Conceptos básicos de Demografía
Censo: Es el recuento individualizado de la población del país en un momento determinado, recoge datos demográficos, pero también económicos y sociales.
Padrón: Es el registro de los vecinos de un término municipal. Recoge datos demográficos, sociales y económicos, y se actualizan el 1 de enero de cada año.
Crecimiento cero: Se produce cuando los nacimientos y las defunciones alcanzan los mismos valores, lo que lleva a un envejecimiento demográfico.
Crecimiento natural o vegetativo: Es la diferencia entre el número de nacimientos y el de muertes en una población en un momento dado.
Crecimiento real: Es lo que realmente crece o decrece una población en un periodo de tiempo, teniendo en cuenta los movimientos naturales y los movimientos espaciales.
Densidad de población: Una fórmula que pone en relación la población de una zona con su superficie en kilómetros cuadrados. D= nº habit/ superf km2
Generación hueca: Generación que había durante la guerra o su inmediata posguerra en la que se aprecia una disminución de la natalidad respecto a años anteriores o posteriores.
Movimientos pendulares: Desplazamientos de población con viajes de ida y vuelta, generalmente diarias de personas que salían de un municipio para trabajar en otro.
Relevo generacional: Es el índice que hace posible que una población pueda ser reemplazada por otra en un tiempo determinado.
Tasa bruta de mortalidad: Se obtiene dividiendo el nº de fallecimientos en un año y en un lugar determinado entre la población total del mismo lugar y multiplicando el resultado por mil. Se expresa en tantos por mil. TM= (nº muert/ pob tot) x 1000
Tasa de Natalidad: se obtiene dividiendo el nº de nacimientos registrados a lo largo de un año en un lugar determinado entre la población total de un mismo lugar, el resultado se multiplica por mil y se expresa en tantos por mil.TN= (nº nacid/ pob tot) x1000
Tasa de fecundidad: Se obtiene al dividir el nº de nacidos vivos en un año entre el nº de mujeres en edad fértil y multiplicar el resultado por mil. TF= (nº nacimi/ muj edad fer) x1000
Tasa de mortalidad infantil: relación entre el nº de niños fallecidos menores de un año y el nº de nacimientos durante ese año. TMI= (nº niños fal/ tot nacim) x1000
Distribución de la población española
La población española, según el padrón continuo recogido por el INE el 1 de enero de 2016 es de 46,5 millones de habitantes, de los que 4,6 millones son extranjeros. Pero más allá de valores absolutos, para conocer realmente si un lugar está o no poblado y ver la distribución de la población en el espacio, se utiliza el concepto de densidad de población, que pone en relación la población de una zona con su superficie en kilómetros cuadrados. La fórmula para calcularla es:
D= nº de habitantes/ superficie en km2
España ha sido históricamente un país poco poblado con densidades muy reducidas y así en 1900 tan solo existían 37 h/km2. La actual densidad de población de España se encontraría en los 92 h/km2, que en el marco del contexto europeo es relativamente baja. A pesar de todo, el incremento de población de las últimas décadas se ha dejado notar, puesto que en 1991 la densidad era de tan solo 80 h/km2.
Sin embargo, lo más llamativo son los enormes desequilibrios existentes en la distribución espacial de la población, existiendo provincias donde no se alcanzan los 10 hab/km2 (ese es el caso de la provincia menos poblada, Soria) y otras que superan los 700 h/km2 (por ejemplo, la más poblada, Madrid, que alcanza los 802 hab/km2). En general, se puede establecer que existe un enorme contraste entre:
- Un interior escasamente poblado (donde estaría el 30% de la población del país y donde la mayoría del territorio tiene menos de 50 h/km2)
- Una periferia muy poblada (donde se encuentra el 70% de la población). La excepción destacada sería Madrid.
Las densidades de población de las regiones del interior son muy bajas (Castilla-La Mancha, Castilla-León y Extremadura tienen 26 h/km2 y Aragón tiene 28 h/km2), además son territorios que a su vez tienen fuertes desequilibrios internos, pues la mayoría de la población se sitúa en unos cuantos núcleos más dinámicos, capitales y cabeceras comarcales, estando buena parte de los espacios rurales muy despoblados. Un ejemplo al respecto sería Castilla-León o, sobre todo, Aragón, donde la ciudad de Zaragoza concentra el 50% del total de la población de la comunidad autónoma. Las zonas de más baja densidad corresponderían a las llamadas zonas de montaña, fundamentalmente el alto Pirineo y el Sistema Ibérico, convertidas en auténticos desiertos demográficos.
Las mayores densidades estarían en Madrid y su área metropolitana y la periferia costera (rías gallegas, litoral asturiano y cántabro, costa del País Vasco, Cataluña costera y Barcelona, huertas levantinas y litoral turístico valenciano, la Costa del Sol y el valle bajo del Guadalquivir), donde las densidades son superiores a 200 h/km2. Las regiones más pobladas son las islas Canarias (288 h/km2), País Vasco (299 h/km2), Cataluña (231 h/km2), Baleares (229 h/km2) y Valencia (212 h/km2).
Si viéramos esos contrastes por comunidades autónomas, las cuatro comunidades más pobladas, Madrid, País Vasco, Cataluña y Valencia, tienen el 15% del territorio y el 45% de la población, mientras Extremadura, las dos Castillas y Aragón tienen el 52% del territorio y solo poseen el 15% de la población.
Los factores que explican estos desequilibrios espaciales son de dos tipos:
Factores naturales
– El relieve y clima, han sido determinantes en otras épocas, aunque en la actualidad tienen menor peso:
- La población ha escogido siempre el relieve llano y de baja altitud, asentándose en llanuras y especialmente en las vegas y valles de los ríos, donde el clima es menos riguroso, las tierras más fértiles y la accesibilidad mayor.
- La población prefiere los climas más templados y húmedos y la proximidad al mar. Las costas ofrecen un clima más suave, una mayor accesibilidad y más recursos (comercio, pesca, turismo).
Factores humanos e históricos
– Han sido también importantes, siendo especialmente determinantes en los dos últimos siglos. A lo largo de la historia las densidades han variado en función de:
- La estructura económica, pues el desarrollo de las distintas fases de la revolución industrial se centró en determinadas zonas (Euskadi, Cataluña, cornisa cantábrica y después Madrid), lo que después ocurrió también con el proceso de terciarización y el desarrollo turístico (grandes ciudades y costa mediterránea).
- Ligado al desarrollo económico, el proceso de urbanización que se inicia sobre todo a partir del siglo XX y que atrajo población.
- El desarrollo de las infraestructuras de transporte y comunicación en determinadas zonas.
- La organización político-administrativa del territorio (división provincial y autonómica) que ha favorecido a determinadas zonas y núcleos (capitales de provincia, más tarde capitales de comunidades, y por supuesto, Madrid como capital de España).
Origen y evolución histórica de estos desequilibrios poblacionales
- En el siglo XVI las densidades más altas se encontraban en el centro-norte peninsular (Castilla-León y cornisa cantábrica). Sin embargo, la crisis del siglo XVII afectó con especial dureza al reino de Castilla, lo que favoreció el crecimiento de la periferia, favorecida por el comercio marítimo. En el siglo XVIII la situación se había invertido completamente y la periferia mantenía las densidades más altas.
- En el Siglo XIX y en la primera mitad del XX se consolidará este desequilibrio: el proceso de industrialización y urbanización de la época se concentró en determinadas zonas periféricas como Asturias, País Vasco o Cataluña, mientras otras zonas periféricas se vieron favorecidas por el alto crecimiento natural como Galicia, Andalucía o Murcia. Por otro lado, el crecimiento del Estado y la administración pública favorecía la expansión de Madrid, convertida además en centro financiero del país.
- En la segunda mitad del XX, el desarrollismo de los años 60 profundizó en tales desequilibrios. La industria se concentró en Madrid y la periferia, y en la costa mediterránea se centró el boom turístico. El éxodo rural y las migraciones vaciaron el mundo rural del interior y trasvasaron población de forma masiva hacia las ciudades de la periferia y Madrid, y en menor medida hacia capitales de provincia y polos industriales interiores como Córdoba, Zaragoza, Valladolid o Burgos.
- La crisis económica de los años 70 y principios de los 80 detuvo el proceso debido al aumento del paro en las zonas industriales, especialmente en la cornisa cantábrica.
- La tendencia actual viene marcada por la primacía de los servicios, el desarrollo de la agricultura moderna y la difusión espacial de la industria, lo que supondrá una consolidación del eje mediterráneo desde Cataluña hasta la costa de Andalucía, Madrid y el valle del Ebro, las zonas más dinámicas de la economía, mientras se producen fuertes descensos en la cornisa cantábrica. Gran parte del interior peninsular, fuertemente envejecido, sigue perdiendo población.
La evolución del crecimiento natural y los regímenes demográficos
En la evolución del movimiento natural de la población española se distinguen diversas etapas o regímenes demográficos: el régimen demográfico antiguo, la transición demográfica y el régimen demográfico moderno. El paso de una a otra ha sido en España siempre más tardío que en los países más desarrollados de Europa.
El régimen demográfico antiguo: hasta principios del siglo XX
Se caracteriza por altas tasas de natalidad y de mortalidad y un crecimiento natural bajo. Pervive en España más tiempo que en otros países europeos, hasta bien entrado la mitad del XIX. La natalidad era muy alta debido al predominio de una sociedad rural, con una mentalidad natalista en la que los hijos ayudaban en las labores agrícolas, eran baratos de mantener y aseguraban el porvenir de los padres cuando eran ancianos. Se ve favorecida además por la fuerte religiosidad y la inexistencia de sistemas para controlar los nacimientos, además de una edad de matrimonio muy joven.
La mortalidad general era alta debido a la escasa alimentación, las enfermedades infecciosas transmitidas por el aire (gripe, pulmonía, bronquitis, tuberculosis) o del agua. Además, existía una mortalidad catastrófica causada por epidemias, guerras y malas cosechas de cereales (crisis de subsistencia) que provocaban hambrunas.
Como resultado de las altas tasas de natalidad y de mortalidad el crecimiento natural era bajo.
La transición demográfica (1870-1975)
La transición demográfica sería el periodo de transición entre el régimen demográfico antiguo y el actual. Se inicia en España más tarde que en otros países europeos y su duración también fue menor, aunque resultó más intensa. Se caracteriza por la disminución suave de la natalidad y por el descenso más brusco y rápido de la mortalidad, lo que hará que la diferencia entre ambas sea temporalmente mayor, y el crecimiento natural por tanto elevado.
En general la natalidad se reduce lentamente porque depende de la mentalidad, del nivel cultural y las formas de vida, que necesitan más tiempo para cambiar, mientras que los avances médicos, en la higiene y en las condiciones de vida y alimentación, tienen un efecto más rápido sobre la mortalidad, que se reduce más bruscamente.
La natalidad empezó muy lentamente a descender en España desde las últimas décadas del siglo XIX y a principios del XX, aunque continuó la mentalidad natalista, pero en ese periodo la mortalidad inició un descenso continuado y más rápido. El crecimiento natural fue fuerte y en la primera década del siglo XX superaba el 10 por mil. Hasta la década de 1970 siguió el crecimiento con un descenso notable de la mortalidad y una desaceleración de la natalidad. Ambos fenómenos se vieron afectados sin embargo por dos situaciones:
- El crecimiento se hunde y baja del 4 por mil en la guerra civil y la inmediata posguerra. Se incrementó la mortalidad por los muertos de la guerra y los no nacidos por idéntica consecuencia, la llamada generación hueca. La generación hueca se aplica en España a la generación que nació durante la guerra o su inmediata posguerra, en la que se aprecia una disminución de la natalidad respecto a años anteriores o posteriores y que se refleja en las pirámides de población
- A partir de 1955 y durante los años 60, se observó un aumento de la natalidad, debido al crecimiento económico y del nivel de vida propiciado durante la época del desarrollismo. Es el llamado baby boom español, término inglés que tiene su origen en la alta natalidad norteamericana después de la segunda guerra mundial y que se aplica en España a la alta natalidad que se produjo desde finales de los años 50, la década de los 60 y hasta 1975. En esa época el crecimiento llegó al 12,5 por mil.
El régimen demográfico actual: a partir de 1975
Se caracteriza por bajas tasas de natalidad y de mortalidad y por un escaso crecimiento natural.
Respecto a la natalidad, la situación de crisis de los años 70, con los problemas de paro y vivienda, retrasó la edad de matrimonio. Además, con el desarrollo económico y la transición a la democracia, se produjo un cambio en la mentalidad: difusión del uso de anticonceptivos, disminución de la influencia de la Iglesia, incorporación de la mujer al trabajo, desarrollo de nuevas formas de familia. El aumento del nivel cultural y de vida cambió también la valoración de los hijos, que ya no son visto como un seguro de vejez para los padres, sino que se aprecia su formación y bienestar, resultan más caros de mantener y por lo que se tienen menos para atenderlos mejor.
La mortalidad se estabiliza en cotas bajas gracias a la mejora de las condiciones de vida, sanitarias y alimentarias, todo ello a pesar del crecimiento de enfermedades como el cáncer, el alzheimer o los problemas cardiovasculares, ligadas al sedentarismo y el envejecimiento de la población.
La tasa de natalidad es muy baja en la actualidad, llegado al 9,02 por mil (2016). Tras el repunte vivido en la primera década del siglo XXI, gracias a la inmigración, hoy la crisis de paro y el difícil acceso a la vivienda ha propiciado que baje a los niveles más bajos de la historia. La fecundidad es de 1,33 hijos, muy por debajo del 2.1 hijos por mujer que permiten el relevo generacional y que se alcanzó en 1981. Por el contrario la mortalidad continúa en cifras bajas, 9,06 por mil (2016), aunque repunta debido al envejecimiento de la población: el mayor número de ancianos produce este efecto, aunque la mortalidad real continúa bajando, por el aumento de la esperanza de vida. Por ello, el crecimiento natural no solo ha llegado a ser bajo, sino a ser negativo en los años 2015 y 2016, lo que parece que se mantendrá en un futuro.