El Aparato Circulatorio
El aparato circulatorio transporta las sustancias mediante la sangre, que circula por los vasos sanguíneos impulsados por el corazón. La sangre es un líquido rojo y espeso compuesto por el plasma y por las células sanguíneas que son de tres tipos:
- Glóbulos Rojos: Son células pequeñas sin núcleo, las más abundantes en el organismo. Contienen hemoglobina, una proteína de color rojo que tiene hierro.
- Glóbulos Blancos: Son más grandes y menos abundantes que los glóbulos rojos. Tienen núcleo y defienden al organismo frente a los patógenos y las células tumorales.
- Plaquetas: No son células, sino trozos de citoplasma. Intervienen en la coagulación sanguínea.
Funciones de la Sangre
- Transportar sustancias: Nutrientes y sustancias de desecho por todo el organismo.
- Regular la temperatura corporal: Distribuyendo la sangre por todo el cuerpo.
- Defender al organismo: Los glóbulos blancos nos defienden de los patógenos y las plaquetas intervienen en la coagulación sanguínea.
Los Vasos Sanguíneos
Existen tres tipos de vasos sanguíneos:
- Arterias: Son vasos que tienen las paredes gruesas y elásticas. Llevan la sangre desde el corazón hasta los órganos. Se ramifican y originan arterias de menor calibre llamadas arteriolas.
- Venas: Son vasos de paredes más delgadas y menos elásticas que las arterias. Tienen válvulas que impiden el retroceso de la sangre. Conducen la sangre desde los órganos al corazón. Se forman por la reunión de pequeñas venas llamadas venulas.
- Capilares: Son vasos microscópicos que llegan a todas las células. Sus paredes son muy delgadas y permiten el intercambio de nutrientes, gases y desechos entre la sangre y las células.
El Corazón
El corazón es el órgano encargado de impulsar la sangre a través de los vasos sanguíneos. Durante el ciclo cardíaco, el corazón se contrae y dilata para bombear la sangre. La secuencia de estos movimientos se llama ciclo cardíaco. La sangre entra al corazón a través de las venas y sale por las arterias, pero en todo momento los vasos sanguíneos permanecen llenos de sangre, es un ciclo continuo.
El Sistema Linfático y el Medio Interno
El plasma intersticial es el líquido que rodea a las células. Los capilares vierten a él los nutrientes y el oxígeno, y estos pasan desde él hasta las células. Las células vierten a él las sustancias de desecho y estas pasan de él a la sangre de los capilares. El sistema linfático se encarga de recoger el exceso de plasma intersticial y devolverlo a la sangre. Además, transporta grasas absorbidas en el intestino y participa en la defensa del organismo, fabricando glóbulos blancos.
Anatomía del Sistema Linfático
El sistema linfático está formado por:
- Capilares Linfáticos: Son productos de tamaño muy pequeño que penetran en la mayoría de los tejidos del cuerpo.
- Vasos Linfáticos: Son conductos similares a las venas. Resultan de la confluencia de los capilares linfáticos y van a parar al sistema circulatorio.
- Ganglios Linfáticos: Son engrosamientos que se encuentran a lo largo de los vasos linfáticos. En ellos se fabrican los glóbulos blancos.
El Medio Interno y la Excreción
El medio interno es el líquido que pone en contacto las células con el exterior del organismo. La excreción es la eliminación de las sustancias de desecho del organismo. El aparato excretor está formado por los riñones y las vías urinarias, que excretan sustancias de desecho mediante la orina.
Anatomía del Aparato Excretor
El aparato excretor está formado por los riñones y las vías urinarias. Cada riñón realiza la depuración de la sangre mediante la formación de la orina. La orina se forma en dos partes:
- Filtración: En el glomérulo se realiza un primer filtrado que obtiene la llamada orina limpia, que contiene agua, sustancias tóxicas, sales minerales y sustancias útiles.
- Reabsorción: En el túbulo renal se reabsorbe gran parte de las sustancias de la orina primaria y se devuelven a la sangre. El resultado es la orina definitiva, que se desemboca en el tubo colector y se expulsa al exterior a través de las vías urinarias.
La formación de la orina, además de depurar la sangre, regula la cantidad de agua y minerales del organismo, ayudando a mantener el equilibrio interno.