CUADRO SEGUNDO:
(Exterior de la cueva de la novia.
Tonos blancos grises y azules fríos. Grandes chumberas. Tonos sombríos y plateados)
La criada prepara las mesas para el convite mientras recita versos sobre la boda. Llegan el padre de la novia y la madre del novio.
Creen ser los primeros, pero la criada les informa de que ya llegaron Leonardo y la mujer.
Que ésta venía descompuesta. El hecho da pie para que ambos carguen contra Leonardo y su familia. La madre remueve la tragedia remontándose al bisabuelo que ya mató, carga sobre sí la muerte de su marido y su hijo. Ahora se incrementa con la próxima soledad. El padre trata de animarla hablando de los nietos, varones para labrar la tierra; hembras las prefiere ella para que permanezcan en casa y no puedan ser asesinadas. Ambos confían en que el enlace dé pronto su fruto.
Entran Leonardo y su mujer felicitando a los padres. Va a haber poca fiesta. La gente va entrando. La novia está sombría. La conversación se centra en la cantidad de gente que acudíó al enlace. La madre interroga a la novia, cree que el motivo de su seriedad es el peso de la obligación. Comienza el baile. El novio se siente orgulloso del azahar de cera lucido por la novia, ella trata de desviar el tema.
Leonardo sale por la izquierda e inmediatamente la novia se excusa y se marcha también. La mujer de Leonardo habla con el novio, quisiera vivir así de lejos, pero no ve a Leonardo centrado. Echan en falta a Leonardo y la mujer va a buscarlo. El novio se entretiene hablando con la criada, hay un cuadro animado de figuras. La criada vieja alaba al novio y recuerda al abuelo. Echan en falta a la novia, está quitándose la toca. La criada le explica que ha preparado un ágape para media noche por si lo necesitan. La novia se incorpora a la reuníón mientras le preguntan las muchachas le preguntan a quién dio el alfiler. Ella está ausente. Leonardo cruza por el fondo y la novia está pendiente de él mientras sigue la conversación con las muchachas que desean los alfileres como talismán para casarse cuanto antes. El novio se acerca para abrazar a la novia por detrás y ella reacciona asustada. Él no comprende el motivo y vuelve a abrazarla pero ella lo rechaza. No quiere ser vista y le ruega que no se vaya.
La mujer de Leonardo pasa preguntando por el marido, no está él ni su caballo. Va a buscarlo y la novia se siente indispuesta (“¡Tengo un golpe en las sienes!”) y rechaza la invitación del novio para bailar con el pretexto de echarse un rato a descansar. Le pide que se quede a atender a los invitados.
Entra la madre y pregunta por la novia. No comprende que sea mal día para la novia cuando fue el mejor de su vida. Da instrucciones a su hijo sobre cómo ha de tratar a su mujer (“…procura ser cariñoso, y si la notas infatuada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave…”). El padre entra preguntando por la hija y el novio va a buscarla, los reclaman para bailar. Pero la novia no está. La buscan sin resultado y va creciendo la alarma.
La mujer de Leonardo entra gritando que han huido juntos. Pasan de la incredulidad a la rabia e inmediatamente organizan una partida que salga en persecución de los huidos. La madre pasa del miedo al odio y a reclamar sangre por el ultraje.
(TELÓN)
FIN DEL SEGUNDO ACTO
ACTO TERCERO
CUADRO PRIMERO
(Bosque. Es de noche. Grandes troncos húmedos. Ambiente oscuro. Se oyen dos violines)
Hablan dos leñadores preguntándose si ya los habrán encontrado. Acabarán por encontrarlos. Se engañaban y han hecho bien en huir, pero acabarán por encontrarlos y matarlos (“¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida”). Especulan con que por fin estén juntos, con la posibilidad de que logren escapar, con lo inevitable de la tragedia. La salida de la luna augura la proximidad de la muerte.
Salen los leñadores de escena y entra la luna que vaticina que no podrán escapar, que la muerte estará presente esa noche, su luz los hará visibles. Desaparece la luna.
Entra una anciana cubierta de paños verdeoscuros, descalza. Apenas se le ve el rostro. A modo de coro anticipatorio señala el lugar como el indicado y llama a la luna. Con ella vuelve la iluminación azul intensa. Dialogan. La mendiga le pide que ilumine, la luna le pide que tarden en morir. Se acercan. La luna deja el escenario que se oscurece. Cuando entran en escena el novio y el mozo 1º la mendiga se sienta y se tapa con el manto. El novio se muestra desesperado por encontrarlos, escucha los ruidos de la noche. Siente en su brazo la fuerza de la venganza de su padre y de su hermano, ansia.
El mozo sale de escena y queda el novio con la mendiga. El novio la interroga y ella admira su porte pero como yacente (“¡Qué espaldas más anchas! ¿Cómo no te gusta estar tendido sobre ellas y no andar sobre las plantas…”), finalmente se ofrece a acompañarlo para localizar a los prófugos. Salen de escena mientras se escuchan los violines.
Vuelven a entrar los leñadores. Van cantando a la muerte, se mueven lentamente hasta que salen de escena.
Entran Leonardo y la novia. Leonardo no quiere que se separen y ella pretende regresar y que él huya. En su pasión, ella habla de suicidarse y él la manda callar. Fue ella quien ensilló el caballo y le calzó las espuelas. Ambos se declaran su pasión irrefrenable (“Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra y de ese olor que te sale de los pechos y las trenzas”). Quisieran actuar de otra forma pero no pueden. Lorca describe la escena como “violenta y llena de gran sensualidad”. Al sonido de unas voces, los dos salen de escena sin poder separarse el uno del otro, abrazados.
Aparece la luna muy despacio, fuerte luz azul. Violines. Se oyen dos largos gritos desgarrados y se corta la música de los violines. Al segundo grito aparece la mendiga y queda de espaldas. Abre el manto y queda en el centro como un gran pájaro de alas inmensas. (El telón baja en medio de un silencio absoluto)
(TELÓN)
CUADRO ÚLTIMO:
(Habitación blanca con arcos. A la derecha e izquierda escaleras blancas. Suelo blanco reluciente. Esta habitación simple tendrá un sentido monumental de iglesia. No habrá ni un gris, ni una sombra, ni siquiera lo preciso para la perspectiva)
Dos muchachas vestidas de azul oscuro están devanando una madeja roja mientras cantan. Una niña las acompaña. La canción habla de la boda que acabó en tragedia. La niña se va. Se aproxima un cortejo. Aparecen la mujer y la suegra de Leonardo. Llegan angustiadas. No saben qué ha ocurrido. La suegra insta a la mujer a que se olvide de Leonardo. Una mendiga pide un trozo de pan en la puerta, hablan con ella. Les cuenta que viene de allí, les anuncia la muerte de los dos hombres. Se marcha la mendiga y quedan las muchachas ya componiendo versos a la muerte. Salen de escena.
Entran la madre con una vecina que llora. La madre la manda callar, no quiere llantos por la muerte de su hijo. La vecina no quiere que se quede sola, pero ella tiene que permanecer en su casa. En esto, aparece la novia, ya sin azahar y con un manto negro. La madre la reconoce y quisiera matarla allí mismo, la golpea hasta tumbarla. La vecina las separa. Pero la novia quisiera que la matara por haber deshonrado a su hijo. Ella no hubiera querido actuar así y plantea su papel como mujer-víctima de su pasión por un hombre. La madre consiente en que es tan víctima como ella misma por ser mujer. Llega otra vecina. La madre trata de resignarse. Las mujeres –la novia, la madre, la mujer de Leonardo, las vecinas- quedan juntas llorando cada una su tragedia.