Palacio Del Conde Luna
Situado en la plaza del Conde, llamada así por el palacio.
Esta plaza fue mandada construir por Alfonso XI, a principios del siglo XIV. Este palacio-fortaleza esta situado en el ángulo suroeste de la muralla antigua, este trozo de muralla está bastante destrozado en la actualidad y lo tapan las casas construidas, adosadas a ella y con entrada por la Rúa y la del Conde de Rebolledo bastante bien conservado, se puede observar entre unas casas bajas. De este viejo palacio del siglo XIV, se conserva el cuerpo central de la fachada. Construido de piedra sillería y tiene cerca de once metros de ancho. , Declarado Monumento Histórico en 1931. Palacio Conde Luna, cuyos orígenes están vinculados a la monarquía leonesa, pero que ha servido de sede al Tribunal de la Inquisición, al Banco de España, fue almacén del mercado de fruta, bar e, incluso, funeraria, y que, desde hoy, pasa a ser un espacio más para el disfrute de los leoneses en el que se instalará la sede de la Universidad de Seattle y la Fundación León Real. Este palacio es construido por Don Pedro Suárez de Quiñones y su esposa Doña Juana González de Bazán en el siglo XIV, y está situado en el ángulo suroeste de la antigua muralla. , El palacio se integra desde 1442 dentro de los bienes del mayorazgo de Pedro Suárez II y se utilizó por el linaje familiar durante varios siglos. En 1462 al Quiñones Don Diego Fernández Vigil, llamado «el afortunado» le concedió Don Enrique IV el título de Conde Luna, por las luchas contra los moros, y en tiempo de los comuneros el tercer conde de Luna, Don Francisco Fernández Vigil de Quiñones, protagonizó aquel suceso que sirvió de marco para asesinar al obispo Vergara por los parientes del canónigo Cabeza de Vaca. Doña Catalina Pimentel, nieta del conde de Benavente, se casó con Don Claudio Vigil de Quiñones y fue la gran mecenas de las artes en León y quien amplió este palacio construyendo el torreón renacentista, de piedra sillería y tableros de pizarra verde. El torreón consta de tres pisos y es de destacar en él la belleza de sus frisos.. Interiormente conservaba el palacio una gran escalera de piedra y un salón artesonado, cuyos restos se hallan en el Museo. De aquí salió Don Suero de Quiñones hacia el Puente del Órbigo, en el Paso Honroso, aunque primeramente se dirigió «preso de amor» al alcázar de Laguna de Negrillos. En este palacio estuvo muchos años instalado el Tribunal de la Santa Inquisición. A finales del pasado siglo fue vendido por los Lunas y los Frías y adquirido por la familia Álvarez Carballo. En 1978 sufrió hundimiento la parte interior del torreón. Parece ser que ahora trata de adquirirlo el Ayuntamiento para establecer un museo local. El Palacio se construyó a principios del siglo XIV y llegó a convertirse en el centro de la actividad política de la ciudad de León. El Palacio de los Condes de Luna, propiedad de la familia de los Quiñones, tuvo con el paso del tiempo diferentes usos. Ya en el siglo XX se cree que llegó a ser incluso casa de acogida o almacén de frutas El Palacio de los Condes de Luna se sitúa en el barrio de Palat del Rey de la capital leonesa, que fue el centro político de la ciudad durante la Plena y la Baja Edad Media. En el siglo XI se construyó la basílica de San Isidoro, lo que atrajo el centro de todas las miradas, también las del mundo de la política. Pero ya en el siglo XIV se incidió de nuevo en que el eje político se situara en el Barrio Húmedo porque el rey Enrique II de Trastámara levantará allí su palacio. Se cree que por esta razón don
Pedro Suárez de Quiñones y su hijo don Diego Fernández de Quiñones deciden levantar este Palacio. una fachada totalmente renovada, gótica de finales del siglo XIV y principios del siglo XV dividida en dos niveles. En el piso inferior, donde se aprecia un vano inscrito en un arco apuntado, la restauración incidió tan sólo en algunas partes, de manera que ahora el visitante puede comprobar la diferencia y darse cuenta de que se trata de una restauración, y no los restos originales. En ella se distinguen también tres escudos, el central corresponde a la familia de los Quiñones y los dos laterales a las familias de los Toledo. La piedra de la fachada es piedra caliza de la cantera de Boñar, la misma que se empleó para la construcción de la Catedral de León. Si se observa de frente la fachada del edificio, a la izquierda se puede comprobar los restos del proceso de ampliación que se llevó a cabo en el siglo XVI y del que sólo se conserva esa torre renacentista. Esa torre fue proyectada por Claudio Fernández de Quiñones, que viajó en numerosas ocasiones a Italia y que, buen conocedor del arte de la región de la Toscana, decidió traerlo a España con esas mismas técnicas, muy diferentes a las que se estaban aplicando en ese momento. Un ejemplo de ello es el típico almohadillado inverso que se puede observar. El proyecto de ampliación incluía otra torre gemela, que no se conserva en la actualidad, aunque de la que sí se mantienen los cimientos, situados bajo un local comercial situado en la misma plaza. En la torre que aún se conserva también pueden observarse los escudos de los Quiñones y también de los Cortés, ya que el hijo de don Claudio emparentó con María Cortés, hija del famoso conquistador de Méjico. Fue en esta fase de construcción de la torre cuando empezó a llegar dinero procedente de América para las obras de esta parte del edificio. El interior del Palacio Ya en el interior del edificio, el visitante se encuentra con una sala única que anteriormente contaba con un muro que dividía la estancia en dos: una distribuidora que comunicaría las dos alas del palacio, y la antigua cocina. La primera de las salas contaba con pavimento empedrado que todavía puede observarse, en parte, en la actualidad, aunque en su mayoría, como consecuencia del mal estado, tuvo que ser sustituido por otro mucho más moderno. Lo que sí es original totalmente es la techumbre que puede observarse, y donde también se aprecian escudos de las familias de los Quiñones y los Toledo. La segunda estancia correspondía a la cocina, de hecho el visitante aprecia al fondo de la estancia una gran hornacina, ahora cubierta, pero que en su día correspondió con la gran chimenea de esa estancia, un espacio que se podrá intuir también en el piso superior del edificio. En este caso la techumbre sería diferente, ya que al ser una cocina, no resultaba adecuado disponer de techos de madera y con pinturas, solo que con la restauración, y al optar por una sala unitaria, se adoptó el mismo estilo en ella. El patio del palacio se construyó en época feudal, aunque después sobre sus cimientos también se sitúa el patio renacentista. Originalmente era un patio abierto, pero con la restauración se decidió cubrirlo para convertirlo en un patio habitable. Además, tanto la escalera que conduce al piso superior como los pilares de este patio eran originariamente de madera, solo que el peso de la cubierta obligó a sustituirlos por columnas de hierro que pudieran soportar todo el peso, aunque con la misma disposición y la misma altura. El patio está presidido por una gran maqueta obra del escultor Juan Carlos Ponga, donde se refleja la ciudad de León en el siglo XVI. La visita está acompañada durante todo el piso bajo por una línea que puede seguirse en el suelo y que marca el lugar por el que discurría la muralla de León. A lo largo del recorrido, el visitante se encontrará también con pantallas en las que se puede observar el estado del edificio antes de su rehabilitación. La visita que puede realizarse continúa a lo largo de las estancias del edificio, entre ellas salas de baile o para fiestas, otra cocina adicional en el piso superior o las diferentes habitaciones. También la torre puede recorrerse, incluido el ascenso a la parte más alta de la construcción, desde donde pueden contemplarse los principales edificios de la capital leonesa. En esta torre se instalará dentro de aproximadamente un mes la sede de la Universidad de Washington en León. Hasta ese momento los visitantes podrán conocer el interior del edificio, recién restaurado. Una actuación que ha devuelto al Palacio de los Condes de Luna el lugar privilegiado que tuvo en sus inicios.