Mesolítico
La transición del Paleolítico al Neolítico fue un proceso más o menos lento y con etapas intermedias. No es posible que un cambio tan radical sea repentino. Fue en 1887 cuando se descubrieron, en las cuevas de Mas d’Azil, pruebas de la existencia de culturas mixtas. Este periodo mesolítico comenzó hace unos 10000 años en el cercano Oriente y hace unos 8000 en Europa.
Los motivos de este cambio tan trascendental son confusos, pero en su raíz está el cambio climático producido durante el período interglacial y el neotérmico. El Holoceno comenzará con el fin de la glaciación Wiurm. Las nuevas condiciones climáticas no es que fuesen catastróficas, además fueron lo suficientemente lentas como para permitir la adaptación ecológica, pero los cambios en la naturaleza implicaron transformaciones radicales en las formas de vida y en la base económica. Había que inventar nuevas formas de conseguir alimentos.
En Europa occidental las regiones libres de hielos se fueron templando, y los bosques atlánticos comenzaron a dominar el paisaje. Los animales dominantes eran mucho más pequeños y los cazadores debían cazar más. Los pueblos se hacen nómadas estacionales, ya que van siguiendo a las manadas de animales. Se conocen culturas como la hamburguense, la aziliense, la montmorenciense o la tardenoisiense, que viven en los bosques siguiendo animales y recolectando frutos. Pero a finales del Mesolítico algunos de ellos cuidan las manadas, sobre todo de ovejas y cabras.
El utillaje de estas culturas es de pequeño tamaño, necesario para transportarlos en una vida nómada. El arte está casi totalmente ausente. Pero gracias al nomadismo se difundieron por Europa los avances de Oriente.
En la Europa septentrional los cambios climáticos estuvieron acompañados de movimientos epirogénicos, que permitieron la uníón del continente con las islas británicas (hace unos 9000 años), pero hace unos 7000 años el aumento en el nivel de los mares las dejó nuevamente aisladas. Aquí se conoce la cultura maglemosense, que vivíó en las orillas de los ríos, lagos y mares, y que basaron parte de su dieta en la pesca. Para pescar utilizaron anzuelos y arpones, pero también redes de mimbre. Además, se comenzó a comer marisco, accesible desde la costa, por lo que se acumularon conchas en las proximidades de los poblados.
El cambio de los animales supuso una transformación en la dieta, pero también en las técnicas de caza. Se inventó la flecha cónica y la azada de mano. La abundancia de bosque permitíó construir cabañas y embarcaciones, como las canoas. Al construir sus poblados cerca del agua los levantaron sobre pilotes (palafitos) que al subir el nivel del agua quedaron inundados. También se conoce la cultura esteboelliense, algo más al sur y en contacto con las culturas neolíticas. Utilizaban cerámica, cuidaban ganado y cultivaban la tierra, por lo que se puede considerar una cultura neolítica.
El cambio más drástico ocurríó en el norte de África, cuyo clima pasó a ser árido. Quizá este sea el motivo por el que aparecieron aquí las culturas neolíticas. Pero existieron culturas intermedias como la capsiense. La sequía del clima hizo convivir a los animales y al ser humano en un espacio muy reducido, en torno a los oasis. Las culturas natufense y de Karim Sahir,seguían viviendo en cuevas, pero construyeron muros alrededor de ellas, lo que significa que se hicieron sedentarios. No existen pruebas de que conociesen la ganadería, pero tenían a mano manadas de bovino y ovino que protegían de los depredadores. Estos serán, posteriormente, los primeros animales domésticos. Tampoco hay constancia de que conociesen la agricultura, pero sí debían recolectar los cereales que de manera abundante crecían naturalmente en torno a los oasis. Ya estaban creadas las condiciones necesarias para dar el salto al Neolítico.
El proceso de transición al Neolítico fue complejo, y necesitó de una sociedad más organizada, e incluso jerarquizada, pero con una fuerte implantación de los recursos comunes. El nomadismo supónía que la densidad de población fuese muy baja.
El dominio de la agricultura dará al ser humano la posibilidad de transformar el paisaje radicalmente, y hacerlo más confortable. Pero esta no es labor de individuos sino de sociedades organizadas. Esto supone la existencia de un sistema social y jurídico estable, y decidido a transformar el medio, ordenando el esfuerzo y que permitiese la especialización del trabajo, y nuevas formas de organización. Esta sociedad necesitó de personas con capacidad para organizar el trabajo e inventar soluciones a los problemas vitales. Puede que estas personas se convirtiesen en jefes y luego fuesen mitificados, creando las religiones no mágicas. La división del trabajo fue necesaria para el buen funcionamiento de las tareas agrícolas. Este modelo tuvo una rápida difusión ya que todos los pueblos se enfrentaban a problemas similares, y pronto aparecerían las primeras culturas urbanas de Egipto y Mesopotamia, en las que también surgíó en concepto de propiedad privada.
Para las tareas agrícolas el primer sistema utilizado fue el de roza y fuego, lo que hizo a las sociedades agrícolas seminómadas, ya que las tierras se agotaban rápidamente y era necesario dejarlas en barbecho durante mucho tiempo. Sin embargo, la gran cantidad de tareas agrícolas no permitía, todavía, que hubiese personas que no se dedicasen a ellas. Las tareas tendían a hacerse en común. El aumento de la productividad de la tierra gracias a los avances del Neolítico, y al incremento de población, permitíó liberar de tales tareas a parte de la sociedad, que se dedicó al comercio, a la defensa, y a la organización de la sociedad. Esto posibilitó la aparición de las ciudades como modelo de convivencia y organización social.