El Modernismo es un movimiento literario que se desarrolló en Hispanoamérica y en España durante el final del Siglo XIX y principios del XX. El poeta nicaragüense Rubén Darío fue el iniciador de este estilo literario, muy influido por ciertas corrientes poéticas que se estaban desarrollando en Francia como el parnasianismo y el simbolismo.
El Modernismo dio sus mejores obras en el género poético, pero también se extendíó a la narrativa, con las Sonatas de Valle-Inclán, y al teatro. En este último género, destacó el llamado “teatro poético”, un teatro escrito en verso que conjugaba el drama histórico con un lenguaje modernista.
Destacaron los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos, de 1929), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid, de 1908) y Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas, de 1911).
En el aspecto temático, el Modernismo se caracteriza por el escapismo o evasión.
A los escritores modernistas no les interesa reflejar la realidad que les rodea, y el rechazo del presente se traduce en el deseo de evasión de una realidad insatisfactoria u hostil a través de diversos cauces: la mitología, los cuentos de hadas, el pasado legendario (la Edad Media idealizada). También se valora mucho en el Modernismo todo lo exótico, lo oriental, así como los ambientes aristocráticos, refinados, llenos de objetos lujosos, bellos, decadentes. Por último, otra constante de los escritores modernistas es la fascinación por París, ciudad cosmopolita considerada la capital del arte. Otro tema importantísimo en la literatura modernista es el erotismo y la sensualidad.
Un tema más complejo propio del Modernismo es el de la búsqueda del “ideal” o de la “armónía universal”. Solo el poeta, ser privilegiado, puede percibir esa “verdad oculta”, e intenta expresarla a través de símbolos. Esa visión del mundo convive con los sentimientos de melancolía, desconcierto o angustia ante la imposibilidad de expresar el ideal.
En cuanto a las carácterísticas de estilo, sin duda lo más importante es la voluntad de renovación del lenguaje poético y la búsqueda de la belleza, ante todo. Entre los rasgos más destacados, podemos señalar el empleo de un léxico inusual, raro, exótico, preciosista; la búsqueda de la musicalidad a través de aliteraciones, palabras esdrújulas, efectos rítmicos variados; las innovaciones métricas, como el soneto alejandrino; la abundancia de referencias sensoriales: caricias, perfumes, melodías, colores…que muchas veces se convierten en sinestesias; rica adjetivación; presencia reiterada de símbolos: el color azul, el cisne, los jardines…
El máximo representante del Modernismo es el poeta Rubén Darío con tres obras principales. La primera es Azul (1888). En él hay poemas, cuentos y poemas en prosa. Destaca en este libro el tema erótico y sensorial, así como el deseo de evasión de la realidad, tanto a través del cosmopolitismo como a través de lo exótico. El color azul que da título a la obra se convierte en un símbolo del ideal que mueve al artista. En segundo lugar, Prosas profanas (1896), abre nuevos espacios de evasión: la Edad Media, los cuentos de hadas, el mundo mítico griego…El erotismo sigue muy presente, así como la búsqueda del ideal, simbolizado en la figura del cisne. Más todavía que en Azul, en Prosas Profanas Rubén Darío lleva al extremo la preocupación formal o estilística de sus poemas: lo sensorial, las sinestesias, las palabras exóticas, y el ritmo buscan siempre la máxima musicalidad y armónía del poema.
Por último, Cantos de vida y esperanza (1905), supone un cambio en la trayectoria del autor con la introducción de dos nuevos temas: la reflexión existencial y la reivindicación de lo español, su cultura y espiritualidad frente al mercantilismo anglosajón.
Los poetas españoles más importantes de esta época de fin del Siglo XIX y comienzos del XX son Ramón María del Valle-Inclán, los hermanos Machado y Juan Ramón Jiménez, aunque de este
El Modernismo dio sus mejores obras en el género poético, pero también se extendíó a la narrativa, con las Sonatas de Valle-Inclán, y al teatro. En este último género, destacó el llamado “teatro poético”, un teatro escrito en verso que conjugaba el drama histórico con un lenguaje modernista.
Destacaron los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos, de 1929), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid, de 1908) y Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas, de 1911).
En el aspecto temático, el Modernismo se caracteriza por el escapismo o evasión.
A los escritores modernistas no les interesa reflejar la realidad que les rodea, y el rechazo del presente se traduce en el deseo de evasión de una realidad insatisfactoria u hostil a través de diversos cauces: la mitología, los cuentos de hadas, el pasado legendario (la Edad Media idealizada). También se valora mucho en el Modernismo todo lo exótico, lo oriental, así como los ambientes aristocráticos, refinados, llenos de objetos lujosos, bellos, decadentes. Por último, otra constante de los escritores modernistas es la fascinación por París, ciudad cosmopolita considerada la capital del arte. Otro tema importantísimo en la literatura modernista es el erotismo y la sensualidad.
Un tema más complejo propio del Modernismo es el de la búsqueda del “ideal” o de la “armónía universal”. Solo el poeta, ser privilegiado, puede percibir esa “verdad oculta”, e intenta expresarla a través de símbolos. Esa visión del mundo convive con los sentimientos de melancolía, desconcierto o angustia ante la imposibilidad de expresar el ideal.
En cuanto a las carácterísticas de estilo, sin duda lo más importante es la voluntad de renovación del lenguaje poético y la búsqueda de la belleza, ante todo. Entre los rasgos más destacados, podemos señalar el empleo de un léxico inusual, raro, exótico, preciosista; la búsqueda de la musicalidad a través de aliteraciones, palabras esdrújulas, efectos rítmicos variados; las innovaciones métricas, como el soneto alejandrino; la abundancia de referencias sensoriales: caricias, perfumes, melodías, colores…que muchas veces se convierten en sinestesias; rica adjetivación; presencia reiterada de símbolos: el color azul, el cisne, los jardines…
El máximo representante del Modernismo es el poeta Rubén Darío con tres obras principales. La primera es Azul (1888). En él hay poemas, cuentos y poemas en prosa. Destaca en este libro el tema erótico y sensorial, así como el deseo de evasión de la realidad, tanto a través del cosmopolitismo como a través de lo exótico. El color azul que da título a la obra se convierte en un símbolo del ideal que mueve al artista. En segundo lugar, Prosas profanas (1896), abre nuevos espacios de evasión: la Edad Media, los cuentos de hadas, el mundo mítico griego…El erotismo sigue muy presente, así como la búsqueda del ideal, simbolizado en la figura del cisne. Más todavía que en Azul, en Prosas Profanas Rubén Darío lleva al extremo la preocupación formal o estilística de sus poemas: lo sensorial, las sinestesias, las palabras exóticas, y el ritmo buscan siempre la máxima musicalidad y armónía del poema.
Por último, Cantos de vida y esperanza (1905), supone un cambio en la trayectoria del autor con la introducción de dos nuevos temas: la reflexión existencial y la reivindicación de lo español, su cultura y espiritualidad frente al mercantilismo anglosajón.
Los poetas españoles más importantes de esta época de fin del Siglo XIX y comienzos del XX son Ramón María del Valle-Inclán, los hermanos Machado y Juan Ramón Jiménez, aunque de este
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último, solo los que escribe entre 1900 y 1912, como por ejemplo Almas de violeta (1900) o Arias tristes (1903), son plenamente modernistas.
Valle-Inclán es recordado sobre todo por su teatro, pero también fue un gran poeta y narrador modernista. Dentro de su narrativa modernista destacan sus Sonatas (1902-1905), protagonizadas por el marqués de Bradomín, que expresa su rechazo por la vulgaridad burguesa de la época. Su estilo está basado en la musicalidad, la sensorialidad, la rica adjetivación y la abundancia de recursos estilísticos. En cuanto a su poesía, destacan libros como La pipa de Kif (1919) y El pasajero (1918)
En la obra lírica de Manuel Machado se alterna la influencia de Rubén Darío en libros como Alma (1902), donde la belleza, el erotismo, la evasión y la bohemia son temas recurrentes, con una influencia del folclore andaluz en libros como Cante hondo (1912), donde aprovecha los ritmos y la métrica de los palos del flamenco. Este libro será un precursor de algunos poemas de Federico García Lorca.
En cuanto a Antonio Machado, en su primer libro, Soledades, galerías y otros poemas, de 1917 (hay una primera versión, más breve, de 1903 llamada Soledades), predominan temas del Modernismo más intimista (el amor, el paso del tiempo, la soledad, la memoria perdida, Dios, los sueños…), que el poeta explora mediante el empleo de símbolos muy personales generalmente ligados a la naturaleza (el camino, la fuente, la noria, la tarde, el río…). En su siguiente libro, Campos de Castilla (1912), Antonio Machado incorpora una serie de temas que lo alejan del Modernismo y lo acercan a la generación del 98.
A modo de conclusión, cabría decir que el Modernismo literario español fue un movimiento que, si bien se enmarca en el contexto de la renovación del arte y la literatura de fin de siglo en Europa, recibe esa influencia, principalmente la francesa, a través de los escritores hispanoamericanos que le dotan de una carácter propio que, a la vez que busca las raíces de lo hispánico, le confiere una profunda renovación estética.