Conocimiento Hume
Trata de aplicar el método experimental a la filosofía del hombre, al igual que Bacon y Newton a la filosofía de la naturaleza. Observación y experiencia son los principales metodologías de la nueva ciencia de la naturaleza humana. Hume denomina percepción a todo lo que puede estar presente en la mente, ya sean sensaciones, reflexiones o pasiones. Divide las percepciones en dos clases: impresiones e ideas. Las impresiones proceden de las ideas. Son percepciones más fuertes y más vivaces que las ideas. Se establece un principio de correspondencia entre la idea y la impresión de la que deriva, la idea es una imagen o copia de la impresión. No existen ideas innatas. La causa de las impresiones de sensación es inexplicable para la razón humana, no sabemos si son producidas por la existencia de la realidad exterior, la propia mente o por un ser superior. No pretende defender ninguna de estas hipótesis, le interesa solo señalar que las impresiones de la sensación son los límites de nuestro percibir. Clasifica además las percepciones según su simplicidad o complejidad, se dividen en dos clases: relaciones de ideas corresponden a las ciencias formales (lógica y matemáticas), cuestiones de hecho son las proposiciones empíricas del resto de ciencias. Se trata de proposiciones a posteriori. Todos nuestros razonamientos acerca de cuestiones de hecho se fundamentan en la relación causa-efecto, esta se compone de tres relaciones simples: prioridad de la causa en el tiempo, contigüidad espacio-temporal y conjunción constante. Si la idea de conexión necesaria estuviese justificada racionalmente, tendría que haber detrás de ella una impresión que la correspondiera y no sucede así, por tanto la relación que efecto se deriva de la experiencia. Sin embargo, el recurso de la experiencia como fundamento de la relación causal no es en absoluto garantía de certeza o racionalidad. La experiencia no es finalmente el fundamento de la relación causa-efecto. Su fundamento es la costumbre, no es la razón la guía de la vida humana, sino la costumbre de creer que el futuro será igual al pasado, el principio de copias permite a Hume realizar una crítica de las tres sustancias de la metafísica racionalista, cartesiana: la sustancia corpórea, el yo y Dios. Hume no pone en duda la existencia de una realidad exterior al sujeto, pero insiste en que esta realidad no puede ser demostrada racionalmente. Los sentidos nos proporcionan siempre impresiones discontinuas, por lo que no pueden darnos la noción de una existencia continuada de los objetos. Sin embargo, nuestras percepciones mantienen una coherencia que pone en funcionamiento la imaginación, donde solo hay varias percepciones distintas.
Hombre/Alma
Observación y experiencias serán los principios metodológicos de la nueva ciencia de la naturaleza humana, conforme avanzas su investigación. Hume tendrá que renunciar al propósito de utilizar solo la experiencia y la observación como único camino para lograr la evidencia en nuestro conocimiento. La experiencia, como demuestra Hume, se apoya en el hábito o costumbre de considerar que el futuro es igual que el pasado. Por tanto, no es la razón la guía de la vida humana, sino la costumbre de creer que el futuro será igual al pasado. Las costumbres son esenciales para poder subsistir, es una especie de instinto que hace que podamos adaptarnos al mundo. Niega la tesis cartesiana del yo como una sustancia pensante, señala que cuando observamos nuestra mente no encontramos en ella nada simple y permanente, sino un cúmulo de percepciones que se suceden unas a otras. Para Hume, la mente es una especie de teatro vacío en el que actúan nuestras percepciones. Según Hume, el yo no es una idea simple. Si queremos mostrar la vida del yo como clara y distinta, tenemos que determinar la impresión de la cual procede, lo cual resulta imposible. Tampoco podemos definir la idea del yo como el punto de referencia invariable de todas nuestras percepciones, no hay ninguna impresión que sea constante e invariable. Nuestra mente es un conjunto de percepciones ligadas mediante la relación causa-efecto, esta constante unión causal de nuestras percepciones reforzadas por la semejanza que existe entre ellas, contribuye a crear la ficción de la identidad personal que nos permite ignorar la discontinuidad de nuestras percepciones. La experiencia, como demuestra Hume, se apoya en el hábito o costumbre de considerar que el futuro es igual que el pasado. Por tanto, no es la razón la guía de la vida humana, sino la costumbre de creer que el futuro será igual al pasado. Las costumbres son esenciales para poder subsistir, es una especie de instinto que hace que podamos adaptarnos al mundo. Niega la tesis cartesiana del yo como una sustancia pensante, señala que cuando observamos nuestra mente no encontramos en ella nada simple y permanente, sino un cúmulo de percepciones que se suceden unas a otras. Para Hume, la mente es una especie de teatro vacío en el que actúan nuestras percepciones. Según Hume, el yo no es una idea simple.
Dios
El principio de copia, según el cual la idea deriva de una impresión, permite realizar una crítica de las tres sustancias de la metafísica racionalista, cartesiana: la sustancia corpórea, el yo o sustancia pensante y Dios. Dado que para Hume solo es posible el conocimiento de las cosas que se ofrecen a nuestros sentidos, declarará imposible el conocimiento de la esencia y existencia de Dios. Rechaza el argumento ontológico, indicando que no es posible demostrar a priori la existencia de Dios, ya que la existencia de algo es una cuestión de hecho que solo se puede conocer mediante la experiencia, nunca con el mero análisis de una idea. La no existencia de un objeto corresponde a una idea, no es algo contradictorio con dicha idea. Pero tampoco sirven los argumentos a posteriori, como el argumento cosmológico que demuestra la existencia de Dios a partir de la existencia del universo, lo considera erróneo, puesto que se apoya en una aplicación incorrecta del principio de causalidad, ya que este principio solo puede admitirse respecto a los datos de la experiencia, nunca respecto de cosas situadas más allá de estos datos. El deísmo acepta la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón, en lugar de hacerlo a través de los elementos comunes de las religiones deístas como la revelación directa, la fe o la tradición. Los deístas sostienen que Dios es el creador del universo, pero rechazan los acontecimientos sobrenaturales, afirmando que Dios no interfiere en la vida de los humanos y en las leyes del universo.
Ética
El racionalismo ético de Sócrates y Platón sostiene que hay una realidad objetiva y nuestro conocimiento de la misma es el origen de nuestras buenas acciones. Hume afirma, por el contrario, que el puro análisis racional nos deja siempre indiferentes, es incapaz de impulsar a la acción. Según Hume, la moralidad se determina mediante el sentimiento, un sentimiento por la felicidad del género humano y un resentimiento por su miseria. La virtud es cualquier acción o cualidad del carácter que proporcione al espectador un sentimiento placentero y lo contrario. La razón no es la causa de la moralidad porque la razón no conduce a la acción y la moral supone acción y actividad práctica. Hume lo considera así porque para él la razón tiene un significado preciso que consiste en el descubrimiento de la verdad o falsedad en el acuerdo o desacuerdo, con relaciones de ideas o con existencias de hechos reales. La causa de actuar está en preferir algo, no en conocerlo. Solo las pasiones originan acciones y solo ellas podrán impedirlas. Las pasiones son impresiones de reflexión, para Hume la distinción vicio-virtud no está en el objeto y solo podemos encontrarla volviendo sobre nosotros mismos y analizando nuestros sentimientos. Una especial condición de nuestra naturaleza hace que experimentemos un sentimiento de censura o aprobación en nosotros respecto del hecho. Este sentimiento especial es debido en principio al placer o malestar que nos proporciona el hecho en cuestión. Hume lo llama sentimiento moral. Rechaza la pretensión de fundar la moralidad en la naturaleza, el deber ser en el ser. Esta falsa deducción recibe el nombre de falacia naturalista, la moralidad no se ocupa del ámbito del ser sino del deber ser. Pero la simple observación o análisis de los hechos no se podrá deducir nunca un juicio moral de lo que debe ser. Según Hume, la alabanza moral se fundamenta en la utilidad de cualquier acción o del carácter. Al suponer que el principio de las distinciones morales es la utilidad, resulta evidente que la razón interviene en los juicios morales, pues solo la razón puede darnos a conocer las consecuencias beneficiosas de las cualidades y de las acciones.