Analiza las rebeliones de Cataluña y Portugal de 1640. Pg 74. (“La crisis de 1640”)
La década de 1640 fue un periodo de crisis general para la monarquía hispánica; a la participación en la guerra de los Treinta Años y a la guerra contra las Provincias Unidas, se debe sumar en la propia península los conflictos en Cataluña, Portugal, Andalucía y Naṕoles. Referiremos los dos primeros, por ser los más relevantes.
En Cataluña, los sucesivos intentos de la Corona por lograr la aprobación de las Cortes del proyecto de la Uníón de Armas fracasaron. El problema fiscal fue transformándose en una cuestión política que se agravó aún más por la guerra con Francia (1635), ya que Cataluña se convirtió en frente de batalla. Olivares exigíó al reino pagar la manutención de las tropas que luchaban en la frontera contra los franceses.
En Junio de 1640 se produjo una sangrienta revuelta, el llamado Corpus de Sangre, en la que fue asesinado el virrey. Los sublevados buscaban el apoyo de Francia, que envió tropas al territorio catalán. La prolongación del conflicto y los perjuicios de la presencia francesa favorecieron la rendición de Barcelona en 1652 y la aceptación de la soberanía de Felipe IV.
Paralelamente, en 1640 se produjo otra rebelión en Portugal en contra del proyecto de Uníón de Armas. En ese reino se añadían también las dificultades de Felipe IV para proteger el Imperio luso de ultramar (Brasil) de los ataques holandeses. La nobleza y la alta burguésía promovieron la rebelión dirigida por el duque de Braganza, quien se proclamó rey de Portugal. Los intentos de Felipe IV por recuperar Portugal fracasaron y la independencia de Portugal se consolidó.
Explica los principales factores de la crisis demográfica y económica del Siglo XVII y sus consecuencias. Pgs 79 y 80. (“Economía y Sociedad”).
Crisis demográfica
Desde finales del siglo XVI y durante el Siglo XVII tuvo lugar una acusada crisis demográfica: la población peninsular se estancó e incluso decrecíó. Fueron varias las causas que motivaron este periodo crítico:
– Las epidemias que afectaron a toda la península en diversas oleadas.
– La reiteración de las malas cosechas provocaba, frecuentemente, crisis de subsistencia.
– La expulsión de los moriscos en 1609 – 1614 hizo disminuir la población de algunos reinos hispanos: Valencia, Murcia y Aragón.
Todo ello tuvo como consecuencia que la población española se redujera, pasando a lo largo del Siglo XVII de los ocho millones de habitantes a los siete.
Crisis económica
El Siglo XVII se caracterizó por una grave crisis económica que afectó a toda Europa, pero en España alcanzó tintes especialmente graves por su coincidencia con la crisis política y fiscal de la monarquía.
Las manifestaciones más destacables de esta recesión fueron varias:
– La crisis de las actividades textiles, sobre todo en Castilla; debido al aumento de impuestos y a la competencia extranjera.
– La disminución de la llegada de metales preciosos de América.
– La crisis de la Hacienda Real, por el incesante aumento de los gastos en guerras, para que el rey Felipe IV mantuviese su patrimonio familiar.
La consecuencia fue el empobrecimiento del pueblo llano y el aumento de los marginados sociales, debido a esa pauperización de la economía.
Explica las causas de la Guerra de la Sucesión Española y la composición de los bandos en el conflicto
La muerte sin descendencia del rey de las Españas, Carlos II de Austria, desencadenó un gran conflicto nacional (e internacional) en torno a las dos candidaturas, la del archiduque Carlos de Austria y la de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Borbón.
De acuerdo con el testamento de Carlos II, Felipe fue proclamado rey de las Españas. Pero la casa de Austria no lo aceptó y amplias capas sociales de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca) se rebelaron.
Comenzaba así la Guerra de Sucesión Española (1702 – 1715). El asunto que se dirimía en este conflicto no era, en realidad, sólo un cambio de dinastía sino un modelo de estado y de administración para los reinos peninsulares. Se enfrentaban dos modelos: el de los Austria, tradicionalmente pactista, que respetaba las instituciones forales de los reinos y su diversa legislación y fiscalidad; y el de los Borbones, que importaba el modelo francés absolutista, unificador y centralizador.
Con matices, se puede afirmar que Castilla apoyó al rey francés, Felipe de Borbón, frente al apoyo de la Corona de Aragón al bando de los Austrias. El resultado, por la paz de Utrecht (1713) fue la instauración de la dinastía borbónica en la persona de Felipe V.