Glosario de términos lingüísticos
A
Alofono
Cada uno de los fonos o sonidos que hay en un idioma.
Acento
Es un rasgo prosódico y fonológico. Hay dos tipos: el acento fonológico (toda palabra acentuada es portadora de este acento) y el acento ortográfico (representado con una tilde).
Antonimia
Es una relación de oposición o contrariedad entre significados.
Clixés
Son construcciones repetidas hasta la saciedad, frases estereotipadas, banales, escasamente significativas, que funcionan como lugares comunes y, por lo tanto, se van vaciando de valor expresivo.
C
Campo semántico
Es un conjunto de palabras o elementos significantes con significados relacionados, debido a que comparten un núcleo de significación o rasgo semántico.
Competencia
Es el conocimiento inconsciente que el hablante posee de su lengua, así como de la norma.
D
Dialecto
Es la variante de una lengua asociada con una determinada zona geográfica.
Diptongos
La unión de dos vocales en una sola sílaba se denomina diptongo. Los diptongos se forman cuando se junta una vocal alta [i, u] con las vocales medias [e, o] o con la vocal baja [a]. Las vocales altas también pueden formar diptongos.
E
Entonación
Es el cambio de frecuencia o variaciones de altura del tono que forman la curva melódica de una oración o texto.
F
Fonema
Es la unidad lingüística mínima carente de significado.
H
Hiatos
Cuando dos vocales altas [i, u] están en contacto en una palabra con vocales medias o vocal baja [e, o, a] y cada una forma sílaba diferente se denomina hiato. Los núcleos son independientes y cada vocal constituye sílaba distinta. Ejemplo: estio, día, diurno, dúo, oído, seismo, caída.
Hiperonimia, hiponimia
Se trata de una relación de inclusión o jerarquía de significados: el término hiperónimo incluye semánticamente a los hipónimos (planta incluye árbol, flor, arbusto…). Los hipónimos del mismo nivel son cohipónimos (olmo, álamo, sauce…).
L
Lenguaje
Definimos como lenguaje, en sentido propio, la capacidad que posee el ser humano para comunicarse por medio de las lenguas naturales.
Lengua
Es el código específico de la comunicación humana, de la comunicación verbal.
Lexema
Es la parte de una palabra que constituye la unidad mínima (monema) con significado léxico. Hay dos tipos de lexemas: independientes y dependientes.
M
Monema
Es la unidad mínima dotada de significado. Ejemplo: tom-e (dos monemas).
N
Norma
Es el conjunto de reglas lingüísticas que establecen lo que se considera como usos más correctos en una época determinada.
O
Oración
Es la menor unidad de habla dotada de sentido completo, que no depende de otra unidad mayor, compuesta por un sujeto y un predicado como elementos constituyentes inmediatos, y se realiza con una entonación determinada.
P
Palabras monosémicas
Son las que tienen un solo significado: «inseguridad»: falta de seguridad.
Palabras polisémicas
Son las que tienen más de un significado, como «banco».
Palabras homónimas
Son aquellas cuyo significante coincide, siendo diferente su significado.
S
Signo lingüístico
Resulta de la combinación de un significante y un significado. El significante del signo lingüístico es una imagen acústica, es decir: una cadena de sonidos que constituye el plano de la expresión y, por otro lado, el significado es el concepto y constituye el plano del contenido.
Sema o rasgo semántico
Es el elemento constitutivo de un semema y se define como la extremidad de una relación funcional binaria entre sememas. El sema es, pues, la unidad más pequeña de significación definida por el análisis.
Sintagma
Es una serie de palabras ordenadas en torno a una de ellas que funciona como núcleo, es la que le da un nombre específico al conjunto y les confiere unidad de función. El sintagma en su totalidad desempeña la misma función que la palabra núcleo, en el marco de la oración.
Sílaba
Son unidades o elementos fundamentales de la palabra, constituida por uno o varios fonemas.
Sinonimia
Es una relación de identidad entre los significados. Dos o más términos son sinónimos cuando sus significados son idénticos.
T
Triptongos
La unión de tres vocales en una sílaba se denomina triptongo; la vocal más abierta constituye el núcleo o centro de la sílaba. Por ejemplo: pre-sen-ciéis.
Las hablas andaluzas
La modalidad lingüística andaluza tiene rasgos propios en la fonética, en la morfología y en el vocabulario. Pero son, sin duda, los rasgos fonéticos los que más la diferencian de la modalidad del centro y norte de la Península, y los que más fácilmente identifican a los hablantes andaluces.
Ceceo y seseo
La pronunciación más dental de la /s/ en Andalucía, hace que su sonido se acerque al de la interdental /θ/. Por ello, cuando se produjeron los importantes cambios fonéticos de los siglos XVI y XVII, el castellano evolucionó hacia un sistema donde la oposición s/θ era nítida, mientras que en muchos lugares de Andalucía esa evolución condujo, no a la oposición, sino a la confluencia de ambos sonidos. Cuando el sonido resultante es /s/ tenemos el fenómeno conocido como seseo: sapato, serilla; cuando resulta /θ/, tenemos el ceceo: cecenta, caci.
La —s implosiva
En las hablas andaluzas la —s que aparece a final de sílaba puede presentar las siguientes variaciones:
- Aspiración: cuando va a final de palabra y la palabra siguiente empieza por vocal, la —s implosiva se realiza como una leve aspiración: las aguas /lah água:/
- Asimilación: si después de —s aparece una consonante, es frecuente que la aspirada que procede de la —s se pronuncie de una manera cercana o igual a la consonante que sigue, es decir, que se asimile a ella: tasca /tákka/
- Pérdida: en otras ocasiones la —s desaparece totalmente de la pronunciación. La desaparición de la —s tiene importantes repercusiones en la morfología, puesto que afecta a la distinción entre singular y plural (la niña, las niñas), y al morfema de segunda persona de singular de los verbos (amaba, amabas, amaba). Por ello, en Andalucía oriental, esta pérdida de la —s se compensa con un alargamiento de las vocales de la palabra, que se pronuncian de manera más abierta: los niños /lo: níno:/
Confusiones entre —1 y —r implosivas
Especialmente en el habla descuidada, las consonantes —1 y —r a final de sílaba suelen neutralizarse, esto es, pronunciarse indistintamente de una u otra forma. Predomina la pronunciación como —r: sordao (soldado), mi arma (mi alma), arcarde (alcalde); la pronunciación como —1 (abril, solber por abrir, sorber) está muy poco extendida y se percibe como muy vulgar. También pueden producirse aspiraciones y asimilaciones, como canne, pienna, buhla por carne, pierna, burla.
Yeísmo
El yeísmo es la igualación de los sonidos representados por las letras «ll» e «y», pronunciándose las dos como /y/: /káye/, /séyo/ (calle, sello). Hoy día está extendido no sólo en Andalucía, sino en la mayor parte del dominio hispánico, tanto en España como en América. No está muy claro si el yeísmo se originó en Andalucía, aunque desde el siglo XVIII se venía considerando un rasgo distintivo de la pronunciación andaluza.
Pronunciaciones aspiradas
Aparte de la aspiración de la —s que ya hemos visto, en Andalucía se producen también pronunciaciones aspiradas en otros casos:
- Sonido representado por la letra j: en el castellano central la letra j representa un sonido velar fuerte /x/. Este fonema se formó tardíamente, como resultado de la evolución de la fonética medieval, pero en muchas zonas de Andalucía este fonema no llegó nunca a pronunciarse y la evolución condujo a un sonido aspirado: /muhér/, /káha/ (mujer, caja).
- H procedente de F- latina: muchas palabras latinas que empezaban por F- evolucionaron en español hacia un sonido aspirado: humo, hierro (del latín FUMUS y FERRUM). Esa aspiración se perdió en Castilla hacia el siglo XVI, donde la pronunciación pasó a hacerse con h muda sin ningún rastro de la F original. Sin embargo en el occidente peninsular (reino de León, Extremadura, Andalucía occidental) esa aspiración se ha mantenido. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que esa pronunciación aspirada no es la propia de las personas cultas. Algunos andalucismos que han pasado al español general conservan esa aspiración representada por una jota: cante jondo (cante hondo).
Pronunciación fricativa de la ch
La ch representa un sonido africado, es decir que empieza pronunciándose con un golpe de aire, como las oclusivas, pero luego ese aire se desliza con suavidad, como las fricativas. En algunos hablantes andaluces, la ch pierde su elemento oclusivo y se pronuncia de una manera fricativa, como la ch francesa o la sh inglesa: mushasho, noshe (muchacho, noche).
Funciones del lenguaje
La función expresiva o emotiva
Manifiesta el estado de ánimo del emisor, quien -además de transmitir una información, objetiva o no- expresa su actitud ante lo que dice. Ejemplo: “¡Madre mía! ¡No aguanto más! ¡Qué asco de vida!”.
La función referencial o representativa
Suele aparecer siempre, se distingue de las demás porque comunica información.
La función conativa o apelativa
Pretende producir una reacción en el receptor o segunda persona. Así las formas del imperativo (Escucha. Coge las llaves antes de salir) o frases exhortativas (Tenga la bondad de esperar un momento. ¡A ver si nos vemos este verano!), o el uso del vocativo (¡Juanito!). El lenguaje publicitario -que pretende influir en la conducta del receptor- se sirve de frases en las que predomina esta función con gran frecuencia: Si X (marca de champú) es bueno para tu bebé, también es bueno para ti. Úsalo.
La función fática o de contacto
Hay mensajes cuya utilidad consiste esencialmente en establecer, prolongar o interrumpir la comunicación, para verificar si el circuito de la misma funciona; es decir, mensajes que se centran en mantener el contacto que se establece entre emisor y receptor por medio del canal. No importa el contenido concreto del mensaje, éste es su pretexto. Frases como: Oiga. ¿Entiendes? De acuerdo. Ya veo. Sí… sí. Hm… hm.
La función metalingüística
El mensaje se centra en el mismo código. Todo proceso de aprendizaje de lenguas, tanto si se trata de la propia, en el caso del estudio de la gramática.
La función poética o estética
Es la que se centra en el propio mensaje. Es decir: lo que caracteriza a la función poética del lenguaje es la atención al mensaje en sí mismo.
Esquema de las funciones del lenguaje
REFERENCIAL
(Referente)
EXPRESIVA POÉTICA CONATIVA
(Emisor) (Mensaje) (Receptor)
METALINGÜÍSTICA
(Código)
FÁTICA
(Canal)
Prefijos, sufijos e infijos
Prefijos
Preceden al lexema y le confieren un significado genérico. Ej.: des-hacer, vice-director.
Sufijos
Siguen al lexema y caracterizan el concepto que éste expresa:
- procedencia: –eño, –ense, –és, –ano, –ino, etc. (madrileño, giennense, coruñés, valenciano, bilbaíno, etc.).
- profesión: –or (profesor), –ero (carpintero), etc.
- tendencias: –ista (anarquista, consumista), etc.
Infijos e interfijos
Los interfijos se sitúan entre el lexema y los sufijos, o más raro entre prefijo y lexema, constituyen un segmento que no aporta significado en la mayoría de los casos: ej: sol-ec-ito, café-l-ito.
Las cuatro habilidades lingüísticas
El uso de la lengua sólo puede realizarse de cuatro formas distintas, según el papel que tiene el individuo en el proceso de comunicación; o sea, según actúe como emisor o como receptor, y según si el mensaje sea oral o escrito.
Hablar, escuchar, leer y escribir son las cuatro habilidades que el usuario de una lengua debe dominar para poder comunicarse con eficacia en todas las situaciones posibles. No hay otra manera de utilizar la lengua con finalidades comunicativas. Por eso también son cuatro las habilidades que hay que desarrollar en una clase de lengua con un enfoque comunicativo. Las hemos llamado habilidades lingüísticas, pero también reciben otros nombres, según los autores: destrezas, capacidades comunicativas o, también, macrohabilidades.
El nombre de macrohabilidades se utiliza especialmente para distinguir las cuatro grandes y básicas habilidades de comunicación de otras destrezas también lingüísticas pero más específicas y de orden inferior, que se denominan microhabilidades. Por ejemplo, la lectura en voz alta combina la comprensión lectora con la elocución oral del texto, pero se trata, sin duda, de una actividad menos frecuente y bastante especial. Del mismo modo, dentro de la habilidad de leer podemos distinguir destrezas tan diferentes como la comprensión global del texto, la comprensión de detalles laterales o la capacidad de inferir el significado de una palabra desconocida; estas tres microhabilidades forman parte de la macrohabilidad de la comprensión lectora.
Clasificación de las habilidades lingüísticas
Según el papel en el proceso de comunicación | |||
Receptivo (o comprensión) | Productivo (o expresión) | ||
Según | Oral | Escuchar | Hablar |
el código | Escrito | Leer | Escribir |
Hasta hace muy poco tiempo, las habilidades receptivas se habían denominado pasivas y las productivas, activas. La expresión esta «persona tiene mucho inglés pasivo» significa que el individuo en cuestión tiene cierto dominio de las habilidades receptivas, pero es incapaz de decir o de escribir algo en esa lengua (o que entiende mucho más de los que puede decir o escribir). Seguramente debemos esta denominación al hecho de que hablar y escribir son observables externamente (podemos ver que el hablante mueve los labios o el lápiz), mientras que no ocurre lo mismo con la comprensión oral o lectora. Parece que cuando hablan o escriben los usuarios de la lengua estén más activos que cuando escuchan o leen. Es evidente que esta concepción es totalmente falsa y que la oposición pasivo/activo no es acertada. Como veremos más adelante, escuchar y leer son habilidades activas, ya que el individuo tiene que realizar muchas operaciones que, aunque no sean observables externamente, son complejas y laboriosas.
Desde el otro punto de vista, el del canal o código lingüístico que se utilice en la comunicación, se distingue entre las habilidades orales, que tienen como soporte a las ondas acústicas, y las escritas, que se manifiestan a través de la letra impresa o manuscrita. Globalmente, el doble aparejamiento de habilidades orales/escritas y receptivas/productivas determina algunas afinidades y diferencias relevantes entre las cuatro destrezas, las cuales tienen implicaciones importantes en la comunicación real y, por añadidura, en la didáctica de la lengua en el aula.
Finalmente, cuando queremos referirnos al mismo tiempo a la recepción y a la producción de mensajes utilizamos el verbo procesar. El procesamiento de textos incluye tanto la codificación como la descodificación, o la recepción y la producción.
Clases de sintagmas
Sintagma nominal
Sintagma cuyo núcleo es un nombre o sustantivo. Las palabras que pueden acompañar al nombre en relación sintagmática reciben el nombre de determinantes (artículos y adjetivos determinativos). Los adjetivos calificativos, el sintagma preposicional, con función de complemento del nombre, cuya definición veremos a continuación, y las oraciones de relativo o adjetivas, que estudiaremos más adelante, reciben el nombre de adyacentes.
Por ejemplo, La prensa de la mañana es un sintagma nominal; su núcleo es el sustantivo “prensa”; el determinante, el artículo “la”, y el adyacente, el sintagma preposicional “de la mañana”.
Sintagma preposicional
Al contrario de lo que cabría esperar por analogía con los demás sintagmas, su núcleo no es una preposición, palabra que carece de lexema, y, por lo tanto, no puede ejercer tal función.
Se trata de un sintagma nominal precedido de una preposición cuya función es relacionarlo con otras palabras dotadas de lexema.
Por ejemplo, de la mañana y en primera página son sintagmas preposicionales compuestos de una preposición “de”, “en” y de un sintagma nominal “la mañana” y “primera página”.
Sintagma adjetival o adjetivo
Sintagma cuyo núcleo es un adjetivo. Es preciso tener en cuenta que el adjetivo con función de adyacente del nombre no constituye un sintagma adjetival; es obvio que, en este caso, el núcleo es el nombre, que es el que le proporciona el “apellido” al sintagma.
Por ejemplo, en la oración “La noticia era bastante imprevisible”, bastante imprevisible es un sintagma adjetival cuyo núcleo es el adjetivo “imprevisible”, que va acompañado de un adyacente: el adverbio “bastante”.
Sintagma verbal
Sintagma cuyo núcleo es un verbo. Haciendo referencia a su función, se le suele denominar también “sintagma predicativo”. Debemos prestar atención a la clase de verbo ante la que nos encontramos: un verbo predicativo o un verbo copulativo. Si el verbo es predicativo, efectivamente se trata de un predicado verbal y, en consecuencia, podremos hablar de un sintagma predicativo o de un sintagma verbal indistintamente. Si el verbo es copulativo, dado que su función no es la de núcleo del predicado, sino la de relacionar a un sujeto con su atributo (dentro del cual se encuentra, en las oraciones copulativas, el núcleo del predicado), debemos hablar de predicado nominal, y observar que no se trata de un sintagma verbal propiamente dicho.
Por ejemplo, en la oración La prensa publica la noticia en primera página por la mañana, el sintagma verbal es publica la noticia en primera página por la mañana; el núcleo es el verbo “publica”, y va modificado por sus complementos: el sintagma nominal con función de objeto directo “la noticia”, y los sintagmas preposicionales con función de complemento circunstancial de lugar y complemento circunstancial de tiempo, respectivamente, “en primera página” y “por la mañana”.
Sintagma adverbial
Sintagma cuyo núcleo es un adverbio. Pueden acompañarlo en relación sintagmática otro adverbio o un sintagma preposicional, con función de adyacentes.
Por ejemplo, en la oración La empresa está muy cerca de la quiebra, dentro del predicado se encuentra el sintagma adverbial muy cerca de la quiebra, en el que el núcleo es el adverbio “cerca” y los adyacentes, el adverbio “muy” y el sintagma preposicional “de la quiebra”.