Arrojado: Significa que nuestro yo viviente no ha elegido sus circunstancias ni su mundo, ni el momento de nacer. De forma repentina y fatal, sin que medie nuestra decisión, nos encontramos en el mundo.
Conocimiento: Cualquier conocimiento es una elaboración de la continua revelación en que consiste primariamente el vivir, un desarrollo del primer atributo fundamental de la vida. La teoría del conocimiento de Ortega es el perspectivismo, según el cual todo conocimiento, incluido el de las ciencias matemático-experimentales, es una perspectiva histórica sobre el universo. No hay un conocimiento absoluto. En Occidente, la filosofía da la perspectiva radical e integradora sobre el universo que orienta el vivir humano.
Decidir: Es el tercer atributo fundamental de la vida. Vivir es proyectarse hacia el futuro, eligiendo cada vez lo que vamos a hacer a continuación entre lo que nos ofrecen las circunstancias. Hay veces que la vida está obligada a decidirse a sí misma.
Encontrarse: Es la relación básica del yo viviente con el mundo. No es la posición de un cuerpo en el espacio, sino la relación del yo viviente con las cosas y las personas que forman parte del mundo de la vida. La base del encontrarse es la sensibilidad humana, por eso nuestras emociones y afectos nos indican cómo nos encontramos en el mundo.
Evidencial: El primer atributo fundamental de la vida es su manifestación inmediata al yo viviente, que la vive dándose cuenta de todo lo que hace. La vida es aspecto y visión, se manifiesta interiormente a sí misma y no puede ser percibida desde fuera. La metáfora del ojo de Horus sugiere este ser evidencial de la vida. Por ello, el ojo tiene que trasladarse a ella y hacer de la realidad misma, su punto de vista. El dios egipcio de la luz es Horus, al que representaban con la cabeza de un halcón y cuyos ojos son el sol y la luna.
Existencia: Heidegger expuso la constitución fundamental de la existencia desarrollando la estructura “ser-en-el-mundo”. Ortega se sirvió de esta concepción para exponer su intuición de la vida como realidad radical.
Fatalidad: Se refiere al segundo atributo fundamental de la vida y sugiere la condición mundana y circunstancial del yo viviente. No implica una filosofía determinista de la historia, como si la vida humana estuviera predeterminada desde su principio, menos aún de una concepción fatalista del vivir humano.
Futurición: La vida está lanzada inexorablemente en cada instante hacia el futuro, pues tiene que decidir de continuo lo que va a hacer eligiendo entre las posibilidades disponibles. El futuro es el modo primario del tiempo histórico, porque la vida consiste fundamentalmente en decidirse.
Libertad: Consiste en decidir lo que se va a hacer en cada momento, eligiendo entre las posibilidades de nuestras circunstancias. Se identifica con el 3º atributo fundamental de la vida, pero lejos de ser separable del segundo, forma junto con este el ser propio de la vida: “libertad en la fatalidad y fatalidad en la libertad”.
Mundo y circunstancia: No es el Cosmos o mundo físico de los griegos, ni el universo material de las ciencias modernas. Se refiere más bien al mundo de nuestro vivir cotidiano, el mundo social e histórico. El mundo es común pero el yo viviente está inmerso en él dentro de sus propias circunstancias. Por eso la vida es circunstancial. La metáfora que sugiere este ser mundano del yo viviente, el segundo atributo de la vida, son los Dióscuros, Cástor y Pólux, que nacen y mueren juntos. La usó también para simbolizar la relación entre el yo y el objeto, en contraposición a la metáfora realista de la tablilla de cera y a la idealista del recipiente con su contenido.
Preocupación o cura: Vivir es decidir lo que vamos a hacer en el mundo, donde ya nos encontramos en cada momento ocupados con los asuntos cotidianos, teniendo presente por adelantado que con esas decisiones proyectamos nuestro ser.
Revelación: Esta metáfora sugiere que el ser evidencial de la vida tiene sus propios principios de orientación, sin acudir a principios transcendentales de procedencia religiosa.
Tiempo: No es la sucesión de instantes o duración que miden los relojes. No se refiere al tiempo físico, ni al biológico, sino al histórico que transcurre sobre aquel. Este tiempo modal es la articulación fundamental del vivir. Porque vivir es en el fondo decidir, el futuro es el modo primario del tiempo. Por eso no se puede repetir el pasado y cada generación enfrenta el reto de superarlo, proyectando su propio ser futuro.
Universo: La totalidad de lo que hay. En un comienzo la filosofía enfrenta este objeto absolutamente problemático, porque no se sabe qué es lo que hay, si uno o múltiple, si se puede conocer o es caótico.
Yo: Es el yo que vive sus circunstancias en el mundo, del que es inseparable. No es el sujeto pensante de Descartes, ni la apercepción transcendental de Kant, sino un yo viviente, mundano e histórico, a quien se le revela su vida, arrojada en las circunstancias del mundo y proyectándose de continuo con su acción hacia el futuro.