Análisis de Textos Literarios


JUSTIFICACIÓN A UN OLMO SECO XCV

Este texto es claramente literario dentro del género lírico. No solo porque el autor expresa sus sentimientos y deseos, sino también por la función poética, el uso de un lenguaje sencillo pero con un significado profundo, el tono y el ritmo del poema, y una variedad de recursos estilísticos que buscan generar emociones específicas en el lector.

El poema consta de treinta versos, combinando versos endecasílabos y heptasílabos, con rima consonante y distribuidos en diferentes estrofas: serventesios (1-12; 16-20), pareados (13-14; 15-16; 21-22), terceto (23-25) y quinteto (26-28). Esta mezcla de métricas y estrofas permite al autor ajustar el ritmo según su sentir. Abundan los encabalgamientos, sobre todo suaves (6-7;7-8;9-10…), lo que permite al poeta elegir su propio ritmo, más personal y emotivo; también se deja notar uno abrupto  (28-29), lo que llama más atención sobre la frase a la que dota de más fuerza. A pesar de que hay más versos impausados que pausados, estos últimos están distribuidos de forma armónica (1, 6, 9, 12, 15, 16, 19, 25, 29) lo que agudiza el ritmo personal y el tono sincero del poema. Algunas aliteraciones, como la de nasales (5-8) intensifican la fuerza del mensaje, la de vibrantes (12-14) envuelve, en cambio, la expresión de rudeza y pena. Por último, algunas estructuras bimembres (3, 8, 10, 25, 29), matizan el ritmo, dotándolo de serenidad. También se usa el hipérbaton para resaltar elementos de la oración sin afectar la comprensión del mensaje.

Los primeros 14 versos se centran principalmente en el adjetivo «viejo», resaltado tanto por la acumulación de palabras que enfatizan la edad del árbol (hendido, carcomido, podrido) como por los contrastes presentes (musgo amarillento, corteza blanquecina y tronco polvoriento), que subrayan la diferencia entre la antigüedad del árbol y las hojas verdes que representan nueva vida. Este contraste lleva a otro más amplio entre los álamos, que están llenos de vida con ruiseñores, y el viejo olmo, habitado solo por arañas y hormigas destructoras.

A partir del verso 15, se introduce un apóstrofe que sugiere los posibles destinos del olmo, dispuestos en una secuencia descendente (objeto, leña, abandono), culminando en el destino final compartido con el hombre (muerte), y se evoca la imagen del olmo perdiéndose en el mar, simbolizando la vacía eternidad después de la muerte. El poema está adornado con metáforas (6,12,17,18) que embellecen el lenguaje y personificaciones (6,9,10,15,23,26) que muestran el paisaje como algo vivo, logradas mediante diferentes recursos como metáforas directas, transposición del adjetivo o apóstrofes. 

Este poema lírico destaca por la presencia directa del autor, quien se expresa a través de la primera persona verbal («quiero») y del uso de posesivos («mi»). Además, se emplea una frase exclamativa (líneas 5-6) que refuerza la intensidad emocional. El autor establece una relación con el «lector» representado por el olmo, al cual se dirige y con quien comparte sus sentimientos, creando así una especie de conexión emocional. El olmo está arraigado en un paisaje real, descrito como «la colina que lame el Duero», con asociaciones a Castilla y Leonor, mencionadas al final del poema. La temporalidad se refleja en la visión del árbol en relación con el pasado, presente y futuro. A lo largo del poema, se alternan diversas funciones del lenguaje como la expresiva, poética, referencial y apelativa. El tono general del poema es optimista y esperanzado.

Este poema podemos dividirlo en tres partes distintas. En la primera(v1-14), se presenta al olmo en un tiempo y espacio específicos, notando el nacimiento de algunas hojas verdes pero también destacando su deterioro a través de símbolos como las hormigas y las telas de araña. En la segunda parte(v15-27), el yo poético expresa el deseo de recordar la belleza de esas pocas hojas verdes antes de la inevitable decadencia del árbol, describiendo con vehemencia su destino final. Finalmente, en la tercera parte, el autor se identifica con la situación mostrada en el poema, dando sentido al conjunto.

En este poema, Machado retoma el antiguo tópico del «árbol de la vida», presente en la Biblia y la mitología griega, para expresar su sorpresa y admiración por el renacimiento de un olmo viejo y moribundo. Este renacer se interpreta como un milagro de la primavera, que también puede simbolizar la esperanza de regeneración, ya sea personal, como la salud de su esposa Leonor, o más ampliamente, la regeneración de España. A través de la descripción del olmo y la expresión de su deseo de registrar su belleza antes de su desaparición, Machado transmite una mezcla de asombro y urgencia. Los últimos versos revelan su esperanza por un nuevo milagro, relacionado con la recuperación de Leonor, mostrando así su amor por ella. Este poema, imbuido de sentimientos personales y de la preocupación por España, refleja el profundo apego del poeta a Castilla y su conexión con el paisaje y los recuerdos que lo vinculan a esta tierra.

JUSTIFICACIÓN UN DÍA HABRÁ UNA ISLA

El texto pertenece al género lírico y presenta tanto la función expresiva como la función poética. El autor expresa sus sentimientos y deseos, empleando un lenguaje connotativo, un tono emotivo y un ritmo poético. Además, se utilizan diversos recursos estilísticos para provocar una emoción específica en el lector.

Pedro García Cabrera demuestra su compromiso social a través de su poema «Un día habrá una isla», donde expresa su fe en la palabra como herramienta de transformación social. El poema es un espacio de denuncia y compromiso personal, en contraste con la literatura concebida como mera evasión. Desde los primeros versos, el yo lírico se presenta de manera marcada, destacando la indefinición y la certeza del futuro. El poema enfatiza la importancia de los otros, utilizando el adverbio «siempre» y el pronombre «todos» de manera hiperbólica.

En cuanto a la métrica elegida por el autor, es característica del género, se trata de un poema formado por dieciocho versos que forman una silva que está compuesta por versos heptasílabos y endecasílabos distribuidos a gusto del poeta. Respecto a la rima da relevancia a la asonancia i-a, para destacar el concepto de isla. ( 7a, 11B, 7c, 11-, 11A, 11D, 11-, 7c, 11A, 7d, 11C, 7-, 11A, 11D, 11-, 11- 11A, 11B). Asimismo, aparecen encabalgamientos suaves que marcan el ritmo del poema y el autor utiliza este recurso para dar énfasis a la última palabra del verso como en “isla” o “todos”. El término isla destaca porque el paisaje es una constante de su obra.

Por otro lado, la estructura interna del poema se caracteriza por su disposición circular: el poeta  empieza (v. 1 y 2) y acaba de modo similar (final del v. 17 y v. 18): reconociendo, necesitando,  anhelando —y a la vez certificando— la existencia de un espacio, de un entorno mejor, de un futuro  más justo y solidario… y no solo para disfrutarlo él, en su soledad. Antes al contrario, el deseo del  poeta es justamente compartirlo con los demás, (a todos… v. 5 y, de nuevo, a todos…, v. 16). En los  versos centrales del poema (6-13) específica esos otros grupos, esos sectores humanos desfavorecidos  que igualmente luchan y van de la mano con el poeta. Así, observamos las alusiones, estructuralmente  expresadas de modo paralelístico (con la inclusión de anáforas vv. 2-3, 13-14), y semánticamente  adornadas con metáforas (v. 2, v. 9, v. 11, v. 13, v. 17 -explicarlas-) y metonimias (v.

7, 16) y sucesivas  perífrasis (v. 8-9) que señalan en su conjunto a los diferentes, a los que sufren, a los que se muestran  llenos de convicción, a los perseguidos (esto se refleja en la reiteración de la estructura no+verbo vv.  2, 6, 8, 10, 18).

Entre los recursos estilísticos, destacan: los hipérbatos, en el v.6, llama la atención sobre que no está solo y en el v.16, que remarca la idea de la esperanza para todos; aparece una antítesis en el v.15, pues contrasta las ideas de vida y muerte que sufre en este poema; la personificación aparece en los v. 14 y 16 (“mis palabras se liberen” y “la alegría de mar”), dotando al “mar” y a “palabras” del significado de libertad; la metáfora aparece en los v.7, 8 y 9, que se refiere a la ansia de libertad y esperanza, en los v.10 y 11, hace referencia a los que no se rinden ante la lucha y los v.12 y 13, se refiere a las personas que sufren y están encerradas; en los versos centrales (del v.6 al 13) aparece la metonimia, ya que a través de partes del cuerpo utiliza la metonimia para referirse a todos los compañeros; en los v. 8 y 10 aparece un paralelismo, para remarcar a todos los que lo acompañan. Con estos versos se hace alusión a los que como él ha sufrido la persecución, en este caso la “isla” será símbolo de libertad; por último, se encuentra la paradoja de “silencio amordazado” que se repite dos veces y aporta carácter circular al poema, con la que el poeta enfatiza la situación de falta de libertad de expresión.

Otros recursos estilísticos presentes no hacen sino reiterar la contundente fuerza expresiva del  mensaje lírico de Pedro García Cabrera: desde la elipsis del verso 3, hasta la antítesis con tinte  paradójico del 15 -muere porque la situación es muy dura, dolorosa, de privaciones, censura… y pese  a todo está vivo físicamente-. Personificaciones del verso 4, 14 y 16. Aliteración de -r- y nasales  m,n a lo largo del poema para recalcar la aspereza, la dureza de la situación. 

El objetivo prioritario del poeta es hacer de la expresión artística una vía irrenunciable de  denuncia y compromiso social ante la imposición del silencio, ante el «silencio amordazado». La  complicidad con el lector es, suponemos, absoluta. 

RELACIÓN ENTRE LAS IDEAS DEL AUTOR :

Las artes han sido una plataforma para denunciar injusticias y reclamar derechos fundamentales a lo largo de la historia. Obras literarias como «El Lazarillo de Tormes», «Misericordia» y «La Tribuna», así como la poesía de autores como Lorca, Miguel Hernández y Antonio Machado, han abordado temas sociales y políticos. El arte contemporáneo, representado por figuras como el artista César Manrique, también sigue esta tradición de activismo cultural.

El poema de Pedro García Cabrera, concebido en 1971 en medio de un contexto político marcado por la censura y las privaciones, es un testimonio de su compromiso solidario y su convicción en el poder transformador de la palabra. García Cabrera, como parte de un grupo de poetas comprometidos con su tiempo, buscaba con sus escritos recuperar una voz silenciada por la represión del régimen. Su obra, tanto en verso como en ensayo, se destaca por la habilidad del poeta para conciliar la belleza estética con un mensaje profundamente significativo, lo que lo convierte en un representante singular del discurso comprometido en su época.

En la actualidad, a pesar de vivir en un contexto sociopolítico diferente, la necesidad de expresar nuestras preocupaciones y denunciar injusticias sigue siendo relevante en el ámbito artístico. Los jóvenes, especialmente, encuentran en géneros musicales como el rap y expresiones plásticas como el graffiti medios efectivos para transmitir mensajes críticos, influenciados por figuras como Paco Ibáñez, Labordeta o Taller Canario de la Canción. Además, profesionales en diversos campos continúan desempeñando un papel crucial como voces de denuncia, ya sea a través de la fotografía documental de Sebastião Salgado, las viñetas gráficas de El Roto o Forges, o las columnas periodísticas de Juan José Millás, Manuel Vicent, Rosa Montero o Maruja Torres. Estos esfuerzos representan formas de resistencia y activismo cultural en la sociedad contemporánea.


JUSTIFICACIÓN  ME BUSCO Y NO ME ENCUENTRO:

El texto pertenece al género lírico, destacando su función expresiva al reflejar los sentimientos y deseos del autor, así como su función poética mediante el uso de un lenguaje sencillo con connotaciones, el tono y ritmo del poema, y diversos recursos estilísticos para provocar emociones en el lector.

El texto lírico de Josefina de la Torre nos invita a reflexionar sobre nuestro yo más íntimo en apenas trece versos. La poesía, como género lírico, nos permite exteriorizar nuestros pensamientos y emociones más profundos. En su último poemario, la autora grancanaria aborda la elegía del paso del tiempo, acercándose al versolibrismo y adaptando formas clásicas como el romance y el soneto. Aunque predomina el verso libre, se aprecia una actualización de estrofas en consonancia con los movimientos vanguardistas de su época.

Característico del género lírico es la métrica elegida por la poetisa, se trata de una composición poética que está compuesta por versos heptasílabos y versos alejandrinos que se distribuyen con rima consonante y asonante, a la vez que aparecen versos sueltos, de manera que el esquema métrico es el siguiente 7a, 14B, 14-,14-, 7b, 14-, 14B, 14B, 14A, 14-, 14B, 14B, 14-. Los versos heptasílabos son los que recogen los temas fundamentales del poema. Los cinco primeros versos pueden asemejarse a una lira, aunque la disposición también nos lleva a pensar en una silva, pero Josefina de la Torre alterna en ella, junto al heptasílabo (v. 1 y 5), el alejandrino, en lugar del habitual endecasílabo, así evidencia la herencia modernista con este tipo de innovaciones. La autora deja ver un gusto por la regularidad métrica a la vez que presenta mayor libertad en la rima.

Las marcas de la presencia del yo lírico son el empleo de varios elementos como la  1ªpersona gramatical en las formas verbales (busco, encuentro…), pronombres (me, mí) y  determinantes (este, mi). A nivel fónico, la aliteración de la consonante r. El concepto tiempo hace así su aparición con el empleo del adverbio – deixis temporal- ahora (v. 6), con los gerundios que insisten en la  permanencia de la desazón: tanteando (v.7), esperando (v.13) y con el verbo en pasado no pude (v.8)  que abre la gradación polisindética (y metafórica) tierra, ni esencia, ni armonía que, junto con la  respectiva —pero ahora asindética— del verso siguiente: fruto, sonido, creación, universo parecen  evocar la reivindicación del hijo aludida en el epígrafe anterior. 

Entre los recursos destacan: las anáforas en los versos 4, 6, 8 y 13 y la palabra que se repite es “Y”, que remarca a principios de los versos la causa de que no se encuentra; antítesis en el primer verso “Me busco y no me encuentro”, que contrapone las ideas de búsqueda y hallazgo para destacar el sentimiento de andar perdida; también se observan antítesis en los versos 3, 4 y 7, las utiliza para dar más relevancia al sentimiento de soledad, frustración o vacío; en el verso 6 se observa una comparación “Y ahora voy como dormida en las tinieblas”, haciendo referencia al estado en el que se encuentra, es decir, la frustración y somnolencia por la falta de respuestas que no le permiten disfrutar de la vida; también hay varias metáforas distribuida a lo largo del poema, como “oscuras paredes de mi misma”, “eco de mis incertidumbres”, “No este desalentado y lento desgranarse” y “sordas paredes de mí misma”, todas ellas se usan para mostrar toda la incertidumbre y el sentimiento de tristeza. Estas imágenes que evocan nos llevan a conectar su poesía con el Surrealismo y la poesía pura tan importante para el grupo poético del 27; el asíndeton y el polisíndeton se observan en los versos 8 y 9, usados para exponer las ideas de la imposibilidad de ser madre, ralentizando con el polisíndeton, ni de convertirse en “fruto”, que es la vida, con un ritmo más rápido aportado por el asíndeton; en estos mismos versos se observa la gradación, que expresa la idea de dar vida; en los versos 2 y 12 aparecen dos epítetos, “oscuras paredes” y “sordas paredes”, usados para expresar las ideas de frustración, soledad y tristeza; por último, está la aliteración en los versos 2, 4, 5 y 6, “Rondo”, “acierto”, “encuentro” y “dormida”, aliteración del sonido “r”, (ronroneo o lamento) en los verbos que está la mayoría, a comienzo de los verbos como si se tratara de un paralelismo. Josefina emplea, entre los versos 10 y 11, el único  encabalgamiento de todo el texto. Se trata de un encabalgamiento de tipo oracional que fija la atención en el que convierte en preguntas todo cuanto es herida (v. 11).

El poema se estructura en tres bloques que reflejan la evolución del estado emocional del yo lírico. El primero, compuesto por los cinco versos iniciales, establece el contexto de angustia existencial. El segundo bloque, versos 6 al 9, muestra dos momentos: el presente de la búsqueda interior y la referencia a la imposibilidad de ser madre. El tercer bloque, el resto del poema, introduce nuevos matices: la situación crítica sin respuestas claras (v10 y 11) y la persistencia en la búsqueda a pesar de la falta de respuesta, expresada con el adjetivo «a paredes»,incide en que ya ni siquiera se escuchan sus preguntas, aunque no pierde la esperanza de hallar al  menos el reflejo de su ser (mi sombra).

RELACIÓN ENTRE LAS IDEAS DEL AUTOR:

El lenguaje cotidiano se caracteriza por su claridad y funcionalidad en la comunicación, mientras que el escritor, al abordar su obra, emplea el idioma con una intención estética y sugerente. El texto literario, al elegir cuidadosamente las palabras por su poder evocador, crea un código único que demanda la atención del lector, viviendo su propia vida con una riqueza que radica en su ambigüedad intrínseca, como se evidencia en la obra de Josefina de la Torre.

La influencia temprana de una familia creativa y productiva impulsó a Josefina desde su infancia a plasmar sus vivencias en distintos formatos escritos, dotándola de las herramientas necesarias para su desarrollo como autora.

El auge de los medios digitales ha facilitado el acceso a plataformas donde individuos comparten sus experiencias personales, impulsando un interés por expresar la propia identidad y aspiraciones en un entorno interactivo.

Es esencial distinguir entre el discurso literario, que se caracteriza por su elaboración estética y su capacidad de generar múltiples significados, y el discurso en línea, que prioriza la conexión interpersonal sobre la estética formal.

El poema de Josefina de la Torre ejemplifica esta diferencia al crear un universo simbólico y sugerente, mientras que el discurso en las redes sociales busca establecer conexiones emocionales y compartir experiencias de manera inmediata.

Los gestores de blogs y otros espacios digitales se convierten en narradores de sus historias, permitiendo que incluso personas introvertidas encuentren una vía de escape para hacerse visibles y conectar con una audiencia más amplia.

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