La Hispania Romana
La conquista romana de la Península Ibérica se extendió desde el 218 a.C. hasta el 19 a.C. Se puede dividir en tres etapas principales:
Primera Etapa (218-206 a.C.): Contexto de la Segunda Guerra Púnica
La invasión romana comenzó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, un conflicto entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo. Los romanos tomaron Ampurias (Emporion) para cortar el paso a Aníbal, quien se dirigía hacia Italia con el objetivo de conquistar Roma. Tras la victoria romana, derrotaron a los cartagineses en la Bética y conquistaron Sagunto.
Segunda Etapa (206-123 a.C.): Expansión Interior y Guerras Lusitanas
Las tropas romanas avanzaron hacia el interior, encontrando resistencia en Lusitania y Celtiberia, donde estallaron las guerras lusitanas y celtíberas. Roma también conquistó las Islas Baleares en el 123 a.C.
Tercera Etapa (29-19 a.C.): Guerras Cántabras y Romanización
En el siglo I a.C., destacaron las guerras civiles entre Julio César y Pompeyo. Roma se enfrentó a cántabros y astures en las guerras cántabras, destacando la participación del emperador Augusto. La romanización fue el proceso de asimilación cultural que supuso la adopción de la lengua latina, el derecho romano y el culto al emperador. Este proceso fue más intenso en el este y suroeste de la Península. Roma organizó políticamente el territorio dividiéndolo en provincias, y las ciudades podían clasificarse en ciudades fundadas por los romanos (colonias), ciudades federadas, libres y estipendiarias.
La Monarquía Visigoda
Tras la caída del Imperio Romano en el 476 d.C., se formó el Estado visigodo en la Península. Los visigodos, aunque eran una minoría en comparación con la población hispanorromana, establecieron su dominio y fijaron su capital en Toledo. Consiguieron la unificación legislativa y jurídica.
La monarquía visigoda era electiva y su institución política más importante era la asamblea, que incluía la participación del Aula Regia, una institución creada por Recesvinto compuesta por obispos y nobles. Los concilios, asambleas formadas por obispos, clero y nobleza y presididas por el rey, eran convocados para tratar asuntos religiosos y legislativos, y en ellos la Iglesia adquirió gran poder.
El proceso de feudalización implicó la creación de relaciones de dependencia entre los campesinos y la nobleza o Iglesia, a cambio de la cesión de tierras. Durante el siglo VII, la monarquía visigoda sufrió un debilitamiento frente a la nobleza, pero también hubo un renacimiento cultural, especialmente en la arquitectura, con nuevas técnicas de construcción como la técnica del bisel, y en la orfebrería.
Al-Ándalus: Evolución Política
La conquista musulmana de la Península Ibérica comenzó en 711, aprovechando la guerra civil entre Don Rodrigo y Witiza. Este evento dio inicio al Valiato (714-756), donde Al-Ándalus se convirtió en una provincia del Califato de Damasco, gobernada por un valí.
Tras el asesinato de la dinastía omeya, Abd al-Rahman I huyó a Al-Ándalus y se proclamó emir independiente (756-929). Posteriormente, Abd al-Rahman III se autoproclamó califa, lo que llevó a la creación del Califato de Córdoba (929-1031), una etapa que se caracterizó por su ámbito religioso y el avance territorial del general Almanzor hacia el norte.
La muerte de Almanzor desencadenó un grave problema sucesorio que provocó la disgregación del Califato, dando lugar a los primeros reinos de taifas (1031-1086). La conquista de Toledo por Castilla en 1085 llevó a la llamada de los almorávides.
Imperio Almorávide y Segundas Taifas (1085-1195)
Los almorávides lograron reunificar los taifas y transformaron Al-Ándalus en una provincia de su imperio. Sin embargo, la debilidad del imperio y el avance de los cristianos hicieron que los almorávides abandonaran la Península, lo que resultó en la aparición de las segundas taifas, que pidieron ayuda a los almohades.
Imperio Almohade y Terceras Taifas (1195-1238)
La victoria almohade en Alarcos permitió la reunificación de los taifas, pero la derrota en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) condujo a la formación de las terceras taifas, quedando finalmente el reino de Granada en 1238. Este reino nazarí, gracias al pago de parias, mantuvo alianzas con los cristianos y se convirtió en un gran centro cultural y artístico, disfrutando de una notable prosperidad económica.
Al-Ándalus: Sociedad, Economía y Cultura
Economía
La economía de Al-Ándalus se basaba en la agricultura, ganadería, industria y comercio. En el ámbito agrícola, se destacaron por introducir el regadío y nuevos cultivos como arroz, algodón y cítricos, aunque los cereales, la vid y el olivo siguieron siendo fundamentales. La ganadería priorizaba la cría de ovejas y caballos, mientras que la cría de cerdos se redujo por razones religiosas.
En el sector industrial, se producían tejidos, cerámica, papel y armas, además de construir barcos en astilleros importantes. El comercio se realizaba tanto dentro del territorio como con otros países islámicos y Europa, utilizando monedas como el dinar de oro y el dirham de plata.
Sociedad
La población de Al-Ándalus incluía bereberes, árabes, y minorías eslavas y africanas, así como cristianos (mozárabes) y judíos, quienes gozaban de cierta libertad religiosa. Muchos visigodos se convirtieron al islam, convirtiéndose en muladíes para obtener ventajas fiscales. La sociedad estaba estructurada en varias clases: aristócratas, artesanos y campesinos, y esclavos.
Cultura
Culturalmente, Al-Ándalus se convirtió en un centro destacado en historia, filosofía y ciencia. Filósofos como Averroes recuperaron el pensamiento de Aristóteles, y los médicos judíos alcanzaron gran renombre. En arquitectura, se resaltaron la Mezquita de Córdoba y Medina Azahara, con el uso del arco de herradura y decoraciones geométricas y vegetales.