TEMA 13º.- EL REGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1875-1.902)
1º El sistema canovista. La Constitución de 1876 y el turno de partidos
Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) ideó el sistema político de la Restauración basado en la alternancia de dos partidos moderado y progresista, que evitase con los enfrentamientos de la época pasada y terminase con la intervención del ejército en política mediante golpes de Estado.
Constitución de 1876
En julio las Cortes aprobaron la Constitución 1876, que ha sido hasta el momento la constitución española que ha estado más tiempo en vigor.
La soberanía estaba compartida entre el rey y las Cortes, pero dando preeminencia al monarca.
El rey designaba al jefe del ejecutivo, convocaba y disolvía las Cortes, tendía derecho de veto suspensivo y los artículos referidos a sus poderes no pueden ser debatidos por las Cortes.
Las Cortes eran bicamerales.
El sistema electoral (sufragio censitario) era regulado por una ley ordinaria. El Congreso estaba integrado por los representantes elegidos a razón de uno por cada 50000 habitantes y por distritos unipersonales y reducidos. El Senado estaba compuesto por senadores vitalicios de derecho propio, por senadores de designación real, y por senadores elegidos por las corporaciones y los mayores contribuyentes.
La declaración de derechos seguía externamente la forma de la declaración de los derechos de la constitución de 1869 pero recortando algunos y regulando otros por leyes ordinarias.
Se declaraba al catolicismo religión oficial.
El sistema canovista: bipartidismo, turnismo y el caciquismo
Para evitar los vacíos de poder se estableció un sistema bipartidista siguiendo el modelo inglés. El rey entregaba alternativamente (turnismo)
el nombramiento de presidente de gobierno a los líderes de cada uno de los dos grandes partidos.
El partido Liberal Conservador liderado por Cánovas aglutinaba a miembros del antiguo Partido Moderado y de la Unión Liberal que representaba a los latifundistas agrarios de Castilla y Andalucía.
El partido Liberal
Fusionista, liderado por Práxedes Mateo Sagasta aglutinaba a antiguos progresistas, demócratas, radicales y republicanos moderados que representaba a las profesiones liberales, comerciantes, banqueros, militares, funcionarios.
Ambos no eran verdaderos partidos políticos con un programa de actuación definido, sino una asamblea de notables y camarillas provinciales, con una estructura muy débil y que únicamente actuaban para controlar las elecciones.
El mecanismo electoral estaba dominado por el “caciquismo” y suponía la falsificación metódica de la voluntad popular y la manipulación de las elecciones; el gobierno no dependía de las Cortes, sino al revés. Cada partido contaba en los distritos electorales con una red de notables provinciales y locales (caciques) que de acuerdo con el gobernador civil nombrado por el nuevo presidente de gobierno (y con el consentimiento del partido que pasaba a la oposición), hacían las listas de los candidatos gubernamentales y aseguraban su victoria electoral.
¿Cómo se podían dominar las elecciones? Porque los distritos electorales eran de pequeño tamaño (una comarca o un barrio de una ciudad). Además eran más numerosos los distritos electorales en las zonas rurales que en las urbanas.
Existían diferentes mecanismos y numerosas prácticas fraudulentas que aseguraban la victoria del candidato pactado entre el partido gubernamental y el de la oposición oficial. La más sencilla y legal era el “encasillado” (si en un distrito electoral sólo se presentaba un candidato, quedaba electo automáticamente).
Pero si se presentaba algún candidato no pactado, se recurría a las trabas burocráticas, a la manipulación del censo electoral para que no figurasen los opositores al sistema o incluso el “pucherazo” (abrir las urnas electorales y cambiar las papeletas).
2º La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo
El sistema de la Restauración, el turnismo y el caciquismo, dejaban al margen del poder a los partidos minoritarios. La crisis de 1898 fue el momento en el que se produjo el despegue de los partidos nacionalistas, republicanos y obreros.
La política centralista creada por Cánovas originó el nacimiento de partidos políticos nacionalistas y regionalistas que acusaban a la burguesía centralista que había dirigido el país de ineficaz, y reclamanban diferentes grados de autonomía e incluso independencia para sus territorios. Los más importantes fueron los partidos nacionalistas catalanes y vascos (en Galicia no hubo desarrollo económico que propiciara las diferencias).
El nacionalismo catalán, representado desde 1901 por la Lliga Regionalista de Prat de la Riba, era un grupo político de centro-derecha y católico que defendía los intereses de la burguesía textil catalana para compartir el poder central con la burguesía terrateniente y financiera de Madrid.
En el caso del País Vasco, aunque habían perdido también los fueros, el desarrollo de la siderurgia vasca produjo una fuerte inmigración, sobre todo a la ría de Bilbao, y profundas transformaciones de la sociedad rural tradicional. De esta forma, el nacionalismo vasco de Sabino Arana con el P.N.V.
Trató de defender la tradición, el catolicismo, la lengua y el mundo rural frente a los intrusos venidos de fuera.