3.6. Los Austrias del Siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640
Con la muerte de Felipe II en 1598 se inicia la etapa que conocemos como la de los Austrias menores, Felipe III, Felipe IV y Carlos II.
Estos reyes se caracterizan por su desinterés por los asuntos de gobierno, que dejan en manos de los validos. Intentan gobernar al margen de los consejos para evitar su control, sirviéndose de juntas reducidas. Este sistema hizo aumentar la corrupción y perjudicó mucho la imagen de los reyes. Nada más acceder al trono Felipe III, en 1598, deja el gobierno en manos del duque de Lerma. Éste manifestó una dudosa habilidad para conducir los asuntos de Estado: así, problemas como la ruina de la Hacienda, llegándose a una nueva bancarrota. En 1609 es decretada la expulsión de los moriscos que tuvo consecuencias nefasta. La actitud autoritaria de Lerma produjo un descontento general fuera de Castilla, ante el cual optó por sustituirle, en 1618, por su hijo, el duque de Uceda, con los poderes más recortados. En 1621 moría Felipe III y subía al trono su hijo, Felipe IV, que confió el gobierno al conde-duque de Olivares. Éste sí tenía la intención de gobernar y desarrolló un programa, donde recomendaba al rey que dejase de ser rey de cada territorio y unificase las leyes según el modelo castellano. También recomendaba la Uníón de Armas, la creación de un ejército permanente formado por soldados de todos los reinos. Esta postura le granjeó la oposición de los territorios no castellanos, que fue aumentando hasta desembocar en la grave crisis de 1640 que hizo estallar la rebelión catalana. Tras un primer enfrentamiento entre soldados y campesinos en Gerona, éstos acabaron entrando en Barcelona y ejecutaron al virrey; al no poder hacer frente a las tropas castellanas, reconocieron la soberanía francesa y aceptaron a Luis XIII como rey. Por otra parte Portugal cada vez veía menos ventajas en pertenecer a la Monarquía Hispánica. Así, a finales de 1640 se rebelan y nombran rey al duque de Braganza, por lo que Portugal vuelve a separarse de España. Todos estos problemas determinaron la caída de Olivares en 1643; la situación interna no mejoró y en 1665 murió el rey, dejando como heredero a un niño débil y enfermizo que será Carlos II.
3.7. La Guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en Europa
La política exterior se caracteriza por más de cuarenta años de guerras y suponen su decadencia, en beneficio de nuevas potencias como Francia e Inglaterra.
Felipe III inicia su reinado llegando a una paz con Inglaterra en el Tratado de Londres de 1604, si bien los ingleses no dejarán de apoyar a los enemigos de España hasta finales de siglo. En los Países Bajos los éxitos militares no pueden ser aprovechados, por lo que se llega a la Tregua de los Doce Años en 1609, que supone el reconocimiento de hecho de la independencia holandesa. El conflicto vuelve a estallar recién iniciado el reinado de Felipe IV;
La serie inicial de victorias dio paso a la pérdida de la flota que traía la plata de Cuba; el conflicto entre españoles y holandeses se mezcló con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que había estallado en el Imperio entre católicos y protestantes. Toda Europa estaba en guerra, por lo que los Habsburgo de España y del Imperio se alían y obtienen una victoria en Nördlingen.
Provoca la entrada de Francia en la guerra. El continente, agotado, firma la Paz de Westfalia en 1648, que para España supone el reconocimiento oficial de las Provincias Unidas.
Felipe IV se centra entonces en recuperar Cataluña y Portugal, pero la presión de Francia y de Inglaterra impedirá la recuperación de Portugal. En 1659 la Paz de los Pirineos, con Francia, supone la cesión de amplios territorios y la entrega de una hija de Felipe IV, en matrimonio a Luis XIV. El reinado de Carlos II estará marcado por el desinterés en los asuntos europeos, hasta que la cuestión sucesoria devuelva a España a un papel protagonista, pero ya no hegemónico.
3.8. Principales factores de la crisis demográfica y económica del Siglo XVII y sus consecuencias
El Siglo XVII es una época de crisis. Por un lado encontramos un descenso demográfico muy pronunciado en Castilla, mientras Aragón se vio muy afectado por la expulsión de los moriscos. También se produce una crisis agrícola y una fuerte reducción ganadera de la Mesta. Tampoco la industria vive su mejor momento. Podemos decir que, la economía española se vio afectada por problemas estructurales, como técnicas de producción anticuadas, falta de inversiones, etc. Y una errónea política que primaba el prestigio exterior sobre la prosperidad económica. La imposibilidad de mantener el monopolio comercial con América también contribuyó a la crisis. Para solucionar estos problemas surgieron una serie de voces, expertos independientes; fueron conocidos como arbitristas
. La sociedad del Siglo XVII es estamental, con la división entre privilegiados (nobleza y clero)
Y no privilegiados. Los privilegiados estaban exentos de pagar impuestos y tenían prohibido dedicarse a trabajos manuales, aunque podían invertir en operaciones mercantiles. El clero se convirtió en una buena salida que trataba de mejorar algo su vida. En cuanto a los no privilegiados, los mejor posicionados económicamente aspiraban a ennoblecerse, bien fuera solicitando o comprando títulos, bien fuera a través de matrimonios. Las clases populares malvivían, sobre todo los campesinos que se vieron muy afectados por las crisis. Los problemas en el campo provocaron un aumento de la población de las ciudades, donde también crecíó la delincuencia y el vagabundeo.
3.9. Crisis y decadencia de la Monarquía Hispánica: el reinado de Carlos II y el problema sucesorio
A la muerte de Felipe IV, en 1665, el heredero al trono, Carlos II, tenía cuatro años y una débil salud. La reina Mariana de Austria asume la regencia. Uno de sus primeros actos de gobierno fue reconocer en 1668 la independencia de Portugal. En 1675, Carlos II alcanzó la mayoría de edad. Su reinado se enfrentará a serios problemas, como son su incapacidad para gobernar salvo en contados momentos de lucidez, sumado al enfrentamiento interno entre dos facciones, la de Juan José de Austria y el partido de Nithard y Valenzuela. La situación económica fue también difícil, hasta que las medidas de Oropesa ayudaron a una lenta recuperación. El desinterés por los asuntos europeos caracterizó a este monarca. La debilidad hispánica es aprovechada por Francia, que consolida su hegemonía continental y obtiene nuevos territorios. Pero el gran problema de la monarquía española será la cuestión sucesoria por la débil salud de Carlos II y la falta de un heredero, que se convierte en un problema internacional: el archiduque Carlos, un Habsburgo, y Felipe de Anjou, un Borbón. Finalmente Carlos muere en 1700 dejando testamento a favor de este último.