Modernismo y sus Continuadores
Del Modernismo nace una corriente de relato breve de tema fantástico, que cultivó el propio Rubén Darío. Sus principales continuadores son el poeta argentino Leopoldo Lugones, con relatos de temática misteriosa y mítica, y el uruguayo Horacio Quiroga, uno de los más destacados cuentistas latinoamericanos de su tiempo. Su estilo sobrio alcanzó cimas elevadas en algunos de sus relatos, agrupados en los volúmenes Cuentos de la selva o Anaconda.
Realismo y Naturalismo
Otra tendencia, más desarrollada, será la novela realista y naturalista de tema autóctono, que aparece con notable retraso respecto a Europa. Presenta varias modalidades:
Novela de la Revolución Mexicana:
Destaca Los de abajo (1915), de Mariano Azuela, que muestra escépticamente la guerra con toda su crudeza.Novela Indigenista:
Denuncia la opresión de los indios, como en Huasipungo (1934), del ecuatoriano Jorge Icaza, o en El mundo es ancho y ajeno (1941), del peruano Ciro Alegría, que cuenta la destrucción de una comunidad indígena por intereses económicos.Novela de la Tierra:
Con el tema de fondo del conflicto entre civilización y barbarie, se narra la fuerza destructora de la selva (La vorágine, 1924, de José Rivera), el caciquismo latifundista (Doña Bárbara, 1929, de Rómulo Gallegos) y la vida de los gauchos (Don Segundo Sombra, 1926, de Ricardo Güiraldes).
Borges: Precedente de la Narrativa Posterior
La personal obra de Borges constituye un precedente indiscutible de toda la narrativa posterior. En ella, lo filosófico y lo metafísico se combinan a menudo con lo fantástico y lo irónico. Su obra supone un punto de referencia de la narrativa de su tiempo en una fase de transición entre la vanguardia y las nuevas formas de novela. Borges destaca ante todo por sus cuentos, recogidos en libros como Ficciones (1944), El aleph (1949) y El libro de arena (1975). Su estilo se caracteriza por la concisión y por la ironía, así como por su carga cultural y filosófica.
Narrativa Existencial
La importancia de las preocupaciones existenciales propias de la literatura occidental en los años cuarenta y cincuenta tiene también un reflejo en los autores hispanoamericanos, especialmente en las figuras de Onetti y Sábato, representantes de la que se ha venido a llamar narrativa existencial.
Juan Carlos Onetti:
El uruguayo Juan Carlos Onetti describe unas vidas frustradas y amargadas en la ficticia ciudad de Santa María. Esta visión pesimista con raíz en el existencialismo se refleja en sus cuentos y novelas (El astillero, 1961; Juntacadáveres, 1964).Ernesto Sábato:
La obra de Ernesto Sábato El túnel (1948) trata de un hombre que recurre al crimen como única salida a su radical incomunicación con los demás. Sobre héroes y tumbas (1961) narra una terrible historia de amor y soledad que revela la maldad del mundo contemporáneo.
Narrativa Social
La narrativa social hereda de la novela indigenista la denuncia de los conflictos raciales en Hispanoamérica. Dos autores representan fundamentalmente esta tendencia: Miguel Ángel Asturias y José María Arguedas.
Miguel Ángel Asturias:
El guatemalteco Miguel Ángel Asturias dedica su novela más importante, El señor presidente (1946), a la figura del dictador, que sitúa en una atmósfera de pesadilla, donde se mezclan lo absurdo y lo grotesco. Su labor de estudioso de la cultura maya se refleja en Leyendas de Guatemala (1930).José María Arguedas:
El peruano José María Arguedas, autor también de obras de antropología, destacó por sus novelas Yawar Fiesta (1941) y Ríos profundos (1956).
El Boom Literario
He aquí los caracteres del Boom literario de la novela hispanoamericana:
- Realismo mágico: fusión de lo real y lo fantástico, transformación de espacio y tiempo (que se distorsionan), novelas abiertas, con personajes, a veces, desdibujados, que ven como normal lo que no es normal, variedad de narradores.
- Temática: gira en torno a la selva, el mito, la tradición oral, los indígenas, la política, las colonias, la historia y el erotismo.
- Ruptura de la linealidad: los hechos se cuentan desordenados (flash-back).
- Lenguaje: enorme, barroco, soberbio, culto, lleno de descripciones míticas.
Gabriel García Márquez: Figura del Boom
El colombiano Gabriel García Márquez (1928) es el más famoso y leído de los grandes narradores hispanoamericanos. Su infancia en la costa caribeña le proporcionó temas e historias para crear el imaginario Macondo. Como otros escenarios míticos de la narrativa hispanoamericana, simboliza la conflictiva realidad de todo el continente y del ser humano en general. Allí ambientará sus primeras obras (El coronel no tiene quien le escriba, 1961; La mala hora, 1962), de desbordante imaginación. Su gran éxito es Cien años de soledad, 1967, novela emblemática del boom y obra maestra del realismo mágico. Narra la historia de siete generaciones de una familia perseguida por un destino fatal, que resume simbólicamente la evolución sociopolítica del continente. De parecido estilo será El otoño del patriarca (1975), sobre un dictador. Sus siguientes obras (Crónica de una muerte anunciada, 1981; El amor en los tiempos del cólera, 1985), dotadas de la misma cuidada estructura y calidad literaria, se alejan ya del realismo mágico. En la obra de Gabriel García Márquez, el periodismo y la literatura, sus dos oficios, se han entrecruzado muchas veces, como en el apasionante reportaje Relato de un náufrago (1955) o en Noticia de un secuestro (1996). Entre sus últimas obras se encuentran también El general en su laberinto (1989), Doce cuentos peregrinos (1993), Del amor y otros demonios (1994) y Memoria de mis putas tristes (2004). García Márquez suele usar un estilo sencillo y claro, lo que no contradice el hecho de que aparezcan también continuas imágenes y símbolos de raíz surrealista. El narrador suele ser omnisciente, y usa la tercera persona. En cuanto a la temática, el novelista desarrolla temas universales: el paso del tiempo, el destino trágico, los amores prohibidos… Sin embargo, introduce motivos propios de la sociedad hispanoamericana: el aislamiento, la soledad, las dictaduras, la violencia. Utiliza recursos del cuento, la leyenda popular y la fábula, pero también se basa en vivencias y anécdotas propias. Sus obras contienen continuas referencias a la historia de su país. Estos aspectos provocan una desconcertante sensación de realidad distorsionada por los elementos fantásticos propios del Realismo mágico.