Análisis del Teatro Español de Postguerra: Buero Vallejo y la Renovación Dramática


El Teatro Español en la Segunda Mitad del Siglo XX: Antonio Buero Vallejo

Introducción

El llamado teatro de posguerra conserva el gusto por la alta comedia. Al mismo tiempo, el teatro cómico ofrece obras de escaso valor, salvo las de Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. Las compañías dependen de los intereses de unos empresarios que se someten a las preferencias de un público burgués de gustos dudosos. El régimen impide la libre representación. Se comprenderá, pues, el contexto en que se inscriben los dramaturgos durante la dictadura. Por una parte, autores de diversión intrascendente o conformista; por otra, los autores renovadores que se abren camino en el teatro comercial; algunos tendrán salida en las representaciones del teatro independiente. Así, junto a un teatro visible, existió un teatro soterrado.

Etapas y Tendencias

El Teatro Realista y Social

La figura más destacada fue Alfonso Paso; otros fueron Juan José Alfonso Millán, Jaime Salom… Surge un teatro encarnado en la realidad. Las obras más significativas son Historias de una escalera y En la ardiente oscuridad de Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre. Hacia mitad de siglo se inicia un verdadero teatro social. Responde a un público juvenil y universitario. El principal teórico ha sido Alfonso Sastre. Buero Vallejo escribe en estos años Un soñador para el pueblo y El concierto de San Ovidio. En los años 50 nacen los teatros de cámara y los grupos de TEU, que dieron a conocer valores y tendencias europeas. Otros autores abordan temas característicos del teatro social: la burocracia deshumanizada y la esclavitud del trabajador en El tintero de Carlos Muñiz; las angustias en Los inocentes de la Moncloa de Rodríguez Méndez; la situación de los obreros en La camisa de Laura Olmo. En cuanto a la estética y la técnica, tales obras se inscriben en el realismo, pero con matices diversos: esperpénticos, expresionistas, simbólicos…

El Teatro Experimental

Hacia 1970, algunos dramaturgos se vuelcan en la renovación de la expresión dramática. Surge una nueva vanguardia estética. José Ruibal (El hombre y la mosca), Martínez Mediero (Las hermanas de Búfalo Bill). Este nuevo teatro sigue siendo de protesta ante la dictadura. La novedad está en la forma; el enfoque realista es sustituido por símbolos o parábolas; se acude a la farsa. El lenguaje acoge nuevos tonos y se desarrollan recursos extraverbales. Muchos autores no lograron estrenar sus obras. Un caso distinto fue Antonio Gala. El éxito le acompañó en obras como Los verdes campos del Edén, Petra regalada. También Fernando Arrabal, que tras su fracaso en España, desarrolló una copiosa producción en Francia. Destacan: El cementerio de automóviles, Oración y El gran ceremonial.

El Teatro de la Etapa Democrática

La democracia abrió nuevos horizontes para el teatro. En los 80 se fundó el Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La desaparición de los grupos de teatro independiente dio lugar al intento de crear compañías estables. En Cataluña surgieron diversos grupos: Tricicle, La Cubana y Dagoll Dagom. Els Joglars, bajo la dirección de Albert Boadella, aporta una visión desenfadada y corrosiva de la sociedad catalana y española. Desde Andalucía, el grupo La Cuadra ha desarrollado un teatro que se basa en las formas populares de la cultura española y mediterránea. Una modalidad específica dentro de la experimentación es el teatro de calle. Destacan los grupos catalanes Els Comediants y La Fura dels Baus. A lo largo de estas tres décadas podemos destacar tres grupos de dramaturgos:

  1. Los que ya escribían durante el franquismo: Antonio Gala, Fernando Arrabal, Francisco Nieva, Buero Vallejo o Alfonso Sastre.
  2. Nombres que habían participado en el teatro independiente o universitario: José Sanchis (¡Ay, Carmela!), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro) y Fermín Cabal (Tú estás loco). Fernando Fernán Gómez, autor de una obra celebrada, Las bicicletas son para el verano.
  3. Jóvenes autores que iniciaron su escritura con el proceso democrático consolidado. Es la última generación de dramaturgos. Sergi Belbel, sus temas bucean en la vida cotidiana de la ciudad como ocurre en En su memoria, Después de la lluvia. Rodrigo García (Acera derecha), Antonio Álamo (La oreja izquierda de Van Gogh), Alfonso Zurro (Farsón de la niña araña) y Pascual Carbonell con Jacuzzi.

Antonio Buero Vallejo

Nace en Guadalajara, se traslada a Madrid, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, se incorpora al ejército de la República y es detenido y condenado a muerte. Esta pena se le conmuta por 30 años de prisión. Su primer drama, En la ardiente oscuridad. A partir de este, escribirá una fecunda obra teatral que finaliza en 1999. Recibió numerosos reconocimientos y fue miembro de la RAE. Su obra se suele agrupar en tres apartados:

  1. Teatro Simbolista: En la ardiente oscuridad, la obra representa el crudo enfrentamiento con una realidad que no puede escamotearse ni disfrazarse. A través de la ceguera, Buero simboliza las limitaciones humanas. Otras obras son: La tejedora de sueños o Casi un cuento de hadas.
  2. Teatro de Crítica Social: Historia de una escalera, una de las más importantes. En Hoy es fiesta presenta el tema de la esperanza y el perdón. En Las cartas boca abajo, plantea la situación de un matrimonio que ha convivido 20 años en la mentira. El tragaluz, bajo el pretexto de dos investigadores que reconstruyen el pasado, nos presenta la trágica historia de una familia en la España franquista.
  3. Dramas Históricos: Buero acude a temas históricos, pero no con el empeño de ser fiel a ellos, sino de utilizarlos como pretexto para el presente. Un soñador para el pueblo relata el fracaso de Esquilache, empeñado en mejorar la vida del pueblo. El concierto de San Ovidio, a partir de un grabado que presenta el espectáculo de la orquestina de ciegos del hospicio de los Quince Veintes, reconstruye un drama en el que aflora lo grotesco, la injusticia y la falta de ética. El sueño de la razón: el protagonista es Francisco de Goya; a través de la sordera de Goya, Buero simboliza la incapacidad de algunos para oír el sentido de la realidad.

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