Análisis del Lenguaje Poético en Obras Selectas
Poemas de César Vallejo, Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges
Este documento explora el lenguaje poético en obras de César Vallejo, Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges, analizando sus recursos estilísticos, temas y técnicas narrativas.
Canto I
CANTO I. Este poema se caracteriza por un monólogo dramático que muestra su angustia e impotencia a través de preguntas retóricas. El autor utiliza una carga semántica negativa y sonidos fuertes, como los de las consonantes /r/, /t/, /k/, y /l/, para intensificar la sensación de desolación e impotencia. La estructura del poema es importante, combinando la enunciación lírica con la apóstrofe lírica y utilizando preguntas retóricas para expresar una búsqueda de identidad tanto como poeta creacionista como ser humano. El verso libre, sin puntuación, refleja el caos mental del poeta y el caos del universo que observa. El ritmo se logra mediante anáforas, reiteración de palabras y estructuras gramaticales, como «se me cae» y «qué has hecho». Las enumeraciones caóticas refuerzan el tono surrealista del poema. En cuanto a las imágenes, el autor crea visiones subjetivas y creacionistas como «Voz cargada de pájaros en el atardecer», visionarias como «Dadme el infinito como una flor para mis manos» y surrealistas como «Se me cae el dolor de la lengua y las alas marchitas», conectando con la vanguardia. En cuanto a los verbos, el texto analiza si son perfectivos o imperfectivos, lo que puede influir en la percepción del tiempo y la acción en el poema. Los recursos estilísticos y temáticos contribuyen a crear una atmósfera de desolación, angustia e impotencia, mientras el poeta busca su identidad tanto como creador como ser humano en un universo caótico. Finalmente, la metáfora trasciende el mero recurso técnico para convertirse en un talismán metafísico que transporta al lector a un nivel espiritual más allá de lo conocido.
Canto III
CANTO III. Altazor comienza a plantearse la búsqueda de una nueva poesía caracterizada por la desarticulación progresiva del lenguaje. El poema se centra en el rechazo de la poesía tradicional en favor de una nueva poética que se expresa a través de la experimentación lúdica, la exaltación del yo poético y la creación de imágenes inusuales y novedosas. El poema se divide en tres partes que exploran distintas facetas del poeta y su relación con el arte.
- En la primera parte, el poeta se confronta con el mago y cuestiona la poesía convencional, reivindicando la figura del mago por su mayor capacidad creativa.
- La segunda parte rechaza la poesía anterior y celebra la nueva poética a través de juegos de palabras y versos entrelazados.
- La tercera parte muestra la muerte del antiguo poeta y el surgimiento de uno nuevo que juega con palabras magnéticas en un entorno mágico.
El poema se caracteriza por su energía y falta de serenidad, con una acústica enérgica que aumenta a medida que avanza el poema. Utiliza versos libres, anáforas, enumeraciones caóticas y repeticiones de estructuras gramaticales para lograr un ritmo dinámico. Los niveles morfosintáctico y semántico revelan una inclinación hacia el uso del infinitivo y tiempos verbales imperfectivos, que dan al poema un sentido de atemporalidad y fluidez. En última instancia, «Altazor» se destaca por su diferenciación entre el poeta y el mago, su identificación con la figura del atleta y su apuesta por el juego y la innovación estética, lo que refleja la visión creativa y visionaria de Huidobro.
Canto V
CANTO V. El arcoíris, símbolo importante en Altazor. Este poema es la búsqueda de una nueva poesía en Altazor, destacando la desarticulación progresiva del lenguaje en los cantos posteriores. Se enfatiza el rechazo a una falsa poética tradicional en favor de un nuevo lenguaje experimental y lúdico, característico del creacionismo de Huidobro. El poeta se asocia con la figura del mago, capaz de transgredir y renovar la poesía, y se le describe como un poeta-niño. El poema se divide en tres partes:
- La primera contempla la idea de «matar» al poeta tradicional y exaltar al mago;
- la segunda, más extensa, rechaza la poesía anterior y presenta la nueva poética;
- y la tercera muestra al nuevo poeta y la muerte del antiguo, culminando con «el entierro de la poesía» que carece de creatividad.
El poema transmite optimismo y entusiasmo, aumentando en intensidad y exaltación a medida que avanza. El autor usa sonidos violentos y enérgicos, como la vibrante múltiple y las consonantes p, t y k, reforzando la nueva poética. También se emplean infinitivos y gerundios, dando atemporalidad al poema. En el nivel semántico, la visión del mago es luminosa y creativa, y se presenta como una figura visionaria. El poema contiene enumeraciones extensas de imágenes estéticas, imitando juegos verbales de la infancia y mostrando un grado bajo de implicación del poeta. El texto pertenece a Huidobro por la diferenciación entre el poeta y el mago, la identificación del poeta con el atleta y la reivindicación del juego y la experimentación poética.
Oración del Camino
Oración del camino. “Ni sé para quién es esta amargura (…) de la alondra”. El poema se centra en temas como el dolor, la insatisfacción, el sufrimiento y la identidad indígena. El poema sigue la línea del intimismo, interrogando sobre el sentido de la vida y expresando un profundo desgarro emocional. Aunque no presenta la experimentación lingüística característica de la etapa vanguardista plena de Vallejo, sí muestra elementos de modernismo que engrandecen la realidad, como en la descripción del «valle de oro». Los temas abordados incluyen el sufrimiento humano, el dolor y la condición indígena. Hay referencias al entorno cristiano y una intertextualidad bíblica que apunta hacia el sufrimiento del ser en el mundo. Además, se menciona la estirpe indígena de Vallejo, que fue humillada y desplazada a lo largo de la historia. El poema está estructurado en tres partes y utiliza diferentes formas de arte mayor y menor, con versos endecasílabos y heptasílabos. En la primera parte, el poeta se dirige al sol, asociado a la vida y la muerte, y habla de su condición indígena y su dolor. En la segunda parte, describe cómo se siente y usa el simbolismo de la espada. En la última parte, el poeta se fusiona con el poema, adoptando una forma lírica. Los recursos estilísticos incluyen una acústica violenta, gracias a la repetición de sonidos como /r/, /k/ y /t/ en palabras como «pudre», «sudor», «versos», «calla», «inca», entre otras. Los sonidos vocálicos refuerzan esta acústica con la repetición de /o/ y /u/. El poema utiliza rima consonante y asonante, combinando versos de arte mayor y menor para marcar el ritmo poético. En cuanto a los recursos literarios, el poema emplea sinestesia, como en «valle de oro amargo» y presenta personificaciones como «ladra el río» y «azulea el camino», donde transforma adjetivos en verbos, agregando un matiz negativo al sustantivo y vinculándolo con el existencialismo. También hay imágenes y símbolos visionarios, como «una mancha lila» y «la alondra» y términos inusuales como «espadas humanicidas», que no se ajustan a una lógica tradicional. Muestra una combinación de elementos modernistas, como el cromatismo y la sensualidad poética, con recursos estilísticos que anticipan la estética de Trilce, caracterizada por su búsqueda de la novedad en la expresión. Se destaca la dimensión metafísica del poema, expresada a través de la angustia vital y la reivindicación de la figura del indio, mostrando la propia búsqueda de identidad de Vallejo.
Poema XLIX: Trilce
Poema XLIX: “Murmurando en inquietud (…) y hasta el hueso”. Trilce. El poema carece de estrofas clásicas y rima, lo que refleja una ruptura con las convenciones poéticas tradicionales. Vallejo utiliza imágenes y símbolos visionarios y surrealistas, como la ceguera, las hojas blancas y los trajes vacíos, para transmitir un sentimiento de angustia y orfandad. Los temas centrales del poema son la vida y la muerte, y se presenta una visión trágica de la vida. El poema está estructurado en tres partes, mostrando una progresiva intensidad.
- La primera parte aborda la orfandad del poeta y la sensación de vacío existencial.
- La segunda parte incluye un cambio de estilo con un intento de positividad, aunque termina siendo un llamado a la muerte.
- La última parte revela un mayor sentimiento de impotencia y desintegración del ser humano, donde la apariencia y la realidad se funden en una misma condena hacia la muerte.
Vallejo utiliza sonidos con una acústica energética, como /r/, /p/, /t/ y /k/, para lograr una sensación de soledad y angustia. También emplea vocales como /o/ y /u/ para enfatizar estos sentimientos. El poema combina versos de arte mayor y menor, predominando el endecasílabo, heptasílabo y pentasílabo, y muestra un ritmo entrecortado. El verso libre permite a Vallejo experimentar con la estructura y el ritmo, creando una musicalidad a través de repeticiones y elipsis verbal. El poeta busca desprenderse del dolor y la orfandad, implicando un grado generalizador de su experiencia. Usa formas verbales imperfectivas, especialmente el presente, para transmitir un dolor prolongado. También utiliza el gerundio al inicio y al final del poema. En resumen, el poema de Vallejo muestra su estilo vanguardista a través de la experimentación con el lenguaje, los símbolos surrealistas y la ruptura con las normas poéticas tradicionales para expresar su visión de la vida, la muerte y la angustia existencial.
En los Crepúsculos de la Tarde
En los crepúsculos de la tarde. Este poema pertenece al cuento de Borges: «Las ruinas circulares», que se caracteriza por su estética neofantástica y su exploración de temas profundos como la creación, el tiempo y la realidad. El análisis destaca la estructura tripartita del cuento, con una primera parte centrada en el mago y su objetivo logrado de crear un ser especial; una segunda parte que se enfoca en el temor del mago de que su hijo descubra que es una proyección de otro sueño; y una tercera parte que resuelve el enigma cuando el personaje descubre que no es destruido por el fuego porque es un producto del sueño de otro. El análisis resalta los símbolos recurrentes como el círculo, que representa el tiempo y el espacio, así como la naturaleza infinita y cíclica de la existencia. Otros símbolos incluyen el mago, el fuego, el templo en ruinas y el enigma del sueño. Estos elementos simbolizan conceptos fundamentales como el tiempo circular, la creación y la relación entre la realidad y el sueño. El estilo de Borges se caracteriza por su uso de la técnica de dato escondido para generar ambigüedad e interés en el lector, así como por sus toques poéticos en la narrativa, incluyendo enumeraciones y descripciones evocadoras, junto con elementos de humor. El análisis menciona la intertextualidad con obras como «El golem» y referencias a «Las mil y una noches», que refuerzan la mezcla de realidad y fantasía y exploran temas de creación y poder. En general, el análisis examina cómo Borges utiliza una mezcla de técnicas literarias, simbolismo y estilo poético para ofrecer una narrativa neofantástica que cuestiona la realidad y explora temas como la creación, el tiempo y la existencia humana.
Arribo, Ahora, al Inefable
Arribo, ahora, al inefable. El fragmento del cuento «El Aleph» de Jorge Luis Borges es una representación de la complejidad de la experiencia humana frente a la infinitud del universo. En él, el narrador describe su intento de relatar la visión de un objeto inefable, el Aleph, que contiene en sí todo lo que existe en el cosmos. El fragmento comienza con el narrador reconociendo la dificultad de su tarea: comunicar lo indescriptible a través del lenguaje. El Aleph es un objeto que muestra el infinito de manera simultánea, lo que desafía las limitaciones del lenguaje humano, que solo puede describir de manera secuencial. Borges explora aquí la idea de que todo lenguaje es simbólico y se basa en un pasado compartido, lo que hace aún más complicado transmitir una experiencia tan extraordinaria y fuera de lo común. El narrador describe su visión del Aleph como una pequeña esfera que contiene todo el espacio cósmico y permite ver todas las cosas desde todos los puntos del universo. Esto le permite experimentar simultáneamente una multiplicidad de imágenes: escenas de la naturaleza, ciudades, personas, animales, libros, momentos históricos, etc. Esta avalancha de imágenes revela la riqueza y la diversidad del universo, pero también su carácter abrumador e incomprensible. La narración resalta el impacto emocional de la visión del Aleph en el narrador, quien siente vértigo y llora ante la magnitud de lo que ha experimentado. La descripción final resalta el asombro y el desconcierto del narrador al ser testigo de un objeto que encapsula toda la existencia, subrayando la complejidad y el misterio de la experiencia humana en el universo. En conjunto, el fragmento muestra la tensión entre la infinitud de la realidad y las limitaciones de la percepción y el lenguaje humanos.
En la Figura que se Llama Oxímoron
En la figura que se llama oxímoron. Este fragmento comienza con una figura retórica conocida como oxímoron, en la que se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla, como «luz oscura» o «sol negro». Borges utiliza esta figura para describir su experiencia después de visitar a Teodelina Villar y tomar una caña en un almacén, una actividad que contrasta significativamente con su visita anterior. Al recibir una moneda llamada «El Zahir» como cambio, Borges siente un impacto profundo. El Zahir es un término árabe que significa «lo evidente» o «lo que no se puede olvidar» y este término adquiere un significado especial en el contexto del cuento. Al recibir la moneda, Borges comienza a asociarla con otras monedas famosas a lo largo de la historia y la literatura, como el óbolo de Caronte, los treinta dineros de Judas y el denario inagotable de Isaac Laquedem, entre otros. Estas asociaciones históricas y literarias confieren a la moneda una importancia casi mítica, cargada de connotaciones simbólicas. A medida que Borges recorre las calles de Buenos Aires, sus pensamientos se vuelven cada vez más intensos y obsesivos. Se siente atrapado en un círculo de ideas y lugares, lo que refleja su creciente confusión y desconcierto. Finalmente, se encuentra de nuevo cerca del almacén donde recibió la moneda, lo que sugiere un ciclo inescapable y un destino predeterminado. En cuanto a la técnica literaria, Borges utiliza un estilo poético y evocador, lleno de referencias culturales y literarias. El tono del fragmento es reflexivo y melancólico, mientras que el ritmo es pausado y meditativo. Borges logra crear una atmósfera onírica y misteriosa, donde la realidad se mezcla con lo fantástico, y el protagonista se enfrenta a una experiencia que desafía su comprensión del mundo.