1.1.San Hugo en el refectorio de los Cartujos. Óleo sobre lienzo. 1630-1635. Zurbarán. Pintura bar.esp
Este cuadro al óleo fue pintado por Zurbarán para la Cartuja de Sevilla. La escena del cuadro cuenta un milagro acontecido a San Bruno y a los seis primeros monjes de la Orden. Estos comían gracias a lo que les daba San Hugo. Un domingo les mandó carne, y entonces los monjes empezaron a discutir para saber si convenía comerla o no. Mientras hablaban se quedaron sumidos en un profundo sueño que se alargó durante toda la cuaresma. San Hugo volvió el miércoles santo y fue a visitar a los cartujos. Cuando llegó se estaban despertando y pudo ver que en el mismo momento la carne que estaba en los platos se convirtió en cenizas. Interpretaron entonces este hecho como un mensaje divino que aprobaba la abstinencia de los monjes.
En esta composición Zurbarán nos sitúa frente a una vasta naturaleza muerta y ante una valoración del color blanco. Las verticales de los cuerpos están cortados por una mesa en forma de L, cubierta con un mantel que casi llega hasta al suelo. El paje está en el centro. El cuerpo encorvado del obispo, situado detrás de la mesa, a la derecha, y el ángulo que forma la L de la misma, evitan ese sentimiento de rigidez. Delante de cada cartujo están dispuestas las escudillas de barro que contienen la comida y unos trozos de pan.
El cuadro presenta otro cuadro en el refectorio («cuadro dentro del cuadro»). En él se representan dos escenas; a la izquierda la Virgen María, con el Niño Jesús en el regazo, en su huida a Egipto; a la derecha está la figura de San Juan Bautista, el Precursor, vestido con piel de camello.
2. Las meninas o La familia de Felipe IV. Óleo sobre lienzo. 1656. Velázquez. Arte Barroco
Nos
encontramos ante un retrato grupal en el interior de una estancia decorada con
cuadros en las paredes que identificamos como el estudio del pintor en el
alcázar real de Madrid. El pintor retrata el momento en el que la infanta
acudió a su taller para ver cómo retrataba a los reyes. Aparecen diez figuras situándose casi en su totalidad en
la mitad inferior del cuadro creando un gran campo visual, que se amplía
gracias a una puerta que se abre al fondo.
El centro de la obra lo ocupa la
infanta Margarita. A sus lados aparecen dos damas de honor, conocidas por el
nombre portugués de meninas que da nombre a la obra en su conjunto. La menina
de la izquierda, Agustina Sarmiento, se inclina hacia la infanta para ofrecerle
en una bandeja de plata una pequeña jarra con agua. A la derecha se sitúa una
segunda menina, Isabel de Velasco. Delante de ellas aparecen dos personajes que
por sus rasgos identificamos como bufones, que identificamos como María Bárbola
y Nicolás Pertusato quien en una travesura típicamente infantil, coloca el pie
encima de un perro mastín tumbado con la intención de molestarlo. Justo detrás
de Isabel de Sarmiento encontramos al pintor, Diego Velázquez, quien lleva los
elementos propios de su oficio, pinceles y paleta, pues se encuentra realizando
su trabajo delante de un enorme lienzo del que sólo vemos su parte trasera. En
un plano posterior, entre penumbras distinguimos dos personajes adultos que
parecen dialogar. Al final de la estancia descendiendo unas escaleras y
enmarcado por la puerta aperece José Nieto, aposentador de Palacio. En la pared
del fondo aparece un espejo en el que se reflejan los reyes Felipe IV y la reina
Mariana de Austria.
Aparecen dos focos de luz, una ventana en la izquierda y la puerta del fondo. Ello permite que se iluminen los personajes en primer plano y el del fondo dejando el espacio intermedio en penumbras. Los colores usados son oscuros, sin estridencias, dominando los grises, plateados, azules oscuros y ocres. Respecto a la técnica, Velázquez utiliza pinceladas largas y fluidas junto a otras más cortas y precisas que crean toda una serie de efectos táctiles como el pelaje del perro mastín, las maderas o las telas de los vestidos.Por otra parte, el hecho de que el propio pintor se represente ejercitando su oficio se ha interpretado como una reivindicación del propio Velázquez de la condición de la pintura como arte liberal y no como oficio más propio de artesano. Nos encontramos no sólo ante la obra más importante de Velázquez sino ante una de las de mayor trascendencia de la pintura española y universal. Influyó a muchos pintores, como Picasso, que versionó esta obra.
3.La rendición de Breda. Óleo sobre lienzo. 1634. Velázquez. Arte Barroco
Fue pintado para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, en el que hay otros 11 cuadros que conmemoran distintos triunfos militares de la monarquía española. Es un cuadro de género histórico sobre la lucha del ejército español contra los rebeldes holandeses, en tiempos del reinado de Felipe IV. La rendición se produjo en junio de 1625, y a los pocos días tenía lugar la entrega de las llaves de la ciudad. Los protagonistas son Ambrosio de Spínola (español vencedor) y Justino de Nassau (comandante del ejército holandés).
En el centro está la llave, símbolo de la victoria. A los lados de los protagonistas, se sitúan dos grupos: el grupo de la derecha, compacto, representa al ejército hispano, vencedor. El grupo de la izquierda es el formado por los holandeses, aquí la derrota viene marcada por el escaso número de soldados y picas representados. Ambos grupos sirven de paréntesis a la escena central en la que se representa la ceremonia de la rendición en la que Ambrosio de Spínola pronuncia unos versos de Calderón de la Barca.
A lo lejos, entre columnas de humo, la ciudad de Breda se recorta en un cielo azul. Esta perspectiva se consigue mediante la ordenación en planos sucesivos de la composición y mediante el uso del azul que se va primero intensificando para clarear en el fondo con un cielo de nubes. Destaca el rico colorido que utiliza Velázquez, así como su depurada pincelada, que adecúa según la importancia de cada elemento de la composición.