Evolución política de Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba
En el año 711 los musulmanes, procedentes del norte de África, aprovechando la crisis interna del reino de los visigodos, invadieron la Península Ibérica. Esta, con sus fértiles tierras y sus prósperas ciudades, se convirtió en su principal objetivo desde el 710, fecha en la que los musulmanes estaban sólidamente establecidos en el Norte de África. Musa b. Nusair y su oficial beréber Tariq b. Ziyad, con un cuerpo de 7.000 hombres, cruzaron el estrecho desembarcando en Gibraltar (Gebraltariq). Tras su victoria en la batalla de Guadalete contra don Rodrigo (711), la conquista se completó en apenas cuatro años, gracias a su superioridad militar.
La Península Ibérica pasó a ser una provincia más del imperio Islámico bajo el nombre de Al-Ándalus, con capital en Córdoba.
Esta situación cambió cuando, tras la revolución abasí, el último Omeya se refugió en Al-Ándalus y se proclamó emir bajo el nombre de Abderramán I (756). Se independizó políticamente del imperio musulmán, aunque religiosamente siguió dependiendo del califa de Bagdad.
El Emirato Independiente (756-929) fue una etapa de gran inestabilidad por las continuas rebeliones internas y por el avance de los reinos cristianos del norte.
En el año 929 Abderramán III se desligó religiosamente del resto del imperio musulmán al proclamarse califa.
El Califato de Córdoba (929-1031) fue la época de mayor esplendor:
- Económico: auge del comercio, tributos impuestos a los reinos cristianos.
- Político: estabilidad interna.
- Cultural: reinado de Al-Hakam II.
- Militar: victorias de Almanzor – militar que actuó dictatorialmente en nombre del califa Hixam II – sobre los cristianos. Al morir (1002) se sucedieron las rebeliones.
Al-Ándalus: la crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos
A la muerte de Almanzor sus hijos trataron de mantener la dictadura, pero se sucedieron rebeliones de gobernadores provinciales que independizaron sus territorios. Ante esta situación, una asamblea de notables declaró extinguido el Califato (1031).
El territorio de Al-Ándalus quedó dividido en pequeños reinos independientes, denominados reinos de taifas.
Si bien algunos reinos de taifas como Toledo, Zaragoza, Valencia y Sevilla alcanzaron cierta prosperidad económica y cultural – construcción de palacios y alcazabas, promoción de las letras y de las ciencias – su debilidad militar y las continuas querellas entre ellos les impedían resistir los ataques de los reinos cristianos. Para evitar estos ataques, los taifas pagaban a los reinos cristianos tributos anuales llamados parias.
Con independencia del pago de parias, los cristianos continuaron la Reconquista. Alfonso VI de Castilla tomó Toledo en el año 1085. Por primera vez era conquistada una gran ciudad andalusí (de gran significado político al haber sido capital de España con los visigodos).
Los reinos de taifas buscaron el apoyo de almorávides y almohades, pueblos del norte de África, que invadieron la Península y trataron de unificar a todos los taifas. Los primeros taifas buscaron el apoyo de los almorávides, quienes derrotaron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086). Los segundos taifas reclamaron el apoyo de los almohades, de nuevo invaden España, unifican los taifas, y derrotan a los cristianos en la batalla de Alarcos (1195).
La victoria cristiana (los diferentes reinos cristianos se unieron ante el peligro almohade) en las Navas de Tolosa (1212) marcó el fin del dominio almohade en la Península.
Al-Ándalus: la organización económica y social
- Al-Ándalus prosperó económicamente:
- La agricultura alcanzó gran desarrollo gracias a la introducción de nuevas técnicas de regadío (norias, acequias) y nuevos cultivos como el arroz, la naranja, la caña de azúcar y el algodón en los valles del Ebro, Guadalquivir y Segura.
- En las grandes ciudades como Córdoba o Toledo florecieron las actividades artesanales, con talleres de productos textiles, cerámica y artículos de lujo (seda, vidrio).
- El comercio tuvo gran importancia, gracias a la situación geográfica de la Península, que permitía controlar la llegada a Europa de productos africanos (oro, esclavos (comercio internacional basado en las moneda de oro (dinar), plata (dirhem) y cobre (felus).
La sociedad era muy compleja y estaba estructurada de la siguiente manera:
La religión era el principal elemento diferenciador.
La minoría aristocrática árabe controlaba la riqueza (tierras) y los cargos políticos y militares.
La población campesina estaba compuesta por beréberes (musulmanes norteafricanos) y muladíes (hispano-visigodos convertidos al Islam).
Judíos y mozárabes, que vivían preferentemente en las ciudades, debían pagar impuestos por no ser musulmanes.
Los esclavos ocupaban el último escalón social; muchos eran de origen europeo (eslavos).