5.1 LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: CAUSAS Y ANTECEDENTES. BANDOS EN
CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA (1788 – 1814).
Entre los años 1793 y 1795, España y Francia estuvieron en guerra, bajo el reinado español de
Carlos IV, ante el temor de este por la expansión francesa. En 1795 Francia y España firman la
Paz de Basilea, implicando un periodo de alianzas entre ambas potencias que dirigieron sus
esfuerzos contra Portugal e Inglaterra. En este contexto se produce la Revolución Francesa
(1789), que años después servirá como inspiración a los españoles para llevar a cabo su propia
revolución liberal ante la ocupación de la Península Ibérica por parte de Napoleón años después.
Manuel Godoy, ministro de Carlos IV, firma con Napoleón el tratado de Fontainebleau, mediante el
que acordaban repartirse Portugal y su Imperio colonial, para lo que se permitía que las tropas
francesas entraran en España. El objetivo final de Napoleón era la ocupación de la Península
Ibérica. En Marzo de 1808, el príncipe de Asturias, futuro rey Fernando VII, lleva a cabo el motín
de Aranjuez, que implicó la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo,
Fernando.
Napoleón aprovechó estas circunstancias para atraer a Bayona a Carlos IV y a
Fernando VII, donde forzó a Fernando a abdicar de nuevo en Carlos IV, y a este a ceder la corona
a José Bonaparte, hermano de Napoleón, este hecho como las abdicaciones de Bayona.
Algunos ilustrados españoles apoyaron a José Bonaparte, viendo en él una oportunidad de llevar
cabo reformas liberales. A ellos se les conocíó como los “afrancesados”. Este descontento
culminó en un alzamiento popular contra Napoleón el 2 de Mayo de 1808. Se crearon Juntas
Provinciales de Defensa, que posteriormente se constituyeron en una Junta Central que asumíó la
soberanía de la nacíón en ausencia del rey. Este hecho muestra el deseo de con el Antiguo
Régimen, pues implicaba, además de gobernar en ausencia del rey. Las Juntas dirigieron la
Guerra de la Independencia contra Francia, movilizando algunas unidades del ejército, aunque
dispersas y escasas. Fue el pueblo el que tuvo un papel más relevante en el desarrollo de la
guerra, pues se organizaron guerrillas que acosaban continuamente al ejército francés. La primera
gran derrota del ejército francés tuvo lugar en la batalla de Bailén, forzando a Napoleón a tomar la
decisión de participar en la guerra de forma directa aportando 250.000 soldados más. En 1812,
parte de las tropas francesas fueron desplazadas para combatir en el frente ruso. En ese mismo
año, un ejército británico dirigido por Wellington entró en España desde Portugal, uníéndose a las
tropas españolas, con lo que se inició una serie de victorias contra los franceses (Arapiles, Vitoria,
San Marcial), que acabaron con el dominio francés. Napoleón pactó la retirada de tropas
francesas de la Península Ibérica, que fue total a partir de 1813, poniendo fin a la guerra. Felicidades guapo!
5.2. LAS CORTES DE CÁDIZ. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) contra la ocupación francesa, se crearon
Juntas Provinciales de Defensa que dieron lugar a una Junta Suprema Central Gubernativa del
reino. Esta junta se negó a reconocer como rey a José Bonaparte, hermano de Napoleón, y
asumíó la regencia y gobierno de la nacíón en ausencia de Fernando VII, que permanecía retenido
en Francia. Por un lado, algunos españoles apoyaron a José I como rey, confiando en que este
llevaría a cabo reformas ilustradas, por lo que se les llamó “afrancesados”. Por otro lado, en el
bando de los “patriotas”, había ciertas divisiones entre liberales y absolutistas.
En este contexto
se establecíó un complicado sistema de elección para escoger a representantes de 33 ciudades,
con el objetivo de crear unas Cortes Generales. Estas lograron convocarse en 1810 en Cádiz con
el principal objetivo de las Cortes fue la elaboración de una Constitución. La Constitución se
promulgó el 19 de Marzo de 1812. En dicha Constitución el estado se define como una
monarquía limitada, con reconocimiento de la soberanía nacional y división de poderes. Se
establecíó el sufragio universal masculino e indirecto como sistema electoral. El poder ejecutivo
recaía en el rey, que dirigía el gobierno, interviniendo también en la elaboración de leyes y con
derecho de veto. La Constitución de 1812 contemplaba derechos del ciudadano como la libertad
de imprenta, igualdad ante la ley, derecho de petición, libertad civil, inviolabilidad del domicilio,
derecho de propiedad… y definía la nacíón española como el conjunto de todos los ciudadanos,
incluidos los de ultramar. Contemplaba también la reorganización de la administración, la reforma
fiscal, la creación de un ejército nacional, la obligatoriedad del servicio militar, y la implantación de una enseñanza pública y obligatoria. La religión y la Iglesia católicas eran protegidas por la
Constitución. Se trató, por tanto, de una Constitución liberal que ponía fin al absolutismo y la
sociedad del Antiguo Régimen.
Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes, también
encaminadas a la abolición del Antiguo Régimen, como la supresión de señoríos, abolición de
gremios e Inquisición, reforma agraria, desamortizaciones… Felicidades guapo!
5.3. EL REINADO DE Fernando VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS
Fernando VII, regresó a España tras finalizar la guerra y, con él, regresó el absolutismo, con breve
periodo de reinado liberal, entre 1820-1833. Durante su reinado tuvo lugar la independencia de
las colonias americanas respecto de España. La primera etapa del reinado de Fernando VII tuvo
lugar entre los años 1814 y 1820 y fue un periodo absolutista.
El rey aceptó la propuesta de los
absolutistas recogida en El Manifiesto de los Persas y derogó la Constitución de 1812, así como
el resto de las leyes promulgadas por las Cortes de Cádiz. La Iglesia apoyo al rey, posiciónándose
a favor de los grupos absolutistas y defendiendo el Antiguo Régimen. Se restablecíó el tribunal de
la santa Inquisición, se suprimíó la liberad de expresión y de asociación… En una segunda etapa,
conocida como Trienio Liberal, supuso una etapa menos absolutista y algo más liberal. Durante el
reinado de Fernando VII se habían producido numerosos pronunciamientos liberales, aunque
ninguno tuvo éxito.
Uno de los más importantes fue el pronunciamiento de Riego que logró un
amplio apoyo a favor de la Constitución. Durante esta época, los liberales se vieron divididos en
moderados, partidarios de pactar con los absolutistas para que aceptaran un sistema
constitucional a cambio de ceder en algunos aspectos, y exaltados, partidarios de posturas más
radicales como la limitación drástica del poder de Iglesia y nobleza, creación de un Estado
centralizado o ampliación del sufragio. Mientras tanto, Fernando VII alentaba conspiraciones
absolutistas para hacer caer el liberalismo. La tercera etapa, conocida como la Década
Absolutista, se caracterizó por las duras represiones y aboliciones de las libertades políticas, con
la Iglesia como aliada de la monarquía. Se llevó a cabo una modernización de la Administración y
se realizaron algunos cambios en la organización del estado como la institución del Consejo de
Ministros como gobierno de la Corona y la reorganización del sistema de Hacienda. La economía
mejoró algo. Hacia el final de su reinado, Fernando VII veía dificultades en su sucesión, pues solo
contaba con una hija, Isabel, por lo que el régimen comenzó a abrirse hacia el liberalismo. En
cuanto a la Independencia de las colonias americanas, hay que recordar que durante la guerra
también se organizaron Juntas de Defensa en los territorios de ultramar. Sin embargo, a diferencia
de la Península, no se disolvieron tras el fin de la guerra, sino que viraron hacia el objetivo de
lograr su propia independencia, tomando como ejemplo la independencia de las colonias
británicas en Norteamérica. Fueron los criollos quienes tomaron la iniciativa. El ejército español
sofocó las primeras insurrecciones, pero, a partir de 1818 líderes como Simón Bolívar y José de
san Martín lideraron la lucha.
6.1. EL REINADO DE Isabel II (1833-1868): LA PRIMERA GUERRA CARLISTA. EVOLUCIÓN
POLÍTICA, PARTIDOS Y CONFLICTOS. EL ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE
1837 Y 1845
Antes del nacimiento de Isabel II, su padre, Fernando VII decretó la Pragmática Sanción que
anulaba la Ley Sálica que no permitía reinar a las mujeres. Los absolutistas se agruparon en torno
a Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, que aspiraba al trono. Tras la muerte de Fernando VII, el infante Carlos María Isidro se proclamó rey y se levantó en armas contra la
Regente, María Cristina. Comenzó así la primera guerra carlista. El bando carlista agrupaba, bajo
una ideología tradicional y con el lema “Dios, Patria y Fueros”, a los partidarios de don Carlos, de
la monarquía absoluta, del predominio eclesiástico, del mantenimiento del Antiguo Régimen y de
la conservación de los Fueros. En un primer momento, los carlistas se hicieron fuertes en el norte
de España, pero no llegaron a controlar las grandes ciudades. María Cristina llevó a cabo varias
reformas para ganarse a los liberales progresistas y contaba, además, con más recursos y con el
apoyo de la burguésía y de Francia y Gran Bretaña. En una segunda fase, la guerra se decantó
hacia los liberales. Los carlistas quedaron dispersos y negociaron el final de la guerra, que se
zanjó con el Convenio de Vergara (1839), en el que se acordó el abandono de la lucha por parte
de los carlistas y el compromiso liberal de respetar los fueros y el respeto del rango a los militares
carlistas que se integraran en el ejército isabelino. Las provincias vascas perdieron privilegios
forales como las aduanas y las Juntas y se derogó el “pase foral” pero conservaron su exclusión
privilegiada del servicio militar obligatorio. Antes de que el reinado de Isabel II fuera efectivo
fueron los regentes quienes reinaron en su nombre. Fue durante esta etapa de Regencias cuando
se configuró el estado liberal. Dentro de este periodo se distinguen una etapa de transición, una
etapa progresista, una etapa moderada y la regencia de Espartero. Durante la etapa de transición
(1833-36) y bajo la regencia de María Cristina, el gobierno estuvo formado por absolutistas
moderados, que pretendían llevar a cabo algunas reformas administrativas sin modificar el
sistema político. Se llevó a cabo la división de España en 49 provincias. Con el fin de lograr
apoyos, la regente María Cristina nombró presidente a Martínez de la Rosa, liberal moderado, que
llevó a cabo reformas como el Estatuto Real, un conjunto de reglas para convocar Cortes
ligeramente adaptadas respecto de las antiguas Cortes del Antiguo Régimen. La etapa
progresista supuso que los liberales trataran de desmantelar las instituciones del Antiguo
Régimen, con el fin de instaurar un sistema de monarquía parlamentaria, liberal y constitucional.
Para ello se llevó a cabo una reforma agraria, basada en tres grandes medidas: la disolución del
régimen señorial, implicando la pérdida de atribuciones jurisdiccionales de los señores, que
pasaron a ser propietarios, mientras los campesinos pasaron a ser arrendatarios o jornaleros. En
segundo lugar, se llevó a cabo la desvinculación o fina de los patrimonios unidos a una familia o
institución.
En tercer lugar, se llevó a cabo la desamortización de Mendizábal, mediante la venta
de tierras propiedad de la Iglesia y ayuntamientos para conseguir recursos para el Estado. Se
disolvieron las órdenes religiosas. Durante esta etapa se promulgó la Constitución de 1837. En la
etapa moderada, tras ser aprobada la Constitución de 1837, las elecciones fueron ganadas por
los moderados, que tomaron medidas para limitar algunos derechos y otorgar mayor poder a la
Corona, con un cierto regreso al Antiguo Régimen, como la devolución de bienes a la Iglesia,
entre otros. Esto provocó una insurrección que dio lugar a la formación de Juntas
Revolucionarias. Durante la regencia de Espartero (1840-43), éste perdíó sus apoyos por su
excesivo autoritarismo, pues, con el fin de liberalizar el mercado, eliminó los aranceles que
protegían la industria textil catalana del algodón inglés. Esto provocó un levantamiento de la
burguésía y clases populares de Barcelona, que fue duramente reprimido, hasta el punto de que
los progresistas también le negaron su apoyo y algunos militares moderados comenzaron a
conspirar. Espartero renunció a la regencia y la mayoría de edad de Isabel II fue adelantada por
las Cortes, siendo proclamada reina a los trece años. Durante el reinado efectivo de Isabel II
(1843-1868) se adoptaron los principios generales del constitucionalismo, soberanía nacional,
elecciones, sufragio censitario, limitación de la autoridad real, aceptación de derechos y
libertades individuales y colectivos, aunque fue un liberalismo salpicado de enfrentamientos entre
los partidos políticos, levantamientos populares, pronunciamientos, y continuos cambios de
gobierno, culminando en una revolución que expulsó del trono a la reina Isabel II. El reinado de
Isabel II puede dividirse en varias etapas: la década moderada, el bienio progresista y la segunda
etapa moderada. Durante la década moderada,de forma paralela a la asunción del trono por parte
de Isabel II tuvo lugar el pronunciamiento del general Narváez. Se derogó la Constitución de 1837
y se promulgó la Constitución de 1845, más moderada: otorgaba mayor peso a la Corona y al
gobierno, con un sistema bicameral y sufragio censitario. En el bienio progresista la Constitución
de 1845 fue anulada y comenzó a elaborarse una nueva constitución, que nunca llegó a
promulgarse, por lo que se la conoce como la “non-nata”. Se llevaron a cabo reformas como la
Ley de Ferrocarriles. En la segunda etapa moderada Narváez obtuvo de nuevo el poder y con el
predominio de la Iglesia se paralizó la desamortización. El sistema electoral se caracterizaba por
la corrupción en cuanto a la compra de votos y pucherazos, junto a la aparición de caciques
locales. Se desarrollaron el Partido Demócrata y el republicanismo y se crearon las primeras
organizaciones obreras.