Ciencia y Metafísica
Kant se propone llevar las pretensiones de conocimiento de la razón ante el tribunal de la propia razón. Sigue la larga tradición de los filósofos que desconfían de los conocimientos heredados y se lanzan a la búsqueda de una fundamentación del conocimiento. El ser humano se plantea tres interrogantes esenciales que continúan, todavía hoy, sin solución definitiva:
- ¿Qué puedo saber? (Especulativa, responde a la metafísica).
- ¿Qué debo hacer? (Práctica y moral, responde a la moral).
- ¿Qué puedo esperar? (Práctica y teórica, responde a la religión).
Pero no se podrían incluir las 3 en la antropología, porque las 3 llevan a la última cuestión: ¿Qué es el hombre?
Racionalismo y Empirismo
Kant fue un racionalista de la escuela de Leibniz, pero la lectura de Hume le “despertó de su sueño dogmático” y le hizo ver las limitaciones del proyecto racionalista. La ciencia había logrado la universalidad que pretendía obtener el racionalismo, pero recurriendo a la experiencia como fuente de conocimiento que había defendido el empirismo, y, a la vez, había superado el escepticismo en el que desemboca el empirismo y el dogmatismo al que conduce el racionalismo rechazando la experiencia.
Metafísica
La metafísica ha intentado proporcionar una respuesta a las principales cuestiones teóricas que puede plantearse el ser humano. El plan de Kant es estudiar las condiciones que hacen de la física y de las matemáticas un conocimiento seguro y comprobar si y cómo pueden darse en la metafísica. Una de las dificultades de la obra kantiana es el intento de combinar elementos de dos teorías abiertamente contradictorias y de la propia dificultad del problema. Otra se debe a la terminología especial que emplea el filósofo.
Juicios Sintéticos a Priori
Al ser sintético, amplía nuestra percepción del mundo y, al ser a priori, lo sabemos antes sin contar con la experiencia. El conocimiento científico es universalmente válido porque se compone de juicios sintéticos a priori. Un “juicio” es una declaración, un enlace entre un sujeto y un predicado. Desde el punto de vista de su contenido, hay dos tipos de juicios:
- Un juicio es analítico cuando el predicado no aporta nada nuevo al sujeto (Yo soy yo) “tautología”.
- Un juicio es sintético cuando el predicado aporta algo nuevo al sujeto: “los neutrinos tienen masa”.
Desde el punto de vista de su verificabilidad, hay juicios a priori (“independiente de la experiencia”) y juicios a posteriori (“dependiente o procedente de la experiencia”). Un ejemplo de juicio a priori es “los triángulos tienen tres ángulos” y un juicio a posteriori es “las amanitas muscarias son rojiblancas y venenosas”. Podría parecer que todos los juicios analíticos son a priori y que todos los juicios sintéticos lo son a posteriori. Los juicios sintéticos a priori son juicios que amplían nuestro conocimiento, pero lo hacen de una forma independiente de la experiencia.
Giro Copernicano Kantiano
Los juicios sintéticos a priori hacen que la ciencia tenga más seguridad que la filosofía. Los intentos previos de explicar el conocimiento a los que se refiere Kant han partido del supuesto aparentemente evidente de que el objeto de conocimiento es independiente del sujeto que lo conoce, pero por esta vía hemos llegado al dilema dogmatismo/escepticismo que ya conocemos.
Para Kant, el sujeto, en realidad, no se limita a recibir y describir la realidad, sino que la configura; en cierto sentido, la crea. No de un modo mágico o arbitrario, sino de una forma natural pero inevitable. Esto es lo que significa la expresión “giro copernicano kantiano”. Es el objeto el que manda en el conocimiento. Los objetos son como son porque los veo como los veo.
Facultades de Conocimiento: Sensibilidad, Entendimiento y Razón
Kant distingue tres facultades de conocimiento: sensibilidad, entendimiento y razón (en dos sentidos distintos: a) capacidad racional en general y, específicamente, b) una de sus tres facultades). La capacidad cognoscitiva del ser humano no es una mera pantalla que refleja el mundo exterior, sino que elabora, construye ese mundo que conocemos.
Cada componente del conocimiento produce un ingrediente para el resultado final, obtenido a partir de material previo. Es decir, todo conocimiento comienza con la experiencia, a posteriori, como quieren los empiristas, pero no se reduce a ella, sino que la razón aporta algo de carácter innato, a priori, como quieren los racionalistas. Estas formas son puras y trascendentales.
La Sensibilidad
Es la facultad de las intuiciones; produce intuiciones empíricas gracias a dos formas o intuiciones puras: el espacio y el tiempo. Novedoso en esta teoría del conocimiento es que espacio y tiempo no son objetos perceptibles, son los que hacen posible toda percepción. Y son formas innatas, no están en la realidad, sino que forman parte de la mente.
El Entendimiento
Es la facultad de los conceptos; produce conceptos empíricos y también enlaces entre conceptos, es decir, juicios empíricos. También, de forma innata, dispone de varias formas a priori, los conceptos puros o categorías. Mediante el uso de estas dos facultades y sus formas a priori es posible la formulación de juicios sintéticos a priori. Sin embargo, las formas trascendentales son puras.
Esquema de Conocimiento
- Del exterior proviene información en forma de energía. Los sentidos recogen una parte de esa energía.
- Estos datos sufren una primera ordenación espacio-temporal.
- Estas intuiciones empíricas experimentan, inmediatamente, una segunda ordenación categorial para producir conceptos empíricos y, posteriormente, juicios empíricos.
Es en este tercer momento cuando la mente capta el objeto del conocimiento, que Kant denomina fenómeno. Las formas empleadas son innatas, es decir, universales para todos los seres humanos, y como usamos datos reales, estos juicios no son meramente analíticos.
¿Es Posible la Metafísica como Ciencia?
En principio parece que sí es, pero luego resulta que no. En todas sus fases, las formas puras aportan un orden que consiste en una creciente unificación: se unifican en el espacio y en el tiempo, estas se unifican categorialmente para formar conceptos empíricos. La razón continúa la tendencia natural a la unificación: de todos los juicios sobre fenómenos físicos, bajo la idea de mundo; de todos los juicios sobre fenómenos psíquicos bajo la idea de alma y de unos y otros bajo la idea de Dios. Dios, alma o libertad y mundo son las formas a priori de la razón, lo que llama ideas de la razón.
Y estas ideas de la razón son exactamente los temas de la metafísica. No pueden producir conocimiento por sí solas, sino solo cuando se aplican sobre los datos más o menos elaborados de la experiencia. Desgraciadamente, las ideas de la razón son inaplicables a la experiencia. Pero constituyen la ilusión trascendental: no proporcionan conocimiento, conservan aún una importante función regulativa: las ideas son inalcanzables empíricamente. En su intento de lograr la mayor unificación, la razón empuja al entendimiento a seguir formulando juicios, aunque nunca logremos tal unificación.
La Teoría Ética
Kant distingue un uso teórico y un uso práctico de la razón. El conocimiento moral no es un conocimiento del ser, de lo que es, sino un conocimiento de lo que debe ser; no un conocimiento del comportamiento real y efectivo de los hombres, sino un conocimiento del comportamiento que deberían observar. No se compone de juicios, sino de normas o mandatos.
En este sentido, dicho conocimiento no se puede verificar, pero cuando decimos que los hombres deberían comportarse de tal o cual manera estamos afirmando que ese comportamiento es necesario y universal. Es decir, de entre esos mandatos, a la ética no le interesan las máximas sino las leyes de la conducta moral.
Crítica de Kant a las Éticas Materiales
Todas las éticas del pasado fracasan en su intento de justificar la universalidad, en lugar de ser formales, son éticas materiales con contenido: es material toda ética que cumpla estas dos condiciones:
- Propone un fin supremo que hay que lograr.
- Ofrece unos medios para conseguirlo.
El fin supremo es la salvación del alma. En primer lugar, han de ser éticas empíricas, ya que todo contenido tiene que proceder de la experiencia. Todo lo empírico es a posteriori, pero solo lo a priori puede proporcionar universalidad. La experiencia nos dice que los seres vivos buscan el placer y eluden el dolor. La ética de Epicuro es empírica, y no puede, por tanto, ser universal. En segundo lugar, las éticas materiales contienen imperativos hipotéticos o condicionados: su obligatoriedad depende por completo del fin supremo propuesto. No son mandatos universales, no son leyes, sino meras máximas. En tercer lugar, esos sistemas éticos son heterónomos: el hombre recibe la ley moral desde fuera de la razón, por lo que en realidad no está actuando libremente, perdiendo la autonomía de la voluntad.
La Ética Formal Kantiana
Kant busca una ética formal, a priori, categórica y autónoma. Busca una ética que no nos diga lo que tenemos que hacer, sino que muestre cuál es la forma de una conducta para que sea moralmente admisible. Debe contener un imperativo categórico, incondicionado, que obligue siempre y que debe respetar la autonomía de la voluntad, debe emanar de la propia razón. Como consecuencia de estas condiciones, la de Kant no es una ética de las consecuencias, sino una ética del deber.
El Deber
“Es imposible imaginar nada en el mundo que pueda ser llamado absolutamente bueno, excepto la buena voluntad”. Una voluntad que obra por deber, no por interés. El elemento a priori de la moralidad es el deber, y eso quiere decir que el deber forma parte innata de la razón. Pero hay tres formas de actuar:
- La primera forma de actuar es inmediatamente rechazable.
- Pero también la segunda: puede ocurrir que actúe por algún interés particular, en ese caso estoy actuando “conforme al deber”.
- Obro “por deber”, sin embargo, cuando mi actuación no persigue ningún interés particular, ni es el resultado de una inclinación o un deseo, sino que está motivada solamente por reverencia.
El Imperativo Categórico y su Formulación
La ley moral se basa en la noción de deber; y en la medida en que la ley moral pretende regular nuestra conducta ha de contener alguna orden o algún mandato. La fórmula en la que se expresa ese mandato u orden de la ley moral la llamará Kant imperativo categórico. Como la ley moral no puede contener nada empírico, el imperativo categórico en que se expresa tampoco podrá tener ningún contenido empírico, sino sólo la forma pura de la moralidad. Kant da varias formulaciones distintas del imperativo categórico. Ninguna de estas formulaciones contiene nada empírico, sino sólo la forma de la moralidad.
Postulados de la Razón Práctica
Los resultados de la “Crítica de la razón pura” nos conducían a la distinción general de todos los objetos en fenómenos y noúmenos. En cuanto fenómeno, el hombre no es libre. Por otra parte, la posibilidad de conocer los noúmenos, las cosas en sí mismas, quedaba rechazada en la dialéctica trascendental ante la imposibilidad de constituir la metafísica como ciencia, por lo que la posibilidad de conocer algo acerca del alma y de su libertad e inmortalidad quedaba eliminada. Sin embargo, la libertad de la voluntad es una condición necesaria de la acción moral.
Por otra parte, observamos que el progreso de la virtud es lento en el mundo, y esperamos razonablemente que el hombre virtuoso pueda ser feliz. Por ello, aunque ninguno de los objetos de la metafísica puede ser objeto de demostración teórica, la razón práctica exige su existencia. El hombre ha de ser libre para poder poner en práctica la moralidad; ha de existir un alma inmortal ya que, si el hombre no puede alcanzar su fin en esta vida, ha de disponer de una vida futura como garantía de realización de la perfección moral; y ha de existir un Dios que garantice todo esto.
Filosofía de la Historia: La Idea de Progreso y la Paz Perpetua
Kant es un autor ilustrado, consciente de la necesidad de analizar y comprender la época histórica que le toca vivir. Tiene que enfrentarse con la idea de progreso, si bien mantiene una posición ambivalente diferente del optimismo liso y llano propio de la Ilustración en general. Empíricamente, es difícil suponer un propósito racional en los hombres y en su juego, pero Kant trata de buscar en el curso contradictorio de la historia alguna intención,
que no provendría de los hombres, sino de la misma naturaleza. Según Kant, es posible hacer con la historia algo similar a lo que Kepler y Newton hicieron con la naturaleza. Kant defiende, como Aristóteles, que la naturaleza está ordenada teleológicamente: existe una ley natural que empuja a toda criatura a desarrollar plenamente todas sus capacidades. Kant entiende por antagonismo la insociable sociabilidad de los hombres.
Esta inestable condición humana conduce al conflicto y a la guerra. Kant cree que existe una tendencia natural al progreso. Esa paz perpetua solo puede lograrse mediante una federación de naciones gobernadas por una república que recoja la voluntad de todo el pueblo mediante la firma de un pacto. La república se opone al despotismo y no acepta el derecho a la rebelión en ningún caso. Esta conclusión, con su moderado optimismo,
no es todavía la última palabra de Kant sobre el tema del progreso. La respuesta final de Kant es muy comedida. Si cabe esperar este progreso, no es en el plano de la moralidad, sino sólo en el de la legalidad de las acciones mediante la educación moral de la juventud se llegue a formar no sólo buenos ciudadanos, sino hombres buenos. Además, para que toda esta maquinaria de la educación moral condujera al fin apetecido, sería necesario que el estado se reformara también a sí mismo.