Consolidación y Desarrollismo en el Régimen Franquista: Economía, Sociedad y Transformaciones


Consolidación y Desarrollismo en el Régimen Franquista

La Consolidación del Régimen

Las bases del crecimiento económico se sustentaron en la ayuda proporcionada por el Gobierno estadounidense en virtud de los acuerdos firmados en 1953. EEUU no sólo proporcionó los bienes de equipo necesarios para el despegue industrial, sino que dio lugar a un proceso de liberalización económica. Dichos acuerdos, junto con la progresiva aceptación de la dictadura en el ámbito internacional, fueron dos elementos fundamentales para la recuperación económica del país. Esta recuperación económica y la estabilidad interior parecieron consolidar la dictadura, pero las rivalidades dentro de las familias políticas del régimen y la creciente oposición, propiciaron el inicio del fin.

Ante la opinión pública, el sistema franquista intentó presentarse como un sistema político autoritario, pero no dictatorial, para lo que llevó a cabo un progresivo aperturismo político.

En el año 1965, se constituyó el séptimo Gobierno de la dictadura, en el que se incluían: el Ejército, que mantuvo su presencia; el Opus Dei, que ocupó varias carteras ministeriales; la Iglesia; el tradicionalismo y la Falange, cuya influencia fue decreciente.

El relativo aperturismo fue un preámbulo de un incremento de la represión. Muestra de ello fue la aprobación de leyes contra el terrorismo, el bandidaje… o la creación del Tribunal del Orden Público (1963), encargado de la persecución y represión de cualquier oposición estudiantil.

El Desarrollismo: Crecimiento Económico y Transformaciones Sociales

El resultado inmediato de los acuerdos firmados con EEUU fue un súbito crecimiento de la economía, lo que supuso un crecimiento incontrolado de la inflación y un desequilibrio en la balanza de pagos, de ahí que en 1959 se aprobara el Plan Nacional de Estabilización. Su objetivo era iniciar una política de saneamiento en base a políticas tecnócratas (cargos públicos desempeñados sólo por expertos).

Entre 1964 y 1975, se pusieron en marcha tres planes de desarrollo orientados al crecimiento de las ciudades, la actividad industrial pesada y de bienes de equipo así como la aparición de nuevas áreas industriales (Madrid). Dichos planes de desarrollo reposaron especialmente en la demanda interna así como un cierto volumen de exportaciones. Entre 1960 y 1975, la economía creció gracias a tres factores: la emigración, el turismo, que se convierte en uno de los motores de la economía española (el clima y los bajos precios hicieron de España un lugar de descanso); y la inversión extranjera (recuperación económica, impulso inversor estadounidense…).

Surgió una sociedad de clases medias que comenzó a disfrutar del consumo. Sin embargo, se dio una escasa redistribución de la riqueza, por lo que no mejoraron las condiciones de vida. El franquismo recurrió a las fuerzas sociales y políticas que lo apoyaban (jefes de barrio, Guardia Civil, la Iglesia…) para consolidar un control de la sociedad.

La represión del franquismo condicionó la vida cotidiana durante los años cuarenta. La política represiva estableció una marcada diferencia entre dos tipos de ciudadanos: los vencedores, que contaban con la seguridad de pertenecer al bando triunfador y los vencidos, atenazados por el pánico debido a su ideología. Las denuncias interesadas, crearon un ambiente de temor que implantó la autocensura entre una población temerosa de sus vecinos y semejantes.

La sociedad española tuvo además que adaptarse al ideario del franquismo: se abandonó el laicismo traído por la República, la nueva moral estuvo definida por los valores más radicales del catolicismo; medidas aprobadas por la República como el matrimonio civil o el divorcio fueron suspendidas.

En cuanto al papel de la mujer, se defendió el de una mujer subordinada al padre y al marido (dependía totalmente del hombre), esposa, madre, ama de casa; transformaciones en los usos y costumbres especialmente afectando a las nuevas generaciones…. No obstante, el contacto con el exterior, con las democracias europeas, fue sembrando las semillas de la libertad y del consumo entre los más jóvenes.

A partir de los años sesenta se vive en España un boom de la natalidad, lo que provocó el rejuvenecimiento de la población, al mismo tiempo que se transforma en un país urbano y no de carácter rural. Todos esos cambios acrecentaron las diferencias entre un interior subdesarrollado y una zona costera (además de Madrid) receptora de los beneficios económicos y los flujos migratorios. Como consecuencia de ello, surgieron nuevos suburbios en las periferias de las grandes ciudades industriales, con sus secuelas de infravivienda, chabolismo y ausencia de toda clase de servicios.

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