Estructura interna
Esta elegía, como tal, consta de tres partes:
La primera, que comprende los cuatro primeros tercetos, es la llamada de “meditación”, en la que Hernández reflexiona y recuerda los tiempos pasados con su gran amigo. De ahí la insistencia en resaltar la importancia del campo y el modo de vida agrario ya que, investigando en ambas biografías, sabemos que los dos poetas acudían al campo con frecuencia para estar en contacto con la naturaleza y con el ambiente pueblerino y pastoril del que tan orgulloso se sentía Hernández.
La segunda parte, enmarcamos desde la quinta estrofa hasta la onceava, habla sobre el lamento de los sobrevivientes en primera persona, ya que nos habla de su propio sentimiento ante la pérdida de un ser querido. Es quizá donde Miguel Hernández se expresa con más emotividad.
La tercera y última parte es la de “alabanza”, en la que el autor elogia al fallecido y destaca sutilmente algunas cualidades de este.
Esta sería la estructura típica de una elegía, composición poética cuyo contenido es invariablemente melancólico y centrado en la muerte, sin embargo, algunos críticos han ideado una estructura más específica: En primer lugar el encuentro con la muerte, la rebelión y la sublimación. Según esta estructura la elegía de Miguel Hernández encontraríamos el “encuentro con la muerte” cen las siete primeras estrofas, en las cuales Miguel Hernández acepta la muerte de Ramón y es consciente de la gravedad de este hecho también como algo inevitable.
En la segunda parte, “rebelión”, iría desde la estrofa ocho hasta la once. En ella, el autor presenta un estado de emocional de rebelión ante la inevitable muerte en un tono de desesperación. Miguel Hernández está ya más enojado que triste. Ya no tan desolado, sino que muestra su carácter luchador y revolucionario.
La tercera parte es la llamada de “sublimación” o resolución del conflicto anterior. En ella, el poeta se expresa con muchísima más sutileza y delicadeza, casi de un modo angelical: “…por los altos andamios de las flores / pajareará tu alma colmenera. // de angelicales ceras y labores.”
El poeta abandona el odio y adopta una triste sensación de esperanza y nostalgia: “Volverás a mi huerto y a mi higuera;…”
Estructura externa
Este bonito poema es una elegía cuya métrica corresponde a dieciséis tercetos encadenados de arte mayor (endecasílabos) de rima consonante. La estructura de los tercetos encadenados posee una musicalidad especial, en rimar el primer verso con el tercero, y el segundo con el primero del siguiente (ABA/BCB/CDC…)
Tema
Dolor, tristeza y rebelión. Es una elegía, llena de sentimientos contradictorios y pasión. Es un elogio a la amistad. Sin embargo, debido al carácter revolucionario del autor, la elegía también posee un sentimiento de lucha.
Forma y lenguaje
En este mismo terceto, Hernández muestra como ha sentido la muerte: repentina, incesante, invisible, como un rayo, un empujón brutal. No se trata pues de una elegía a una muerte lenta y pesada sino todo lo contrario. Esto lo consigue a través de una adjetivación pesimista.
El poeta muestra, creemos, su máxima condolencia en el verso quince, en el que a través de una paradoja hiperbólica dice: “y siento más tu muerte que mi vida”.
El autor hace una metáfora de la muerte con “rastrojos de difuntos” en el sexto terceto.
En el séptimo y último terceto de esta primera etapa encontramos uno de los pleonasmos más famosos de la poesía española: “temprano madrugó la madrugada,…”. Esta figura retórica consiste en es una expresión en la que aparecen uno o más términos redundantes por ejemplo: sal para fuera.
Además, se produce en toda la estrofa una anáfora o, como en el cuarto terceto, un paralelismo en la estructura.
En el verso veintiuno observamos una curiosa y satírica alegoría para referirse a la muerte prematura de Ramón: “…temprano estás rodando por el suelo.” haciendo referencia a lo joven que se llevó la muerte a su gran amigo.
En la primera parte, el autor refleja la duración del dolor a partir de la combinación de dos tiempos verbales: del futuro (versos del uno al siete) al presente (versos del ocho al veintiuno).
En el terceto numero ocho hay un paralelismo (o simplemente una anáfora) como en la estrofa anterior. En este terceto encontramos una escondida personificación de la muerte y una antítesis con la vida.
En el noveno terceto es deducible una intención de furia y fiereza a partir de una aliteración mediante las palabras: levanto, tormenta, piedra, rayo, hacha, estridente, sedienta, catástrofe y hambrienta.
La rabia y el dolor contenido del poeta cuando dice: “Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte / a dentelladas secas y calientes.” En esta misma estrofa (diez) hay un paralelismo (o anáfora) entre el verso veintiocho y veintinueve.
En el verso treinta y tres hemos encontrado un polisíndeton, es decir, la repetición innecesaria de la conjunción <<y>>.
Hay una alegoría muy bonita en el catorceavo terceto, en el que usa la expresión “la sombra de mis cejas” para expresar su tristeza.
En el verso cuarenta y seis, las rosas toman personalidad a modo de metáfora y el último verso es un verso de cierre que, mediante un apóstrofe, se despide definitivamente de su amigo.
La elegía entera está escrita a modo de apóstrofe ya que en todo momento se dirige a su amigo, aún estando muerto, como si este último fuera a leerla.
Localización
Este poema fue escrito en 1936 por el dramaturgo español Miguel Hernández.
Miguel Hernández Gilabert nacíó en Orihuela (Alicante) el 30 de Octubre de 1910, segundo hijo varón en el seno de una familia numerosa y humilde.
Tempranamente, cumplidos los 15 años, la débil economía familiar reclama el trabajo del jovencísimo Miguel. Haber dejado de estudiar no supone el abandono de la lectura, todo lo contrario, las horas en el campo propician la lectura apasionada de todo libro que cae en sus manos. Con el tiempo Miguel se va incorporando a la vida cultural oriolana, primeros poemas, primeras publicaciones…
En la década de 1930 se marchó a Madrid donde trabajó como colaborador de José María Cossio en “Los toros” y se relaciónó con los poetas Pablo Neruda, Rafael Alberti, Luis Cernuda y otros. Durante este asentamiento en Madrid, en el año 1936, Miguel sufre una gran conmoción, su amigo Ramón Sijé muere repentinamente.
Cuando España se ve abatida por la tragedia de la Guerra Civil (1936-1939), Miguel Hernández va actuar en la contienda movido por dos cualidades muy suyas: lealtad y generosidad.
Durante los primeros años, Miguel vive un gran auge literario y se une al bando republicano. Se casa precipitadamente con Josefina Manresa mientras estaba en el frente y nace su primer hijo, Manuel Ramón. La ilusión pronto se quiebra, cada vez más encarnizada la guerra, violentas acciones bélicas rompen la España republicana, a la vez que la muerte de su hijo hacen que el poeta quede totalmente desmoralizado.Manuel Miguel (1939), pero los acontecimientos se precipitan y Miguel intenta huir a Portugal.Devuelto a la Guardia Civil, inicia su calvario de presidios al que el mismo Miguel llama “turismo” por las prisiones españolas.Finalmente muere el 28 de Enero de 1942, a los 31 años, a causa de la tuberculosis, en la enfermería de la prisión de Alicante.
Ramón Sijé era un íntimo amigo del poeta, los dos nacidos en Orihuela, establecen amistad en la infancia, pero es en su adolescencia cuando el vinculo que les une se hace más fuerte.