C) La sociedad: la posición social de las personas estaba marcada por criterios legales y económicos. La primera gran división era la que marcaba la existencia de hombres libres y no libres. * Hombres libres. Pueden ser ciudadanos o no ciudadanos. La ciudadanía romana concedía privilegios políticos, militares y sociales. Los hombres libres pero no ciudadanos carecían de derechos políticos pero tenían derechos civiles como tener propiedades, heredar… En Hispania al principio, la inmensa mayoría de la población eran personas libres no ciudadanas, pero luego el número de ciudadanos crecíó, por concesiones a los que prestaban servicios a Roma, hasta que en el s. III Caracalla concede la ciudadanía con carácter universal a todos los hombres libres.A esta diferenciación legal se superpone una distinción de tipo económico:
Los ciudadanos que pertenecían a la élite s e incluían en unos grupos llamados “órdenes” (senatorial, ecuestre y decurional: son altos cargos de la administración, dirigentes del ejército, gobernantes locales…grandes y medianos propietarios de tierras por tanto) y la masa de los ciudadanos constituía la plebe: pequeños artesanos y comerciantes, campesinos… Por debajo de estos dos grupos, estaban los hombres libres que no eran ciudadanos. * Hombres no libres: Los esclavos eran prisioneros de guerra o hijos de otros esclavos. Constituyen la mayor parte de la mano de obra que se dedica a la agricultura y a la minería. Los que tienen mejores condiciones de vida son los esclavos domésticos; los que peores, los que trabajan en las minas. Los esclavos que son manumitidos o liberados de su condición se convertían en libertos, que manténían una situación de cierta dependencia hasta la tercera generación (ya definitivamente liberada). D) La economía: anteriormente a la entrada de Roma, la práctica totalidad de la península vivía en una economía rural de subsistencia con muy escaso tráfico comercial, a excepción de los núcleos urbanos ubicados en la costa mediterránea. Con la romanización se impondrán los elementos económicos propios del esquema romano:
Desarrollo urbano, generalización del uso de la moneda, utilización de mano de obra esclava, propiedad privada… Y la economía hispana experimentaría una gran expansión. La agricultura. Se producen avances técnicos notables (la introducción del barbecho, arado, regadío…) que se mantuvieron prácticamente hasta el Siglo XVIII.
. La base de producción se fundamenta en la tríada mediterránea: olivo, cereales y vid. El cultivo del olivo se extendíó de cara a la exportación de aceite. Los cereales eran la base de la alimentación. La vid, se enfocaba a la exportación a Roma, aunque en menor escala que el aceite. La minería fue objeto de una explotación intensiva realizada por mano de obra esclava en unas condiciones terribles. El cobre de Riotinto, el plomo del Sur y Sureste, la plata de Cartagena, el hierro del Norte y el oro del Noroeste se aprovecharon al máximo. La industria fundamental siguió siendo la de salazón y escabeches de pescados, destaca la de producción de garum (una salsa que se producía mediante un proceso de maceración de las vísceras del pescado). Ocupa un segundo lugar la industria del aceite y del vino, la industria textil (lino, lana), el trabajo de armas.. E) La Cultura y las obras públicas: la integración de Hispania en el mundo romano ofrecíó hombres excepcionales tanto desde el punto de vista cultural (Séneca) como político (emperadores como Trajano, Adriano o Teodosio). Y unido al desarrollo de las ciudades, corre paralelo el de las obras públicas. Entre ellas cabe mencionar las calzadas. Su existencia es vital en el sentido militar, y en el económico. En Hispania destacó la Vía de la Plata y la Augusta. Los puentes fueron complemento indispensable de las calzadas. Destacan los de Alcántara (Cáceres) y Mérida. Los acueductos abastecían de agua a las ciudades, destacando el de Segovia. También los lugares de esparcimiento surgen en torno a las ciudades importantes: los anfiteatros, de Mérida e Itálica; los teatros, de Sagunto o Mérida, y los circos, como el de Mérida. También los monumentos conmemorativos como los arcos de triunfo (el de Bará, en Tarragona). CONCLUSIÓN. La romanización significó que nuestra historia estuviera ya unida a la cultura romana. Por ello, nuestro futuro inmediato estuvo unido al que sufriría el Imperio Romano. En Hispania también pasaremos por una crisis económica a partir del s. III; muchas ciudades fueron reduciendo progresivamente su actividad y la falta de expectativas económicas y la inseguridad estimularon la emigración hacia el campo circundante. Esta ruralización acabó con los restos de la economía comercial, la autosuficiencia se generalizó y la moneda se hizo cada vez más escasa. Y desde luego, aquí llegarán invasiones de los pueblos bárbaros (suevos, vándalos, alanos) que propiciarán al final la entrada de los visigodos, primero como tropas aliadas de Roma para luchar contra ellos y tras la caída del último emperador romano, como pueblo que, empujado por los Francos, entra en la Península para quedarse constituyendo un Reino con capital en Toledo.