Entre las técnicas narrativas empleadas por Joyce en Ulises destacan la concentración temporal (un día), la concentración espacial (Dublín), el tratamiento del lenguaje, con juegos verbales y mezcla de registros (lenguaje culto y popular, lenguaje comercial, discurso religioso y político, textos periodísticos y publicitarios); la fragmentación de la acción, que se acelera o ralentiza; el desorden temporal; la mezcla de realidad e imaginación; el empleo de símbolos y extrañas analogías (la Odisea, órganos del cuerpo, colores, etc.). El lector se encuentra ante un confuso rompecabezas, donde el hilo conductor no es el argumento, sino el propio lenguaje.
En su última novela, Finnegans wake (1939), Joyce lleva al extremo la experimentación lingüística.
El escritor alemán Thomas Mann (1875-1955) es el máximo representante de la novela intelectual, en la que la acción se engarza con la reflexión y la exposición de ideas. Su obra maestra es La montaña mágica (1924), novela total en la que confluyen el juego de las ideas, la ironía y el enfrentamiento entre caracteres y experiencias. Thomas Mann hace un minucioso análisis psicológico de los enfermos de un sanatorio para tuberculosos y de sus conflictos personales, que eleva a símbolos de la Europa de su tiempo (el periodo de entreguerras), también mortalmente enferma.
Entre las nuevas técnicas narrativas empleadas destaca el perspectivismo intelectual (cada uno de los principales personajes-enfermos defiende una postura intelectual ante la civilización, el amor, la muerte, la enfermedad, el cinismo, el optimismo, etc.: la razón ilustrada, el autoritarismo moral, el irracionalismo vitalista y sensual); el personaje colectivo (no hay un protagonista absoluto); la falta de acción; y la concentración espacial (el sanatorio).
Antes, en 1912, Thomas Mann había publicado una pequeña joya literaria, Muerte en Venecia, sobre el encuentro entre un famoso escritor, ya maduro, y un bello joven ante el que pierde la cabeza. La novela narra la soledad irremediable del artista en su intento de apresar la belleza.
Los símbolos en La metamorfosis
La narración no se limita al relato de una sucesión de hechos, sino que los acontecimientos y los objetos adquieren un significado simbólico. Como dice Lluís Izquierdo: “Kafka fue un gran escritor no porque hablase de la angustia, del miedo y de la incertidumbre contemporáneos, sino porque descubrió, para cada uno de esos estados, un objeto o un animal o un humor o una frase concretos —físicos, materiales— que dan cuerpo a la vaguedad de lo abstracto”.
Tras su transformación Gregor Samsa queda aislado en su habitación, desde donde sigue la evolución de los sentimientos de su familia hacia su nueva condición de insecto, que va desde la consideración hasta el asco declarado. La metamorfosis de Gregor también supone la imposibilidad de seguir trabajando y por tanto de aportar el dinero necesario para el sustento de la familia; por ello los lamentos se convierten pronto en reproches. Cada vez más aislado y rechazado, observando la vida familiar desde su escondrijo, asistimos a la degradación de Gregor Gregor simboliza al ser humano, en contraposición a lo que era habitual en la novela del siglo XIX, que analizaba minuciosamente la psicología de personajes individuales. Kafka sitúa al hombre contemporáneo en el centro de la narración, con las dudas y tragedias propias de su tiempo. Gregor está condenado a una vida de sacrificio y esfuerzo que le desagrada, por lo que se rebela contra su destino transformándose en un insecto monstruoso, que significa a la vez la revelación de las agresiones que sufre, tanto en el ámbito laboral como en el familiar, y el castigo que él mismo se inflige por su profundo sentimiento de culpa.
La herida de Gregor no es solo física, sino que tiene también un componente psíquico y simbólico: el rechazo de la sociedad, tanto en el campo de la empresa como en el de la familia, el odio de su padre hacia él y su extrema soledad.
Las puertas cerradas de la habitación de Gregor representan el rechazo de la sociedad, que lo menosprecia y le limita su libertad. La habitación, desde que le retiran los muebles hasta que se convierte en un estercolero, como corresponde a un escarabajo pelotero, representa la creciente indiferencia de la familia hacia Gregor y su deshumanización, que culmina cuando la criada barre y tira a la basura el cuerpo muerto.
También es simbólico el número tres, tan frecuente en la literatura y el arte, como ha explicado Vladimir Nabokov al atribuirle una significación estética y lógica: los tres capítulos del relato, los tres miembros de la familia de Gregor (el padre, la madre, la hermana), las tres habitaciones de la casa en las que transcurre la acción (el cuarto de Gregor, la sala de estar y la habitación de Grete), los tres huéspedes, etc Finalmente, también es simbólico el paso del tiempo, el transcurrir de las estaciones y el clima:
Así, la acción comienza con un día gris de lluvia de finales de otoño y termina, en marcado contraste, con un día soleado de finales de marzo, anuncio de la primavera, lo que representa la liberación final de la familia y el renacimiento que supone haberse librado de Gregor. El significado de estos símbolos es evidente: la transformación de Gregor ha marcado una época de oscuridad, de sufrimiento, de negación de la vida, de muerte; en contraste, la muerte del protagonista representa la liberación de la angustia, el nacimiento de la ilusión, de una vida nueva.