11.2. Isabel II (1833-1843): las Regencias.
Regencia de María Cristina (1833-1840): En 1833 murió Fernando VII, continuando el gobierno absolutista de Francisco Cea Bermúdez durante ese año. Al no ser Isabel II mayor de edad, se abrió un periodo de Regencia a cargo de su madre María Cristina de Nápoles. Esta, en Enero de 1834 sustituyó a Cea Bermúdez por un liberal moderado: Francisco Martínez de la Rosa. La obra principal de este nuevo gobierno fue la elaboración del Estatuto Real en Abril de 1834. Dicho estatuto era una ley fundamental que funcionaba como una constitución, pero que, al no haber sido aprobada por Cortes constituyentes, se convertía en una carta otorgada. La organización de los poderes y de las instituciones formulada en el Estatuto Real se caracterizó por: la compatibilidad entre el cargo de diputado y ministro, lo que originó un sistema de monarquía constitucional con gobierno parlamentario; el hecho de que a las Cortes le quedaba reservado el derecho a aprobar todo lo relacionado con la Hacienda del Estado; el establecimiento de la presidencia del Consejo de Ministros; la defensa de que las Cortes tuvieran iniciativa legal; la constitución de Cortes bicamerales y la justificación del Senado como árbitro entre el rey y el Congreso; y el establecimiento de un sufragio censitario, pudiendo votar aquellos con un nivel económico elevado, con lo que se fomentó que sólo votaran aquellos con educación. La otra gran obra del gobierno de Martínez de la Rosa fue la firma de la Cuádruple Alianza (1834) con Inglaterra, Francia y Portugal. Gracias a dicha alianza, el bando isabelino recibió ayuda económica y militar durante la Primera Guerra Carlista, que se concretó en el control por parte de la Armada Británica de las costas españolas para evitar la llegada de armamento para los carlistas.
Sin embargo, a partir de 1835 hubo una ruptura entre los liberales debido a la aparición de liberales radicales, que defendían una postura más progresista en respuesta a la radicalización de los carlistas tras la desamortización de Mendizábal (1836). Esta división en el liberalismo fue la causa del Golpe de Estado en La Granja de San Ildefonso (1836), que fue conocido como “La Sargentada”. Este tuvo éxito, con lo que se obligó a la regente a suprimir el Estatuto Real de 1834, a restablecer la Constitución de 1812 y a colocar a un progresista, José María Calatrava, al frente del gobierno. Así, de acuerdo con el sufragio universal masculino establecido en la Constitución de 1812, se convocaron elecciones para elegir a los miembros de las Cortes, obteniéndose como resultado una escasa representación de la nobleza y la Iglesia y una representación mayoritaria de la burguesía, resultando unas Cortes formadas por gente preparada para ejercer su cargo. Estas fueron las que elaboraron la Constitución 1837, que se caracterizó por: la doble responsabilidad del gobierno, tanto política como jurídica, ante las Cortes; la necesidad por parte del gobierno del apoyo de la monarquía y de las Cortes; el establecimiento de Cortes bicamerales; y la regulación del sufragio de acuerdo a la ley posterior de 1837, que establecía el sufragio censitario. De acuerdo con esto último, podía votar un 0’1 % de la población, ampliándose esa cantidad a un 0’5 % en 1836. Así, como podemos ver, en la ley electoral de 1837 se siguió manteniendo el criterio económico para establecer el sufragio, si bien se disminuyeron las condiciones, llegando a votar un 2’2 % y, en 1844, un 5’2 % de la población.
Posteriormente, pero también en 1837, se dieron medidas que afectaron a la tierra, como fueron la desamortización de Juan Álvarez Mendizábal, la abolición del régimen señorial, el restablecimiento de las libertades económicas y la supresión de los privilegios de los gremios. Después, en 1838, se dio una legislación para regular la educación, que fue encargada por el marqués de Someruelos y consiguió establecer un reglamento para la educación primaria, fracasando en la secundaria. En 1840, las Cortes, de mayoría moderada, decidieron aprobar una ley de ayuntamientos que no gustó a los progresistas, dando estos un Golpe de Estado y organizándose en Juntas, dirigidas por Baldomero Espartero. El pronunciamiento tuvo éxito, con lo que María Cristina fue privada de su cargo, colocándose como regente al propio Espartero. Comenzó así la regencia del general, que duró de 1840 a 1843.
Regencia de Espartero (1840-1843): Como hemos visto, Espartero subió al poder con el apoyo de los progresistas, de militares y de la Milicia Nacional. Este había demostrado ser un gran general, pero, como político, podemos decir que tenía un pensamiento muy simplista. Sus ideas pueden resumirse en la defensa de la monarquía de Isabel II, de la Constitución de 1837 y de la voluntad nacional. Por otra parte, cometió una serie de errores que le llevaron a perder apoyos. El primero de estos errores fue su negativa, en 1841, a la propuesta progresista de que la Regencia estuviera formada por tres personas, perdiendo así el apoyo de parte de los progresistas. El segundo fue el de situar a amigos y compañeros de armas en puestos de importancia, siendo acusado de nepotismo. Además, en 1841, tuvo lugar un pronunciamiento de militares moderados, dirigido por los generales Ramón María Narváez, Manuel Gutiérrez de la Concha y Diego de León. Este último fue apresado y ejecutado, lo cual hizo que Espartero perdiera el apoyo militar, pues en estos círculos no se entendió que un militar ejecutara a otro militar de igual rango. Además, recortó los privilegios forales vascos por la colaboración de dichas provincias en la intentona.Finalmente, el cuarto error fue consecuencia de la firma de un acuerdo comercial con Gran Bretaña, lo cual perjudicaba a la industria textil catalana, dándose, a finales de 1842, una insurrección en Barcelona. La Milicia tomó la ciudad y se enfrentó a las tropas del general Juan van Halen, ordenando finalmente el propio Espartero el inicio del bombardeo sobre la urbe, que se rindió tras 1.000 disparos de cañón y 400 edificios derrumbados. La dura represión que siguió a estos acontecimientos empujó a todos los sectores sociales de Cataluña a oponerse al regente.
En 1843, tras unas nuevas elecciones que dejaron a Espartero sin apoyos, se formó una auténtica coalición anti-esparterista. El general encargó formar Gobierno al progresista Joaquín María López, pero su programa causó el rechazo de Espartero y decidió dimitir. La insurrección se generalizó en el verano de 1843, cuando los progresistas se sublevaron ante la tiranía del general y triunfaron gracias al apoyo de los moderados. El ejército dirigido por Narváez se pasó a los insurrectos y el 12 de Agosto Espartero partía al exilio en Londres. Ante la falta de alternativas, los diputados y senadores decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II, la cual comenzó a reinar de forma efectiva en Noviembre de 1843, cuando todavía no había cumplido los 13 años de edad. Los moderados, regresados del exilio, tomaron posiciones en la Corte, y Narváez se convirtió en el hombre fuerte del momento.