El sistema constitucional y parlamentario iniciado en la Restauración monárquica de 1874 finalizó en 1923 con un Golpe de Estado militar que apenas tuvo oposición y establecíó una dictadura. El argumento para justificar el golpe era que el régimen constitucional estaba desprestigiado y que existía un grave peligro de revolución social.
Las principales causas por las que sucedíó el Golpe de Estado fueron: una crisis económica y social, una crisis política y el desastre Annual.
Desde la crisis de 1917 y debido a los efectos de la Primera Guerra Mundial y al impacto de la Revolución rusa, numerosas huelgas y protestas de las clases trabajadoras alteraban el orden público. El movimiento tuvo especial incidencia en Cataluña, donde tuvo lugar el pistolerismo. También se produjeron movilizaciones en Castilla-La Mancha, Extremadura y, sobre todo, en Andalucía. Esto se conoce como Trienio Bolchevique que fue acompañado del auge y la radicalización de los nacionalismos.
La crisis y degeneración del sistema político de la Restauración. Se produjo la fragmentación y el fin del turnismo. Para superar esta situación, el sistema recurríó a una nueva fórmula, los gobiernos de concentración, que fracasó. Sólo había dos caminos posibles para solucionar la crisis: o la democratización del sistema o la implantación de una dictadura. Se eligió́ el segundo.
El desastre de Annual (1921) supuso la mayor derrota desde el Trafalgar y desprestigió al ejército. Además el expediente Picasso que investigaba las causas y responsabilidades en el mismo, aumentó la desconfianza de los militares hacia los políticos.
Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del directorio, un gobierno integrado exclusivamente por militares. Sus primeras medidas
fueron la declaración del estado de guerra en todo el país, la suspensión de la Constitución, la disolución del Parlamento y la ilegalización de los partidos políticos y organizaciones obreras. También puso fin a la Mancomunidad catalana.
El Directorio también instauró una política de orden público muy represiva que prohíbe huelgas y manifestaciones. El pretendido carácter regeneracionista del Directorio se concretó en una legislación social: promovíó la construcción de viviendas obreras, impulsó obras públicas…
Los objetivos del golpe eran acabar con el sistema parlamentario, garantizar el orden público, terminar con el separatismo y solucionar el problema marroquí́.
Para acabar con el caciquismo, muy arraigado en Andalucía, el directorio impulsó una serie de medidas: los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares y se elaboró un estatuto municipal y otro provincial.
Para acabar con la guerra de Marruecos, Primo de Rivera intervino militarmente en el Rif.
Los ataques contra el protectorado francés, dirigidos por Abd el-Krim, propiciaron la colaboración militar entre Francia y España, que se concretó en el desembarco español en la bahía de Alhucemas.
Estas acciones militares conjuntas supusieron el fin de la guerra.
Su lema era “Patria, Religión y Monarquía”. Combinaba las ideas regeneracionistas (se veía como el “cirujano de hierro” del que hablaba Joaquín Costa) con la influencia del fascismo italiano de Mussolini, a quien admiraba.
El Directorio Militar fue sustituido por el Civil, con el objetivo de regresar a
la «normalidad”, institucionalizando el nuevo régimen y cediendo protagonismo a los civiles frente a los militares. Para ello, se formó un nuevo gobierno presidido por Primo de Rivera, del que formaban parte técnicos civiles como José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda.
Esta transformación mostraba que Primo de Rivera pretendía consolidarse en el poder y contar con el apoyo de los sectores conservadores, de la banca y de la industria. Para ello, emprende una reactivación de la economía basada en el nacionalismo económico y el dirigismo estatal, realizando obras públicas como la modernización del ferrocarril o la creación de la Confederación Hidrográfica Nacional y creando empresas estatales como telefónica.
El Directorio Civil llevó a cabo una reorganización de las instituciones del Estado, basada en el modelo corporativo implantado en Italia por Mussolini. En 1924 había creado una nueva formación política, la Uníón Patriótica, un partido gubernamental, sin ideología claramente definida, cuya misión primordial era proporcionar apoyo social a la dictadura.
Con la finalidad de institucionalizar el nuevo régimen, en 1927 se convocó una Asamblea Nacional Consultiva.
Se suprimíó el sufragio universal y dos tercios de sus 400 miembros fueron nombrados directamente por el Gobierno. Su función fue meramente consultiva. Se inicia un Estatuto Fundamental de la Monarquía a modo de Constitución que no llega a ser aprobado.
En 1926 se fundó el Consejo de Trabajo u Organización Corporativa Nacional, un sindicato de tipo vertical bajo el control del Estado. El sindicato socialista UGT colaboró en un principio con el nuevo sindicalismo, lo que creó tensiones internas en el socialismo, pero se retiró más tarde.
La oposición fue creciendo con el paso de los años e impulsó actuaciones para poner fin a la dictadura. Algunos de los antiguos líderes de los partidos dinásticos criticaron la excesiva duración del régimen.
Los republicanos organizaron la Alianza Republicana, que protagonizó una campaña de desprestigio del régimen y de Alfonso XIII. Incluía a republicanos históricos como Lerroux, Manuel Azaña o Niceto Alcalá Zamora, y se le uníó la alta burguésía.
Los intelectuales y estudiantes universitarios criticaron la dictadura y denunciaron la censura de prensa y la falta de libertad de expresión. Miguel de Unamuno fue desterrado a Fuerteventura y Vicente Blasco Ibañez tuvo que exiliarse.
La oposición obrera se centró fundamentalmente en la CTN. Con el objetivo de incrementar la influencia anarquista se constituyó la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
La crisis económica mundial iniciada en 1929 alcanzó también a España, donde ocasiónó un rápido incremento del desempleo. Ante la nueva coyuntura, la oposición fue perdiendo apoyo.
En 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión. Alfonso XIII, quien trató de volver al régimen constitucional existente hasta 1923, nombró jefe de Gobierno al general Berenguer, inaugurando la llamada “Dictablanda”.
La oposición republicana se movilizó rápidamente y establecíó el Pacto de San Sebastián, un acuerdo para poner fin a la monarquía, al que se unieron los socialista y algunos intelectuales. También se creó un Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá Zamora.
En Febrero de 1931, el almirante Aznar formó un nuevo gobierno. Como parte de la estrategia para volver al sistema parlamentario y constitucional, se convocaron elecciones municipales que fueron ganadas por los republicanos.
El 14 de Abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española y el Comité Revolucionario, se convirtió en Gobierno provisional. Ese mismo día el rey abandonó España camino del exilio.
El desastre de 1898 produjo un colapso en el sistema de la Restauración y estimuló el surgimiento de un reformismo político basado en el regeneracionismo, que no logró estabilizar y democratizar la monarquía.
Entre 1898 y 1931, la insuficiencia de los proyectos reformistas de los gobiernos conservadores y liberales, y la creciente división interna de ambos partidos generó una continua inestabilidad política.
El sistema comenzó a resquebrajarse con la crisis de 1898, se debilitó tras las posteriores crisis y se colapsó en 1923, cuando el rey recurríó al apoyo del ejército para mantenerse al frente del Estado y, supuestamente, «regenerar» el país e imponer el orden.
Tras el fin de la dictadura de Primo de Rivera en 1930, ya no era viable el uso de la monarquía constitucional. La creciente oposición del republicanismo, el obrerismo y los nacionalismos contribuyeron a la proclamación de la República en el año 1931.
El sector más duro del ejército lo compónían los generales Franco, Mola, Goded y Queipo de Llano, que fueron enviados preventivamente por el Gobierno a diferentes regiones, pero esto no evitó que avanzaran los preparativos para un Golpe de Estado militar. La trama civil la compónían los carlistas navarros, falangistas, monárquicos de Calvo Sotelo y conservadores. Con el plan del golpe de Mola se pretendía vencer a las grandes ciudades en dos semanas.
El alzamiento se inició el 17 de Julio, en el Ejército de África y después en diversas capitales del país. Franco sublevó Canarias y tomó el mando del ejército de África. Decretaron el estado de guerra, sometiendo a los partidarios de la República a ejecuciones y encarcelamientos, pero fracasaron en su objetivo de tomar las grandes ciudades; la situación estaba dudosa y parecía que el golpe iba a fracasar. Azaña nombró jefe de gobierno a Giral, que pidió ayuda al Frente Popular francés. Franco envió representantes a pedir ayuda a Hitler y Mussolini.
Al principio, parecía evidente que los republicanos ganarían la guerra: conservaban gran parte del ejército, casi toda la flota y la aviación, tenían la capital y la posición central, las costas y zonas más pobladas e industriales. Los nacionales ocupaban posiciones divididas y aisladas entre sí, un espacio más rural, pobre y poco poblado. Aun así, mientras el gobierno republicano no tomó conciencia de la gravedad de la situación y estaba dividido, los militares sublevados se unificaron en pocas semanas con el objetivo de ganar la guerra.
El bando nacional reuníó desde el principio partidos monárquicos, católicos, la CEDA, republicanos conservadores, radicales, catalanes de la Liga Regionalista, la Falange y pequeños partidos fascistas. Su base social era el clero, los terratenientes, la burguésía y los militares. El bando republicano reuníó a los burgueses radicales, socialistas, comunistas y anarquistas, la burguésía mediana, los intelectuales, los funcionarios, los obreros y los campesinos. El ejército quedó dividido, pero el de África, el más preparado, estaba a favor de los nacionales.
La represión mutua en los primeros meses fue violenta, particularmente en las zonas anarquistas, pero después muy ocasional, cesó casi del todo. En la zona nacional, fue organizada y continuada.
El primer objetivo de los sublevados era la toma de Madrid. Después de cruzar el Estrecho, las tropas de África consiguieron enlazarse con la zona sublevada del Norte, una vez eliminada la resistencia de Badajoz. En Septiembre, Franco, nombrado jefe del ejército del Sur tras la muerte de Sanjurjo, ocupó Toledo y finalizó el cerco de su Alcázar, propaganda que lo nombró Generalísimo de los Ejércitos y Jefe de Estado.
La conquista de la capital podía ser inminente así que el gobierno de la República decretó la movilización general para salvar Madrid. La estrategia de la defensa la dirigirá el comandante Rojo. Pese a los ataques aéreos, Madrid resistíó el ataque frontal gracias a las Primeras Brigadas Internacionales.
Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados planearon dos opciones para aislar Madrid. Una primera maniobra que produjo la batalla del Jarama, que no consiguió aislar la ciudad. Y la batalla de Guadalajara, donde las tropas fascistas italianas, aliadas de Franco, fueron derrotadas por el Ejército Popular de la República.
Franco decidíó cambiar la estrategia de la guerra trasladando la lucha al Norte. Los sublevados, al mando de Mola, desencadenaron un ataque hacia Bizkaia, dándose el primer bombardeo aéreo. La República, para aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó el ataque a Brunete, y más tarde a Belchite, pero no consiguió evitar que las tropas de Franco entrasen en Cantabria y luego en Asturias. Los republicanos pretendieron dar un giro al desarrollo de la guerra. El ejército se dotó de mandos profesionales procedentes de las milicias populares.
Este nuevo ejército intentó tomar la iniciativa desencadenando diversas ofensivas como la batalla de Teruel, que llevó a la ocupación republicana de la ciudad hasta que estos tuvieron que abandonarla definitivamente.
El ejército de Franco, que desencadenó la campaña de Aragón, llegó al Mediterráneo. El territorio republicano quedaba dividido en dos zonas.
La última fase de la guerra se inició con la Batalla del Ebro y terminó con la derrota de la República. Este fue de los mayores episodios militares de la guerra. Franco envió refuerzos, incluidas las aviaciones alemana e italiana. El ejército republicano tuvo que replegarse, ya que quedó mermado. Entonces Franco decidíó emprender la ofensiva sobre Cataluña. A principios de 1939, estaba entera ocupada y la suerte de la República, decidida.
Poco después, Reino Unido y Francia reconocieron al gobierno de Franco y, posteriormente, Manuel Azaña presentó en París su dimisión como presidente de la República. En Madrid se produjo una sublevación contra el gobierno de la República dirigida por Casado. Se creó una Junta de Defensa, para negociar la paz con Franco. Este no aceptó condiciones y obligó a entregar las armas. Entonces, sus soldados entraron en Madrid sin ninguna resistencia. El 1 de Abril, Franco firmó en Burgos el último parte de guerra, dándola por concluida.
La Guerra Civil fue un problema internacional, donde se envolvieron todas las grandes potencias, preparando la configuración de la Guerra Mundial. Diversos países formaron el Comité de la No Intervención, pero en la práctica no funciónó. Los apoyos republicanos se lograron en la URSS (ayudó con armas, tanques… Su esfuerzo fue esencial para detener el avance franquista) y México, y los de los nacionales en Alemania (envió la Legión Cóndor y suministró mucho material), Italia y Portugal (ambos dieron dinero, armas y soldados). El apoyo exterior fue mucho más eficaz para el bando nacional, por lo que este a largo plazo ganó la guerra.
La República sufríó una falta de unidad y, una revolución social violenta, sobre todo la persecución religiosa dañó mucho la imagen republicana en el exterior.
Esta tardó un año en organizar y unir sus fuerzas militares y dispuso de un armamento precario.
Giral había ocupado la jefatura de gobierno hasta que le sustituyó Largo Caballero, que intentó detener la revolución social y el “terror rojo” para concentrarse en ganar la Guerra Civil. La lucha entre comunistas, el bloque de anarquistas, y POUM, fue el enfrentamiento entre quienes primero querían ganar y hacer la revolución después, y los que querían hacer la revolución enseguida (triunfaron los primeros). Tras la dimisión de Largo Caballero, el bando republicano tuvo un nuevo gobierno presidido por Juan Negrín. Sus objetivos eran alargar la guerra hasta que esta estallara en Europa o se firmase una paz aceptable, y para ello debía mantener el apoyo de la URSS y del PCE.
En la España nacional, la política interior había sido la unidad de todas las fuerzas políticas y militares, lo que garantizó eficacia: estrategia de guerra lenta de desgaste, mejor armamento, militarización de la sociedad y de la economía. El jefe de la sublevación era Sanjurjo, pero su muerte abríó paso a Franco. Este defendíó que la unidad política era imprescindible para ganar una guerra larga, y el Decreto de Reunificación uníó las fuerzas políticas de la derecha en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que suprimíó al resto de los partidos y organizaciones nacionales. La política económica y social era de inspiración falangista. La economía fue militarizada, pero no se tocó la propiedad privada. La primera legislación del nuevo Estado nacional fue el Fuero del Trabajo, que establecía el derecho y el deber de todos los españoles al trabajo.
-Las pérdidas humanas de la guerra fueron unas 600.000. Hubo un desmoronamiento moral, psicológico y social. El exilio de los republicanos afectó a alrededor de 700.000 personas. Las pérdidas materiales fueron enormes por la destrucción.
La victoria del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936 provocó la organización de los jefes militares, que realizaron un pronunciamiento que desembocó en la Guerra Civil. La victoria nacionalista en el conflicto inauguró un nuevo periodo, la Dictadura del General Franco