Elaboración de dietas equilibradas en adultos sanos
1. Requerimientos nutricionales
Se entiende por requerimientos nutricionales las cantidades de todos y cada uno de los nutrientes que cada individuo necesita para obtener una salud óptima. Es, pues, una necesidad que tiene carácter individual.
La situación ideal sería conocer los requerimientos de cada persona, pero eso es totalmente imposible, pues los requerimientos son absolutamente individuales, aun presentando características fisiológicas, de edad, sexo, talla y peso, muy similares.
Sin embargo, y a pesar de esa dificultad de variabilidad individual, las instituciones responsables de establecer pautas nutricionales y alimenticias para poblaciones y sus distintos grupos fisiológicos, deben proponer las cantidades de nutrientes que se deben ingerir para cubrir la variabilidad propuesta. Es decir, las instituciones responsables emiten unas ingestas recomendadas para todos los nutrientes y los distintos grupos fisiológicos.
Parámetros nutricionales a considerar:
- Requerimiento medio: Cantidad de un nutriente que permite un 50% de adecuación (o lo que es lo mismo, 50% de inadecuación).
- Ingesta recomendada: Cantidad de un nutriente que no permite ningún riesgo de inadecuación.
- Ingesta máxima tolerable: Cuando se supera esta cantidad, se producen efectos tóxicos.
2. Concepto de alimentación equilibrada
Una alimentación equilibrada es la que permite al individuo el mantenimiento de un estado óptimo de salud, a la vez que le posibilita el desarrollo de las distintas actividades que conlleva cada tipo de trabajo. Es decir, que «dieta equilibrada» es sinónimo de «dieta saludable», puesto que la Dietética se entiende como una manera de favorecer la salud a través de la elección de los alimentos.
Una dieta, para ser equilibrada, ha de cumplir cuatro objetivos principales:
- La dieta debe ser SUFICIENTE: Los alimentos deben aportar diariamente la energía suficiente para cubrir las necesidades calóricas según las características personales del sujeto y la actividad.
- La dieta debe ser COMPLETA: Debe aportar todos los nutrientes que satisfagan las funciones de nutrición (energética, plástica y reguladora). Deben incluirse en la dieta alimentos de todos los grupos y de forma variada.
- La dieta debe ser ARMÓNICA: Los aportes de nutrientes deben administrarse en proporciones convenientes.
Reparto de macronutrientes: Hidratos de carbono (HC) 50 – 60%, Lípidos 30 – 35% (OMS 30 %), Proteínas 10 – 15%
- La dieta debe ser ADECUADA a las características fisiológicas de la persona.
3. Consideraciones para elaborar una dieta
- Número de ingestas: 4 a 5 diarias, correspondiendo media mañana, al suministro calórico del desayuno, y la merienda, al valor calórico de la cena.
- Intentar no mezclar en la misma comida alimentos del mismo grupo.
- Raciones recomendadas/frecuencia de alimentos (cuadros estudiados previamente).
- No incluir más de 3-4 gramos de sal (6 gramos ingestión máxima) ni más de 300 miligramos de colesterol al día.
- Considerar de 25 gramos de fibra al día.
- Las proteínas de origen animal deben ser, al menos, un 40% del total de las proteínas.
- Los glúcidos simples suponen, como máximo, el 10% del total de glúcidos.
El perfil lipídico será aproximadamente el siguiente: AGS 7-10 % del total de lípidos, AGP 5-10 %, AGM 12-20 %
Observaciones:
- En una dieta equilibrada no se recomienda incluir más de 150 ml de vino o 300 ml de cerveza al día.
- Lógicamente, la relación entre la energía que se ingiere y la que se consume debe ser igual a 1.
4. Elaboración de una dieta
- Hallar el IMC. Si es correcto, se utiliza el Peso Real (PR).
- Hallar el Peso Ideal (PI) si el IMC es incorrecto.
- Requerimientos calóricos: a) Gasto Energético Basal (GEB) b) Gasto Energético Total (GET)
- Reparto de macronutrientes:
- Hidratos de carbono 50 – 60%
- Lípidos 30 – 35% (OMS 30 %)
- Proteínas 10 -15%
- Incluir todas las raciones de alimentos al día (tabla ingestas recomendadas).
- Número de ingestas: 4 a 5
- Desayuno: 25 a 35% GET, Media Mañana (MM), Almuerzo (Al) 35 a 40% GET, Merienda (Me), Cena (Ce) 30 a 35% GET
Ejemplo 1: Desayuno 20% GET, MM 10%, Al 40% GET, Me 5% GET, Ce 25%
Ejemplo 2: Desayuno 20% GET, MM 10% , Al 35% GET, Me 10% GET, Ce 25%
Ejemplo 3: Desayuno 15 % GET, MM 10%, Al 40% GET, Me 10% GET, Ce 25%
- Ajustar en más/menos 10% las Kcal. y macronutrientes.
NOTA: Utilizar tabla de raciones recomendadas (cuadro de clase) y Tabla de Composición de Alimentos (libro de Mataix Verdú).
Menú tipo para un adulto sano
RESUMEN: 3 raciones de lácteos; 2,5 raciones de cárnicos; 4,5 raciones de farináceos; 3 raciones de fruta; 2 raciones de verduras; 50 g aceite.
5. La dieta mediterránea: Antecedentes del concepto actual
Ya en los años 50, los doctores Ancel y Margaret Keys, de la Universidad de Minnesota, observaron que en los países mediterráneos se producía una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares que en los países del norte de Europa y del continente americano, y relacionaron este hecho con su alimentación, caracterizada por incluir de manera preferente cereales, legumbres, frutas y hortalizas, aceite de oliva, frutos secos y pescado; con más moderación las aves, los huevos y los productos lácteos, y con mucha menor frecuencia las carnes de cordero, cerdo y vacuno, añadiendo en general un consumo moderado de vino. Dichos científicos publicaron el libro «Cómo comer bien y sentirse bien, la solución mediterránea», mucho antes de que el famoso estudio de los Siete Países relacionase algunos componentes de la dieta con la enfermedad coronaria. El Seven Countries Study, cuya hipótesis se centraba en el papel de las grasas, su proporción respecto a la energía total de la dieta y la proporción de ácidos grasos saturados y poliinsaturados estudió a un sector de la población de Finlandia, Holanda, Italia, Yugoslavia, Grecia (Creta), Japón y los Estados Unidos. Los resultados obtenidos después de 15 años de seguimiento mostraron de forma inequívoca la diferente mortalidad coronaria de países como Finlandia (972/10000 habitantes) respecto a Creta (38/10000 habitantes). Los hábitos alimentarios de los habitantes de esta isla mediterránea se basaban en un alto consumo de aceite de oliva y aceitunas, cereales, fruta y verdura fresca y un poco de pescado, un bajo consumo de carnes y productos lácteos y la inclusión variable pero generalizada de vino en las comidas, todo ello acompañado de una actividad física importante, ya que la población era eminentemente rural. Este estudio y otros que le siguieron, sirvieron para que los nutricionistas americanos hicieran propuestas para cambiar la clásica alimentación norteamericana por el esquema mediterráneo con el objetivo epidemiológico de disminuir el riesgo cardiovascular. De ahí procede la aceptación del término inglés diet y su traducción a dieta mediterránea, que obedecía al concepto de adoptar una manera de comer más saludable con finalidad preventiva.
Dietas mediterráneas
Aunque el tipo de alimentación y el estilo de vida aceptados como mediterráneos se atribuyen históricamente a los países europeos bañados por este mar, como Turquía, Albania, la antigua Yugoslavia (Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Croacia), Grecia, Italia, Francia y España, debemos añadir a ellos los del norte de África y Oriente Próximo, como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Israel, Jordania y Siria, sin olvidar otros más pequeños que tienen hábitos alimentarios destacables por lo que merecen ser incluidos en este grupo, como Malta, Andorra, San Marino, Mónaco o Chipre. Es evidente que los límites geográficos de un país no determinan que sus habitantes tengan hábitos alimentarios uniformes. Vemos grandes diferencias entre las distintas regiones de Francia y España, por ejemplo; Portugal, sin ser un país ribereño hace una dieta muy mediterránea. La influencia de las civilizaciones y culturas de los pueblos que desde la antigüedad han habitado la cuenca mediterránea, egipcios, sirios, fenicios, cartagineses, íberos, griegos, romanos, bizantinos, árabe-musulmanes, judíos y turcos, entre otras ha hecho que a lo largo de la historia se hayan ido incluyendo en esta dieta, tanto los productos que la caracterizan (trigo, olivo y vid) como otros vegetales (verduras, hortalizas y frutas), incorporados gracias a las técnicas de regadío del mundo árabe, y los antiguos y variados quesos y leches fermentadas, además de raciones frugales de pescados y carnes autóctonos. Por último, cabe citar los nuevos productos incorporados gracias a la tradición marítima y comercial de las distintas épocas. Todo ello, unido a un clima y una geografía favorables, ha permitido considerarla una de las formas de comer más completas y saludables del planeta. No debemos olvidar que uno de los encantos de la dieta mediterránea o, mejor dicho, de las dietas mediterráneas, es la variedad de los alimentos que incluyen, -ello implica no gran cantidad de nada y un poco de todo-, y otro de ellos es su estilo propio, basado en valorar el sabor, color y olor de las comidas elaboradas con los ingredientes señalados y las distintas técnicas culinarias utilizadas para optimizar estas cualidades sensoriales -hervidos, asados, frituras, aliñados, macerados, etc.-, utilizando siempre el aceite de oliva y los condimentos de manera prudente. De esta forma, las cocinas mediterráneas integran las gastronomías tradicionales que conjugan de una manera armónica, específica y única todos los valores dietéticos descritos.
Posición científica frente a la dieta mediterránea
Los efectos epidemiológicos favorables de la dieta mediterránea en la prevención de la morbi-mortalidad debida no sólo al accidente cardiovascular, sino a ciertos tipos de cáncer, a la obesidad y a la osteoporosis, entre otros grandes problemas que hoy preocupan en salud pública, se están poniendo de manifiesto. Actualmente están en curso grandes estudios prospectivos como el SU.VI.MAX (Suplementación en vitaminas, minerales y antioxidantes a dosis nutricionales) , que arrojarán luz sobre los muchos elementos que incluyen los alimentos, capaces de actuar de una manera sinérgica como protectores, por ejemplo, los hidratos de carbono complejos de los cereales y sus derivados, las grasas monoinsaturadas contenidas en el aceite de oliva y los frutos secos, los ácidos grasos característicos del pescado azul, las fibras solubles de las legumbres, hortalizas y frutas o los antioxidantes contenidos en la uva y, por tanto, presentes en los vinos. Los estudios epidemiológicos actuales vierten resultados desconcertantes sobre ingestas que podrían resultar altas en grasas respecto a las recomendaciones, pero cuyos efectos aparentemente negativos se ven compensados por otros ingredientes de la dieta que disminuyen las tasas de mortalidad inicialmente esperadas. La Conferencia sobre las Dietas Mediterráneas en 1993, intentó definir el concepto de dieta mediterránea tradicional, desarrollándose en la estructura piramidal ya difundida por el Departamento de Agricultura de los EE. UU., el perfil alimentario medio de los habitantes de los países mediterráneos. Se respetaron, en la base de la misma, los alimentos farináceos, como alimentos que deben estar presentes a diario de una forma importante, en un segundo nivel las frutas y las verduras, a continuación los frutos secos, legumbres, productos lácteos, pescados, aves y huevos y en menor representación las carnes, todo ello acompañado de aceite de oliva y de un poco de vino en las comidas de los adultos. Con carácter general se indujo la actividad física como un complemento saludable de este tipo de alimentación. Cabe destacar que las reflexiones anteriores no están exentas de un exceso de confianza hacia los aspectos saludables de la dieta mediterránea. Así, la adopción de falsos comportamientos alimentarios pretendidamente saludables puede desembocar en un abuso de ciertos alimentos que, si bien con moderación pueden tener virtudes, tomados en exceso, pueden desequilibrar la dieta. La importancia del descubrimiento americano de la dieta tradicional de la cuenca mediterránea y su valor preventivo para los que tienen hábitos anglosajones, llama la atención a quienes tradicionalmente hemos hecho siempre este tipo de alimentación. Con todo, debemos procurar mantenerla dentro de un estilo de vida saludable, adaptándola a las necesidades actuales, que no son exactamente las de nuestros ancestros.
Formas alternativas de alimentación
El patrón de alimentación propio de los miembros de una familia, pueblo, región u otro tipo de comunidad no es seguido por todos sus componentes. Existen individuos o grupos humanos que se alimentan de modo distinto al que es habitual en un lugar. Es probable que la causa de este fenómeno social no sea única, ni tampoco simple, y que en sus raíces se encuentre muchas veces una concepción de la vida de tipo naturista, en la que tiene gran importancia la forma de alimentarse. Se rechazan de plano una serie de alimentos o alguna de sus presentaciones para el consumo; en cambio, ciertos alimentos extraños al medio, o bien de consumo poco frecuente, o en formas no habituales, se ingieren regularmente sustituyendo a aquéllos.
1. Tipos de alimentación
Existen varios tipos de alimentación alternativa -o no tradicional- muy distintos unos de otros, aunque puedan encontrarse en ellos algunas características comunes. En general, se rechazan o limitan mucho los alimentos del grupo de la carne. Algunos grupos o escuelas no admiten tampoco la leche. Igualmente, suelen rechazar los cereales refinados, el azúcar blanco, los alimentos que han sufrido un proceso industrial y las bebidas alcohólicas. Aceptan, en cambio, los cereales completos, en forma de pan integral, arroz integral u otras variedades; el azúcar moreno; la mayor parte de las frutas, verduras y legumbres; en cambio, los aceites de diverso origen y el yogur sólo los incluyen si su proceso de fabricación asegura la ausencia de aditivos alimentarios o en el mismo no ha intervenido una tecnología compleja.
En ocasiones llama la atención el hecho de que algunos individuos o comunidades consuman alimentos menos habituales. Tales son, por ejemplo, en nuestro medio, el polen, el sésamo, el mijo, la levadura de cerveza, las algas, la soja germinada o la leche de soja.
Conviene ahora describir los principales grupos generales, de los que, por cierto, existen varias subvariedades o escuelas.
Alimentación vegetariana
Los denominados vegetarianos estrictos (vegetarians en inglés, végétaliens en francés) sólo incluyen en su dieta alimentos de origen vegetal, y no aceptan los de origen animal.
Carnes, pescados, huevos, leche y derivados están excluidos de su alimentación, que se compone fundamentalmente de legumbres, verduras, frutas, frutos secos y cereales de grano entero, estos últimos en forma de arroz, pan o pastas alimenticias. También admiten mezclas de diversos cereales con frutos secos, como el «muesli». Según sea la escuela que los inspira, algunos grupos añaden uno o varios de entre los alimentos que citábamos como menos habituales al patrón de alimentación del medio de donde proceden los vegetarianos: algas, mijo, soja, etcétera.
Los lactovegetarianos incluyen alimentos lácteos, y los ovolactovegetarianos, huevos y lácteos. Es un principio común a todos ellos comer cantidades moderadas en preparaciones culinarias sencillas, y escogiendo alimentos que consideran menos contaminados por los procesos industriales y con la menor destrucción o alteración de sus nutrientes. Los crudívoros representan un extremo de esta concepción, ya que sólo aceptan alimentos tal como los ofrece la naturaleza, es decir, crudos: leche fresca (no pasteurizada), cereales o legumbres frescas germinadas, frutas, verduras y miel.
Alimentación macrobiótica
El japonés Oshawa introdujo y adaptó en muchos países occidentales el sistema filosófico del budismo zen, el cual, entre otras cosas, regula el tipo de alimentación, a fin de
Atribuye a los distintos alimentos una de las dos fuerzas o principios existentes, el Yin y el Yang. El Yin es la fuerza suave, alcalina y femenina. El Yang, la resistencia, ácida y masculina. Existen diez planes dietéticos fundamentales, en los que, progresivamente, se van abandonando los dulces, los alimentos de origen animal, las sopas, las frutas y las verduras, a la vez que debe aumentarse la cantidad de cereales enteros. Debe limitarse el consumo de agua. Se permite una moderada cantidad de legumbres (lentejas, guisantes), verduras, frutos secos y algún otro alimento. Entre el 70 y el 90 por 100 del total de los alimentos deben ser cereales aunque, una vez que se ha recobrado el equilibrio, pueden añadirse pequeñas cantidades de queso o de carne, pero no todos los días. Incluyen normas generales tales como masticar despacio y bien, ingerir la cantidad necesaria de alimentos y beber poco. No prohíben completamente las bebidas alcohólicas.
Alimentación higienista
El método higienista, introducido por el norteamericano Shelton, preconiza la importancia de las combinaciones entre distintos alimentos, sea para recomendarlas, sea para prevenir contra su uso.
Así, no aconseja tomar, en la misma comida, «ácidos y almidones» (por ejemplo, naranja y arroz), «almidones y alimentos proteicos» (por ejemplo, patatas con carne), «cuerpos grasos y proteínas» (por ejemplo, aceite y carne), etcétera. Ello conduce al concepto de dietas disociadas, que obliga a no ingerir ciertos alimentos en la misma comida. Para justificar estas normas se aducen razones de digestibilidad, como la competencia que se establece entre dos alimentos por la misma enzima, o la neutralización de un fermento por sustancias ácidas.
De todo ello se deduce que, en general, los seguidores de este tipo de alimentación efectúan ingestas calóricas moderadas o bajas, por lo que no es raro que se mantengan por debajo del peso teórico.
2. Alimentos y cultivos naturales, «biológicos» y «ecológicos»
Algunas personas son partidarias de los alimentos exentos de manipulación tecnológica, a los que se denomina «naturales». Así, toman sal marina pero no sal de mesa; azúcar moreno en lugar de refinado; leche fresca, pero no pasteurizada o esterilizada; frutas, verduras y legumbres en estado fresco, pero no en forma alguna de conserva; aceite virgen, pero no aceites refinados. En muchas ocasiones no está claro si un determinado alimento debe aceptarse como «natural» o no.
Alimentos «ecológicos», «biológicos» u «orgánicos»
Desde 1991 la Unión Europea (CEE 2092/91) ha regulado el uso del término «ecológico», que se había aplicado a algunos de estos alimentos. Debe sustituir a los términos «natural», «biológico» u «orgánico». Se da la denominación de «agricultura ecológica» a la que se consigue restringiendo el uso de fertilizantes y pesticidas, así como a aquella que no produce residuos tóxicos o difícilmente degradables. Su reglamentación permite utilizar unos pocos y concretos fertilizantes y pesticidas –citados en el Reglamento-, pero no los demás.
¿Realidad o mito? Los alimentos «naturales», lo mismo que los exóticos, no poseen cualidades maravillosas que protejan del cáncer, alarguen la vida o impidan sufrir ciertas enfermedades. Sus propiedades biológicas están en relación con su composición química en principios inmediatos, vitaminas y minerales. En cambio, está comprobado que algunos alimentos poseen sustancias con propiedades farmacológicas suaves: laxantes en las ciruelas, sedantes en varias plantas (valeriana, por ejemplo), antiulcerosas en el regaliz, diuréticos suaves en la cebolla o los espárragos, etcétera.
Es cierto que la tecnología destruye, en mayor o menor grado, algunas vitaminas, pero también debe admitirse que es el único modo de conservar muchos alimentos y asegurar así su inocuidad microbiológica.
Respecto a los alimentos «ecológicos» cabe decir que, por desgracia, representan un modo deseable de obtener alimentos pero imposible de utilizar para la población en general. Sin el uso de fertilizantes y pesticidas, el fantasma del hambre volvería a enseñorearse de toda la superficie del planeta (FAO-OMS). Sí debe, en cambio, extremarse el cuidado en la legislación y las inspecciones pertinentes para asegurar la inocuidad de los productos alimenticios puestos a la venta, así como potenciar la investigación para ir disminuyendo el uso de pesticidas y de otros productos químicos de amplio uso en la producción de alimentos, o, al menos, sustituirlos por otros de reconocida inocuidad. Y todo ello, con un producto final, el alimento, ofertado a un precio asequible.
3. Causas que motivan la adopción de una alimentación alternativa
Los motivos por los que una persona adopta una alimentación de tipo alternativo son múltiples, y muy distintos unos de los otros. He aquí los más significativos.
Religiosos
Diversas religiones prohíben (o limitan) la ingestión de determinados alimentos, bien temporalmente, bien de modo absoluto. La religión musulmana prohíbe la carne de cerdo. Los católicos deben observar abstinencia de carne durante determinados días, etcétera.
Respecto a la vida
Algunas personas dejan de ingerir carne o pescado por creer que no debe matarse a un animal para alimentarse. Son, en general, ovolactovegetarianos.
Ético-ecológicos
En este caso, el motivo aducido para no ingerir alimentos procedentes de animales es el de no destruir el equilibrio ecológico que existe entre las especies. Suele ir ligado al anterior.
Salud
Otros individuos aducen que no ingieren alimentos de origen animal porque han sufrido un proceso industrial, o contienen sustancias nocivas para la salud, sea de modo natural (colesterol), sea por la presencia de aditivos (nitritos) o de contaminantes (mercurio, hormonas).
Económicos
Por el hecho de que los alimentos de origen animal (carnes, pescados, quesos, etc.) sean de mayor coste económico que los cereales, verduras, legumbres, etc., podría suponerse que es éste un motivo frecuente para la adopción del vegetarianismo; sin embargo, más bien se cree que es una causa poco, corriente, pues muchos naturistas adquieren productos alimenticios que tienen un precio elevado.
Oposición al «sistema establecido»
Algunas comunidades siguen una alimentación alternativa como protesta contra el mundo oficial. A menudo son jóvenes contestatarios, que muestran su protesta contra la cultura de sus mayores a través de una «contracultura», de la que forma parte la alimentación de tipo naturista.
4. Juicio crítico
El experto en dietética y nutrición debe respetar, de entrada, la filosofía de vida y el patrón de alimentación de individuos y de comunidades, por distintos que sean al que considera normal o recomendable en su medio. Pero también puede y debe efectuar un análisis crítico desde el punto de vista de la nutrición, tanto para descubrir los posibles déficits como para recomendar alimentos, combinaciones o suplementos apropiados dentro de las normas generales seguidas por los adeptos a un tipo alternativo de alimentación.
Análisis del aporte de energía y de nutrientes
Para enjuiciar el valor nutritivo de las dietas alternativas, procede considerar su capacidad de proporcionar los distintos nutrientes y energía recomendables.
Alimentaciones vegetarianas. Pueden fácilmente, a través de cereales, legumbres, frutos secos grasos y aceites, aportar la energía requerida. La cantidad diaria de proteínas queda asegurada por estos mismos alimentos. Ahora bien, la calidad proteica precisa unas combinaciones adecuadas de legumbres con cereales y otros vegetales. Recuérdese que los cereales son deficitarios en el aminoácido esencial lisina, y las legumbres, en metionina. Todo ello, unido a la posible variación en la composición nutritiva de los alimentos vegetales, en relación con los abonos empleados y la variedad de semillas, así como a la posible pérdida de nutrientes debida al proceso de cocción, obliga a ser muy prudente a la hora de asegurar la calidad proteica de una alimentación vegetariana.
Deben seguirse, en todo caso, pautas consagradas por el uso o comprobadas científicamente; de lo contrario pueden ocasionarse perjuicios importantes, principalmente a niños y embarazadas. Las vitaminas y elementos químicos esenciales existen entre los alimentos del reino vegetal, a excepción de la vitamina B12 que la población vegetariana instruida ingiere en forma de preparados farmacéuticos. Pueden existir dificultades para cubrir las recomendaciones de Ca y Fe. Las cantidades, ciertamente elevadas, de fibra vegetal que se ingieren a través de cereales completos, verduras, frutas y legumbres, dificultan la absorción de éstos y otros elementos químicos, pero ello sólo sería peligroso si las dosis ingeridas de los mismos estuvieran en el límite de las necesidades.
En la alimentación ovolactovegetariana, o bien en la lactovegetariana, las necesidades proteicas en cantidad y calidad son cubiertas de modo mucho más seguro, reforzadas con el Ca (leche) o el Fe (huevo) que contienen.
Alimentación macrobiótica. En sus primeras etapas, la diversidad de alimentos de origen animal y vegetal permitidos asegura la cobertura de las necesidades. En cambio, una alimentación a base, casi exclusivamente, de cereales enteros no proporciona lisina suficiente ni es seguro -en absoluto- el aporte de varias vitaminas hidrosolubles y de elementos químicos esenciales. Si se restringe el consumo de agua, puede producirse, lógicamente, una deshidratación.
Alimentación higienista. Las bases en que se apoya el método higienista no pueden sostenerse científicamente. Tomar en la misma comida distintos alimentos más bien parece ser útil y beneficioso para la salud que nocivo.
Alimentos poco habituales. Con la única excepción de la soja, los alimentos no habituales utilizados por muchos naturistas no proporcionan mayor cantidad de nutrientes ni mejores que otros de uso común. La soja es una legumbre rica en proteínas, almidón, vitaminas y minerales. En cambio, el tomar unos cuantos gramos de polen al día no proporciona los nutrientes contenidos en igual cantidad de leche. El mijo es un grano de mucha menor calidad nutritiva que el trigo o el arroz. Algunas algas son ricas en proteínas, pero menos que las legumbres; de todos modos, su uso racional, formando parte del patrón de alimentación, puede asegurar la existencia de suficiente cantidad de proteínas en un futuro no lejano. La leche de soja es claramente inferior a la de vaca, y se conocen casos graves de desnutrición en lactantes que la ingerían como único alimento.
Beneficios
Algunos autores aconsejan dietas vegetarianas estrictas en casos rebeldes de hipercolesterolemia. Con las distintas clases de alimentación alternativa es difícil un exceso energético, exceso por cierto nunca recomendado con la alimentación tradicional. Los posibles tóxicos contenidos en las carnes y pescados no son sustancias propias de sus tejidos, sino contaminantes [cadmio, plomo, etc.) o ciertos aditivos que una adecuada tecnología alimentaria debe excluir o minimizar y que, en todo caso, la legislación debe regular auxiliada por una inspección sanitaria suficiente.
végétalien