El Conocimiento en Kant
Para Kant, al igual que para Hume, existen relaciones de ideas (juicios analíticos), que son necesarios y no aportan información, y juicios sintéticos, que no son necesarios pero sí aportan información. Ambos tipos de juicios se dividen en a priori (universales) y a posteriori (particulares). Kant, a diferencia de Hume, afirma que los juicios sintéticos a priori no se unen por la experiencia, sino por las condiciones del sujeto. Mientras que autores como Hume o Aristóteles sostenían que la realidad imponía condiciones al sujeto, Kant invierte esta relación.
Un objeto es conocido cuando se adapta a las condiciones del sujeto; de lo contrario, no es cognoscible. Kant distingue entre el objeto antes de ser conocido (noúmeno) y el objeto después de ser conocido, ya adaptado a las condiciones del sujeto (fenómeno). Los noúmenos se pueden pensar, pero no conocer; solo conocemos los fenómenos. Por lo tanto, los juicios sintéticos a priori no están unidos por la experiencia, sino por las condiciones del sujeto.
La Crítica de la Razón Pura
Kant realiza una crítica a la razón pura, entendida como aquella que carece de contenido empírico. Kant busca limitar el alcance de la razón pura sin el uso de la experiencia. La Crítica de la Razón Pura se divide en tres partes:
- Estética Trascendental: Se ocupa de la facultad de la sensibilidad. Se compone de intuiciones empíricas (provenientes de la experiencia) y puras (espacio y tiempo). El espacio y el tiempo son las condiciones para que se den las intuiciones empíricas y provienen del sujeto, no de la experiencia. Las operaciones en el espacio y el tiempo forman los juicios sintéticos a priori, que dan lugar a las matemáticas.
- Analítica Trascendental: Se ocupa de la facultad del entendimiento, que organiza lo conocido por la sensibilidad. El entendimiento se compone de juicios empíricos y puros. Al eliminar el contenido empírico de los juicios empíricos, queda la forma «algo es algo», que da lugar al juicio puro o categoría (existen doce). Conocer es la unión de intuiciones empíricas con conceptos. Kant afirma que «las intuiciones sin conceptos son ciegas y los conceptos sin intuiciones son vacíos». La categoría de la causalidad («si se da algo, entonces pasa algo») es fundamental, ya que el sujeto siempre exige que todo lo conocido provenga de una causa. Estos juicios son sintéticos a priori y dan lugar a la física.
- Dialéctica Trascendental: Se ocupa de la facultad de la razón, que impulsa a sintetizar y conectar todo. La idea de mundo surge de la síntesis de los fenómenos exteriores; la idea de alma, de los fenómenos interiores; y la idea de Dios, de la síntesis de ambas. Estas ideas son noúmenos, ya que no podemos tener intuiciones empíricas de ellas. Kant elimina la metafísica como ciencia, ya que pretende conocer ideas sin intuiciones empíricas. La razón, al trabajar sola, sin contenido empírico, puede razonar una cosa y su contraria. Aunque las ideas de alma, mundo y Dios no se pueden conocer, son inevitables y sirven como guías para la investigación (ideas reguladoras).
La Ética Kantiana
Kant también realiza una crítica a la razón práctica. La moral es movida por la razón, que es única para todos. La razón emite mandatos, que pueden ser subjetivos (máximas) u objetivos (imperativos). Las máximas no son de obligado cumplimiento para todos, por lo que no son universales. Los imperativos son mandatos al margen de la subjetividad del individuo. Existen dos tipos de imperativos:
- Hipotéticos: «Si… entonces…». Si se desea algo, se deben cumplir ciertas normas, pero existe la posibilidad de no desearlo y, por lo tanto, no cumplirlas.
- Categóricos: «Debes…» o «No debes…». Son incondicionados y la moral debe componerse de ellos.
La razón puede actuar de tres maneras:
- Conforme al deber: Se cumple el deber, pero con una intención de beneficio propio (incorrecto, sin contenido moral).
- Contraria al deber: No se cumple el deber (incorrecto).
- Por puro deber: Se actúa con una intención desinteresada (correcto).
Kant distingue entre moral (intención) y justicia (hechos). El uso teórico de la razón produce juicios; el uso práctico, órdenes. Las órdenes deben formularse como imperativos categóricos. Una formulación del imperativo categórico es: «Actúa de manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio».
Un humano es libre cuando se comporta según la razón, siguiendo el imperativo categórico. Será autónomo si obedece a la razón; de lo contrario, será heterónomo. Mientras que otras éticas (como la de Aristóteles o Santo Tomás) buscan la felicidad como fin supremo, para Kant el fin supremo es la justicia. Felicidad y justicia pueden coincidir, pero no siempre. Para que coincidan, se postula la existencia de otro mundo con un Dios que las garantice, dando lugar a tres postulados: vida eterna, existencia de Dios y libertad humana.
La Antropología de Marx
Marx divide su antropología en dos partes: la definición de la esencia del ser humano y la explicación de lo que el humano pierde debido al modo de producción capitalista.
Marx se diferencia de autores anteriores al afirmar que la esencia del ser humano no es la racionalidad, sino la capacidad de transformar la realidad de manera libre y creativa mediante el trabajo. Sin embargo, esta esencia se pierde bajo las condiciones del capitalismo, lo que lleva a la alienación.
La Alienación Económica
La alienación principal es la económica, donde se pierde:
- El producto del trabajo: Los trabajadores producen para algo de lo que no son dueños (los capitalistas).
- El proceso de trabajo: No se controlan las condiciones de trabajo, que son impuestas por los capitalistas.
- La fraternidad: La competencia laboral convierte a los compañeros en enemigos.
La alienación económica da lugar a otras alienaciones:
- Política: La política se inclina hacia los intereses de la clase dominante (capitalistas), haciendo que el proletariado pierda el Estado.
- Social: La competencia laboral genera conflictos sociales.
- Religiosa: Se crea un Dios con cualidades humanas perfeccionadas, despojando al ser humano de su valor.
La Política en Marx
Hegel plantea que la realidad es un absoluto que se desenvuelve en un proceso dialéctico: una tesis es opuesta por una antítesis, generando una contradicción que se supera con una síntesis, la cual se convierte en una nueva tesis, repitiendo el ciclo. La verdad no reside en un momento específico, sino en el conjunto del proceso. Para Hegel, la vida implica contradicciones inevitables.
Marx critica a Hegel porque, aunque utiliza el proceso dialéctico, lo aplica a ideas. Marx, en cambio, lo aplica a la materia. Para Marx, la historia está llena de sociedades con diferentes modos de producción. Cada modo de producción se compone de:
- Infraestructura: Conjunto de fuerzas de producción (elementos que intervienen en la sociedad) y relaciones de producción (puesto que ocupan los individuos en el modo de producción).
- Superestructura: Conjunto ideológico, simbólico y cultural producido por la sociedad. La superestructura está influenciada por la infraestructura.
Una sociedad estable tiene una buena infraestructura que da lugar a una buena superestructura. Sin embargo, cuando las fuerzas de producción fallan, las relaciones de producción entran en crisis, afectando a la superestructura y provocando un cambio en el modo de producción y, por tanto, en la sociedad.
La historia se mueve por la lucha entre explotadores y explotados. El motor de la historia es esta lucha de clases, que genera contradicciones y diferentes modos de producción:
- Comunismo primitivo
- Modo de producción asiático
- Modo de producción esclavista
- Feudalismo
- Capitalismo
Marx predice que el capitalismo, el modo de producción actual, entrará en crisis y dará lugar al comunismo, el modelo definitivo, donde se eliminarán explotadores y explotados, terminando con la lucha de clases.
La superestructura, dirigida por la clase dominante, se divide en:
- Parte político-jurídica
- Ideología: Visión distorsionada de la realidad que legitima los intereses de la clase dominante.
Dentro de la ideología se encuentra la religión. Para Marx, la religión es una forma de «adormecer a la sociedad», generando conformismo y sumisión.
Conocimiento y Realidad en Nietzsche
Para Nietzsche, la historia de la filosofía, que comienza con Sócrates y Platón, es el inicio de un gran error. En la Grecia presocrática, existían los principios de Apolo (belleza, autorregulación) y Dionisio (exceso, descontrol), ambos con igual importancia. Con Sócrates y Platón, se valora más la razón y la justicia, dando lugar al error filosófico.
Centrarse solo en lo apolíneo, dejando de lado lo dionisíaco, lleva a rechazar el mundo real y a buscar otro mejor, duplicando el mundo y generando un trasmundo (como el mundo de las ideas de Platón). Para Nietzsche, el gran error es despreciar el mundo real, dando mayor valor a los trasmundos y dejando de ser fiel al mundo real.
Nietzsche piensa que, tras crear un trasmundo, los conceptos (provenientes de metáforas) se convierten en ideas, dándoles un valor objetivo y universal. Pero esto es erróneo, ya que la verdadera realidad pertenece al mundo real, no al trasmundo. Por lo tanto, no existen las ideas ni la verdad absoluta. Solo conocemos perspectivas, todas diferentes y válidas.
La Ética de Nietzsche
Nietzsche critica el cristianismo, considerando su triunfo como un desprecio al mundo real. La moral cristiana es inviable. En la Grecia presocrática, existía la moral de señores, donde lo bueno era la fuerza, el orgullo, la ambición, el éxito y el vigor; y lo malo, lo débil, lo enfermizo, lo cobarde, lo mediocre y lo impotente.
El cristianismo da lugar a la moral de los débiles, que surge del resentimiento por no poder alcanzar la moral de señores. Se invierten los valores, creando un trasmundo donde se valora lo opuesto a la moral de señores.
Nietzsche critica el cristianismo y la democracia (derivada de él) por su igualitarismo, ya que cada persona es diferente.
Nietzsche afirma que en el Renacimiento, los seres humanos «mataron a Dios». La creencia en Dios es en vano. Los trasmundos pierden sentido y, al morir Dios, el valor del trasmundo desaparece, dando lugar al nihilismo.
El nihilismo tiene dos ramas:
- Nihilismo reactivo: Tras la muerte de Dios, no hay nada que hacer.
- Nihilismo afirmativo: (El que sigue Nietzsche) Tras la muerte de Dios, se puede volver a amar la vida, valorando el mundo real y eliminando los errores de los trasmundos.
Para crear la «nueva aurora» y amar la vida, se necesitan tres conceptos:
- Voluntad de poder: Ser dueños de nuestra vida, intensificándola. Crear normas, no solo obedecerlas.
- Eterno retorno: Aceptar y desear eternamente lo bueno y lo malo del mundo real. Nietzsche rompe con el modelo lineal de la historia (cristianismo) y crea un modelo circular, donde los acontecimientos se repiten eternamente.
- Superhombre: Persona sobrehumana, aún no existente, capaz de soportar eternamente lo bueno y lo malo para amar la vida.
Para que surja el superhombre, el espíritu debe pasar por tres fases:
- Camello: («Debes…») Espera y obedece las normas.
- León: («Quiero…») Cuestiona normas, creencias y verdades absolutas (el que «mató a Dios»).
- Niño: Inocente, juega, crea y ajusta las normas a su voluntad, dando sentido a su vida. El superhombre debe llegar al espíritu del niño.
Dios en Nietzsche
Nietzsche creía que el dominio de la moral cristiana estaba por terminar. Muchos pensadores se habían dado cuenta de que la escala de valores aceptada durante tanto tiempo era producto de la envidia y el resentimiento. Cada vez más personas comprendían la mentira del cristianismo y deseaban liberarse para desarrollar una nueva forma de vida más libre y plena.
Nietzsche expresó esta certeza con la frase: «Dios ha muerto porque los seres humanos lo hemos matado». Para una cultura como la europea, fundamentada en la religión cristiana, la muerte de Dios tiene importantes consecuencias. Cuando un creyente descubre que Dios ha muerto, se siente perdido y desorientado. Las convicciones profundas se sustentan en algo que no existe, cayendo en el nihilismo, una etapa de pérdida y confusión donde la vida parece perder sentido.
El nihilismo también puede interpretarse como algo positivo, una fase necesaria para desprenderse de las antiguas mentiras y emprender un nuevo rumbo vital.