Crisis del Antiguo Régimen y Guerra de la Independencia en España (1808-1814)


La Crisis del Antiguo Régimen y la Guerra de la Independencia en España

Contexto Histórico

Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, España se vio inmersa en una profunda crisis que marcó un punto de inflexión en su historia. Este período convulso estuvo marcado por la crisis del Antiguo Régimen, la influencia de la Revolución Francesa, la guerra de la Independencia y la emancipación de las colonias americanas. El ascenso de Napoleón Bonaparte al poder en Francia tuvo un impacto decisivo en la monarquía española, forzando la abdicación de Carlos IV y de su hijo Fernando VII, y colocando en el trono español a su hermano José.

El Reinado de Carlos IV y la Influencia Francesa

El reinado de Carlos IV coincidió con el estallido de la Revolución Francesa, lo que llevó a la monarquía española a un ciclo de guerras contra Francia y Gran Bretaña. La respuesta inicial de la monarquía fue el cierre de fronteras a la propaganda revolucionaria y el aumento de la censura. La ejecución de Luis XVI en Francia provocó la guerra entre los Borbones españoles y la República Francesa. España se alió con Gran Bretaña y Portugal en la Guerra Gran, lo que a su vez provocó la formación de Juntas de defensa militar en España. El estancamiento militar y el triunfo de los termidorianos en Francia llevaron a la firma de la Paz de Basilea. Este tratado otorgó a Francia un trato preferente en el comercio colonial, convirtiendo a España en un Estado subordinado a los intereses franceses. El Tratado de San Ildefonso de 1796 restableció la alianza hispano-francesa, lo que condujo a un conflicto naval con Gran Bretaña. Además de las pérdidas demográficas, la guerra provocó el endeudamiento de la Hacienda real, la crisis del comercio colonial y la paralización de las reformas políticas.

Crisis Económica y Social

La economía española sufrió un grave revés debido a la caída de los rendimientos agrícolas y al estancamiento demográfico. La pérdida de cosechas provocó hambrunas y epidemias, como la fiebre amarilla. La pervivencia del Antiguo Régimen limitaba las medidas para solucionar estos problemas. La superación de la crisis dependía de la introducción de nuevos métodos de producción, que requerían inversiones de capital. La estructura social del Antiguo Régimen dificultaba la implementación de estas soluciones. La Hacienda real se declaró en bancarrota. Los ministros de Carlos IV intentaron aumentar los ingresos, pero sus esfuerzos fracasaron. La Corona recurrió a medidas fiscales, como el aumento de la presión fiscal, pero la población no podía soportar más impuestos. Las únicas alternativas para aumentar los ingresos eran extender la fiscalidad a los privilegiados y promover la venta de propiedades amortizadas, medidas que amenazaban los fundamentos del Antiguo Régimen.

El Bloqueo Británico y la Crisis Colonial

Las guerras napoleónicas tuvieron un impacto devastador en el comercio con América. La armada británica derrotó a la española en la batalla de Trafalgar, lo que permitió a los británicos controlar e interrumpir el comercio entre España y sus colonias. España perdió el monopolio comercial con América, lo que contribuyó a estimular las ideas de emancipación en las colonias. Las dificultades económicas y políticas llevaron a una profunda crítica del gobierno de Godoy y del propio rey.

La Oposición a Godoy y la Crisis de la Monarquía

Sectores privilegiados se opusieron a la política de Godoy, en particular a su intento de fortalecer el poder real y a las nuevas medidas fiscales. Escritores y políticos difundieron ideas cercanas a la ideología de la Revolución Francesa. Surgieron movimientos de oposición al absolutismo, que se manifestaron en motines de subsistencia y protestas contra los derechos señoriales. La monarquía perdió credibilidad y sufrió una crisis de legitimidad. En este contexto, la solución a los problemas parecía ser la destitución de Godoy, la abdicación de Carlos IV y la entronización de Fernando VII. Una conspiración inicial fracasó, pero en 1808 triunfó el Motín de Aranjuez. Godoy fue encarcelado y Carlos IV se vio obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando. Previamente, España había firmado el Tratado de Fontainebleau (1807), que repartía Portugal y autorizaba la entrada de tropas francesas en España.

Las Abdicaciones de Bayona y el Reinado de José I

En las Abdicaciones de Bayona, Carlos IV y Fernando VII compitieron por el favor de Napoleón. Sin embargo, Napoleón obligó a ambos a renunciar al trono español, cediendo sus derechos a él. Napoleón proclamó a su hermano José I como rey de España y de las Américas. Ante la invasión francesa y las abdicaciones de Bayona, los españoles adoptaron diferentes posturas. Algunos lucharon contra el ejército napoleónico, otros se mantuvieron indecisos y juraron fidelidad a José Bonaparte para conservar su posición, y un tercer grupo, los afrancesados, apoyó abiertamente a José I. Los afrancesados justificaron su apoyo a los franceses argumentando la inutilidad de la resistencia armada, la necesidad de mantener la integridad del territorio español y la posibilidad de implementar reformas evitando una revolución. Sin embargo, la mayoría del pueblo español los consideró traidores. El Estatuto de Bayona, promulgado por José I, reconocía ciertos derechos individuales, establecía el catolicismo como única religión permitida, mantenía los privilegios estamentales y reservaba al rey amplios poderes legislativos.

La Guerra de la Independencia

La Guerra de la Independencia (1808-1814) fue un conflicto bélico y político que enfrentó a España contra la Francia de Napoleón Bonaparte. La guerra se desencadenó tras la invasión francesa y las abdicaciones de Bayona, que llevaron a la instauración de José Bonaparte como rey de España. La guerra tuvo un doble carácter: un conflicto civil interno entre afrancesados y patriotas, y un conflicto internacional entre Francia y Gran Bretaña, que apoyó a España. La guerra se desarrolló en tres fases: La primera fase (mayo-diciembre de 1808) se caracterizó por la resistencia española. Las tropas francesas, lideradas por Murat, no lograron ocupar completamente el país. El ejército español obtuvo una importante victoria en la batalla de Bailén, lo que obligó a los franceses a evacuar Madrid y Portugal. La segunda fase (finales de 1808-finales de 1811) estuvo marcada por la hegemonía militar francesa y la actuación de la guerrilla. Napoleón llegó a España, recuperó Madrid y regresó a Francia. La guerrilla se convirtió en una forma de combate fundamental para los españoles, que atacaban por sorpresa a las tropas francesas aprovechando su conocimiento del terreno y el apoyo de la población civil. La tercera fase (1812-1813) coincidió con la campaña de Rusia, que debilitó a las tropas francesas. La guerra convencional se reanudó, apoyada por la guerrilla. Los franceses se retiraron hacia la frontera pirenaica, empujados por los ejércitos español, portugués y británico. Las batallas de Arapiles, Vitoria y San Marcial fueron decisivas en la expulsión de los franceses. La Guerra de la Independencia fue una «guerra total» que involucró a toda la población española. Las consecuencias fueron devastadoras: elevadas pérdidas humanas y económicas, y una enorme destrucción material. La guerra aceleró el desmoronamiento del Imperio español en América.

Conclusión

La Guerra de la Independencia marcó un punto de inflexión en la historia de España. El país, que en el siglo XVIII había sido una gran potencia mundial, se convirtió en una potencia de segundo orden en el escenario internacional. La guerra abrió el camino a profundas transformaciones políticas y sociales, que culminarían con el establecimiento de un régimen liberal.

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