TEMA 7. La poesía española desde la posguerra hasta finales de los años 50.
1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL
Tras la victoria de la Guerra Civil por el bando nacional, que la inició con un Golpe de Estado, y la posterior instauración de la Dictadura del general Franco, se sufríó una cruel represión de la libertad de expresión para camuflar la falta de apoyos de una Europa sumida en la II Guerra Mundial-. Durante este periodo solo era concebible una literatura comprometida.
2. Miguel HERNÁNDEZ, UNA TRANSICIÓN HASTA LA POSGUERRA
Miguel Hernández es uno de los poetas más destacables del panorama literario castellano del Siglo XX, aunque resulta difícil clasificarlo en alguna de las generaciones del siglo: no es coetáneo a los escritores del 27 por su politización temprana y su vida humilde; murió demasiado joven para pertenecer al desarraigo de posguerra y, además, escribía desde la cárcel; y la Generación del 36 de la que podría haber formado parte fue destruida con el estallido de la guerra.
El autor siguió una formación autodidacta, aprovechando el material que le proporcionaba un jesuita que conocíó en su infancia en el colegio, y quien costeó además su primera publicación: “Perito en lunas”, acerca del amor, la pena y la muerte, con la que inauguró su primera etapa literaria. Tras el fracaso de esta, marchó a Madrid donde Neruda lo introdujo en los núcleos literarios de la ciudad.
Inspirado en Aleixandre, comenzó una segunda etapa, de poesía impura, en la que presentó sus ideas comunistas y su identidad como “poeta del pueblo”, usando el verso como propaganda durante el combate. Las obras tenían un tono épico y combativo, como “El rayo que no cesa” y “Vientos del pueblo”.
En un intento de huida a Portugal para evitar ser detenido, fue devuelto a las autoridades españolas, que lo enviaron a la cárcel, en la que comenzó su tercera y última etapa, durante la que escribíó “Cancionero y Romancero de Ausencias” y “Hombre acecha”, un libro que nunca llegó a publicar.
3. POESÍA DE POSGUERRA
Como consecuencia de la escisión de la Generación del 36 con la Guerra Civil, se produjo una rehumanización y politización de la poesía. Por consiguiente, se pueden distinguir tres grupos literarios: arraigados, desarraigados y en el exilio.
Los autores desarraigados divulgaron su obra escribiendo en la revista Espadaña. Su obra tiene un tono trágico por la desazón ante una España deshecha y caótica; y en ella se observa la pérdida de la esperanza con respecto a la religión, y a cambio, un pensamiento existencial. Su estilo es directo y alejado de la estética.
Destaca Dámaso Alonso, uno de los tres únicos autores de la Generación del 27 que no se exilió. Su obra cumbre es “Hijos de la ira”, en el que reflexiona sobre la condición humana y la realidad social de la época, que consideraba injusta, mísera, inmoral y llena de odio. Otros autores son Eugenio de Nora (“Pueblo cautivo”) y Victoriano Crémer (“Puestos de tierra adentro”), fundadores de
Espadaña; y José María Valverde (“Hombre de Dios”), quien se consideraba un cristiano-marxista.
En el polo opuesto se encontraban los autores arraigados, cuyo pensamiento se basaba en una visión del mundo armónica y comunicada con sobriedad a través de metros clásicos, es decir, la idea de que “todo está bien hecho”.
Los autores arraigados trataban temas como el amor, el catolicismo y la patria, y escribían en las revistas Garcilaso y Escorial.
El autor más importante es Luis Rosales, un militante falangista que luego se distanció y criticó sutilmente al Régimen, que no le reprochó nada por su anterior apoyo. Su obra se caracteriza por el ritmo y la metáfora; y la más destacada es “La casa encendida”, en la que se habla del sentido de la vida, que Rosales lo encuentra en la amistad, la familia, el amor y los recuerdos.
También fueron poetas arraigados Dionisio Ridruejo (“Poesía en Armas”) y Leopoldo Panero (“Escrito a cada instante”).
Mientras tanto, se encontraban en el exilio la mayoría de los intelectuales españoles, como Machado, que murió al llegar a Francia, autores de la Generación del 14 y toda la Generación del 27 excepto Lorca, que murió al comenzar la Guerra, y Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, que permanecieron en España.
La temática desarrollada se articulaba en la patria perdida, la crítica al Régimen, la derrota con un tono desesperado y el ansia de volver, con nostalgia. Sin embargo, el estilo fue distanciándose poco a poco, por la falta de contacto entre los autores. Algunos autores fueron Manuel Altolaguirre, miembro de la Generación del 27 cuya obra es breve y vitalista, y destaca “Las islas invitadas”; León Felipe, que, influido por Walt Whitman, utiliza un tono bíblico y profético para mostrar el dolor por la separación de las dos Españas en obras como “Español del éxodo y del llanto”; y Juan Gil-Albert, quien reflexiona sobre temas íntimos y sociales en obras como “Las ilusiones”.