Critica de kant a las eticas materiales


Comentario Kant


2.a)

Conforme al deber:

hace referencia a las acciones que se realizan por interés o inclinación. Suelen ser legales, pero no tienen valor moral.
Son los llamados imperativos hipotéticos, que ordenan lo que se debe hacer para alcanzar una determinada meta y no son universales porque para ello requieren moralidad.

Por deber:

Son aquellas acciones que tienen valor moral, por tanto constituyen los imperativos categóricos, que manda la acción en si misma sin referencia a ningún fin. En estos se encuentra la universalidad, ya que carece de contenido y es tan solo forma (puro). Se enuncian como un mandato que asumidos como propio (imperativo categórico).
b) En el texto anterior, Kant plantea principalmente la diferencia que hay entre actuar conforme al deber, basado en las éticas heterónomas y actuando por imperativo categórico que no tienen contenido moral y actuar por deber, basados en las éticas autónomas y actuando por imperativo categórico, ya que este tipo si posee un contenido moral y según Kant, es como debemos de actuar.
c) Kant es un filósofo de la razón pero no es un racionalista. Se sintió atraído por un sistema que aspiraba a estructurar los conocimientos humanos como si se tratara de elementos matemáticos. A lo largo de la filosofía y particularmente con el Racionalismo, la metafísica había construido las grandes ideas de Dios, alma y cuerpo. Según Kant: “todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, no todos, sin embargo, proceden de ella”. Para Kant la ciencia ha de ser un conocimiento universal y necesario. Concede validez indispensable a la experiencia, sin renunciar a la necesidad y causalidad propias del verdadero conocimiento. Así, del racionalismo mantiene la convicción de que en la mente hay algún tipo de contenidos que tienen un carácter universal y son anteriores a toda experiencia. Del empirismo conserva el principio fundamental de que todo conocimiento parte de la experiencia, tal y como defiende también la ciencia de su época. Cuando el texto dice: “En cambio, conservar cada cual su vida es un deber, y además todos tenemos una inmediata inclinación a hacerlo así” se refiere a que según Kant, los hombres no deben actuar conforme al deber, basándose en éticas heterónomas que realizan la acción buscando un fin y por eso el texto habla de inclinaciones. Por lo que según Kant debemos actuar es por respeto al deber, para poder conseguir una buena moral. La ley moral no basta con que el acto este de acuerdo con lo mandado por ella o que el deseo coincida con lo que manda la ley. La actuación ha de regirse por el estricto respeto a la ley, lo que hace que la voluntad sea realmente voluntad buena, es decir, algo bueno en sí mismo. Solo así se supera el cumplimiento de un mandato como mera legalidad para adentrarse en el terreno de la moralidad propiamente dicha. A continuación el texto dice: “Más, por eso mismo, el cuidado angustioso que la mayor parte de los hombres pone en ello no tiene un valor interior, y la máxima que rige ese cuidado carece de un contenido moral”, se está refiriendo a actuar conforme al deber, basándose en las éticas heterónomas. Pero Kant rechaza las llamadas éticas materiales o heterónomas ya que justifican la acción en función de lo que sea el bien, de lo mandado en determinadas circunstancias o para alcanzar un determinado fin. Por consiguiente, estas éticas no pueden dar nunca leyes generales. No hay contenido moral y el fundamento de la moral tiene que ser a priori (universalidad), pura forma, algo vacío de contenido y, por lo tanto, independiente de lo empírico. En esto consiste el carácter universal que Kant exige a toda clase de juicios morales. La obligatoriedad que imponen los juicios morales solo debe depender de la voluntad autónoma, que actúa independientemente de todo elemento empírico o de toda determinación exterior. De ahí que la ética de Kant sea una ética autónoma y formal. Solo desde la autonomía de la razón, que descubre la ley moral en su interior tiene sentido hablar de la conducta moral. La voluntad obrando a partir de su misma y en virtud de sus propios principios es la raíz de un autentico principio moral a priori. La voluntad es lo que nos maneja, lo que hace que tengamos contenidos morales. Por este motivo, el texto dice que la angustia que tienen los hombres es por no tener un valor interior y carecer de un contenido moral, ya que estos hombres se están rigiendo por las éticas heterónomas. Cuando el texto dice: “Conservan su vida conforme al deber, si; pero no por deber” se refiere a como hemos dicho antes la forma de la que según Kant no debemos obrar, porque el obrar conforme al deber implica basarse en la éticas heterónomas, desprovistas de contenido moral. Sin embargo, según Kant, debemos obrar por deber si queremos tener una buena moral basándonos en las éticas autónomas y actuando con estricto respeto a la ley, lo que hace que la voluntad sea realmente voluntad buena, es decir, algo bueno en sí mismo.


La segunda parte del texto nos dice: “en cambio, cuando las adversidades y una pena sin consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si este infeliz, con ánimo entero y sintiendo mas indignación que, apocamiento o desaliento, y aun desenado la muerte, conserva su vida sin amarla, solo por deber y no por inclinación o miedo, entonces su máxima si tiene contenido moral” hace referencia a la forma de actuar que exige Kant para tener principios morales y basados en las éticas autónomas. El análisis del comportamiento humano lleva a Kant a observar que la conciencia moral se expresa en principios a los que los hombres ajustan su modo de actuar y, en función de los cuales emiten juicios morales basándose en las éticas autónomas sobre su conducta y sobre la conducta de los demás. A esto le llama Kant el hecho moral, porque es tan evidente para él como lo era el hecho del conocimiento. Las éticas autónomas están regidas por el imperativo categórico. El imperativo, por tanto, representa el mandato objetivo que recibe la voluntad. En este sentido, los imperativos son leyes que afectan a toda voluntad, al igual que las ideas de la razón afectaban a todo entendimiento. Frente a ellos existen las máximas, es decir, los principios subjetivos a los que se ajusta el comportamiento de esta o aquella voluntad.  La presencia de la ley y el deber en la voluntad se manifiesta a través de la experiencia de obligación que se plasma en los imperativos o mandatos que expresan el deber ser. Estos imperativos son impositivos para la voluntad, de forma que hay que obrar atendiéndose a ellos.  Los imperativos se presentan de dos formas distintas: categóricos e hipotéticos. Los imperativos hipotéticos ordenan lo que se debe hacer para alcanzar una determinada meta. Por este motivo dice el texto que no hay que actuar por inclinación o miedo. Y los imperativos categóricos mandan la acción en si misma sin referencia a ningún fin. Por ello el texto dice que conserva la vida solo por deber, que es lo que Kant exige para tener una buena moral, como se ha dicho anteriormente. En el imperativo categórico se encuentra la universalidad, válida para cualquier voluntad. Y esto es así porque el imperativo emana de la razón. Al carecer de contenido, el imperativo categórico expresa solo la forma de la ley y es único porque la ley se enuncia únicamente como mandato. Por el imperativo categórico se rigen las éticas autónomas y la moral formal kantiana. Es una obligación que asumimos como propia. Así como dice el texto, actuando de esta manera y por deber la máxima de cada uno tendrá un contenido moral. Sin embargo, Kant plantea que aunque este destruido o no tenga ganas de vivir, tiene que seguir haciéndolo por deber, es decir, siguiendo la moral universal. Por ello Kant plantea las máximas, es decir los principios morales que hay que seguir para culminar en el bien supremo, ya que el bien supremo es la culminación y no la causa de la acción moral, con lo que se mantiene la autonomía de la razón.  Para alcanzar el bien supremo, la razón ha de postular tres principios que lo hagan posible: libertad, inmortalidad del alma y Dios. Kant les da el nombre de postulados de la razón práctica: Primer postulado: la libertad. El mundo de la razón práctica está regido por la libertad. Esta es una propiedad de la causalidad de los seres racionales que se llama voluntad. Segundo postulado: la inmortalidad del alma. Alcanzar el bien supremo es el objeto necesario de una voluntad determinable por la ley moral. Pero llegar a él supone la santidad, un proceso hacia la perfecta conformidad entre la voluntad y la ley moral. Esto solo es posible suponiendo la inmortalidad del alma y en este sentido, la idea de inmortalidad es también un postulado de la razón práctica pura. Tercer postulado: la existencia de Dios. Lograr el bien supremo requiere también llegar a la felicidad adecuada a la moralidad, y para ello debemos suponer que hay una causa adecuada a ese efecto, es decir, tenemos que postular la existencia de Dios como realidad en la que el bien supremo se cumple. Los tres postulados de la razón práctica hacen posible la ampliación del conocimiento. Sin embargo, no permiten conocer ni la naturaleza del alma, ni la del mundo, ni al ente supremo (Dios), aunque son ideas que no pueden desaparecer. Dan al conocimiento una base por la cual las ideas de la razón pura, a partir de la ley moral, se convierten en realidades objetivas aunque no se pueda mostrar que su concepto se corresponda con un objeto.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *