A. Elementos que intervienen en el cambio
Aristóteles afirma que son tres: El sujeto del cambio, la privación o pérdida de algo que poseía el sujeto de cambio y un algo nuevo que adquiría dicho sujeto. Lo que es lo mismo:
el sustrato, la forma que se pierde, y las potencialidades que se actualizan. [El sustrato (hypokeímenon), la forma (morphé, eidos) y la privación (stéresis)]
. Puso un ejemplo: Una bellota, de hecho, no es una encina, pero puede serlo si desarrolla su naturaleza. Al convertirse en encina pierde algo, el ser bellota, y adquiere algo, el ser encina que la bellota tenía como potencialidad o posibilidad.
El movimiento queda explicado como una actualización de las potencialidades que residen en la materia de la sustancia (Para él alas cosas no son sólo lo que son en un momento dado, sino la posibilidad de ser otra cosa). Una cosa puede poseer potencia de ser o no ser otra cosa, o de modificarse, pero, de hecho, puede serlo o no, modificarse o no.
El acto tiene prioridad absoluta sobre la potencia, pues ésta sólo puede concebirse como tal siendo potencia de un acto determinado. Cronológicamente parecería que la potencia (semilla) debería ser anterior al acto (árbol), pero no es así, pues la semilla debe proceder de un árbol en acto.
El acto como entelechia o entelekheia es el fin de la potencia, aquello a lo que se ordena la Potencia (Teleologismo).
Potencia-Acto y Materia-Forma son estructuras paralelas de análogas relaciones. La materia sería la potencia pasiva respecto a la forma. La forma sería el acto que la actualizaría, la perfeccionaría y le daría su posibilidad de obrar. La capacidad de dinamizar a la materia que Aristóteles le confirió a la forma hizo que ésta, en última instancia tuviera prioridad para él, de modo que la última explicación posible del Universo sería la existencia de formas puras, siempre en acto y libres de materias.
Formas puras que serían sustancias individuales, como dioses que moverían el universo. Comenzamos a asistir a una física que desemboca en una metafísica al introducir un concepto trascendental (las formas puras).
B. Tipos de cambios
Distingue dos tipos:
El cambio sustancial
Referido a la muerte y el nacimiento, la generación y la corrupción, donde algo nuevo aparece y algo existente desaparece completamente.
El cambio accidental
Referido a las modificaciones cuantitativas, cualitativas o de lugar que sufren las cosas.
En el caso de los cambios accidentales la sustancia constituye el sustrato del cambio
Sin embargo, Aristóteles se enfrenta a un problema al tratar de determinar cuál es el sustrato de los cambios sustanciales.
Para resolver la cuestión se ve obligado a introducir un concepto, la materia primera, caótica e informe, que no es perceptible. Al apelar a la materia primera, Aristóteles introduce un concepto metafísico y trascendental, pero no será esta la única vez en la que su física parece desembocar en una teoría metafísica como veremos a continuación.
C. La teoría de las causas
Por último, la Física, además, como saber científico, debería establecer, en conjunto, las causas de las cosas. Para él era evidente la existencia de cuatro causas de las cosas, así como el que la causa radical de las cosas naturales era su propia naturaleza. Para Aristóteles, la explicación científica de un hecho consiste en determinar los factores que hay que tener en cuenta para dar
cuenta de él, a los que denomina causas. Cuando de lo que se trata es de explicar un cambio o proceso, hay que determinar cuatro causas:
la causa material (aquello de lo que está hecho algo), la causa formal (la esencia, la forma de la sustancia), la causa eficiente (también denominada agente, es la que pone en marcha el proceso, la que lo inicia y lo origina)
y la causa final (el para qué del proceso). Al plantearse, siguiendo el principio de causalidad, que todo lo que es movido es movido por algo, Aristóteles ha de decidir si la serie de causas ha de ser infinita o finita. Optar por una u otra opción goza de las misma legitimidad -esto es, ninguna- como siglos más tarde demostrará Kant en su análisis de las antinomias de la razón. Aristóteles establece que debe ser finita, es decir, que debe existir un primer principio que siendo inmóvil produzca y genere el movimiento en la naturaleza. A este primer principio le llama Motor Inmóvil, y como hiciera con la materia primera le otorga un carácter trascendental y separado. Vuelve su física a desembocar en una metafísica. Este motor es causa eficiente del movimiento en cuanto que es causa final.
Y es causa final porque su inmutabilidad es expresión de su perfección, esto es, no se mueve porque está acabado, es perfecto, de ahí que lo defina como acto puro de existir o como puro objeto de deseo, no crea el mundo, ni lo conoce.
De este modo, el motor inmóvil se convierte en el modelo que todas las cosas naturales imitan. El movimiento se explica entonces como un proceso que afecta a las cosas porque éstas han de lograr la perfección que les corresponde, y ese proceso exige que las potencialidades de ser contenidas en la materia de la sustancia se actualicen. Concluimos que la física aristotélica es el claro ejemplo de cómo alguien acaba siendo víctima de sus propias críticas. Aristóteles negó la existencia de realidades trascendentales y separadas, pero cuando el desarrollo de su física le planteó dificultades tuvo que introducir esas realidades. En la explicación de la estructura de la realidad natural, introduce el concepto de sustancia segunda (la forma) y si bien al entiende ligada a la materia, no deja de constituir un problema resolver esa relación inmanente (problema que resuelve apelando a la lógica y a su teoría epistemológica, pero que no está claramente resuelto desde la consideración de la realidad). Y en la explicación del movimiento introduce dos conceptos metafísicos más: la materia primera y el motor inmóvil. Por último, esta física es claramente teleológica, esto es, la naturaleza se explica en función de los fines que debe cumplir, todo se constituye dentro de un plan ordenado que tiene una finalidad, un sentido. En la explicación de las causas – y hemos dicho que el conocimiento es conocimiento de las causas- le otorga primacía a la causa final frente a las otras. Aristóteles insistió en que la explicación científica debe tener en cuenta la causa final o telos. Las explicaciones que usan la expresión «con el fin de» o alguna equivalente son necesarias no sólo para explicar los procesos de los organismos vivos, sino también para los objetos inanimados.