Pregunta comparacion
Centrándonos por tanto en las diferencias respecto al racionalismo cartesiano, cabe comenzar destacando la negación de las ideas innatas que aparece en Hume y contrasta claramente con la defensa cartesiana de las mismas. Esta diferencia es crucial para entender el carácter de ambas filosofías. No nos olvidemos de que el hecho de considerar innata la idea de perfección es lo que permite a Descartes demostrar la existencia de Dios, que es lo que permite al autor francés volver a enlazar con el mundo. Los racionalistas tienden a aceptar la existencia de las ideas innatas, que tienden a jugar un papel esencial en sus filosofías. Esto choca frontalmente con el empirismo, dispuesto a aceptar exclusivamente aquello que podemos conocer a través de la experiencia.
En segundo lugar, también es distinta la fuente del conocimiento válido en ambas filosofías. Mientras que para Hume y todo el empirismo son los sentidos los que nos dan este conocimiento, desde la tradición racionalista será la razón la facultad preferida, hasta el punto de que los sentidos suelen ser despreciados, y hemos de desconfiar de los datos que nos proporcionan. No es de extrañar, por ello, que para los racionalistas sea la matemática la ciencia más importante, mientras que los empiristas suelen dirigir sus preferencias hacia la física, donde la experimentación y el conocimiento sensible tienen más que decir.
Una tercera diferencia entre ambos autores, podemos encontrarla en la concepción de la sustancia. Mientras que, como hemos visto en el texto comentado, Hume no acepta la existencia de sustancias, ésta es una de las ideas más importantes en Descartes, que distingue además, sustancia finita e infinita, y dentro de las finitas diferencia a su vez la extensa (material) y la pensante (alma o yo). Para Descartes es sustancia todo aquello que no necesita de otro para existir. Como vemos da una definición prácticamente axiomática, puramente racional. Este tipo de concepción carece de sentido para Hume, por ser precisamente una creación de la razón, y no tener ningún tipo de anclaje en la realidad empírica. Paralelamente, Hume negará la existencia del “yo” y de “Dios”, conceptos indispensables para comprender la filosofía racionalista de Descartes.
II.1. Contexto histórico
La vida de Hume se desarrolla en pleno s. XVIII (1711-76), el llamado «siglo de las luces» o de «la Ilustración». Inglaterra en esta época vive una situación sociopolítica peculiar, que difiere del resto de Europa. En efecto, si en el continente prevalece el absolutismo, en Inglaterra unas décadas antes había tenido lugar la revolución burguesa, cuyo objetivo era obtener derechos individuales, intervención del pueblo en la legislación, abolición de los monopolios del Estado, etc. En el año 1688 aconteció la Gloriosa Revolución. En adelante la monarquía será parlamentaria y constitucional -¡¡los únicos en la época!!-, consagrándose la supremacía del Parlamento, y proclamándose en 1689 la «Declaración de Derechos».
El triunfo de la revolución supuso el triunfo de las libertades políticas, religiosas y económicas. La clase más beneficiada fue la burguesía (comercial, terrateniente e industrial), a la que pertenecía Hume, así como la Iglesia anglicana. El puritanismo (vuelta a la iglesia «pura» y antijerárquica primitiva), que había protagonizado la revolución de 1642 fue relegado y muchos puritanos se vieron obligados a emigrar a América. Tampoco fueron satisfechas las reivindicaciones de los grupos revolucionarios más extremistas. Inglaterra se convirtió, además, en la primera potencia comercial y capitalista; y su sistema político parlamentario -basado ya en la doctrina del «contrato social» y no en la monarquía de derecho divino- era el modelo a imitar. Por otra parte, los teóricos del liberalismo (Locke) y los científicos ingleses (Newton) fueron los inspiradores de la Ilustración europea.
II.2. Contexto ideológico-filosófico.
Esta situación de cambios acelerados -paso de sociedad agrícola a industrial y de absolutismo político a parlamentarismo- se refleja en el mundo del pensamiento. Dos son los aspectos en que se hace necesario buscar nuevos fundamentos teóricos para la cultura que comienza, como se puede ver en la obra de Hume. Por una parte, la manera de concebir el conocimiento, profundamente cuestionado por la irrupción de la ciencia y tecnología modernas: la experimentación ha desplazado a las teorías puramente racionales del pasado. Por otra parte, esta crisis hace necesario también un replanteamiento de las relaciones sociales, que despiertan el interés por la filosofìa moral. La tradición escolástica y racionalista parece estar superada. Hume busca los fundamentos de la moral en lo que él llama un «sentimiento moral» dirigido a procurar la felicidad del género humano.
Suele caracterizarse al empirismo inglés contraponiéndolo al racionalismo continental (Descartes, Leibniz, Spinoza). Ambos coinciden en señalar que el objeto del conocimiento son las ideas; pero mientras los racionalistas sostienen el origen innato de parte de éstas, los empiristas consideran que todas las ideas provienen de la experiencia. La experiencia es para estos últimos la fuente, el criterio de validez y el límite mismo del conocimiento. El llamado empirismo inglés desarrolla desde John Locke (1632-1704) una fuerte polémica contra aspectos centrales del racionalismo y, en general, una crítica de la metafísica. Sin embargo, sería equivocado contraponer empirismo a racionalismo, como si el primero fuera meramente una filosofía contraria a la razón. No niega la razón, sino que considera que su ámbito de aplicación se reduce a plantearse la verdad o falsedad de los juicios, los cuales han de referirse, en última instancia, a la experiencia.
Además, el empirismo critica la metafísica como construcción especulativa desgajada de la observación y muestra interés por problemas del mundo humano (ética, política, religión), que intenta clarificar mediante el análisis crítico. Pretende con ello sustituir el apriorismo racionalista y las actitudes fanáticas y entusiastas (basadas en la presunta asistencia del espíritu divino) por un tratamiento empírico-histórico de los problemas.
Por otro lado, si los racionalistas consideran la matemática como modelo de saber y adoptan, como ideal de método, el método deductivo, propio de ésta; los empiristas se orientan en el sentido de la ciencia física (Boyle, Newton) y adoptan como ideal de método, el método inductivo. La deducción queda confinada al ámbito del saber matemático; el conocimiento factual consiste, en cambio, en generalizaciones a partir de la experiencia. Si para los racionalistas, por tanto, la filosofía ha de adecuarse al modelo matemático, para los empiristas ha de seguir el de las ciencias naturales.
De otra parte, no podemos olvidar que Hume es el filósofo más importante de la Ilustración inglesa. En él, como corresponde a este movimiento cultural, encontramos una visión naturalista, puramente mundana, del hombre, producto de un proceso de secularización, por el que el mundo no es ya concebido como algo misterioso y divino, sino que el ser humano ha adquirido la capacidad de comprenderlo y transformarlo. (Es conveniente completar estas consideraciones con la pregunta del tema siguiente: Características generales de la Ilustración).