El Realismo
Desde el primer momento, estos artistas se encontraron en un ambiente de polémica y apasionamiento, determinado tanto por la temática como por el tratamiento formal.
Las escenas históricas y religiosas, los héroes, dioses y personajes afamados dejaron de representarse. La pincelada del realismo es firme y el contorno preciso; se huye por igual de la emoción romántica y del calculado equilibrio de los clásicos. La pintura tiene una clara voluntad de ruptura tanto en las formas como en los contenidos.
Gustave Courbet (1819-1879)
Educado en los ideales de la revolución, Courbet es uno de los más grandes pintores europeos del siglo XIX. En 1839, viaja a París, donde frecuenta la facultad de Derecho y comienza su aprendizaje artístico.
Con Los picapedreros, presenta la dura realidad de las clases trabajadoras; con El entierro en Ornans, se recrea en el friso implacable de los rostros campesinos, que parecen construidos con la misma materia que la tierra; Bonjour monsieur Courbet (El encuentro), es un excelente retrato de un grupo en medio de un paisaje despejado.
En 1855, junto a las instalaciones de la Gran Exposición Universal de París, abre un barracón propio con el siguiente rótulo: “Realismo. Exposición y venta de cuarenta cuadros y cuatro dibujos de Gustave Courbet. Precio de entrada, 1 franco”. Es el momento culminante de su producción y también el año de la consagración oficial de la nueva tendencia. Su Alegoría real (Estudio del pintor), era una obra gigantesca en la cual Courbet se ha representado a sí mismo como intérprete y árbitro de las múltiples facetas que ofrece la realidad.
Otras pinturas, algunas con tintes pornográficos, como Señoritas de los bordes del Sena o El sueño, siguieron escandalizando a sus contemporáneos, quienes no eran capaces de olvidar que su autor pintó también excelentes paisajes y escenas de caza.
Courbet pasó los últimos años de su vida en el exilio, pues su participación en la experiencia revolucionaria de La Comuna (1871) había sido ostentosa y destacada.
Arquitectura en el Siglo XIX
Arquitectura Urbana
En este siglo, las ciudades crecen vertiginosamente. Londres, por ejemplo, pasa de un millón de habitantes a finales del siglo XVIII a casi dos millones y medio en 1841. Además, nacen nuevos núcleos urbanos en lugares situados cerca de las fuentes de energía o de materias primas para la industria. La Revolución Industrial, iniciada en el siglo XVIII en Inglaterra, se difunde a Europa y a los Estados Unidos de América. La industrialización crea la necesidad de construir edificios de un nuevo tipo (fábricas, estaciones de ferrocarril, viviendas, etc.) y demanda que estos sean baratos y de rápida construcción; al mismo tiempo, aporta soluciones técnicas a las nuevas necesidades. Por esta razón, desde el siglo XIX, la arquitectura y el urbanismo van indisolublemente ligados a la industrialización.
Sin embargo, no se puede hablar de uniformidad en los estilos y las soluciones arquitectónicas y urbanísticas, solo de algunas constantes: tecnificación de las soluciones, empleo de nuevos materiales como el hierro colado, vidrio, cemento (este a finales de siglo) y tendencia al funcionalismo. Al lado de estos datos que reflejan el empuje de la «modernidad», hay que recordar que la nueva realidad no es del gusto de todos y, frente al triunfo del maquinismo y de la técnica, se elevan las voces que reclaman un retorno al orden anterior. En arquitectura, estas reivindicaciones se concretarán en los estilos revival.
El Ensanche de Cerdà recoge algunas de las ideas de los utópicos. Se organiza en manzanas uniformes en cuanto a tamaño, pero con formas y tipologías distintas; grandes avenidas, que siguen funcionando en la actualidad, conectan rápidamente todas las zonas de la ciudad.
El Modernismo
El Modernismo se difundió entre los años 1890 y 1910 por toda Europa. Serán años de transición entre el cierre de los historicismos y el inicio de las vanguardias. Años de intensa actividad económica ligada a un cambio de ideas. En cada país recibió un nombre distinto: Art Nouveau en Bélgica y Francia; Modern Style en Inglaterra; Jugendstil en Alemania; etc. También se le llamó estilo 1900.
Surgió en lucha contra la cada vez más poderosa industrialización, que se veía como una fuerza deshumanizadora, y por la voluntad de crear, frente a la falta de estilo del siglo XIX, un estilo nuevo. Se ha considerado el Modernismo como “un movimiento romántico, individualista y antihistórico”. A pesar de tener su origen en la pintura, las mejores realizaciones del Modernismo se obtuvieron en arquitectura y en las artes decorativas.
Las formas típicamente modernistas huyen del ángulo recto y utilizan, en cambio, el arabesco y las líneas sinuosas, ondulantes y asimétricas de la naturaleza. Así llegan a un preciosismo y a una artificiosidad de gran refinamiento. En todas las obras abiertamente modernistas, los arquitectos renuncian expresamente a imitar los estilos anteriores, introduciendo una construcción basada en el ornamento.
Los arquitectos modernistas utilizan todos los materiales de construcción conocidos, desde la piedra labrada y la tierra cocida hasta el hierro y el vidrio. Las combinaciones que se hacen entre dichos materiales no obedecen nunca a reglas generales fijadas de antemano, sino a fines particulares que cada arquitecto pretende obtener.
La elaboración de los distintos materiales es cuidada con suma atención, según los principios tradicionales más estrictos, a fin de conseguir determinadas texturas y calidades. Por lo general, el arquitecto de esta época es un hombre con amplios conocimientos técnicos desde el punto de vista artesano y que rechaza de plano toda falsificación en la preparación de los elementos primarios que van a intervenir en la obra. Será él quien diseñe todo, además de los edificios y las viviendas: muebles, objetos menores, vestidos, calzado, etc.
Junto a los materiales más clásicos, como la madera y posteriormente el hierro, aplican otros que tuvieron prestigio en determinadas épocas, como la cerámica, la porcelana, el barro cocido, los escayolados árabes, etc.
La primera obra más significativa de este movimiento será la Casa Tassel, de Victor Horta, construida en Bruselas. El arquitecto la diseñó con una gran actividad formal e ideológica. Victor Horta se considera el fundador del Modernismo en Europa, influenciado por muchos arquitectos anteriores.