1. CONTEXTO LITERARIO
1.1. LA LITERATURA ESPAÑOLA A FINALES DEL
Siglo XIX Y PRINCIPIOS DEL Siglo XX
Durante los primeros años del siglo xx perviven las tendencias lite-
rarias de finales del xix: escritores realistas como Galdós, Pardo Ba-
zán o Blasco Ibáñez continúan su obra literaria; pero en esta época
aparece también una reacción contra el Realismo y el Naturalismo
por parte de los escritores más jóvenes. Esta reacción viene provo-
cada por dos circunstancias: la crisis política, económica y social
de finales del Siglo XIX, agudizada por la pérdida de las colonias en
1898, y el agotamiento de los temas y las formas de la literatura que
se estaba practicando en ese momento.
Surge así un movimiento literario renovador que se manifestá-
rá en dos líneas: una más identificada con la poesía (el modernis-
mo) y otra que encuentra mayor cauce expresivo en la novela y el
ensayo (la generación del 98).
1.1.1. Modernismo
El Modernismo surge en Hispanoamérica a finales del Siglo XIX y
se difunde en España tras la publicación de Prosas profanas (1886),
de Rubén Darío, produciendo una renovación total en el panorama
lírico, aunque el movimiento también cultivó la novela, el cuento y
el teatro.
El Modernismo se caracteriza por varios rasgos: en primer lu-
gar, el rechazo del Realismo positivista, ya que reacciona contra el
excesivo dominio de la razón, propio de la filosofía positivista, que
dejaba de lado lo relacionado con el misterio y lo oculto; además
los poetas modernistas no están a gusto con el mundo que les ha
tocado vivir y, automarginándose, adoptan una actitud bohemia;
todo ello les lleva a buscar un arte libre de ataduras utilitarias, em-
pleando nuevas formas que restituyan la emoción y la sensibilidad,
buscando la exaltación de la belleza percibida por los sentidos;
para conseguir estas formas de expresión toman como modelo el
Romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo.
El anhelo de armonía, de perfección formal y de belleza lleva
a los poetas modernistas a explotar todas las posibilidades que
el lenguaje les ofrece, intentando que el poema no solo transmita
sensaciones, sino que también las cause. Por ello, en el vocabulario
abundan las expresiones sensoriales y sinestésicas, la adjetivación
cromática, un riquísimo léxico (que incluye neologismos, cultis-
mos, etc.), las aliteraciones y los recursos fónicos que muestran
la sonoridad, la plasticidad y la musicalidad, las imágenes deslum-
brantes…1.1.2. La Generación del 98
Conviviendo con el Modernismo se encuentra a principios del si-
glo xx en España la Generación del 98. Aunque sus características
difieren del Modernismo, puede decirse que ambas corrientes lite-
rarias buscaron una renovación en el arte, luchando cada una a su
modo contra la decadencia; y, como acabamos de señalar, dos de
los miembros del 98 (Valle-Inclán y Antonio Machado) cultivaron
en sus inicios una poesía de corte modernista.
La Generación del 98 fue un movimiento literario surgido por
la crisis provocada por la pérdida de Cuba: la decadencia de España
motivó que varios autores analizasen en sus obras la situación del
país. Se enfrentan así al problema de España: las causas de sus
males, las posibles soluciones, el pasado, el futuro, etc. Estos
escritores toman una actitud bastante peculiar ante el problema:
buscan el conocimiento de España viajando por ella, describiendo
los campos, las ciudades, los viejos monumentos…, para intentar
recrear literariamente la historia del país. Este método de análisis
los conduce a desarrollar su obra en torno a varios temas:
• El paisaje: los autores del 98 describieron España en sus obras,
especialmente Castilla, a la que transformaron en el símbolo
de toda la nación. El paisaje se convierte en el reflejo del “dolor
de España”, que nace de un profundo patriotismo, centralista
y casticista: no se persigue, como en la estética realista, la
reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la
realidad interior.
• La historia: no se interesan por la Historia con mayúscula, es
decir, la de los grandes hombres y las grandes batallas, sino por
la historia del pueblo (de las personas que trabajan día a día),
la de los hechos cotidianos, la de las costumbres, calificada por
Unamuno como intrahistoria. En este punto aparece uno de los
ejes del 98: la crítica de los males de España. Partiendo de esa
base se escribe contra el caciquismo, contra la mala influencia
de las glorias pasadas y contra lo que se consideran los males
nacionales (el hambre y la ignorancia). Además, los autores
adoptan una actitud pesimista ante la situación histórica:
la pérdida de las últimas colonias es interpretada como el
desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
• La literatura: los autores del 98 se sienten atraídos por los
clásicos de nuestra literatura, como el Poema de Mío Cid,
Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, fray
Luis de León, Cervantes, Góngora…
• La vida y la muerte, el sentido de la vida, el paso del tiempo:
estas preocupaciones existenciales estarán representadas
fundamentalmente por Unamuno, aunque los demás autores
también dan muestras de ellas en su obra. En este tema se
aprecia la influencia de la Filosofía: frente al dogmatismo
aparecen los planteamientos existencialistas de Kierkegaard y
Schopenhauer, en los que predominan la falta de sentido de la
vida, la duda existencial y el escepticismo.
• La religión: enlazado con el sentido de la vida aparece el
tema de la religión, frente al que la Generación del 98 adopta
posturas muy diversas.
Los autores del 98 cultivaron todos los géneros literarios; pero
es en la prosa donde mejor se aprecia la renovación estilística de
este movimiento, que presenta algunas características coinciden-
tes en todos los escritores, a pesar de que el estilo de cada uno es
muy personal:
• Reaccionan contra la retórica, el prosaísmo y la
grandilocuencia de la literatura anterior. Se convierten en
auténticos renovadores del panorama literario de principios
de siglo.
• El estilo es sobrio y directo. Importa el contenido e intentan
que este llegue al lector de la manera más clara posible.
• Cuidan la forma de su prosa, son exigentes y reaccionan
contra las imprecisiones o los contenidos confusos