Análisis de «La Fundación» de Antonio Buero Vallejo


1. La obra en la trayectoria de Buero Vallejo: El transformado histórico

Después de diez años de trayectoria teatral, abierta en 1949, Buero Vallejo inició, centrada en Esquilache (1958), una nueva fase marcada por la crítica social. Desde 1962 hasta 1967 no se publica nada. El público desconocía, pues, La historia de Valmy cuando se produjo el estreno de El tragaluz, que estaba concluida desde 1966. Con esta obra, Buero intensificaba el tono crítico con un planteamiento de mayor claridad.

La obra La Fundación aparece cuando se conocen ya algunos de sus dramas más apreciados. Se estrena con gran éxito de crítica y público en Madrid, en 1974. Para entender este éxito, hay que pensar en la situación histórico-política del momento. Eran años de grandes convulsiones mundiales: seguía la Guerra Fría y se multiplicaban los conflictos mundiales; se producían cambios importantes en la sociedad, especialmente en la juventud, como consecuencia de la Revolución del 68 en Francia; los partidos políticos en la clandestinidad iniciaban movimientos para prepararse tras la muerte de Franco. Esta lucha acarreaba numerosas huelgas de estudiantes y de la clase obrera. ETA comenzaba la escalada de asesinatos y se ejecutaba a algunos condenados a muerte. En lo cultural, la censura seguía vigente, se prohibían obras de teatro y se cerraban periódicos. En suma, gran parte del éxito de La Fundación se debe a que recoge sentimientos e inquietudes de la sociedad de aquellos momentos.

2. La estructura: La fábula

La obra se presenta como una “Fábula en dos partes”; el término fábula equivale aquí a “historia” o “ficción”, y lo utiliza Buero en el sentido aristotélico. En el caso de La Fundación, esta organización se manifiesta en la estructura interna, que podemos dividir en tres partes:

  1. 1ª parte: Hasta el cuadro II de la primera parte estamos en una Fundación, aunque con algunos detalles extraños y algunas transformaciones graduales.
  2. 2ª parte: Desde el cuadro II de la primera parte, ya se producen cambios radicales que nos llevan, junto con Tomás, a empezar a comprender la realidad.
  3. 3ª parte: En la 2ª parte se nos desvela por completo la realidad. El final se queda abierto (para que el espectador prolongue con su reflexión la obra).

Por otro lado, llama la atención su estructura circular (termina igual que empieza), ya que en el último momento vuelve a surgir la decoración y se escucha la Patoral de Rossini. Como ha señalado el propio dramaturgo, en este final está la clave de la lección ética y social de la obra, que significa a la vez pesimismo y esperanza. Buero busca una respuesta: un esfuerzo moral y una voluntad de cambiar hacia un mundo mejor.

La Fundación plantea al espectador, con los elementos imprescindibles para ello, el eterno problema entre la realidad y la ficción. Aristóteles llama agnición (agnitio, en latín) al “paso de la ignorancia al conocimiento, que un personaje experimenta acerca de la identidad de alguno o varios de los demás, o acerca de algún hecho”. En el desenlace, además, se reinicia de manera circular el mecanismo de “autoengaño” del comienzo. El proceso de transformación de la realidad que realiza el protagonista como huida de lo cotidiano y el de fingimiento por parte de sus compañeros nos lleva a recordar a Cervantes (Don Quijote).

3. El efecto inmersión: Tomás, la imaginación y los hologramas

Buero había procurado en varios de sus dramas que el espectador participase en la acción de modo directo, a través de diversos efectos o de su identificación con un personaje clave. El espectador ve lo que ve Tomás e interpreta a su manera la realidad; cree en la Fundación hasta que Tomás se hace consciente de que se halla en una cárcel que él ha enmascarado. Al mencionar esta identificación extrema conseguida por Buero, es evidente que no nos referimos a aquella que Brecht criticaba. Así, el ensueño, la imaginación o, como dice el autor con una palabra muy de la época en que se estrenó, los hologramas se van destruyendo hasta que queda la verdad desnuda: el mundo gris y asfixiante, la muerte.

Tomás cree que Berta está en otros pabellones de la misma Fundación y que a veces viene a verlo. En un diálogo que ambos sostienen al comenzar la representación, ella, que es solamente un desdoblamiento de la personalidad de Tomás, le dice por dos veces que aborrece la Fundación.

En su tercera etapa, Buero empieza a construir sus dramas en función de las nuevas formas del teatro contemporáneo. Esto es lo que se ha denominado unir la línea Artaud-Brecht, o unir distanciamiento y participación. Así, los “efectos de inmersión”, utilizados por Artaud, se contraponen a los ya experimentados “efectos de distanciamiento” de Bertolt Brecht. Con esto, Buero Vallejo nos hace identificarnos con el personaje y, una vez que ocurre esto, nos aleja y distancia.

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