El Surgimiento del «Boom»
El «boom» de la narrativa hispanoamericana surgió alrededor de los años 60 y 70. Este dio paso a una narrativa pura y renovada, lo que permitió llevar esta literatura por todo el mundo. No es un movimiento, ni una escuela, sino el producto de una creación inesperada de jóvenes talentos que demostraron al mundo que Latinoamérica era capaz de crear obras originales. Esta explosión de creatividad cultural y social llegó a Europa como un soplo de aire nuevo en un momento en que la novela europea daba claros signos de asfixia. El escenario mundial de los últimos siglos siempre había sido protagonizado por escritores europeos, en su mayoría de países dominantes más desarrollados.
Se podría decir que el «boom» se inició cuando Mario Vargas Llosa recibió en 1962 el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral por su novela La ciudad y los perros, publicación que, según muchos críticos, supone el medio más poderoso de entrada de la narrativa hispanoamericana en España, Europa y Norteamérica. Mas el «boom» fue un fenómeno histórico, no solo comercial.
En la década del 60 se produjo un crecimiento notable de la literatura latinoamericana desembocando en un vasto reconocimiento mundial, tanto desde la crítica especializada como desde el público. La aparición de excelentes novelas que poblaron un espacio que estaba vacío en nuestra sociedad dio pie al logro de llevar esta literatura por todo el mundo.
Aunque la figura central del «boom» es Gabriel García Márquez y su obra Cien años de soledad, publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a esa fecha que se han vinculado a este fenómeno: Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti.
Lo que caracteriza a los escritores que se ubican dentro del «boom» es que se trata de intelectuales exiliados de sus países.
Orígenes e Influencias
Con respecto a sus orígenes, los representantes más importantes del «boom» afirmaron que eran huérfanos de generación literaria, sin ningún padre latinoamericano de influencia. Sin embargo, reconocieron que debían gran parte de su innovación estilística a los vanguardistas. Jean Franco señala como una característica marcada del «boom» la negativa a identificarse con narraciones rurales o anacrónicas, como la novela de la tierra.
En realidad, los nuevos novelistas hispanoamericanos (Sábato, Onetti, Manuel Puig, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa) continuaban en la línea de innovaciones iniciadas por los escritores anteriores a ellos. En los novelistas latinoamericanos que comienzan a publicar en los años 40 ya se observa una profunda revolución literaria en la narrativa, influenciados por los movimientos de vanguardia y por la literatura norteamericana, especialmente la de William Faulkner, a quien tradujeron.
Innovaciones Literarias
Algunas de estas innovaciones son:
- Ampliación temática: Se incrementa la preferencia por la «novela urbana». Cuando aparezca el ambiente rural, recibirá un tratamiento muy nuevo. El tema de la «crisis existencial del individuo», cuyos protagonistas son solitarios y presentan dificultades de comunicación.
- Novelas donde se aborda el tema del «dictador», que tienen como antecedente Tirano Banderas de Valle-Inclán.
- Otras obras abordan el tema de la historia iberoamericana, la conquista, la colonización y la tiranía en novelas como Las lanzas coloradas de Uslar Pietri y El siglo de las luces de Alejo Carpentier.
- Incluso, ahondan en el tema de la creación literaria, lo que se denomina la «metaficción» en novelas como Rayuela de Cortázar o Tres tristes tigres de Cabrera Infante.
- La integración de lo fantástico y lo real se consolida. El llamado «realismo mágico» es, en efecto, uno de los rasgos principales de los nuevos novelistas (el más claro ejemplo, Cien años de soledad de García Márquez). Lo fantástico, lo irreal y extraño se muestra en la novela con la naturalidad que ocurren las cosas cotidianas.
Años 20 y concretamente del surrealismo sobre la literatura, y será este último uno de los más reveladores para la literatura hispanoamericana. André Bretón publica en 1924 el Manifiesto surrealista, por el que se promueven las manifestaciones del sueño y el subconsciente colectivo, ejemplificadas en los mitos, y en definitiva en el folklore popular. Esto nos conduce a lo mágico y lo maravilloso buscado dentro de la vida real y en las contradicciones que ella ofrece. García Márquez es uno de los escritores que evidencian este fenómeno hasta sus últimas consecuencias. Así lo afirma también Mario Vargas Llosa cuando declara que la literatura hispanoamericana procede en gran parte de las Crónicas de la conquista de América y que su manifestación más clara se refleja tanto en la obra de Carpentier como en la de García Márquez «…porque en las Crónicas hay esa confusión de lo real y lo maravilloso, del mundo objetivo y el mítico o legendario». La mixtura de tradición oral y mitos presentes en la civilización americana como parte de su bagaje histórico y cultural contribuye a la creación de una literatura proclive a la abundancia de elementos imaginativos insertos siempre en su realidad más cercana).
- Pero es en el terreno de las formas en donde se observa una mayor ampliación artística. La estructura del relato es objeto de una profunda experimentación. Algunas de estas innovaciones son: ruptura de la línea argumental, cambios del punto de vista, «rompecabezas temporal», «contrapunto», «caleidoscopio», combinación de las personas narrativas, estilo indirecto libre, monólogo interior.
- La experimentación de la novela afectará, de modo particular, al lenguaje mismo, con la superposición de estilos o registros, con distorsiones sintácticas y léxicas, con una densa utilización del lenguaje poético, etc.
Por debajo de todo ello late el convencimiento de la insuficiencia práctica y estética del realismo. Pero esta ruptura con la técnica realista no supone exactamente un alejamiento de la realidad, sino una voluntad de abordarla desde ángulos más ricos, más reveladores y más válidos estéticamente. Esta evidente preocupación estética tampoco supone que el escritor abdique de propósitos testimoniales o de denuncia, al contrario: novelistas como los que citamos suelen proclamar ideas sociales y políticas muy avanzadas. Pero, como dijo Julio Cortázar, «el primer deber del escritor revolucionario es ser revolucionario como escritor»; es decir, romper con los moldes expresivos heredados de otras épocas y proponer un arte nuevo, más acorde con las profundas mutaciones de su tiempo. Estamos, en suma, ante un «arte nuevo» que ocupa un lugar preeminente en la novela mundial.
Autores Representativos
Algunos de los autores más representativos en los que nos podemos detener son los siguientes:
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato (argentino, nacido en 1911) comenzó siendo un científico puro, antes de abandonar su brillante porvenir para dedicarse a la literatura. Sólo tres novelas, muy espaciadas cronológicamente, le han conferido un puesto singular. Sábato pasa por ser un «novelista intelectual», tanto por el rigor de construcción de sus obras como por la densidad de problemas que suscitan. Sus obras incluyen elementos propios del ensayo, pero perfectamente integrados en el relato. El túnel (1948) es una novela breve de amor y de locura, que arranca y desemboca en un crimen, pero que pone, sobre todo, al descubierto el problema de la incomunicación y de la angustia vital. Sobre héroes y tumbas (1961), constituye una impresionante y apocalíptica visión de nuestro mundo. En Abaddón el exterminador (1974), alcanza una máxima complejidad, al fundir autobiografía y ficción, realidad y pesadilla, narración y reflexiones ensayísticas sobre la civilización contemporánea.
Julio Cortázar
Julio Cortázar (argentino, 1914-1984) se reveló como inteligentísimo cultivador del cuento fantástico, en una línea que arrancaba de Borges, con Bestiario (1951). En el libro hallamos cómo lo fantástico surge dentro de la vida cotidiana, mostrando la abismal complejidad de lo «real». Su novela más famosa es Rayuela (1963) que supuso una auténtica conmoción por su complejidad estilística y por su singular composición que permite al lector varios modos de seguir la lectura y «recrear» así, en cierto modo, la novela. Sin embargo, esta audacia técnica, experimental, no oculta la hondura humana, a menudo desgarradora, de los personajes y sus peripecias. Otros títulos de su producción son La vuelta al día en ochenta mundos, 62: modelo para armar.
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes (mexicano, 1928), escritor de una amplia y sólida formación intelectual, así como un crítico implacable de la burguesía. La región más transparente (1958) se adscribe a la novela urbana y es una compleja visión de la ciudad de México, con una construcción «caleidoscópica» y técnicas bien asimiladas de los grandes maestros de la narrativa mundial. En La muerte de Artemio Cruz (1962) se reconstruye la vida de un hombre poderoso que está agonizando; para ello, el autor procede a reiterados saltos en el tiempo, a la combinación de puntos de vista y de diversas técnicas. Con la vida del protagonista se reconstruye también toda una etapa de la historia de México.
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa (peruano, 1936 y último Premio Nobel de Literatura en el 2010) alcanzó ya la más alta consideración de la crítica con su primera novela, La ciudad y los perros (1962). En un ambiente cerrado y opresivo -un colegio militar en Lima-, parece compendiar el autor toda la corrupción y violencia del mundo actual. En La casa verde (1966) la acción gira en torno a un prostíbulo, pero las líneas argumentales se entremezclan audazmente con juegos de perspectivismo, de laberinto temporal y la lengua se hace más rica y densa. Conversación en La Catedral (1969) es una larguísima novela; en «La Catedral», un bar modesto de Lima, dos personas hablan de sus vidas fracasadas y así va evocando todo un mundo, el de la patria y la época de su autor; el conjunto compone una inmensa y violenta diatriba política. Es, sin duda, su obra maestra. Otros títulos de la extensa producción del último ganador del Premio Nobel de Literatura son: Pantaleón y las Visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Los cachorros…
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez (colombiano, 1928) y Cien años de soledad se sitúan en la primera línea del llamado «boom». A él se debe, en buena parte, la atención que la crítica mundial había de prestar a la novela de Hispanoamérica. De 1955 a 1962 había ido escribiendo novelas cortas y cuentos: La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de Mamá grande. Eran ya relatos espléndidos que giraban en torno al imaginario pueblo de Macondo. Pero la vida de ese pueblo -real y mítico- adquirió tales proporciones que acabó por tomar cuerpo en una prodigiosa novela: Cien años de soledad (1967). Su aparición supone uno de los magnos acontecimientos de la novela en lengua castellana. La novela cuenta la historia de una familia, los Buendía, y del mundo que los rodea. La obra es síntesis de todos los elementos que se han dado en la narrativa americana: la naturaleza, los problemas sociales y políticos, las realidades humanas más elementales, pero, a la vez, todo ella aparece traspasado por fuerzas sobrenaturales, por vientos mágicos; y el humor alterna con el aliento trágico, la fuerza vital con el lirismo. Todo esto, y la calidad del estilo, hacen de la lectura de la obra un placer y un asombro inalcanzables. García Márquez publicó con posterioridad un libro de cuentos titulado La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, la novela El otoño del patriarca, en la que aborda el tema del dictador hispanoamericano. En 1981 publica una nueva obra maestra: la breve y perfecta Crónica de una muerte anunciada. Al año siguiente se le concede el Premio Nobel. En 1985 publicó la deliciosa y larga novela El amor en los tiempos del cólera.
En 1989 escribe El general en su laberinto, una novela histórica donde cuenta el camino hacia la muerte de Simón Bolívar a los 47 años, por el río Magdalena de su infancia. En 1992 escribe Doce cuentos peregrinos. Se trata de una colección de cuentos muchos de ellos inspirados en hechos periodísticos. En 1994 publica su última novela, Del amor y otros demonios, una novela ambientada en la Cartagena de Indias del siglo XVIII, que cuenta los amores imposibles entre un cura de treinta años y una marquesita criolla de doce, a la que debía exorcizar. En 1996 publica Noticia de un secuestro, un reportaje novelado de un secuestro colectivo, de diez personas (ocho de ellas periodistas), a manos de la banda de narcotraficantes de Pablo Escobar. Vivir para contarla es su autobiografía en forma de novela y publicada en 2002; y de 2004 es Memoria de mis putas tristes, última novela publicada. Narra en primera persona la historia de un anciano y su enamoramiento de una adolescente.