No puedo negar que las reflexiones realizadas por Ortega acerca de la realidad, las ideas y las creencias, etc., no dejan indiferente a una mente atenta. Si uno se pone a pensar sobre la profundidad de su análisis y cómo puede afectar a quien medita sobre ello, en mi opinión nos ofrece una mirada que puede ser útil en nuestra propia existencia. Tal vez estas enseñanzas estén a medio camino entre la filosofía y la psicología. Haciendo un pequeño esfuerzo intelectual podemos ir desvelando las cosas que damos por hecho (nuestras creencias) y encontrar entre ellas algunas que debemos analizar y corregir por ser falsas, no adaptativas o incluso perniciosas para nuestra existencia; o podemos hacernos más conscientes de que muchos de los comportamientos que observamos a nuestro alrededor son fruto de unas creencias que no conocemos y que debemos desarrollar la empatía para ampliar nuestra visión de la realidad. En fin, podríamos encontrar una función terapéutica de la filosofía en el pensamiento de Ortega.
El problema respecto a la verdad, la realidad y la capacidad humana para conocerla ha sido una constante a lo largo de la historia de la filosofía: Las posturas de los sofistas escépticos y relativistas que ponen en duda la existencia de la verdad o de su conocimiento, Sócrates que pretendía encontrarla en el interior del alma humana, Platón que inventa un mundo en el que ubica la auténtica realidad, o las dispares respuestas que han dado las diferentes corrientes que se han ido desarrollando. Pero, ¿realmente es tan relevante el hecho de si la verdad o la realidad existen y cuál es la manera de descubrirlas?. Lo cierto es que, al margen de todas estas teorías y reflexiones que nos han dejado los grandes pensadores a lo largo de la historia, el común de los mortales vivimos una realidad ineludible y creemos que, al menos en aquellos aspectos más prácticos para nuestra propia vivencia, la conocemos. Primum vivere deinde philosophari
Las creencias, aunque no seamos conscientes de ellas, son donde se ubica nuestra vida,nuestra realidad, y todas nuestras acciones, entre las que se incluye el pensamiento,dependen de ellas; según Ortega, “contamos con ellas”. Al contrario, las ideas no son nuestra realidad, son sólo pensamientos, secundarios a nuestra auténtica vida.
1.2 Términos
Creencias
: Podríamos decir que una creencia es el resultado de un proceso intelectual que otorga a quien la posee el convencimiento de que se encuentra ante algo indudable aunque no exista evidencia de ello. Ortega considera que no sólo encontramos creencias en la religión, también las hay científicas, filosóficas o relativas a la vida cotidiana. Normalmente no solemos ser conscientes de ellas, las damos por hecho, contamos con ellas y por ello conforman nuestra realidad. Las creencias son ideas que somos, “estamos” en las creencias y forman el continente de nuestra vida. Las creencias no llegan a nosotros por medio de la reflexión intelectual sino que unas solemos heredarlas de nuestro entorno y otras van surgiendo en función de las circunstancias.Ideas
: Una idea es un acto del pensamiento. Ortega utiliza el término idea para referirse a lo que denomina “ideas-ocurrencias”, distinguiéndolas así de las “ideas-creencias” Las ideas no conforman nuestra realidad, somos conscientes de ellas e incluyen desde los pensamientos más vulgares hasta las verdades más rigurosas de la ciencia. Las ideas son contenidos de nuestra vida y existen sólo en cuanto son pensadas. Producimos nuestras ideas, las discutimos, las combatimos o las defendemos, son obra nuestra y suponen ya nuestra vida.1.3 Desarrolla una breve disertación a partir de la tesis principal del texto
La tesis principal del texto es la concepción de la realidad como asentada sobre un conjunto de creencias del cual no solemos ser conscientes, conformando las ideas una realidad secundaria a la auténtica. Ortega, en su última etapa, la raciovitalista, desarrolla una concepción de la realidad fundamentada en un conjunto de creencias de las cuales no solemos ser conscientes que suponen el lecho sobre el que se asienta nuestra vida. Estas creencias, heredadas o sobrevenidas por la experiencia, son nuestras convicciones más profundas y contamos con ellas tanto cuando pensamos como cuando actuamos. La idea, sin embargo, no da cuenta de la realidad puesto que la verdad de nuestras ideas proviene nuestra idea de la realidad y no de la realidad, fundamentada en nuestras creencias.