Análisis de la filosofía de Hume: Empirismo, causalidad y moral


Análisis de la filosofía de Hume

Empirismo y Crítica a la Causalidad

Los sentimientos son las fuerzas que nos impulsan a actuar. El sentimiento moral nos da un sentido de aprobación o desaprobación respecto de las acciones humanas.

Crítica a la Causalidad

El conocimiento de hechos se funda en la relación causa-efecto. Esta relación se ha interpretado tradicionalmente, bajo la noción del principio de causalidad, como uno de los principios fundamentales del entendimiento. Según Hume, la relación causal se ha concebido como una conexión necesaria entre la causa y el efecto, de tal modo que, conocida la causa, la razón puede deducir el efecto, y viceversa.

Por ejemplo, en el choque de dos bolas de billar, observamos el movimiento de la primera bola y su impacto (causa) sobre la segunda, que se pone en movimiento (efecto). En ambos casos, tanto a la causa como al efecto les corresponde una impresión, siendo verdaderas dichas ideas. Estamos convencidos de que si la primera bola impacta con la segunda, esta se desplazará al suponer una conexión necesaria entre causa y efecto.

Pero, según Hume, solo tenemos impresión de la idea de sucesión, por lo que la idea de que existe una conexión necesaria entre causa y efecto es falsa. El hábito o la costumbre, al haber observado siempre que los dos fenómenos se producen uno a continuación del otro, produce en nosotros el convencimiento de que esa sucesión es necesaria.

El principio de causalidad solo tiene valor aplicado a la experiencia, a objetos de los que tenemos impresiones. Contamos con la producción de hechos futuros porque aplicamos la inferencia causal; pero esa aplicación es ilegítima. Dado que la idea de conexión necesaria es falsa, solo podemos aplicar el principio de causalidad a aquellos objetos cuya sucesión hayamos observado. El valor de la aplicación tradicional del principio de causalidad al conocimiento de objetos de los que no tenemos ninguna experiencia es nulo según Hume. En ningún caso la razón podría ir más allá de la experiencia, lo que le conduce a la crítica de los conceptos metafísicos (Dios, alma y mundo) cuyo conocimiento se basa en esa aplicación ilegítima del principio de causalidad.

Empirismo

Hume es la figura más importante del empirismo del siglo XVIII, que surge como reacción al problema del conocimiento del racionalismo del siglo XVII. Ahora, el hombre y su mente son el centro de las preocupaciones. Los empiristas sostienen que no hay ideas innatas y que todas proceden de la experiencia sensible.

Hume señala que todas las ciencias se relacionan con la naturaleza humana y son juzgadas por el hombre. El único método válido para Hume es el de Newton, pero aplicado a la ciencia del hombre. Todo cuanto conocemos es una percepción, los contenidos de la mente, que se dividen en impresiones (datos inmediatos de la experiencia) e ideas. Las ideas tienen su origen en las impresiones y pueden ser simples o complejas, de reflexión o sensación.

Cuando la mente ha recibido impresiones, estas pueden reaparecer como memoria o imaginación. Las cualidades que originan la asociación de las ideas son: semejanza, contigüidad y causa-efecto.

Para Hume, hay dos tipos de conocimiento: las relaciones de ideas y las relaciones de hechos, que dependen de la experiencia. Según Hume, una idea es verdadera si podemos señalar de qué impresión se deriva, ya que el límite de nuestro conocimiento son las impresiones.

Estas anticipaciones se fundan en la relación causa-efecto. Nuestro conocimiento de hechos futuros tiene justificación si entre la causa y el efecto existe una conexión necesaria. Pero lo único observable entre hechos de los que no tenemos impresión actual es que se da una sucesión constante entre ellos. Podemos estar seguros de estas anticipaciones, pero esta seguridad procede de la experiencia, del hábito.

Para Hume, la sustancia es un concepto al que no le corresponde ninguna impresión. La sustancia es un conjunto de percepciones particulares que habitualmente encontramos unidas. La filosofía de Hume desemboca en un fenomenismo y un escepticismo. Para Hume, el hecho en sí no es un juicio: el juicio se hace en el sentimiento, ya que su ética es de carácter emotivista.

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