TEMA 2. LA PREHISTORIA Y LA Edad Antigua.
2.1 El proceso de hominización en la Península Ibérica. Nuevos hallazgos.
La hominización es el proceso evolutivo de adquisición de la actual fisiología y cultura de la humanidad. Los recientes hallazgos de restos fósiles en Atapuerca (Burgos) por parte del equipo dirigido por los profesores Arsuaga y Carbonell permiten afirmar que los primeros pobladores de la Península Ibérica llegaron de África hace cerca de un millón de años y que pertenecían a la especie del Homo Hábilis. Hace unos 800.000 años llegaron grupos pertenecientes al grupo Homo Antecesor, una rama del Homo Erectus procedentes de Asía. También en la sierra de Atapuerca, se encontró una fabulosa colección de restos de unos 300.000 años de antigüedad pertenecientes a la especie llamada Homo heidelbergensis. Hace 100.000 años la PI ya estaba poblada por el Hombre de Neandertal (Homo Sapiens Fósilis), más hábil e inteligente que los anteriores y que era capaz de enterrar a sus muertos (rasgo que indica tener conciencia con respecto a la muerte) al tiempo que utilizan y saben realizar fuego. Hace unos 50.000 años el proceso de hominización culminó con el Hombre de Cromañón (Homo Sapiens Sapiens), que muestra carácterísticas muy parecidas al hombre actual y que logró importantes progresos técnicos (el arco) y artísticos (pinturas rupestres de Altamira). Todo el proceso de hominización se produjo durante el Paleolítico; el ser humano durante este período es nómada, depredador y vive en clanes. En el mesolítico es necesaria una adaptación de los homínidos de la península tras un cambio climático (utilización de microlitos) debido al retroceso de los polos, que provoca la desaparición de la fauna autóctona. Con la Revolución Neolítica aparecen la agricultura y la ganadería, la jerarquización social, el trabajo con metales, la sedentarización, el comercio, el transporte y las construcciones megalíticas.
2.2. Pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses.
Los pueblos prerromanos son los pueblos históricos que habitan la PI (a partir del 1.000 a.C.) antes que los romanos. Son agricultores y ganaderos, trajeron el hierro y tienen rituales de enterramiento (necrópolis) y una sociedad jerarquizada. Los Tartessos, se desarrollaron en la PI durante los siglos IX al V en la cuenca del Guadalquivir, dominaban la metalurgia (metales preciosos), tenían avanzadas técnicas agrarias (regadío), escritura propia y eran grandes comerciantes. Los Íberos, que eran un conjunto de distintos pueblos (Turdetanos, Ilergetes, Lacetanos, etc.), se situaron al este y sur de la Península Ibérica. Recibieron influencia de los fenicios y griegos y tuvieron cierto desarrollo urbano, económico y cultural (llegaron a tener moneda, una lengua de signos y una jerarquía basada en capas sociales por nacimiento), dominaban la escultura (la Dama de Elche), la cerámica y la joyería. Los pueblos céltas, que eran un conjunto de distintos pueblos (Vacceos, Vetones, Astures, etc.), se establecieron en el centro y norte de la península, vivían en poblaciones fortificadas (castros), no eran muy avanzados culturalmente pero dominaban el trabajo del hierro. Se dedicaban preferentemente a la ganadería y nos han dejado numerosas muestras de su cultura en abundantes menhires y dólmenes. De la mezcla de algunas tribus íberas y celtas surgieron poblaciones celtíberas, en las zonas de contacto entre ambas culturas. Estos pueblos siguieron existiendo durante siglos, aunque sin preeminencia política, asimilados a otros pueblos más desarrollados que llegaron después. Colonizar, es habitar un territorio nuevo (por ejemplo, la PI) por razones económicas (falta de recursos por el aumento demográfico) o políticas (enfrentamientos que dan lugar al exilio). Los fenicios procedían del actual Líbano, de ciudades costeras como Tiro o Sidón. Llegaron a la PI en torno al año 1000 a.C. Y fundaron colonias (por ellos llamadas factorías) como Gadir (la actual Cádiz), Malaca, Adra. No tuvieron ningún afán conquistador, sino de intercambio de productos con las poblaciones autóctonas con las que tuvieron contacto. Aportaron una escritura alfabética, moneda, nuevos productos vegetales, factorías de salazón y conserva de pescado y técnicas en cerámica (torno). Los griegos llegaron de Massalia a partir del siglo VIII a.C. Fundaron colonias como Roses, Altea o Empúríes. Aportaron nuevos cultivos (olivo, vid), animales domésticos, tejidos y cerámica; tenían moneda propia y tuvieron gran influencia cultural sobre los pueblos indígenas. Los cartagineses procedían de la colonia fenicia de Cartago (en el actual Túnez), a la que se trasladó el centro de contacto de las factorías fenicias peninsulares. Colonizaron Ibiza en el siglo V a.C. Y fundaron Cartago Nova (Cartagena) en el siglo III a.C., con intención de crear un Imperio militar y económico. Explotaron los recursos mineros de la PI. Su expansión coincidíó con la de Roma con la que mantuvieron diversos enfrentamientos (guerras púnicas). En el 219 atacaron Sagunto, ciudad aliada de Roma, con lo que se inició la 2ª guerra púnica, en la que destacó la figura de Aníbal (general cartaginés), que atravesó la PI y derrotó a los romanos en la península italiana, aunque finalmente los cartagineses serán derrotados, iniciándose la conquista de la PI por Roma.
2.3. Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.
A finales del s. III a.C. Roma inicia una política expansiva que la enfrenta con Cartago. Este es el inicio de la ocupación de la península por el Imperio Romano. La conquista se realizó en tres etapas:
La primera entre el 219 y el 206 a.C. (s. III a.C.) en el contexto de la Segunda Guerra Púnica. Aníbal ocupó Sagunto aliada romana y marca el comienzo de la Guerra. Escipión ocupó toda la costa mediterránea y Aníbal, el general cartaginés fue derrotado. La segunda (206-133 a.C.) sirvió para ocupar el centro de la península derrotando a los celtíberos en el asedio de la ciudad arévaca de Numancia y a los lusitanos, que acosaban a los romanos con las guerrillas, por medio del asesinato de su caudillo Viriato. Asimismo incorporaron Galicia. La tercera (133-19 a.C.) en el siglo I a.C. Comenzó con la conquista de las Baleares y la incorporación al Imperio de los belicosos pueblos del norte peninsular (cántabros, astures y vascones) por el Emperador Octavio Augusto. En este siglo la península fue también escenario de las Guerras Civiles que enfrentaron a Pompeyo y César y que acabarían definitivamente con el triunfo de Octavio Augusto y la creación del Imperio sometido a la Pax romana. Se inicia así la romanización de la Península. La romanización es el proceso por el que los pueblos sometidos a Roma adoptan la lengua, la cultura, el modo de vida y de sociedad del Imperio. En Hispania, nombre dado por los conquistadores a la Península Ibérica, este proceso se inicia con la conquista y lo llevan a cabo los soldados de la legión, los comerciantes y los funcionarios romanos. Difunden el uso del latín vulgar que dará origen a las lenguas romances (galaicoportugués, castellano y catalán). Fundaron ciudades (Legio Séptima- León, Cesaraugusta-Zaragoza, Emérita Augusta-Mérida) que unieron mediante un sistema de calzadas y dotaron de canalizaciones, puentes (Alcántara) y acueductos (Segovia). Dividieron la península en provincias y municipios con distintos derechos. Explotaron las riquezas mineras y agrícolas introduciendo nuevas técnicas (arado romano, regadío), crearon nuevas industrias (salazón, tejidos, cerámica o aceite). La religión romana politeísta, se uníó a los cultos orientales y al culto al emperador y en el siglo I llegó también el cristianismo. De Hispania proceden también importantes escritores como Columela, Séneca o Marcial, o Lucano que muestran hasta que punto estaba integrada la península en el Imperio. El arte adoptó las formas y el utilitarismo romano: destacan las obras públicas, los teatros y anfiteatros (Mérida o Sagunto), los arcos de triunfo o las villas (casa de Hipolitus) decoradas con mosaicos. En escultura destacó el retrato realista.
2.4. Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.
Los visigodos eran un pueblo germano confederado de Roma, enviado a la Península Ibérica en el siglo IV d.C. Para acabar con suevos, vándalos y alanos (pueblos bárbaros que habían invadido la Península Ibérica). Al desaparecer el Imperio romano en el 476, establecieron una monarquía, en parte heredera de las tradiciones germánicas y, también en parte del Imperio romano. Por primera vez se va a constituir en la PI un estado unificado e independiente: el reino visigodo. Instalaron su capital en Toledo. Llevaron a cabo una uníón territorial, religiosa y jurídica. Leovigildo unificó el territorio peninsular, sometiendo a los suevos y vascones y expulsando a los bizantinos. Recaredo impuso la doctrina católica sobre la arriana. Recesvinto unificó la ley sustituyendo el código de Eurico (para visigodos) y el de Alarico (para hispanorromanos) por el Fuero Juzgo (Líber Iudiciorum) que fundíó el derecho romano (escrito) y el germánico (consuetudinario). La institución política más importante era la Asamblea de los hombres libres (formada por los hombres con mayor prestigio social, cultural, político…). Ésta cedía su poder al monarca (monarquía electiva), aunque algunos monarcas intentaron instalar la monarquía hereditaria a través de la asimilación al trono. Los acompañantes del rey, encargados de alguna actividad en el palacio, formaban el Oficio Palatino, dividido en el Aula Regia (formada por Comes, encargados de actividades civiles) y los Concilios de Toledo (Obispos, encargados de actividades religiosas y finalmente jurídicas). Los encargados de la administración territorial (oficios territoriales) eran los duces, comités civitates y gardingos. Las continuas luchas por el poder entre los nobles debilitaron a la monarquía visigoda, lo que explica en parte la fácil conquista musulmana en 711. En el plano cultural en el periodo visigodo, destacan las obras de Isidoro de Sevilla (Etimologías), San Braulio de Zaragoza y San Leandro (siglo VI), creador de una escuela en Sevilla para la enseñanza del trívium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrívium (aritmética, geometría, música y astronomía)., así como la creación de una rica arquitectura (utilizan el arco de herradura) y una importante labor artesanal (orfebrería).
TEMA 3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA Edad Media: AL-ÁNDALUS.
3.1. Evolución política de Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba.
Los musulmanes instalados en el norte de África a finales del siglo VII, llegan a la península llamados por los Witizanos (facción visigoda enfrentada al rey Rodrigo para derrocarle), en Abril del 711. Tarik desembarca en Gibraltar con unos 10.000 hombres, en su mayoría bereberes (indígenas norteafricanos convertidos al Islam) y en la batalla de Guadalete se enfrentan a los visigodos de Rodrigo siendo estos derrotados (muerte del rey y aniquilamiento y huída de sus tropas). Animados por aquel éxito deciden proseguir su avance por la península, dirigíéndose hacia Toledo, la capital conquistándola. Al año siguiente desembarcó Muza con 20000 soldados árabes y sirios y tomó Sevilla llegando hasta Mérida. En poco tiempo caen Zaragoza, valle del Ebro, Levante, Portugal, la meseta sur y norte y sólo se detiene en la Cordillera Cantábrica al ser rechazados por los astures en Covadonga en el 722. Por el este llegan hasta Poitiers, en el reino Franco, pero son derrotados en Poitiers (732) y se repliegan a la P.I. La conquista fue muy rápida por varios motivos: los hispanos no ofrecieron resistencia musulmanes pues significaba cambiar de amos (vivían en un régimen de servidumbre); El respeto y la tolerancia que manifestaron los conquistadores; Cuando los musulmanes no podían con un territorio por las armas, pactaban con sus gentes o autoridades. Parece que este sistema de capitulaciones y rendimientos acordados entre señores godos y conquistadores musulmanes fue frecuente (Teodomiro en Murcia) Conservaban sus bienes personales y propiedades manteniendo la religión cristiana, previo pago de impuestos; El apoyo de los judíos. En esta invasión participaron un grupo minoritario de árabes y sirios que constituían la élite y se apropiaron de las mejores tierras (valle del Guadalquivir, valle del Ebro y Levante) y una mayoría de bereberes, indígenas norteafricanos convertidos al Islam, que se establecieron en las zonas más pobres e Hispania (meseta castellana, zonas montañosas de Andalucía y sur de Portugal) y se les alejó de los puestos del gobierno. Como consecuencia de la invasión musulmana surge una nueva provincia del mundo islámico: al-Ándalus, nombre que dieron los musulmanes al territorio conquistado. Se constituía así un emirato dependiente de Damasco (711- 755). El máximo mandatario es un walí o emir que dependía en lo político y en lo religioso del califa Omeya de Damasco. Su capital primera fue Sevilla, pero pronto pasó a Córdoba. Fueron muy frecuentes las disputas entre los bereberes y la élite dirigente árabe. A mediados del siglo VIII, los Omeyas fueron derrotados por los abasíes que se hicieron con el Califato y trasladaron la capital a Bagdad. Abd-al-Rahmán I, omeya, logró escapar y llegó hasta Al-Ándalus, se proclamó emir y rompíó en lo político con los califas abasíes, aunque seguía dependiendo en lo político. Es el período del emirato independiente (756 – 929) Como el panorama era de casi Guerra Civil, toma una serie de medidas para fortalecer su poder: crea un ejército profesional de mercenarios, nombra cadíes para la administración de justicia, crea el cargo de primer ministro (hachib) y de ministros (visires)… Realiza una reforma económica, ejecutando una mayor recaudación de impuestos. El centro de poder estaba en la ciudad de Córdoba, donde inicia la construcción de una gran mezquita. Con sus sucesores (Hixen I, al-Hakan I, etc.) se suceden múltiples sublevaciones. Cuando Abd-al- Rahmán III sube al trono en el 912, el panorama es desolador: no hay dinero en las arcas del Estado, son continuas las sublevaciones, hay crisis económica. Logra pacificar al- Andalus. En el 929 decidíó proclamarse califa, cargo de máxima autoridad política y religiosa, separándose en lo religioso de Bagdad, iniciándose el periodo del Califato de Córdoba (929 -1031) Durante su reinado se alcanzará el mayor esplendor político, militar, económico y cultural de Al-Ándalus. Logró que todos los gobernadores le rindieran vasallaje, le pagaran los tributos y le ayudaran militarmente contra los cristianos del norte. Los reyes cristianos le pagaban fuertes tributos para no ser atacados. Ocupó Ceuta y Melilla y tenía relaciones amistosas con el emperador germánico y bizantino. Residía en Córdoba, la mayor ciudad de Occidente y construyó la ciudad palacio de Madinat-al-Zahra. Hisham II, delegó el poder en su hachib, Almanzor que organizó unas 50 expediciones contra los cristianos del norte, en busca de botín (razzias) Después de su muerte en 1002, comienza la decadencia del califato, que va a vivir auténticas guerras civiles y que terminó por desaparecer en 1031, fragmentándose en numerosos reinos, llamados de Taifas (bandas).
3.2. Al-Ándalus: la crisis del Siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos.
A principios del Siglo XI, tras la muerte de Almanzor, el Califato entra en crisis y comienza su desintegración que será definitiva en 1031, surgiendo unos veinte reinos de Taifas (bandos). Esta fragmentación del territorio de al-Ándalus en numerosos reinos supuso una debilidad que fue aprovechada por los reinos cristianos del norte para iniciar su expansión hacia el sur. Frente a la superioridad militar de los reinos cristianos, la supervivencia de los taifas dependía con frecuencia del pago de parias: tributos anuales que se pagaban a los reinos cristianos a cambio de su protección y en reconocimiento de vasallaje. El nuevo mapa político era el resultado de las profundas divergencias que existían en el seno de la población islámica dirigente. Los taifas fueron controlados por tres grupos étnicos: – taifas andalusíes, gobernadas por individuos de origen árabe o muladí; taifas eslavas, dirigidas por individuos de origen eslavo cuyos antepasados habían llegado a la península como esclavos de los musulmanes y se habían convertido al Islam para conseguir la libertad, llegando a ocupar importantes puestos en el ejército; Taifas bereberes, individuos de origen norteafricano. Durante este periodo fueron frecuentes las disputas entre los distintos reinos de Taifas. Algunos pequeños fueron incorporándose a otros mayores. El avance de los cristianos fue notable. La toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI, hizo pensar a los reyes taifas en la desaparición del Islam de la península, por lo que pidieron ayuda al pueblo almorávide, que había creado un importante Imperio en el norte de África. La unificación que estos hicieron en al-Ándalus acabó con los primeros Reinos de Taifas (1031– 1086). Los almorávides frenaron el avance cristiano.
Eran un grupo religioso minoritario que pretendía el retorno a una religión más pura. A mediados del Siglo XII hubo una revuelta popular que desembocó en la disgregación del Imperio y en la aparición de una segunda breve etapa de reinos de Taifas (1146-1170) Fue breve porque pronto acuden a la península los almohades (1170-1232), nuevo Imperio del norte de África que había tomado el relevo a los almorávides, ante el empuje de los cristianos. Unifican el territorio y vencen a los cristianos en Alarcos (1195). Esto lleva a los cristianos a coaligarse y a vencerlos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212).Supuso la decadencia de este Imperio y la aparición de los terceros taifas, que fueron sucumbiendo todos, excepto el de Granada. El Reino nazarí de Granada (1237-1492) fue conquistado ya en tiempos de los Reyes Católicos
3.3. Al- Ándalus: la organización económica y social.
Frente al predominio del mundo rural de la Europa cristiana contemporánea, al-Ándalus conocíó un florecimiento urbano y comercial que la convirtió en el estado más rico de la Europa del Siglo X.
La agricultura, encaminada a su comercialización para abastecer a las ciudades y a la exportación, era la base del sistema económico. Se introdujeron avances tecnológicos como el regadío (acequias y norias) Los cultivos principales siguieron siendo los cereales, la vid y el olivo, pero difunden nuevos como los cítricos, el arroz, la caña de azúcar, el algodón, el azafrán…En ganadería destaca el impulso dado a animales como la oveja y el caballo (actividades militares). Fue importante también la explotación de los recursos naturales: madera, sal, metales (Mercurio, hierro, plomo, cobre, plata…) En las ciudades se desarrolló una rica y variada actividad artesanal que iba desde los textiles (tiraz de Córdoba, lino de Zaragoza) hasta los repujados en cuero, pasando por el cristal, la orfebrería y la cerámica. Gran parte de toda la producción era destinada a las ciudades. El comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades. Pero otra parte importante se dedicaba al intenso comercio exterior, tanto con los restantes países islámicos como con la Europa cristiana. Exportaba sobre todo productos agrícolas (aceite, azúcar, higos y uvas), minerales y tejidos. Importaba productos de lujo y especias de Oriente Próximo, pieles, metales, armas y esclavos de la Europa cristiana y oro y esclavos negros de Sudán. El auge comercial se vio favorecido por la unificación monetaria en torno al dinar de oro y el dírham de plata. La población conocíó un importante crecimiento, calculándose unos siete millones durante el califato. Esta se asentaba mayoritariamente en el campo pero las ciudades tuvieron una gran importancia, destacando Córdoba que en el Siglo X súperó los 100000 habitantes. Se configura una sociedad compleja en la que podemos distinguir los musulmanes: árabes, sirios, bereberes y muladíes (cristianos convertidos al Islam), los mozárabes (cristianos que viven en territorio musulmán) y los judíos. Todos ellos libres porque también había esclavos. En cuanto a la diferenciación social, había en al-Ándalus grupos aristocráticos (jassa) formado por familias árabes y algunas de ascendencia visigoda que tenían grandes dominios territoriales y altos cargos en la Corte; en el extremo contrario, grandes masas populares (amma) del campo y la ciudad, labriegos y artesanos y también va surgiendo una clase media compuesta por los mercaderes.
3.4. Al- Andalus: el legado cultural.
La cultura islámica se fue forjando con las aportaciones de distintos pueblos y se puede decir que es una mezcla de la cultura helenística, la persa y se pueden encontrar aportaciones de la india y la China.
Al-Ándalus conocíó un grado de refinamiento cultural y civilización muy alto y superior al de los reinos cristianos. Mantuvo un estrecho contacto con el resto del mundo musulmán, lo que le permitíó participar en una amplia recopilación de textos literarios, filosóficos y científicos recogidos tanto del mundo griego como del persa y del indio. Por su situación geográfica, hay que destacar su importante papel de intermediario cultural difundiendo estos saberes a la Europa cristiana. En su cultura destacan la Teología y la Medicina (salvación del alma y del cuerpo), aunque en general todos los ámbitos científicos están muy desarrollados. Córdoba con su mezquita y su universidad, se convirtió en un activo centro intelectual, como prueba el que encontremos algo tan insólito en el mundo medieval como un mercado de libros. Desde al-Ándalus se difundíó a toda Europa el sistema de numeración de origen indio que desplazó al romano. Destacaron importantes personalidades en distintos ámbitos: filósofos: Maimónides y Averroes (traductor del filósofo Aristóteles), matemáticos, como al-Mayrití; médicos, como Abulcasis, autor de una enciclopedia médica que fue traducida posteriormente al latín, historiadores como al-Razí y Ibn al-Qutiyya. El árabe era la lengua oficial y de prestigio del Islam. Existía un árabe clásico y otro vulgar. La creación literaria también alcanzó un gran desarrollo, sobre todo en el Siglo X. Hay que destacar en árabe clásico la obra de Ibn Abd Rabí, El collar de la paloma, una especie de enciclopedia de conocimientos humanísticos. Y en árabe vulgar, la obra de Ben Muara, que inventó la moaxaca, poema cortesano de cinco estrofas con un estribillo o jarcha.
3.5. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán.
El arte musulmán destaca por su originalidad, producto de la uníón de varios estilos tanto orientales como occidentales. Lo más importante es la arquitectura, ya que rechazan las representaciones humanas por motivos religiosos. La arquitectura en Al-Ándalus produjo alguno de los edificios más emblemáticos de todo el Islam. Entre estos edificios se dan palacios y mezquitas. Se distinguen tres periodos: el califal, el taifa y almohade y por último el nazarí: El estilo califal. La Mezquita de Córdoba. Tiene planta cuadrada y está formada por la sala de oración (dividida en naves por las arquerías policromadas de arcos de herradura y polilobulados fruto de distintas ampliaciones), el patio, el alminar o torre de llamada a la oración y el mihrab o nicho del Corán (decorado con una cúpula y mosaicos bizantinos). El palacio de Medina Azahara es una ciudad palatina mandada edificar por Abderramán III a las afueras de Córdoba. Los principales motivos de su construcción son de índole político-ideológica: la dignidad de califa exige la fundación de una nueva ciudad, símbolo de su poder, a imitación de otros califatos orientales y sobre todo, para mostrar su superioridad sobre sus enemigos. La cultura popular también dice que fue edificada como homenaje a la favorita del califa: Azahara. La arquitectura taifa y almohade se caracteriza por la pobreza de los materiales y la riqueza decorativa (yeserías, paños de sebka romboidales) Un ejemplo será la Aljafería de Zaragoza o la Mezquita de Sevilla, de la que se conserva el alminar (Giralda). La arquitectura nazarí tiene su máximo exponente en la Alhambra de Granada. Una residencia palaciega que combina arquitectura y jardines. Amplia decoración compuesta por azulejos, mocárabes, epigrafía, etc. Las artes decorativas aparecen ligadas a la arquitectura o a la rica artesanía.
TEMA 4. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA Edad Media: LOS REINOS CRISTIANOS.
4.1. Los reinos cristianos en la Edad Media: los primeros núcleos de resistencia.
Desde que el pueblo islámico desmanteló el reino visigodo se fueron creando una serie de pequeños núcleos en el norte de la península donde se hicieron fuertes, al amparo de su montañoso relieve, grupos de cristianos rebeldes al dominio musulmán y que terminaron constituyéndose en reinos independientes. Entre los siglos VIII y XI estos pequeños reinos y condados fueron consolidándose en un ambiente hostil que ponía continuamente en duda su propia supervivencia frente al califato de Córdoba que vivía su momento de máximo esplendor. El primer núcleo de resistencia fue el reino de Asturias, que se Constituye en torno a la figura del noble visigodo Don Pelayo, que venciera en una “batalla” a un pequeño grupo musulmán en las tierras de Covadonga el año 722. Sus sucesores adoptaron el título de reyes. El reino de Asturias se expandíó en un principio por toda la cornisa cantábrica hasta Galicia, situando en Oviedo su capital. Durante el siglo IX, buscando una mayor expansión por tierras llanas más ricas en agricultura llegaron a ocupar el espacio de la Submeseta Norte que se encuentra entre la Cordillera Cantábrica y el río Duero, que en estos momentos era una especie de tierra de nadie. Se llega hasta el Duero siendo rey AlfonsoIII (866-910) Para el mejor control de las tierras recién conquistadas la capital se trasladó a la ciudad de León y empezamos a hablar del reino de León. En el Siglo X las conquistas se paralizan por la fuerza militar de Ál-Ándalus en estas fechas. Desde mediados del Siglo X va cobrando independencia el condado de Castilla durante el gobierno del conde Fernán González. En torno a los Pirineos también surgieron núcleos de resistencia que en un principio, estuvieron protegidos por el reino Franco de Carlomagno, del que se fueron desligando durante el siglo IX hasta constituirse en reinos y condados independientes y hereditarios. A comienzos del IX surge el Reino de Pamplona con Iñigo Arista, aunque la dinastía que se consolidará es la de los Jimena. En el Siglo X se expanden por las tierras llanas del alto Ebro, Calahorra, Nájera, Viguera. También en este siglo se incorpora el Condado de Aragón. En la época de Almanzor se paraliza la expansión y durante el reinado de Sancho III el Mayor (1005-1035) logra su mayor apogeo llegando a unificar casi todos los pequeños reinos peninsulares (Castilla, Navarra y Sobrarbe y Ribagorza)
En el centro de los Pirineos se independizaron del dominio Franco a mediados del siglo IX los condados de Aragón (con el conde Aznar Galíndez, comprendía los valles de Hecho y Canfranc y se uníó a Navarra a mediados del IX) y Sobrarbe y Ribagorza, que tras ser anexionados a Navarra por Sancho III alcanzaron su independencia definitiva y la categoría de reino (Aragón) el año 1035 al morir el rey navarro. En el Pirineo oriental, en el territorio de la futura Cataluña, nacieron varios condados (Barcelona, Girona, Besalú, Cerdaña…), situados bajo la órbita de los reyes francos con el nombre de Marca Hispánica. El Condado de Barcelona fue el más importante, destacando el conde Vifredo que en el siglo IX logra unificar en su persona diversos condados y sobre todo Borrell II (948-992) , que aprovechando el fin de la dinastía carolingia deja de prestar homenaje a los reyes francos, siendo el punto de partida de la independencia política de Cataluña.
4.2. Los reinos cristianos en la Edad Media: principales etapas de la reconquista
Hasta mediados del Siglo XI, los cristianos ocupan las tierras casi deshabitadas del valle del Duero, Galicia y piedemonte de los Pirineos pero es en el Siglo XI, tras la desaparición del Califato, cuando se puede hablar de Reconquista. El término alude a la expansión territorial que realizaron los reinos cristianos a costa de los territorios musulmanes de al-Ándalus. Estos avances toman un cariz religioso convirtiéndose en cruzada contra los infieles. A este motivo hay que unir los intereses políticos y demográficos de los reinos cristianos que buscaban ampliar sus territorios para alcanzar más poder y dar tierras a una población en crecimiento. – Siglo XI: El reino de Castilla y León avanza hasta el valle del Tajo al conquistar Alfonso VI, en 1085, Toledo. El reino de Aragón con Pedro I incorpora Huesca y Barbastro y los condes de Barcelona llegan hasta Tarragona. – Siglo XII: los progresos son limitados por la llegada de los almorávides a finales del XI que contienen, en parte, la progresión cristiana hacia el sur. En la parte oriental de la península se ocupa la cuenca del valle del Ebro: Alfonso I, el batallador (1104-1134), ocupa Zaragoza en 1118, Calatayud, Tudela y Daroca y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y rey de Aragón toma Lleida en 1149 y el bajo valle del Ebro. En la segunda mitad del siglo Portugal llega hasta Lisboa (1147) y Évora, Fernando II de León toma Alcántara (1166), Alfonso VIII de Castilla toma Cuenca (1177) y Alfonso II de Aragón, Teruel (1171). Los reyes de Castilla y Aragón firman los tratados de Tudillén (1151) y Cazola (1179), asignándose las zonas que debían conquistar cada uno de Al-Ándalus. La llegada de los almohades, a finales del XII, supuso una detención temporal del avance reconquistador. – Siglo XIII: la victoria del rey de Castilla Alfonso VIII, con la colaboración de otros monarcas cristianos en Las Navas de Tolosa en 1212 sobre los almohades abríó a los castellanos el rico valle del Guadalquivir. Alfonso IX de León toma Mérida y Badajoz en 1230 y Fernando III, rey que unificó Castilla y León definitivamente en 1230, integró todo el valle del Guadalquivir en sus reinos. Tomó Córdoba (1236) y Sevilla (1248) y su hijo Alfonso X ocupó Murcia.
Por su parte el monarca catalano-Aragónés Jaime I (1213-1276) conquistó las Islas Baleares y el reino de Valencia (la ciudad en 1238) – Siglos XIV y XV: la reconquista de detiene y los reinos cristianos, que sufren una importante crisis pierden interés por apoderarse del reino nazarí de Granada. Serán los Reyes Católicos los que inicien su conquista en 1482 y la culminen en 1492.
4.3. Los reinos cristianos en la Edad Media: las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad. Modelos de repoblación y organización social de los reinos cristianos.
Repoblar: “Ocupación pacífica de tierras, que, como consecuencia de la Reconquista se iban incorporando a los reinos cristianos”. Múltiples factores (cantidad de efectivos para llevarla a cabo, peligrosidad de la zona, rapidez de las conquistas, etc.) hicieron que los sistemas de repoblación aplicados fuesen distintos. – Repoblación del Duero, Alto Ebro, Piedemonte Pirenaico por el sistema de PRESURA (Castilla) y APRISIO (Aragón y Cataluña). Este sistema consistía en ocupar las tierras despobladas y ponerlas en cultivo. Fue realizada por nobles, monjes, pero principalmente por campesinos, hombres libres que trabajaban pequeñas parcelas de su propiedad. El alto grado de libertad concedida por los reyes a estos pobladores se entiende por su doble función de agricultores y guerreros en un territorio fronterizo entre musulmanes y cristianos. Se agrupaban en villas o aldeas y se dio un cierto colectivismo en los pastos y bosques. – Repoblación de la Meseta Norte (entre el Duero y el Sistema Central), la cuenca del Tajo y el Valle del Ebro, predomina el sistema llamado de CONCEJOS: se crearon concejos que tenían por cabeza una ciudad o una villa y administraban una importante demarcación territorial (ALFOZ). Como eran zonas conflictivas, que a veces soportaban incursiones de los musulmanes, se les concedieron FUEROS o CARTAS PUEBLA (ejemplos: Salamanca, Segovia, Sepúlveda, Zaragoza, Calatayud, etc.), por los que se les concedía libertades y ventajas económicas. Se repartían parcelas en propiedad para trabajarlas y además tenían tierras comunales. En estos lugares predominó la pequeña y mediana propiedad. Se repobló con cristianos de los reinos del norte, pero también con inmigrantes ultrapirenaicos (francos, borgoñones, lombardos…) – Repoblación del valle del Guadiana, Guadalquivir, Extremadura, interior de Aragón (Teruel) y el litoral mediterráneo (Castellón), se repartíó en grandes latifundios, que eran concedidos por la Corona a la nobleza y las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa), como recompensa a su participación guerrera en la reconquista. La base de este sistema está en la escasa población para repoblar y la rapidez de la reconquista. La mayor parte de los habitantes (muchos de ellos musulmanes) trabajarán como colonos o braceros en los latifundios En la zona del levante (Regíón Valenciana), predominó el repartimiento entre los nuevos pobladores, por lo que predominó la pequeña y mediana propiedad, esta situación se vio fortalecida con la presencia de musulmanes que trabajarán como siervos de los cristianos. Organización social: Sociedad estamental, jerarquizada, pero no tan cerrada como la europea del momento. Nobleza y Clero son los privilegiados, con exención de impuestos y leyes propias; se es noble por nacimiento o por designación real y clérigo por profesión. Están en la cúspide de la pirámide social porque tienen grandes propiedades, señoríos en los cuales tiene jurisdicción. El pueblo llano: campesinos, la mayor parte, con situaciones muy diferentes, libres, semilibres, artesanos y menestrales y pequeños burgueses; todos éstos tenían las mismas leyes y pagaban todos los impuestos; los judíos y mudéjares son grupos menos integrados socialmente, pero que conviven muchos años con los cristianos.
4.4 Diversidad cultural en los reinos cristianos en la Edad Media: cristianos, musulmanes y judíos
La cultura de la España cristiana se caracteriza por su modestia frente al panorama de Al-Ándalus en estas fechas. Estaba monopolizada por los eclesiásticos y sus fines eran de índole religioso. Los centros más activos de la vida cultural eran los monasterios como Sahagún, San Millán de la Cogolla, Santa María de Ripoll. Destaca el trabajo de los copistas y también algunas creaciones originales como los comentarios al Apocalipsis, las Glosas emilianenses y las Glosas Silenses (aparecen las primeras referencias a la lengua romance castellana que se estaba gestando en estos momentos). Algunos monasterios catalanes envían monjes a Córdoba para copiar manuscritos científicos. A partir del Siglo XI, se intensifican las relaciones entre la cristiandad europea y la hispana gracias sobretodo al Camino de Santiago, por donde entraban personas, mercancías e ideas. Pero aunque haya un predominio de la cultura y formas artísticas cristianas es muy importante en la Península la influencia de la cultura islámica con la que convivíó durante siglos y el aporte de la culta comunidad judía de la España medieval. Un ejemplo claro de la colaboración de las tres culturas fueron las escuelas de traductores, de las que sobresale la de Toledo, creada en el Siglo XII y que tuvo su momento de esplendor en el reinado de Alfonso X, el Sabio (1252-1284). En ella participaban intelectuales cristianos, musulmanes y judíos. Se traducen obras al latín y posteriormente al castellano tanto del árabe como del griego, literarias, filosóficas, científicas. Con el Renacimiento urbano cobran importancia las escuelas catedralicias y surgen las primeras universidades: en el Siglo XIII Palencia y la más importante Salamanca (1218). Las lenguas romances (castellano, catalán, gallego) se consolidan y a partir del XIII se generaliza su uso como lenguas cultas iniciándose las creaciones literarias (Poema de mio Cid, Cantigas y crónicas de Ramón Muntaner) y como lengua usada en las documentaciones oficiales. Durante la Edad Media existíó una convivencia y tolerancia entre los grupos religiosos (mozárabes, mudéjares, judíos, etc.) y étnicos que se alternó con épocas de confrontación e intolerancia debido a las mentalidades religiosas (Cruzada cristiana y Yihad islámica).
4.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: manifestaciones artísticas. El arte de la Península en la Edad Media en los territorios cristianos está influido por las corrientes europeas. Hasta el s. XI se da el arte prerrománico de carácterísticas muy diversas y originales, pero a través del camino de Santiago llegan los canteros que traen el nuevo estilo: el arte ROMánico. Es un arte religioso, ligado a la construcción de iglesias y monasterios en los que se subordina la escultura y la pintura a la arquitectura. Se da hasta el Siglo XII. Las iglesias son en piedra, de planta de cruz latina, con anchos muros y bóvedas de cañón y arista sujetas por arcos de medio punto (de ahí la referencia al arte romano). La escultura se sitúa en los capiteles de las columnas, en las jambas y en los tímpanos. Los temas son generalmente religiosos y existe una preferencia por el Juicio Final. La pintura utiliza los mismos temas y se sitúa en los ábsides y las bóvedas (pintura al fresco) o en los altares (temple sobre tabla). Tanto en escultura como en pintura se busca un fin didáctico y las representaciones son hieráticas, hay jerarquización en las figuras y un cierto antinaturalismo. El mejor ejemplo lo encontramos en la Catedral de Santiago de Compostela y su famoso Pórtico de la Gloria, cumbre del ROMánico. El arte gótico es el segundo arte cristiano europeo de la Edad Media. También religioso y centrado en la arquitectura. En este caso se construyen catedrales, pero también ayuntamientos y palacios (reflejo del resurgir de la vida urbana en la Baja Edad Media). Se inicia en la segunda mitad del s. XII y permanece hasta el s. XV y XVI en algunos casos. Se caracteriza por la búsqueda de la verticalidad y la luz, conseguida gracias al uso del arco apuntado y la bóveda de crucería. Los edificios alcanzan gran altura. Los muros se hacen más finos y se abren grandes ventanales que se cubren con vidrieras. La pintura se utiliza en retablos colocados ante el altar y la escultura se emplea en tímpanos, jambas, gárgolas, etc. Las formas son más naturales, los temas preferidos tienen que ver con la Virgen o la Pasión de Cristo (un concepto más humanista) y la técnica es mucho más perfecta.
TEMA 5: LA BAJA Edad Media. CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV.
5.1. Los reinos cristianos en la baja Edad Media: organización política e instituciones en el reino de Castilla y en la Corona de Aragón
EN EL REINO DE Castilla, las tensiones políticas fueron constantes, pugnando los reyes por arrebatar la independencia y poder efectivo que tenían los nobles dentro de sus señoríos. La corona salíó robustecida políticamente caminando hacia lo que conocemos como monarquía autoritaria, aunque la nobleza como compensación vio aumentado su prestigio social y poder económico. En Castilla el rey tenía amplios poderes: jefe del ejército, poder legislativo, ejecutivo y última instancia judicial. Durante la Baja Edad Media la Corte o Curia regia evoluciónó hacia dos instituciones: – El Consejo Real que terminó controlado por nobles y prelados, tenía competencias gubernamentales muy amplias y asesoraba al rey. – Las Cortes: surgen por la entrada de representantes de las ciudades en la curia real que dio lugar al nacimiento de esta institución a finales del XII en León y principios del XIII en Castilla, unificándose a la vez que los reinos, en 1230 con Fernando III. Era un órgano de carácter consultivo y fiscal, formado por representantes de nobleza, clero y burguésía urbana. Sus decisiones no tenían carácter legislativo vinculante. En el Siglo XIV se creó la Audiencia, el órgano superior de justicia. El territorio estaba dividido en merindades y adelantamientos (en Andalucía y Murcia). A nivel local el órgano esencial de gobierno era el concejo, que desde mediados del XIV contaban con un número de regidores nombrados por el rey. LA CORONA DE ARAGÓN consolidó un modelo de Estado y monarquía muy diferente al de Castilla, funcionando como una confederación de Estados (Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia) con el poder real muy recortado por la nobleza y las Cortes, con el monarca y la política exterior como únicos nexos comunes. A este modelo se le da el nombre de pactista porque el poder del rey estaba limitado por las normas morales y por el derecho y costumbres del país, que el monarca, al ser investido, se comprometía a mantener en una especie de pacto con sus vasallos (alta nobleza, clero y patriciado urbano), que se realizaba a través de las Cortes. El monarca tenía un lugarteniente en cada Estado. En el Siglo XIII, las reuniones ordinarias de la curia (cort) desembocaron en el Consejo Real, mientras que las reuniones extraordinarias se convirtieron en las Cortes. Éstas tuvieron un importante poder legislativo y cada reino tenía las suyas que se abrían siempre con la presentación de agravios contra el rey y sus funcionarios. Además se negociaban los subsidios que pedía el rey. A veces se reunían Cortes Generales (directrices de política interior e internacional).Para vigilar el cumplimiento de lo aprobado en las Cortes, se creó una Diputación del General, con carácter transitorio, pero tanto en Cataluña, (Generalitat), como en Aragón y Valencia, acabaron convirtiéndose en organismos permanentes. En el Reino de Aragón la monarquía tuvo que aceptar, además, una justicia exclusiva para resolver litigios entre la nobleza o entre la nobleza y el rey (Justicia Mayor) Desde el punto de vista territorial Aragón estaba dividido en merindades y Cataluña en veguerías. El órgano de gobierno local era el municipio, monopolizado por las oligarquías locales a finales de la Edad Media. En el caso de Barcelona (Concell de Cent que elegían a cinco consejeros)
5.2. Los reinos cristianos en la baja Edad Media: crisis demográfica, económica y política.
Del Siglo XI al XIII se produce un crecimiento continuo, pero en el Siglo XIV se produce una aguda crisis. Se trata de una crisis de subsistencia que rompe el equilibrio precario entre población y recursos: hambrunas por las condiciones climatológicas adversas que ocasionaron varios años seguidos de malas cosechas. A esta situación hay que añadir la llegada de la Peste Negra a la Península que se inicia en Baleares en 1348 y se extiende por Aragón y Castilla. La consecuencia inmediata fue un aumento de la mortalidad y la drástica disminución de la población peninsular, más importante en Aragón y Navarra que en Castilla. La crisis económica no se hizo esperar: la producción agraria disminuyó, muchas tierras dejaron de ser cultivadas, la nobleza veía bajar sus rentas, los precios subían… Se produjeron importantes conflictos sociales porque los campesinos iniciaron luchas de resistencia contra los abusos de sus señores (payeses de remensa en Cataluña, el movimiento irmandiño en Galicia, etc.) También hubo conflictos en las ciudades. La crisis demográfica y económica se vio acompañada de conflictos políticos. De fondo está el intento de fortalecimiento del poder real y la oposición de la nobleza y el clero. Así en la Península va a haber varias guerras civiles: – En Castilla, ante el autoritarismo y centralismo administrativo de Pedro I, los nobles apoyan a su hermanastro Enrique (iniciándose la dinastía de los Trastámara) También en el Siglo XV, por la sucesión al trono de Enrique IV. -En la Corona de Aragón, los conflictos más importantes se producen en el Siglo XV, tras la elección de Fernando de Antequera y con Juan II (rebelión catalana)
5.3. Los reinos cristianos en la baja Edad Media: la expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.
La expansión mediterránea se inicia en el Siglo XIII y va hasta el Siglo XV siguiendo unas pautas marcadas por los intereses económicos de la oligarquía barcelonesa. Así, la monarquía catalana-aragonesa y la burguésía barcelonesa acabaron creando un Imperio económico cuyas bases pueden encontrarse en: – el extraordinario desarrollo del comercio a larga distancia con las rutas de Alejandría y la de Constantinopla y también el eje Cerdeña, Sicilia y posteriormente Nápoles. – la creación de un aparato jurídico de carácter internacional: cónsul de ultramar (representaba a las autoridades indígenas en los principales puertos) Y también los consulados del mar en los puertos y ciudades de la Corona de Aragón que tenían jurisdicción sobre causas marítimas y mercantiles. – la conquista militar, incitada por la expansión comercial, la imposibilidad de continuar la Reconquista en la Península y el deseo de los monarcas de engrandecer su dinastía. La inicia Jaime I con la conquista de Valencia y Mallorca, continúa con Pedro III con la conquista de Sicilia, a la que tenía derechos por su matrimonio, en 1282, con Jaime II se conquista la isla de Cerdeña (1324). En su reinado también hay que destacar la expedición de los almogávares (tropas de mercenarios catalano-aragoneses) al Imperio Bizantino para colaborar en la guerra contra los turcos. Estos acabaron ganando para la monarquía de la Corona de Aragón los ducados de Atenas y Neopatria (1369-1391), en el reinado de Pedro IV. El dominio militar alcanza su máximo desarrollo al conquistar Nápoles (1442) Alfonso V.
5.4. Los reinos cristianos en la baja Edad Media: las rutas atlánticas (castellanos y portugueses). Las islas Canarias.
Castilla, que se había convertido en una gran potencia naval con su alianza con Francia y Flandes, tenía intereses de tipo económico en el Atlántico norte (exportaba la lana castellana y el hierro vizcaíno e importaba manufacturas de lujo (sobre todo de Flandes) y en la ruta sur controlada por los genoveses que le facilitaba el acceso a productos africanos (oro, marfil, esclavos), italianos (paños y telas) y de Oriente (especias). Aunque inicialmente Castilla y Portugal colaboraron en proteger la ruta atlántica hacia el sur y controlar el estrecho de Gibraltar, pronto surgíó la rivalidad entre ellas. Castilla toma Tarifa (1292), vence a los benimerines en El Salado (1340), toma Algeciras (1344) y Gibraltar (1462). Portugal estrecho su alianza con Inglaterra y apostó por la expansión marítima (sobre todo con Enrique el Navegante, hijo del rey portugués Juan I). Ocupó Ceuta (1415), la isla de Madeira (1418), las islas Azores (1432) y Tánger (1471). Más tarde exploraron la costa occidental africana, primero en busca de oro y luego con el fin de abrir una ruta atlántica hacia las Indias y las especias orientales (Cabo de Buena Esperanza -1488- ). Sin embargo las islas Canarias serán conquistadas por Castilla. Entre 1402 y 1428 se enviaron varias expediciones a las islas habitadas por los aborígenes guanches (la primera encabezada por el normando Jean de Béthencourt), conquistándose las islas a lo largo del Siglo XIV. La empresa colonizadora fue privada hasta la época de los RRCC, los derechos señoriales de las islas fueron vendidos varias veces a lo largo del Siglo XIV, y Castilla y Portugal rivalizaron por el control de Canarias hasta 1479.
TEMA 6. Los Reyes Católicos: La construcción del Estado moderno.
6.1. Los Reyes Católicos y la uníón dinástica: integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.
Isabel y Fernando utilizarán la política matrimonial para conseguir sus objetivos. El primer paso se dio con el matrimonio entre Fernando e Isabel en 1469. La boda fue en secreto porque las relaciones entre los dos reinos eran tensas. De hecho, al conocerse la noticia el rey Enrique IV (el Impotente), hermano de Isabel y a la que él ha nombrado heredera el año anterior, revoca su testamento en favor de su hija Juana (la Beltraneja, llamada así por los nobles que la creían hija del favorito del rey don Beltrán de la Cueva). De esa manera a la muerte del rey se inicia una guerra dinástica entre los partidarios de doña Juana –apoyada por Alfonso V de Portugal- y los de Isabel apoyados por Aragón. El desenlace tuvo lugar en la batalla de Toro en 1476 y la Paz de Alcaçobas en 1479, que consolidó a Isabel como reina, de hecho había sido proclamada como tal en 1474. También en 1479, tras la muerte de Juan II de Aragón, Fernando fue proclamado rey de Aragón. Los nuevos reyes se aprestaron a conseguir la uníón peninsular bajo su corona. En Enero de 1492 culminó la conquista del reino nazarí de Granada. Acababa así la Reconquista y la presencia musulmana en la Península. Con Portugal intentaron infructuosamente la uníón matrimonial. Tras morir Isabel, Fernando el Católico conquistó Navarra en 1512. En 1515 se declaró la unidad de Navarra a Castilla. Con el tratado de Barcelona en 1493, Aragón había recuperado de Francia el Rosellón y la Cerdaña, y, Castilla había concluido en 1496 la conquista de Canarias. Había concluido el proceso de unificación de España. La uníón era, sin embargo, una uníón dinástica. Bajo los mismos monarcas, los distintos reinos siguieron manteniendo diferentes leyes e instituciones. El nuevo Estado no tendría –aparte de la Corona- ninguna institución común, cada reino conservaba las propias, y en el caso de Aragón cada uno de los reinos que formaban la Corona (Cataluña, Aragón, Valencia, Baleares y Nápoles) conservarán un grado de autonomía muy elevado. De la misma forma tampoco hubo una integración económica, y los comerciantes castellanos seguían considerándose extranjeros en Aragón o los valencianos en Castilla. En política exterior, que era dirigida por los monarcas, sí se ponían de acuerdo para actuar conjuntamente.
6.2. Los Reyes Católicos: la conquista del reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra
La guerra de Granada fue una contienda en la que participaron, militar y financieramente, aunque de manera desigual, castellanos y aragoneses, constituyendo la primera gran empresa común de la nueva monarquía. Desde 1236 el Reino de Granada se mantiene independiente gracias a los tributos que pagaba a Castilla. Salvo algún episodio bélico como la conquista del Estrecho, las fronteras casi no varían en más de doscientos cincuenta años. Cuando la monarquía recupera su poder político con los RR.CC. éstos se sentirán con fuerza para concluir la Reconquista. La campaña se preparó como una cruzada contra los infieles. En 1482 el papa Sixto IV emitíó una bula que otorgaba gracias especiales a cuantos contribuyeran a financiar o participaran en dicha campaña. La primera fase es una especie de guerra de guerrillas, pero a partir de 1487 se decide ya una estrategia de tomar ciudades: Málaga, Almería, Vera… Al instalar un campamento permanente en Santa Fe, en las proximidades de Granada, Fernando e Isabel ponían de manifiesto su intención de completar la empresa. Granada fue asediada entre 1489 y 1492. La resistencia musulmana fue muy dura al ser un país montañoso, con recursos y muy poblado. En los últimos momentos estalla una Guerra Civil en Granada entre el sultán Muley Hacen y su hijo Boabdil, Fernando maniobrará hábilmente entre los dos y conseguirá la entrega de la ciudad el día 2 de Enero de 1492, en el pacto de rendición se promete a los vencidos la conservación de sus propiedades, sus leyes, su fe y su forma de vida. Para el reino de Castilla, la conquista de Granada aseguró la posición de Isabel y Fernando frente a la nobleza, a la que consiguieron hacer participar de forma masiva en la guerra. La guerra de Granada fue clave para desarrollar el sistema fiscal y la capacidad militar castellana y significó un momento clave en la forja del estado castellano moderno. El reino de Navarra se hallaba en manos de una dinastía francesa, y sus habitantes estaban divididos entre los partidarios de la monarquía y los defensores de una aproximación a Castilla. Tras el fracaso de algunas tentativas diplomáticas, Fernando aprovechó la declaración de guerra al rey de Francia para ocupar militarmente Navarra. Así, este reino fue incorporado a la Corona castellana en las Cortes de Burgos del año 1515. Con la uníón, Navarra mantuvo sus propias instituciones y leyes (fueros).
6.3. Los Reyes Católicos: La integración de las Canarias y la aproximación a Portugal
Castilla y Portugal fueron rivales sobre los derechos de conquista de las islas Canarias. En 1479, Portugal renunció a las islas por el Tratado de Alcaçovas. En 1478, los Reyes Católicos ordenaron la conquista de Gran Canaria. En 1493 fue anexionada la isla de La Palma, y la uníón a Castilla concluyó en 1496 con la conquista de Tenerife. El proceso de conquista fue similar al que se aplicó en América: fue llevado a cabo por particulares que firmaban contratos, capitulaciones, con la Corona. La población indígena (guanches) fue exterminada: contagio de enfermedades procedentes de Europa fue clave del desastre demográfico. Los conquistadores esclavizaron a la población indígena, pese a las prohibiciones legales de los reyes castellanos y el Papa y ante su desaparición comienzan a importar esclavos de la costa africana. La estructura administrativa se copió de la castellana: Capitán General al frente del archipiélago y dos Adelantados en Tenerife y Gran Canaria. Con respecto a Portugal, los Reyes Católicos utilizaron la política matrimonial de forma sistemática como un instrumento de la política exterior: en 1490, casaron a su hija Isabel con el príncipe Alfonso de Portugal, hijo primogénito del rey Juan II. La muerte de Alfonso en 1491 y la del rey Juan II en 1495 dejaron como heredero al hermano del monarca, Manuel el Afortunado. En 1497, Manuel se casó con Isabel, viuda del anterior rey, Alfonso. Isabel murió en 1498 en el parto de su hijo Miguel, quien murió dos años más tarde. De nuevo, la diplomacia matrimonial funciónó y la infanta María, hija también de los Reyes Católicos, ocupó su lugar como esposa de Manuel. Esta política matrimonial no dio resultado inmediato pero posteriormente Felipe II reclamó con éxito en 1580 el trono de Portugal, al morir sin descendencia el rey Sebastián.
6.4. Los Reyes Católicos y la organización del Estado: instituciones de gobierno.
Los RR.CC desarrollaron la Monarquía autoritaria (máxima institución de gobierno) donde el rey era el soberano, único depositario del poder político del Estado y los demás poderes tradicionales (nobleza, ciudades e iglesia) debían supeditarse al poder real. Los RRCC crearon instituciones y fortalecieron algunas que ya existían. La Santa Hermandad (cuerpo armado encargado de proteger ciudades y caminos); la figura del Corregidor (representante del rey en sus territorios, con importantes competencias en materias variables: política, administración…); un ejército real permanente y profesional (sin influencias nobiliarias); potenciaron los Consejos, (manteniendo el Consejo Real y creando otros nuevos: de Indias, Hacienda, Órdenes Militares…,) que dependían de la monarquía; las Cortes perdieron importancia; las Audiencias y Chancillerías, nuevos tribunales que impartían justicia en nombre del rey; los Virreyes, delegados del rey en cada Reino. La única institución con jurisdicción en ambas coronas fue la Inquisición o Tribunal del Santo Oficio, tribunal eclesiástico encargado de velar por la ortodoxia de la fe cristiana. No era un organismo político pero se utilizaba como tal.
6.5. Los Reyes Católicos: la proyección exterior. Política italiana y norteafricana
Mientras Castilla se lanzaba a la expansión atlántica y americana, los Reyes Católicos llevaron a cabo en Italia una política claramente heredera de la que había aplicado durante siglos la Corona de Aragón: enfrentamiento con Francia por el predominio en la península italiana. Cerdeña y Sicilia estaban integradas en la Corona de Aragón y en Nápoles reinaba una rama bastarda de Alfonso V el Magnánimo. En un primer momento, Fernando el Católico y el monarca francés, Carlos VIII, buscaron una solución pactada. Fruto de esta actitud fue el Tratado de Barcelona (1493) por el que Aragón recuperaba el Rosellón y la Cerdaña. La ruptura, sin embargo, vino cuando Carlos VIII conquistó Nápoles en 1495. La reacción española fue inmediata y se enviaron tropas comandadas por un noble castellano, Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán. Tras una larga y compleja campaña militar, las tropas españolas incorporaron a la monarquía el reino de Nápoles en 1505. España se convertía en una gran potencia europea. En el norte de África, los castellanos, enardecidos por la conquista de Granada, practicaron una política expansionista que buscaba neutralizar a los piratas berberiscos apoyados por la gran potencia del Mediterráneo oriental, el Imperio Turco. La conquista de Melilla (1497) y de Orán (1509), junto al establecimiento de protectorados en Bujía, Trípoli y Argel, parecía adelantar la conquista española del Magreb. Sin embargo, la derrota en las islas de Gelves frustró el sueño expansionista. La monarquía hispánica mantuvo algunas plazas fuertes en el norte de África pero no consiguió acabar con la piratería berberisca.
TEMA 7. Expansión ultramarina y creación del Imperio colonial.
7.1. El descubrimiento de América.
El descubrimiento y la conquista de América fue una empresa castellana dirigida a la búsqueda de una ruta alternativa a las indias orientales .Cristóbal Colón, probablemente un aventurero y marino genovés, pretendía llegar a las Indias por el oeste, apoyándose en la idea de esfericidad de la tierra. Hasta que no finalizó la toma de Granada los RRCC no aceptaron la propuesta de Colon, que firmó un acuerdo con ellos: Las Capitulaciones de Santa Fe (17 de Abril de 1492), según estas obtendría los títulos de almirante, virrey y gobernador de las tierras descubiertas y se beneficiaría de la décima parte de las riquezas obtenidas. Colón partíó del Puerto de Palos el tres de Agosto de 1492 y el 12 de Octubre llegó a las Antillas, a la isla de Guanahaní a la que denominó San Salvador. Después descubríó Cuba y la Española y regreso a la península. Colón realizó tres viajes más entre 1493 y 1504. Parece que murió con la convicción de que había llegado cerca de las costas occidentales de Asía. Pero otros navegantes que emprendieron los llamados viajes menores exploraron las costas de América del sur; como el florentino Américo Vespuccio que afirmó que no pertenecían a Asía. Un cartógrafo alemán asignó al continente el nombre de América en 1507. Tras el primer viaje de Colón se reconocieron los derechos de la monarquía castellana sobre las tierras descubiertas y sobre las que se pudieran descubrir más allá de una línea imaginaría a cien leguas al oeste de las Islas Azores y de Cabo verde, según el arbitraje papal de Alejandro VI y por el tratado de Alcaçovas (1479) entre Castilla y Portugal. Pero los portugueses ante los nuevos acontecimientos no estaban satisfechos y Los RRCC interesados en mantener buenas relaciones con el reino vecino propiciaron un nuevo acuerdo mediante la firma del tratado de Tordesillas (1494) que desplazó la línea divisoria a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo verde. Lo que permitíó a Portugal la ocupación de Brasil. A partir de entonces se procedíó a la exploración y colonización sistemática del continente.
7.2. Conquista y colonización de América.
Durante el reinado de Carlos I se procedíó a la exploración y colonización del continente americano. La conquista se realizó mediante expediciones particulares en las que los conquistadores firmaban capitulaciones con la Corona, en las que se fijaban los objetivos y el reparto del botín. Destaca la conquista del Imperio azteca de Méjico por Hernán Cortés, entre 1519 y 1521, que aprovechó el descontento de los pueblos sometidos por los aztecas para controlar el Imperio e imponer una administración eficaz, al tiempo que enviaba varias expediciones que le permitieron ampliar el territorio. La otra gran conquista del periodo es la del Imperio inca de Perú, explorado y finalmente sometido por Pizarro y por Almagro entre 1531 y 1533. A estas grandes empresas siguieron otras que fueron ampliando el conocimiento y la ocupación del nuevo territorio: Las tierras de Chile fueron exploradas por Diego de Almagro y por Pedro de Valdivia; Pedro de Mendoza fundo Buenos Aires en 1535; Orellana exploró el Amazonas y Hernando de Soto el Mississippi; etc. En apenas diez años se había explorado casi toda América, desde California hasta el Río de la Plata. Al principio los conquistadores se dedicaron a extraer la mayor cantidad de oro posible. Pero las fértiles tierras del continente hicieron que comenzaran a llegar colonos dispuestos a instalarse en América, los colonos eran en su mayoría andaluces, extremeños y vascos, recibían tierras y se les entregaba un grupo de indios (encomienda) teóricamente para ser evangelizados e instruidos, pero que en la práctica fueron obligados a trabajos forzosos. Las minas eran propiedad real y ésta concedíó su explotación a particulares a cambio de la entrega de la quinta parte de todo el mineral extraído. En ambos casos, el trabajo se basó en la explotación de la mano de obra indígena. Las disposiciones de la Corona para evitar los abusos sobre la población fueron incumplidas de forma sistemática, a pesar de las continuas denuncias del padre Bartolomé de las Casas sobre la explotación a que se estaba sometiendo a los indios. La escasez de población condujo también a un intenso tráfico de esclavos desde África, primero bajo control portugués y, más tarde, holandés.
7.3. Gobierno y administración en el Imperio colonial.
Los asuntos americanos se llevaban desde España a través de dos instituciones: La Casa de Contratación de Sevilla que organizaba y controlaba el comercio y la navegación y el Consejo de Indias que se ocupaba de elaborar la legislación de Indias, de nombrar cargos y de los asuntos económicos relativos a América.
Por otro lado, los territorios americanos se incorporaron a la Corona de Castilla, pero por la enorme distancia su administración quedo dividida en virreinatos: el de Nueva España con capital en Méjico y el de Perú con capital en Lima. El límite entre uno y otro estaba en Panamá. A la cabeza de los virreinatos estaba un virrey en calidad de representante del rey. Estos dos virreinatos se dividían en gobernaciones, su número aumentó a medida que progresaba la conquista. Estaban regidas por gobernadores subordinados a los virreyes. En los lugares fronterizos o más conflictivos se establecieron Capitánías generales a cargo de un capitán general. Las ciudades, en las que residía la mayoría de la población colonizadora, estaban regidas por cabildos y su organización era similar a la de los municipios castellanos. Las ciudades y su territorio circundante formaban corregimientos a cargo de un corregidor. Por último las Audiencias se ocupaban de impartir justicia además de tener funciones administrativas. Al mismo tiempo fue desarrollándose una legislación específica para la organización de los nuevos territorios que es conocida, con carácter general, como Leyes de Indias. La primera recopilación de las leyes son las llamadas Leyes de Burgos (1512) y respondían al deseo real de evitar los abusos de los colonos y de mantener bajo su control el Imperio, prohibiendo la esclavitud, pero obligando a los indígenas a trabajar para los colonizadores. Aparecíó de esta forma el concepto de encomienda: el indígena era “encomendado” al colono para que éste le enseñara a trabajar y le instruyera en la fe cristiana, pagándole un salario por su trabajo, Pero se realizaron grandes abusos y en 1542 se redactaron las Leyes Nuevas de Indias que abolieron las encomiendas, aunque en realidad siguieron existiendo hasta el Siglo XVIII. 7.4. Impacto de América en España Desde el inicio del descubrimiento se vieron las posibilidades que estos territorios presentaban para la explotación comercial. La conquista americana permitíó un intercambio de productos agrarios que eran desconocidos hasta entonces en uno u otro lado del Atlántico. El maíz, la patata, el cacao, el tabaco o el cacahuete fueron las aportaciones más relevantes desde América. Aunque el oro y la plata fueron las mayores riquezas que se extrajeron de América. Los nuevos territorios supusieron una importante fuente de ingresos para Castilla, y especialmente para la Corona, que controlaba el tráfico comercial y se reservaba la quinta parte de todos los productos importados. Pero el elevado endeudamiento de la corona española para financiar la expansión, primero, y el mantenimiento, después, del Imperio hizo que gran parte de este tesoro se gastara con tanta rapidez como fue adquirido. Durante la primera mitad el Siglo XVI se dio un importante crecimiento económico en la Península, en parte por la colonización de América: los colonos reclamaban todo tipo de productos, lo que hizo aumentar la producción y la actividad portuaria y comercial. Por otro lado, la llegada de metales preciosos procedentes de América hizo subir los precios, sobre todo en las ciudades del sur y en los puertos donde llegaban las flotas cargadas de oro y plata. Aunque en teoría no podía sacarse oro ni plata de los reinos peninsulares, esta prohibición no se cumplía, se traían metales preciosos de contrabando y se compraban productos europeos con estos metales. También la corona empezó a pagar los préstamos, (fundamentalmente para sostener las guerras europeas) que le hacían los banqueros europeos con la plata americana. Poco a poco se formó un circuito que hacía salir la plata de Castilla hacía Europa. El rápido aumento de la cantidad de metal en circulación, tanto en España como en Europa, ante una oferta de productos que crecía más lentamente, fomentó el alza sostenida de los precios dando lugar a un fenómeno conocido como la revolución de los precios. Desde el punto de vista demográfico se calcula que apenas unos 150 000 castellanos emigraron a América a lo largo del siglo. Aunque no eran muchos en su mayoría se trataba de hombres jóvenes lo que afecto tanto a la población peninsular como a la de América.
TEMA 8. La España del Siglo XVI.
8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germánías
Carlos I, hijo de Juana de Castilla y Felipe de Habsburgo, hereda un gran Imperio de sus padres y abuelos. Con él se inaugura presencia de Casa de los Austrias (Habsburgo) al frente de reinos hispánicos.
Tiene que hacer frente a conflictos en interior de Península por oposición a presencia de autoridades flamencas en Castilla, Valencia y Mallorca, y por nuevas imposiciones fiscales: en Castilla comuneros organizan Juntas de Comunidades; en Valencia y Mallorca menestrales protagonizan Germánías. En Castilla, el conflicto tiene como protagonistas a la Iglesia y a un patriciado urbano que se organiza para defender un programa político que tiene como ejes principales: * Defensa de privilegios de ciudades, que exigen una terna presentada al rey para el cargo de corregidor y se oponen a la elevación de impuestos. * Rechazo a corte flamenca y a sus gastos, que consideran excesivos. * Defensa de la legitimidad de doña Juana como reina de Castilla. * Oposición a una regencia, presidida por Adriano de Utrecht, ante el viaje de Carlos I para su coronación como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1520). El conflicto entre «los comuneros» y la Corona se activa tras aprobarse en las Cortes de Santiago de Compostela gastos derivados de la coronación de Carlos como emperador. En Toledo, Juan de Padilla se alza en 1520 rechazando la presencia del corregidor impuesto y desarrollando una administración alternativa dirigida por la Junta Santa. Los comuneros emprenden una fuerte ofensiva sobre Tordesillas, ciudad que logran tomar, pero no consiguen que la reina Juana avale su iniciativa. Carlos I y el regente Adriano de Utrecht rebajan impuestos y firman acuerdos con alta nobleza castellana, que se mantiene fiel al futuro emperador y que, con apoyo portugués, logra vencer a comuneros en batalla de Villalar en Abril de 1521. Los líderes comuneros Padilla, Juan Bravo y Maldonado son ejecutados.
En Valencia el aumento de presión fiscal, la ausencia del rey y el abandono de nobleza durante una epidemia en periodo en que naves turcas amenazan costas valencianas son los principales factores que desencadenan la revuelta protagonizada por gremios valencianos y mallorquines en 1519 «las Germánías». Los gremios armados se hacen con el control de las ciudades principales, formando la Junta de los Trece, que envía un memorial con sus reivindicaciones antinobiliarias al rey. Con apoyo de Germanía de Foix, nueva virreina de Valencia, la nobleza logra finalmente reducir el movimiento de las Germánías.
8.2. La Monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica Hijo de Carlos I e Isabel de Portugal, Felipe II nace en 1527 y a los doce años ejerce tareas ejecutivas debido a la ausencia de su padre del territorio peninsular. Tras su boda con la reina inglesa María Túdor y las abdicaciones de Carlos I en 1555 y 1556, Felipe II hereda un enorme Imperio formado por Castilla y sus territorios de ultramar, Aragón y sus posesiones en el Mediterráneo, y los Países Bajos y el Franco Condado. Felipe II también hereda de su padre una situación política conflictiva basada en la permanente defensa del catolicismo y en la lucha por la hegemonía europea. Conflictos con Francia: Tras la derrota ante Felipe II en la batalla de San Quintín, Francia se ve obligada a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis, donde renuncia definitivamente a su posible intervención en Italia. Conflictos con moriscos y turcos: En 1568 se produce la rebelión de los moriscos en las Alpujarras granadinas. Su hermanastro Juan de Austria sofoca el brote insurrecto y se dispersa a los moriscos granadinos por distintas áreas peninsulares. Ante la amenaza turca en el Mediterráneo, Felipe II organiza con el papado y Venecia la Santa Liga, que en 1571 derrota a los turcos en batalla de Lepanto. Conflictos en Flandes: Este conflicto provoca un gran desgaste económico y político en la monarquía hispana hasta que acaba en 1648. Durante su reinado se generaliza el enfrentamiento con la población holandesa, de mayoría calvinista y dirigida por el conde Egmont y Guillermo de Orange. En 1567, el duque de Alba es nombrado gobernador, promueve una política represiva, crea el Tribunal de Tumultos y saquea Amberes. Esto hace que aumente el apoyo nacionalista a los insurrectos (Inglaterra y algunos príncipes alemanes) que junto al deterioro de la situación financiera de la Corona (sucesivas bancarrotas) no permite la solución del conflicto. Conflictos con Inglaterra: La progresiva asimilación del protestantismo en Inglaterra, el apoyo inglés a los nacionalistas holandeses y la cobertura que presta la Corona inglesa a corsarios como Drake y Hawkins, que atacan navíos comerciales hispanos, determinan un giro en la política amistosa que España había mantenido con Inglaterra. La ejecución de la reina católica María Estuardo lleva a Felipe II a organizar la invasión de Inglaterra, encomendada a la «Armada Invencible» y frustrada por la marina inglesa en el canal de la Mancha en 1588. Esta derrota suele considerarse como el signo del inicio de la decadencia hispánica en Europa. La uníón de coronas peninsulares bajo un mismo rey constituye el mayor éxito político y diplomático de Felipe II y está determinado por el azar y la política matrimonial llevada a cabo por las casas reales de Castilla y Portugal. A la muerte del rey de Portugal, Sebastián de Avis, Felipe II logra imponer su candidatura al trono de Portugal, tras reducir a los partidarios de don Antonio mediante la presencia en territorio luso de un ejército encabezado por el Duque de Alba. En las Cortes de Tomar (1581) el monarca hispano es reconocido como rey a cambio de jurar las leyes de Portugal y establecer, en su ausencia, un virreinato o regencia en la figura de un portugués. El Imperio de Felipe II alcanza su máxima extensión, al incorporar plazas africanas, territorios atlánticos y americanos, y ricos asientos de Portugal en el continente asíático.
8.3. El modelo político de los Austrias. La uníón de los reinos
El modelo político de los Austrias era una monarquía multinacional descentralizada, asimétrica y compleja debido a la extensión y heterogeneidad de los territorios que la integraban, bajo la primacía de la Corona de Castilla y se basaba en un sistema polisinodial iniciado por los RRCC. Las Principales carácterísticas de esta dinastía son: Intransigente defensa de un espíritu católico que se concreta en el Concilio de Trento. Respeto a instituciones y a leyes de diferentes naciones sobre las que ejerce jurisdicción. Beligerancia frente a los que cuestionan su hegemonía: mantiene conflictos importantes con musulmanes y protestantes, pero también con el papado y con reyes franceses cristianos. Creciente autoritarismo y centralismo. Felipe II traslada la capital de sus reinos a Madrid en 1560, cortando el necesario contacto de la Corte con las instituciones propias de los reinos, y aumenta, para mayor eficacia en la ejecución de sus decisiones políticas, el número de corregidores. Combinación de diplomacia con acciones de fuerza protagonizadas por los Tercios para el mantenimiento de su hegemonía. De la administración central se encargaban el Consejo de Estado, encargado de la política exterior y altas cuestiones del Estado; los consejos territoriales (Aragón, Castilla, Navarra, Portugal, Flandes, etc.) y los consejos temáticos, que trataban asuntos particulares (Consejo de Hacienda, de la Cruzada, de la Inquisición, de las Órdenes Militares, etc.). Felipe II creó la figura del Secretario Real (intermediarios entre los Consejos y el monarca) y las Juntas, (comités extraídos de los Consejos para tratar temas específicos). En la administración territorial se situaban los virreyes y gobernadores (delegados del rey), las Cortes (órgano consultivo), y las Audiencias, como tribunales de justicia. El modelo político de los Austrias se basa en una jerarquización fuertemente burocratizada de funcionarios profesionales, lo que lo convertía en un sistema eficaz pero lento.
8.4. Economía y sociedad en la España del Siglo XVI
El aumento de la población y de los excedentes agrícolas, y el crecimiento de las ciudades estuvieron condicionados por la nueva realidad colonial y la política de los reyes.
El crecimiento demográfico del Siglo XVI, que aumentó la población en un 50 %, y la ampliación del espacio de ciertos cultivos, como el cereal y el viñedo, provoca un período de expansión económica. Aumento de la producción agrícola trajo ampliación y multiplicación de núcleos urbanos. Sevilla (100.000 hab.) fue la ciudad más poblada y Madrid se convierte en capital y aumentó considerablemente. Grupos privilegiados y monarquía optaron por la exportación de materias primas y la importación de productos manufacturados a las colonias americanas. Economía estuvo en todo momento al servicio de la política (exigencias de la política imperial), lo que provocó algunos períodos de crisis en un clima de prosperidad general. La demanda americana de mercancías provocó prosperidad agrícola en Andalucía. También se benefician las industrias textiles, las de armas, las de cueros, las sederías y la construcción naval. Fue el período de esplendor de las ferias castellanas (Medina del Campo), donde la plata acuñada en Sevilla servía para comprar las mercancías de toda España y de Europa que habían de embarcarse para las Indias. Pero la abundancia de oro y plata hizo bajar su valor en relación con las mercancías, desencadenando la llamada revolución de los precios: se cuadruplicó los precios a lo largo del siglo, y la subida de salarios restó competitividad a las manufacturas castellanas frente a las europeas. Por su parte, las explotaciones agrícolas se resintieron debido al creciente autoabastecimiento criollo. Los imperios de Carlos I y Felipe II exigieron una política económica destinada a obtener recursos para sufragar las maniobras políticas, para pagar tropas. El dinero de que dispónía la monarquía procedía, además del oro y plata de América, de los bienes del Patrimonio Real y de los ingresos procedentes de la presión fiscal sobre los súbditos: impuestos podían ser de dos tipos: directos (servicios, que eran de cuantía y duración limitada y los votaban las Cortes) e indirectos (alcabala: gravaba las ventas en un 10 % aproximadamente y cada municipio se comprometía a abonar un tanto alzado que recaudaba por los medios que estimara más oportunos). A fines del reinado Felipe II impuso un nuevo impuesto indirecto, que gravaba productos de primera necesidad. Fue el servicio de los millones. El procedimiento de recaudación hizo proliferar la figura de los arrendadores de impuestos. La necesidad de poner a disposición de los reyes cantidades de dinero en lugares y fecha determinados propició la aparición de los asentistas, que contrataban con el monarca el asiento de una cantidad de dinero en un lugar fijado. A cambio, el rey les ofrecía el cobro de determinadas recaudaciones de impuestos en una ciudad concreta. Banqueros (alemanes y genoveses) fueron haciéndose con cantidades crecientes del importe de los impuestos de la monarquía. Desajustes de fecha entre desembolso del dinero anticipado por arrendadores de rentas y recaudación de los impuestos, provocó aumento de intereses. Esto junto con disminución del oro americano, ocasiónó sucesivas bancarrotas de la Hacienda pública durante el reinado de Felipe II. Para hacerles frente, este recurríó a la venta de tierras de realengo, tierras baldías de los concejos y de cargos de gobierno en los municipios. La sociedad continuó dominada por el crecimiento de los grupos privilegiados. Alta nobleza desplazada de cargos políticos más importantes, mantuvo cargos militares y diplomáticos, y sigue ocupando primer lugar en la sociedad. Propietaria de grandes latifundios y seguía conprivilegios (no pagar impuestos). Burguésía: deseaba acceder a nobleza. La Corona puso en venta títulos o señoríos para obtener fondos. Burguésía y campesinos eran los que pagaban impuestos. Alto clero: contribuía al Estado de forma indirecta a través de entrega del tercio de los diezmos y de la venta de bulas de indulgencias.
8.5. Cultura y mentalidades. La Inquisición
El Humanismo y el Renacimiento se desarrollan en Siglo XVI. Luis Vives y Antonio de Nebrija humanistas destacados. Filosofía s. XVI: Luis Vives de pensamiento erasmista, era de familia conversa y para huir de la Inquisición vivíó casi siempre fuera de España. Filología: principal figura del s. XV, Antonio de Nebrija autor de Gramática de la lengua castellana. Cardenal Cisneros promotor cultura renacentista: funda Universidad de Alcalá de Henares y publica la Biblia Políglota. En s. XV principal figura de Historia fue Hernando del Pulgar autor de Crónica de los Reyes Católicos. Geografía, la Casa de Contratación patrocinó una gigantesca obra: Relaciones geográficas de Indias. CCNN: José Acosta (Historia natural y moral de las Indias); en Anatomía, Miguel Servet descubríó circulación pulmonar de la sangre. Poesía: en s. XV y XVI romances alcanzaron su plenitud creadora; en s. XV destacan Jorge Manrique (Coplas a la muerte de su padre) y el Marqués de Santillana (Serranillas, Sonetos fechos al itálico modo). En s. XVI Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz (considerado el mejor poeta en lengua castellana de todos los tiempos). A finales de siglo Luis de Góngora, creador del culteranismo, que alcanzaría su plenitud en s. XVII frente al conceptismo de Quevedo. Mística del Siglo XVI: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Teatro: en s. XV se sientan las bases del Siglo de Oro español. Precursores: Fernando de Rojas (Tragicomedia de Calixto y Melibea). Novela: las novelas de caballerías se inician en el s. XV con Amadís de Gaula, y tuvieron su auge y degeneración en s. XVI (el Quijote es una parodia de ellas). También en s. XVI aparecíó el Lazarillo de Tormes novela picaresca: el protagonista no es un gran personaje sino un humilde hombre del pueblo y está escrita en primera persona. A finales de siglo ya era conocido Cervantes pero alcanzó fama universal, aunque no la fortuna, en el s. XVII. Carlos V quería crear Imperio unido en torno a una misma fe y bajo el poder político del emperador y del Papa. En Europa surge la Reforma protestante. Con el concilio de Trento se intenta contrarrestar el avance del protestantismo y afianzar los principios jerárquicos del cristianismo. Carlos I y Felipe II continuaron con la unidad religiosa que habían iniciado los RRCC a través del estatuto de limpieza de sangre y de la Inquisición. Estatuto de limpieza de sangre: contra falsos conversos. Había que acreditar ser cristiano viejo, sin antepasados judíos o musulmanes. Inquisición: tribunal eclesiástico que velaba por pureza del catolicismo y perseguía herejía y delitos contra la fe (brujería, bigamia, etc.). La establecen los RRCC. Los tribunales dependían de la Corona y la administraba el Consejo de la Santa Inquisición. El proceso comenzaba tras una denuncia o sospecha. El acusado podía ser torturado. Finalmente se dictaba sentencia (podía llegar hasta ser quemado en la hoguera).
TEMA 9. La España del Siglo XVII
9.1 Los Austrias del Siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos.
El gobierno de los Austrias en el Siglo XVII se caracterizó por la figura del valido (tradicionalmente privado o favorito, no eran exclusivos de España), que era un cargo no oficial, sino fruto de un nombramiento real basado en la confianza del rey hacia él. En él se delegaba la mayor parte de las acciones gubernamentales, siendo una figura que refuerza el poder absolutista del monarca, que dispónía de su propia Corte y no se servía de los órganos consultivos. Por ello fue un figura criticada por sectores como la alta nobleza, ya que desplazó su influencia en los Consejos; la nobleza de Toga, porque fue sustituida por personas cercanas al valido, perdiendo poder social, y por las clases populares, que le consideran causante de los problemas del Gobierno. El uso de validos produjo un gran distanciamiento entre el rey y sus súbditos. Los principales validos de los Austrias del Siglo XVII fueron el Duque de Lerma y el Duque de Uceda durante el reinado de Felipe III, el Conde duque de Olivares y don Luis de Haro con Felipe IV, y el Padre Nithard, Fernando de Valenzuela, don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa con Carlos II. Los conflictos internos: como perpetuación de la intransigencia religiosa de los RRCC, en 1609 Felipe II ordena la expulsión de los moriscos, pues muchos una vez convertidos continuaban sus tradiciones musulmanas. Los que se negaron a perderlas fueron expulsados al norte de África, lo que tuvo repercusiones económicas (terrenos que dejaron de cultivarse, ya que eran en su mayoría campesinos) y demográficas (se marcharon un gran número). Durante el reinado de Felipe IV, el conde duque de Olivares puso en marcha una reforma organizativa del Estado para aumentar los recursos económicos de la monarquía (aplicando el modelo hacendístico castellano, muy burocratizado), y la denomina Uníón de Armas, que consiste en crear un ejército mantenido por todos los reinos de la monarquía. Acogíéndose a sus privilegios, Cataluña se niega a aceptar. Además el valido consigue implantar un nuevo impuesto sobre la sal solamente en Castilla. Estos hechos provocan una tensión interna que desemboca, a partir de 1640, en una pugna con la monarquía de distintos territorios (Portugal, Aragón, Andalucía, territorios vascos, Cataluña), lo que indica un posible estallido de revueltas internas y constituye una prueba de los deseos de autonomía de algunos territorios de la monarquía.
9.2. La crisis de 1640.
Es un período (de 1640 a 1649) de revueltas y sublevaciones internas de territorios que pretenden independizarse de la monarquía hispánica de los Austrias, provocada por el intento absolutista y centralizador del Conde-duque de Olivares, que pretendía unificar los diversos reinos peninsulares suprimiendo los fueros y estableciendo la llamada “Uníón de Armas”. Los enfrentamientos se inician en Cataluña (1640) con el corpus de sangre en Barcelona, altercado entre un grupo de segadores y funcionarios reales que desembocó en un pacto con Francia, bajo cuya protección se convirtió en República hasta 1652, cuando las tropas reales acaban con la sublevación en Cataluña. Esta revuelta propicia la sublevación de Portugal, cuyas cortes proclaman rey al duque de Braganza (Juan IV) y es reconocido en 1648 como reino independiente en la Paz de Westfalia. En Andalucía se produce una conspiración en 1641 dirigida por el duque de Medina Sidonia para constituir un reino andaluz independiente que fue un fracaso. En 1648 en Aragón se produce una conspiración nobiliar similar encabezada por el duque de Hijar, que solicitó el apoyo de Portugal y Francia, pero fracasó. En 1648 los Países Bajos se proclaman independientes de la monarquía de los Austrias. Las rebeliones son muestra de la crisis general de la monarquía hispánica, y estas, unidas a las derrotas exteriores, marcaron el final de los Austrias en España. 9.3. La España del Siglo XVII: el ocaso del Imperio español en Europa. Felipe II legó a Felipe III un gran Imperio, una deuda enorme y dos guerras con Inglaterra, con la que llegó a firmar la paz, y los Países Bajos, con los que acordó una tregua. Al final de su reinado, se vio involucrado en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), inicialmente religiosa, pero con la que Francia pretendía acabar con la hegemonía hispánica. El conde-duque de Olivares, durante el reinado de Felipe IV, pretende la restauración de la posición internacional de la monarquía a través de la movilización total de sus recursos, lo que implicaba la participación de todos los reinos como lo hacía Castilla, un esfuerzo necesario para mantener la integridad del Imperio y la continuidad de su hegemonía. Surgen nuevas potencias políticas y económicas que disputan a España su posición de dominio (Francia, Inglaterra y Holanda). La Paz de Westfalia, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, significó el fracaso de los Habsburgo, la confirmación de la hegemonía francesa y la consagración del pluralismo religioso. El reinado de Carlos II, heredero de Felipe IV, estuvo marcado por las constantes agresiones de la Francia de Luis XIV (guerras de devolución). La sucesión de Carlos II fue una cuestión de gran importancia que dio lugar a la Guerra de Sucesión en 1700, tras la que Felipe de Anjou fue proclamado rey.
9.4. La España del Siglo XVII: evolución económica y social
Desde finales del Siglo XVI la economía española entró en una larga fase de decadencia. Se produjo una fuerte inflación causada por la llegada masiva a España de metales preciosos americanos y provocó el deterioro de la estructura productiva española. Esto, junto al agotamiento de las tierras productivas y un cambio climático, provocó la aparición, a principios del Siglo XVII, de intensas epidemias que provocaron un descenso demográfico, agravado por la expulsión de los moriscos, la emigración a América y las pérdidas causadas por las guerras. La población española bajó de unos 10 millones en 1600 a 7,5 en 1700. La crisis económica produjo una relativa ruralización de la economía y la pérdida de poder económico (y político) de las clases medias. La nobleza, por el contrario, supo recuperar posiciones de poder en la estructura del Estado (mediante el ascenso de los Validos) y aumentó la presión señorial sobre los campesinos, sus vasallos (“refeudalización”). Todo ello hizo aumentar el número de pobres y mendigos así como la delincuencia y el bandidaje. La crisis terminó a finales del Siglo XVII, cuando se restablecíó el equilibrio entre la población y los recursos.
9.5. La España del Siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro.
El esplendor cultural iniciado en la España de los Austrias mayores se prolongó durante buena parte del Siglo XVII, dando lugar al llamado Siglo de Oro. Desde la celebración del Concilio de Trento, la mayoría de las expresiones culturales tuvieron que someterse a los criterios doctrinales de la Contrarreforma. La ortodoxia católica marcó totalmente el pensamiento y la vida cotidiana de los españoles, impregnados de valores sociales (honor y honra) y prejuicios étnicos y religiosos que condujeron a la expulsión de los moriscos en 1609. Por todo ello, la Inquisición y la obsesión por la “limpieza de sangre” formaron parte de las señas de identidad de la sociedad española de entonces. La población era fundamentalmente analfabeta: su fuente de formación era la Iglesia, la tradición (condensada en el refranero) y los espectáculos populares (el Teatro fue uno de los más importantes en el Siglo de Oro). El acceso a la cultura estaba limitado a los sectores prósperos de las ciudades: la burguésía, el clero y la nobleza. En las Universidades el dominio de la Iglesia era absoluto, con una enseñanza basada en la primacía de la Teología y en teorías anticuadas como el geocentrismo. El cierre de la cultura española a Europa produjo un gran atraso de la ciencia, lo que fortalecíó la mentalidad de desprecio a la razón y a la técnica que caracterizó la cultura española hasta el Siglo XX.
TEMA 10. La España del Siglo XVIII.
10.1. La España del Siglo XVIII: la guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.
Con la muerte de Carlos II sin descendencia, hay dos candidatos a la corona española: el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou. Se declaró heredero al segundo (1700) con tal de que mantuviera la integridad de España Los países europeos temían que una alianza entre Francia y España, gobernadas por la misma familia, llegara a ser un poder hegemónico en Europa. Se formó la Gran Alianza de la Haya entre potencias europeas, que declara la guerra a Francia en 1702, iniciándose la guerra de Sucesión española. En la contienda nacional, fue una guerra entre los reinos de la monarquía hispánica, partidarios Castilla de Felipe de Anjou (centralización del Estado) y Aragón del archiduque Carlos. En la batalla de Almansa (1707) vencen las tropas de Felipe de Anjou. Como Carlos se convierte en emperador de Alemania, las potencias europeas temen la superioridad austriaca de la época de Carlos I, y le retiran su apoyo. La guerra termina con la Paz de Utrecht (1713) y los acuerdos de Rastatt (1714). Utrecht significó la creación de un equilibrio de potencias en Europa, sistema en el cual Inglaterra actuaba como árbitro. España perdíó sus posesiones en Flandes e Italia en beneficio de Austria, así como Gibraltar y Menoría (además de importantes ventajas comerciales en América) a favor de Inglaterra.
10.2. El cambio dinástico. Los primeros Borbones
La llegada, a principios del Siglo XVIII, de la nueva dinastía borbónica parecía alentar la esperanza de otras formas de gobierno que, inspiradas en el Despotismo ilustrado, harían posible la recuperación de España.
Felipe V (1700-1746). Con él se inicia la dinastía borbónica en España. Será famoso por la centralización administrativa, lo que esperaban los catalanes, aragoneses y valencianos se cumplíó. Además de centralizar la administración y suprimir los fueros de la Corona de Aragón, realizó una serie de reformas que no siempre tuvieron éxito. De Enero a Agosto de 1724 abdicó en su hijo Luis I, pero al morir éste a los pocos meses, volvíó a tomar el poder. En la primera etapa de su reinado contó con ministros extranjeros como Orry y Alberoni, pero más tarde prefirió a los españoles como José Patíño que reorganizó el Ejército, la Hacienda y la Marina. Fernando VI (1746-1759). Fue un rey culto, inteligente y pacífico, pero de salud quebradiza. Su objetivo fundamental fue la modernización del Estado. Heredó de su padre al marqués de Ensenada, que llevó a cabo la reforma de los impuestos, modernizó la armada y reformó las colonias. Reorganizó el reino y sentó las bases para el gobierno de su hermanastro Carlos III al morir él sin descendencia.
10.3. Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista
Con Felipe V se implantó el absolutismo regio: el rey se identificaba con el Estado y era el único depositario de la soberanía, de origen divino, concentrando en su persona todos los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.
Se reforma el Estado: centralizar el poder (rey) e implantar uniformidad legal e institucional en todos los reinos. Debido a la adhesión de reinos de la Corona de Aragón al archiduque Carlos, Felipe V eliminó sus instituciones político-administrativas con Decretos de Nueva Planta o «nueva organización», que iniciaron la unificación institucional del Estado. Se suprimieron privilegios fiscales. Se anularon privilegios militares (catalanes y aragoneses no estaban obligados a combatir fuera de sus territorios). Fueron abolidas las Cortes propias y la Generalitat. Únicamente Navarra y el País Vasco conservaron sus privilegios e instituciones forales por su fidelidad a Felipe V durante la Guerra de Sucesión y mantuvieron sus fronteras y aduanas. Felipe V establecíó el derecho preferente al trono de España de todos los varones de estirpe real. Sólo en caso de no haber ningún heredero varón, en la línea directa ni en las colaterales, las mujeres podrían acceder al trono (Ley Sálica). Felipe V se rodéó de un consejo privado o gabinete, grupo de confianza de los reyes para cuestiones de Estado. Las Cortes castellanas (que integraron las Cortes de los territorios de la Corona aragonesa) redujeron su papel a jurar al heredero al trono. Felipe V creó las Secretarías de Estado y de Despacho (origen de los actuales ministerios).Reforma de la administración territorial: los antiguos virreinatos desaparecen, el territorio se dividíó administrativamente en provincias y capitánías generales, cada una con su audiencia. Intendentes: eran altos funcionarios a cargo de una provincia o reino; sus funciones eran: cuestiones de Hacienda e ingresos fiscales del monarca, reclutamiento de tropas, orden público, vigilancia de autoridades locales, supervisión de obras públicas. Los Municipios pierden autonomía, dentro de la política de centralización del Estado. Reforma del Ejército y de la Armada: se implantó el reclutamiento obligatorio, por sorteo de uno entre cada cinco hombres útiles «las quintas». Los Regimientos sustituyeron a los antiguos Tercios. Reforma de la Hacienda Pública: nuevos impuestos en antiguos reinos de la Corona de Aragón, igualándolos con los que se pagaban en Castilla. Reformas culturales: se crearon nuevas instituciones oficiales que fueron el motor de la renovación cultural, permitieron la difusión de las nuevas ideas y el control estatal sobre las actividades artísticas: Reales Academias Españolas.
10.4. La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.
El despotismo ilustrado es la forma de gobierno de los regíMenes políticos (Francia, España, Austria…) a finales del Siglo XVIII, en los que se combinaba el poder absoluto de los monarcas con una voluntad reformadora de la economía y la sociedad. Se produce como consecuencia de las ideas de la Ilustración (razón, libertad, igualdad…), que buscan el bienestar de la sociedad, pero sin que el pueblo pueda decidir. El despotismo ilustrado en España esta representado por Carlos III (1759-1788), hijo de Felipe V. Tiene experiencia previa como rey de Nápoles y de Sicilia antes de proclamarse rey de España. Se rodéó en su Corte de colaboradores italianos en un principio, pero más tarde participaron ilustrados españoles: el conde de Floridablanca, de Aranda, Campomanes o Jovellanos. Con el objetivo de modernizar la sociedad y mejorar la situación de las clases obreras, Carlos III realizó reformas internas: fomento de la agricultura, intento de reestructuración de la propiedad agraria, liberalización de los precios del cereal, repoblación de zonas deshabitadas, desarrollo de las Manufacturas Reales, modernización de la red de caminos y puertos, creación del Banco de San Carlos (germen del futuro Banco de España)… Se produjeron estallidos sociales como el motín de Esquilache (1766), que exigía la destitución de ese ministro reformista y el abaratamiento del grano.
10.5. La España del Siglo XVIII: evolución de la política exterior en Europa.
En el s. XVIII la política exterior española se basó en su amistad con Francia y enemistad con Inglaterra. La política de Felipe V se orientó a recuperar los territorios perdidos por el Tratado de Utrecht, algo que no consiguió para España, aunque recuperó territorios austriacos que hizo independientes y entregó a miembros de su familia (Nápoles para su hijo Carlos III, etc.,). A partir de 1728 la política española está marcada por un acercamiento a Francia a través de los Pactos de Familia (1733, 1743 y 1761), que para España significaron poner la flota y armada naval al servicio de Francia. Hubo varios enfrentamientos (guerra de los Siete Años y guerra de la Independencia de EE.UU.) con diversos resultados: la recuperación de Menorca y Florida por la Paz de Versalles en 1783, pero no así Gibraltar. Las relaciones con Francia permitieron a España mejorar su situación internacional. En 1789, al estallar la revolución francesa en Francia, Carlos IV se ve en la situación de decidir si apoyaba a la Francia revolucionaria o a Gran Bretaña contra ella, hasta que a finales del Siglo XVIII se vincula claramente apoyando a Francia.
10.6. La España del Siglo XVIII: la política borbónica en América.
En un principio, la nueva dinastía Borbón no implicó ningún cambio importante en las colonias. La administración continuó sin cambios; el monopolio comercial (pese al creciente contrabando británico); los envíos de plata a cambio de los productos peninsulares y el papel preponderante del puerto de Cádiz (que había sustituido a Sevilla). La sociedad americana estaba en organizada en torno a dos grupos: La elite blanca (decenas de miles de peninsulares y criollos). Controlaban la administración y eran los propietarios de la tierra, las minas y las demás fuentes de riqueza. El resto de la población constituida por la mayoría indígena y los esclavos negros. Era una sociedad organizada de forma racial pese a que había una importante mezcla racial: mestizos (blanco e india), mulato (blanco y negra) zambos (indio y negro)… A partir de mediados de siglo se inicia un cambio en la política de los Borbones hacia América. El gobierno de Madrid decidíó incrementar la explotación colonial para que las colonias fueran más rentables. Para ello se adoptaron diversas medidas. Se promovieron, con escaso éxito, las Compañías de Comercio, siguiendo el modelo inglés y holandés. Se decretó la introducción de navíos de registro: barcos que podían comerciar al margen de la Flota de Indias. Esta novedad permitíó que se incrementara el comercio gaditano con América. La expulsión de los jesuitas en 1767 tuvo en América una importante consecuencia: la Corona se anexiónó importantes tierras, sobre todo en Paraguay, que hasta ese momento habían estado en manos de la Compañía de Jesús. En el terreno económico hubo un incremento impositivo y en 1778 se permitíó el libre comercio entre la península y las Indias, rompiendo el monopolio sevillano-gaditano. Esta nueva política borbónica, enfocada sobre todo al beneficio de la metrópoli, engendró movimientos de protesta de los criollos, apartados de los cargos administrativos, y de la explotada mano de obra indígena. En 1780-1781 se inició una revuelta en Perú iniciada por los criollos pero que pronto se convirtió en una rebelión indígena (Tupac Amaru). La revuelta fue duramente reprimida.
10.7. La Ilustración en España.
Los principios de la Ilustración eran: humanismo, Racionalismo y secularización cultural. Su ambición era difundir en España las nuevas ideas reformadoras que regenerarían el país en el aspecto ideológico, mental, civil y político. Defendían la idea de realizar una revolución desde arriba, destinada a beneficiar al pueblo, pero sin contar con él. Esta renovación del pensamiento no llega a las clases populares debido al analfabetismo. Destacaron Jerónimo Feijoo y Mayans por la recopilación enciclopédica del saber de la época, y durante el reinado de Carlos III, política y pensamiento se fundieron en personajes como Campomanes, Jovellanos o el conde de Aranda. Desde el punto de vista cultural y educativo, los intentos reformadores de las universidades fracasaron y se llevaron a cabo en otras instituciones: Reales Academias, cuyo objetivo era uniformizar la cultura con unas normas (Real Academia de la Lengua, de la Historia), las Sociedades Económicas de Amigos del País (asociaciones privadas donde los ilustrados intercambiaban información, ideas ilustradas o elaboraban proyectos para mejorar el país). La Ilustración provocó logros en la ciencia, cultura y arte. Destacaron Juan de Villanueva en arquitectura, los naturalistas Cavanilles y Celestino Mutis, y Goya en pintura. Aparecíó el periodismo.