Capítulo 16: El Otoño en Vetusta
Estructura
Externa
Predominan los discursos descriptivo y narrativo. Se describe la reacción de los vetustenses ante la llegada del invierno, el estado anímico de Ana Ozores en el Día de Todos los Santos y cómo veneran a sus muertos.
Interna
1/18: Descripción del tiempo otoñal en Vetusta y cómo sus habitantes viven el cambio de estación.
19/54: Ana se incluye entre quienes no se resignan a la llegada del invierno, que para ella comienza en Todos los Santos. Se describe su estado de ánimo.
55/82: Descripción del trato a los muertos según la clase social.
Tema
Soledad y tristeza de la Regenta en Todos los Santos y comportamiento de los vetustenses en el cementerio.
Resumen
El otoño llega a Vetusta y se describe la actitud de sus habitantes. Ana contempla el café y el puro a medio fumar de su esposo, don Víctor, que se fue al casino, comparándolos con la insolidez del universo. Reflexiona sobre su vida y su matrimonio, sintiéndose desgraciada e insignificante. El sonido de las campanas la atormenta. Observa desde su balcón a los vetustenses camino del cementerio, diferenciando las clases sociales: criadas, nodrizas, soldados, mujeres de pueblo y niños, por un lado; lacayos, clases altas y señoritas, por otro. Concluye que a nadie le importan los muertos.
Características del Realismo
- Estilo indirecto libre: “Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro”.
- Narrador omnisciente: Conoce los secretos de los personajes, sabe su pasado y anticipa su futuro.
Figuras Literarias
- Personificación: «…como si fuera otro sol que tiene prisa…».
- Enumeración: «Se quedaban en el Espolón paseando…».
- Metáfora: «Son anfibios (vetustenses) que se preparan a vivir debajo del agua…».
Conclusiones
El texto muestra características del género narrativo del siglo XIX: narrador omnisciente, estilo indirecto libre, ambientación detallada de Vetusta, perfiles psicológicos precisos de personajes conflictivos (una joven casada con un hombre mayor en una ciudad de provincias).
Capítulo 28: Declaración en El Vivero
Tras describir la situación y los personajes en los primeros capítulos, a partir del 15 se desarrollan los acontecimientos en tres años. Esta escena ocurre en «El Vivero», casa de campo de los marqueses de Vegallana, donde la aristocracia vetustense, incluyendo a Ana Ozores y don Álvaro Mesía, es sorprendida por una tormenta. Don Álvaro aprovecha para declararle su amor a la Regenta.
Tema
Declaración de amor de don Álvaro, la emoción contenida de Ana y su miedo a sus sentimientos.
Estructura
- Descripción del ruido, los preparativos de viaje y la declaración de amor.
- Sentimientos de la Regenta ante la declaración.
- Palabras y actitud de don Álvaro.
Prosa llena de matices y estilos narrativos: ternura, emoción e ironía. Monólogo interior de Ana Ozores, sin respuesta verbal a don Álvaro. Narrador omnisciente que conoce todo sobre los personajes. Introspección en el alma de Ana:
- Estilo directo: “No, que no calle, que hable toda la vida”.
- Estilo indirecto: “…Ana no pensaba en tal instante ni en que ella era casada, ni en que había sido mística…”.
- Estilo indirecto libre: “No, por allí no se iba a la locura”.
Reproducción de las palabras de don Álvaro con ironía, creando duda sobre su sinceridad. Elementos realistas: descripción de la situación, la tormenta y la conversación íntima. Ana reconoce el placer de la proximidad de don Álvaro. El adulterio se avecina, preludiando el desenlace trágico. Ana, cercana a los treinta, nunca fue amada con pasión. Busca olvidar su matrimonio sin amor y su relación mística con su confesor. Reconoce la dicha del momento. Don Álvaro se muestra respetuoso, apasionado y humilde, pero sus palabras generan dudas sobre su sinceridad. Clarín mantiene esta ambigüedad. No es el conquistador audaz de los primeros capítulos. Frases cortas y lenguaje poético y figurado para describir el temor de Ana: “se sentía caer en un abismo de flores”. Ana reconoce su amor por don Álvaro como una caída al vacío, un pecado, pero también su paraíso. Ironía al narrar las palabras de don Álvaro: “lloraba, sin llorar por supuesto”, “de pura gratitud sólo porque le oían”.