios y a la propia alma, a Dios a través del alma, y al alma, a través de Dios.