19.-
En el s. XIX, de la mano de la Revolución Industrial y el proceso de industrialización, la mayoría de los países industriales del continente experimentaron una transición demográfica, que les hizo pasar de un régimen demográfico antiguo a un régimen demográfico moderno, elevaron sus porcentajes de población urbana y duplicaron el conjunto de su población.El caso español fue diferente. España permanecíó en un régimen demográfico antiguo durante todo el siglo, con altas tasas de natalidad (30-35‰) y mortalidad (30%, con picos de mortalidad catastrófica), y un crecimiento vegetativo escaso que determinaron un menor crecimiento de la población. De hecho, la transición demográfica no se completará hasta el s. XX, aunque la población crecíó notablemente, pasando de los 10,5 millones de habitantes a finales del s. XVIII (según el censo de Godoy) a 18,6 millones en el censo de 1900, aunque de forma lenta (0,5% anual). Este crecimiento tan lento estaba relacionado con el atraso económico y las malas condiciones de vida en España. Una de las causas de este lento crecimiento demográfico fueron los episodios de mortalidad catastrófica, entre otros: Continuas guerras a lo largo del siglo: Guerra de la Independencia, guerra carlistas y guerras coloniales (Cuba y Marruecos). Crisis alimentarias, provocadas por años de malas cosechas que pueden derivar en hambrunas y crisis de subsistencia. Destacan las de 1856-57 y 1867-68. Efecto de las epidemias (tifus, tuberculosis, viruela, sarampión, difteria…) y enfermedades infecciosas (especialmente la peste en 1854 y el cólera de1885).Otro factor importante que explica las causas del crecimiento demográfico de España en el s. XIX son las migraciones. En el caso de las migraciones interiores, en su mayoría fueron traslados de población del campo a la ciudad (éxodo rural), pero la lenta industrialización limitó bastante su importancia en el Siglo XIX. El principal movimiento fue una emigración del centro (Meseta Central)
hacia la periferia (costa mediterránea y atlántica meridional), que partiendo de las provincias agrarias del interior (Guadalajara, Soria, Teruel) se dirigirá hacia las zonas industriales catalana y del norte (especialmente Barcelona y el País Vasco), hacia Madrid y hacia algunas ciudades periféricas, como Valencia, Sevilla o Málaga. Por su parte, en lo referente a las migraciones exteriores, a comienzos de siglo el flujo era todavía minoritario y temporal y se dirigía en su mayoría hacia el norte de África(motivos económicos) o hacia América y Europa (motivos políticos, p. Ej. Exiliados liberales en 1814, 1823…). Después, desde mediados de siglo, la desaparición de los obstáculos legales (la Constitución de 1869 reconocíó el derecho a emigrar, prohibido por ley hasta 1853), sumada a las mejoras en los transportes y la progresiva industrialización del país, favorecieron que casi un millón y medio de españoles—en su mayoría varones jóvenes—emigraran a países de Sudamérica, especialmente Argentina, Méjico, Cuba y Brasil. A finales de siglo este trasvase de población se vio frenado a causa de las guerras coloniales.
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Se denomina crisis de 1917 al conflicto múltiple que surgíó en ese año en España paralelamente al desarrollo de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, en buena medida como consecuencia indirecta de ambas.Entre las causas del conflicto, a comienzos de 1917 en España existía un fuerte descontento social. En el plano económico la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial había permitido a las empresas españolas dirigir parte de su producción al mercado extranjero y aumentar sus beneficios pero las clases populares,por el contrario, sufrían desabastecimiento y los efectos de la inflación y el alza de precios. En este ambiente de conflicto social, la tensión comenzó en Marzo de 1917 cuando las organizaciones sindicales de la CNT y la UGT convocaron una huelga para protestar por el encarecimiento de los productos de primera necesidad. Para hacer frente a la amenaza, el gobierno de Romanones, que ya había cerrado las Cortes en Febrero ante las críticas de la oposición y las noticias de la Revolución en Rusia, suspendíó las garantías constitucionales e impuso la censura de prensa. Estas medidas terminaron provocando que en el verano de 1917 se manifestase una crisis generalizada, o más bien tres crisis solapadas entre sí:
militar, política y obrera.El primer problema en manifestarse fue el militar. El ejército español estaba sobredimensionado, con muchos cuadros, especialmente en el escalafón superior,también estaba falto de medios y excesivamente burocratizado. En Junio, el gobierno inició una reforma militar que pretendía reducir los mandos intermedios así como sus sueldos y que además incluía un decreto que primaba los ascensos por méritos de guerra, lo que favorecía a los militares africanistas destinados en el protectorado marroquí. Frente a esto, los militares peninsulares se agruparon para defender sus intereses en Juntas de Defensa (una especie de “sindicatos militares”, ilegales,formados en su mayoría por oficiales jóvenes), que exigieron al gobierno el mantenimiento de los sueldos y el restablecimiento de un sistema de ascensos por antigüedad. Cuando el gobierno intentó disolverlas, las Juntas respondieron con un ultimátum que forzó al gobierno a dimitir para evitar un Golpe de Estado. Al final, con la mediación del rey, el nuevo gobierno acabó aceptando las peticiones de las Juntas y las reconocíó como órganos representativos del ejército, pero éstas respondieron con un nuevo manifiesto que solicitaba al rey un gobierno de concentración nacional para regenerar la vida política del país. A esto se añadió un problema político. La oposición llevaba desde Febrero denunciando el cierre de las Cortes y la estrategia de Dato de gobernar por decreto.En esta situación, Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista de Cataluña, convocó a todos los diputados y senadores a formar el 19 de Julio en Barcelona una Asamblea de parlamentarios. Acudieron solo un 10% de los convocados (70 de 760), en su mayoría regionalistas, republicanos y socialistas, los cuales acordaron la formación de un gobierno provisional, convocar Cortes constituyentes y promover una descentralización del estado que dotara de cierta autonomía a Cataluña. Las Juntas de Defensa rechazaron sus
propuestas, lo que facilitó al gobierno disolver la asamblea por medio de la guardia civil y detener a sus integrantes (posteriormente fueron puestos en libertad).La tercera manifestación de la crisis fue el problema obrero. El desencadenante fue una huelga de ferroviarios de Valencia, ocurrida en Julio, en la que la negativa de la compañía a readmitir a varios huelguistas llevó a los sindicatos a extender el paro ferroviario al resto del país y a convertirlo en una huelga general indefinida. Tuvo una incidencia desigual siendo más intensa en las zonas industriales que en el campo. Los focos más intensos se localizaron en Madrid, Bilbao, Barcelona, Oviedo y Gijón. La situación se prolongó durante una semana y fue tan violenta que provocó que las Juntas militares se pusieran de parte del gobierno. Respaldado por su apoyo, el ejecutivo se sirvió del ejército para reprimir duramente a los piquetes. Hubo decenas de muertos, cientos de heridos y miles de detenidos, entre ellos los miembros del comité de huelga—en él estaban dirigentes del PSOE como Francisco Largo Caballero y Julián Besteiro, líderes a su vez de la UGT—, que fueron condenados a muerte, aunque las manifestaciones de protesta lograron primero que se les conmutara por cadena perpetua y luego que fueran finalmente amnistiados. Al final, para salir de la crisis se decidíó abandonar el sistema del turno y optar por un gobierno de concentración que integrara a los partidos dinásticos y a miembros de la oposición. Se formó así en Marzo de 1918 el gobierno nacional de Maura, en el que también estaban presentes Dato, Romanones y el mismo Cambó, aunque fracasó a los pocos meses por discrepancias internas.