El Conocimiento y la Ética según Aristóteles


EL CONOCIMIENTO SEGÚN ARISTÓTELES

Para Aristóteles, todos los animales tienen alguna clase de conocimiento, de acuerdo con las funciones propias de cada uno de ellos. Por eso, distingue varias clases de conocimiento, que van desde el conocimiento sensible hasta el conocimiento intelectual. Sin embargo, lo que realmente le interesa a Aristóteles es el conocimiento intelectual, porque es el que distingue realmente al hombre de los demás animales, y es el que va a desarrollar la Ciencia.

Aristóteles niega rotundamente el Mundo de las Ideas de Platón. Entonces tiene que explicar cómo se forman nuestras ideas, nuestro conocimiento intelectual, y qué valor objetivo pueden tener. Platón afirmaba que todas nuestras ideas provenían del recuerdo que teníamos de las Ideas subsistentes. Ahora Aristóteles va a poner todo el fundamento de nuestras ideas en el conocimiento sensible, en la sensación. Descarta la preexistencia del alma y, por consiguiente, la posibilidad de que ésta haya contemplado lo que es el ser en sí mismo. Por el contrario, la experiencia, el contacto con la realidad material, es el punto de arranque de todo conocimiento. De aquí, el valor que le da a los sentidos.

EL CONOCIMIENTO SENSIBLE

El conocimiento sensible es el primer nivel de conocimiento. Se da también en los animales. Su fundamento es la sensación.

La sensación es el ejercicio de la facultad sensible que permite captar las cualidades de un objeto material. La sensación nos da lo singular y concreto: el «esto, aquí y ahora». (Por el contrario, el conocimiento intelectual nos da lo abstracto, lo universal).

Este ejercicio se lleva a cabo por medio de los sentidos. Distingue:

  • Sentidos propios, especializados en un tipo de sensación: vista, oído, olfato, gusto y tacto.
  • Sentido común, que subyace a todos los sentidos propios y permite coordinarlos, unificarlos, integrados en una imagen que se guarda en la memoria.

La memoria es la facultad de la mente humana que permite guardar las imágenes de los objetos sensibles. Pertenece al nivel del conocimiento sensible. Nos permite recordar una sensación, una experiencia. La memoria reproduce las imágenes sin modificarlas.

La imaginación, por su parte, permite «manipular» las imágenes de la sensación: separa características que se daban unidas en una sensación; une otras distintas; compara y relaciona… La imaginación es creativa: y por eso es muy útil a la misma inteligencia humana (pintores y escultores, arquitectos, literatos…, y hasta científicos).

EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL

El conocimiento intelectual es el grado superior del conocimiento. Es exclusivo del ser humano y no lo poseen los animales. Se realiza por el entendimiento.

Mientras que el conocimiento sensible percibe lo singular y concreto, el conocimiento intelectual percibe lo abstracto y universal: el conocimiento sensible percibe a Sócrates; mientras que el conocimiento intelectual conoce la idea de «hombre».

El conocimiento intelectual se desarrolla mediante tres procesos generales:

  1. Concepción de ideas (porque la idea ha sido concebida por el entendimiento, por eso también se la llama concepto);
  2. Mediante la unión de ideas se forman juicios; y
  3. Uniendo los juicios entre sí mediante leyes lógicas se obtienen los razonamientos o raciocinios.

FORMACIÓN DE LAS IDEAS: TEORÍA DE LA «ABSTRACCIÓN»

Desarrolla Aristóteles una teoría muy personal, y que se ha hecho muy famosa, para explicar la formación de las ideas o conceptos universales: una idea o concepto es universal porque expresa un conjunto de seres: la idea de «hombre» representa un conjunto de seres que tienen todos ellos unas mismas características.

La formación del concepto universal es el proceso por el cual la mente humana da el paso desde la experiencia sensible al conocimiento abstracto. El proceso, que es bastante complejo y entraña muchas dificultades muy discutidas por los filósofos posteriores, lo podemos resumir así:

  1. La sensación ha formado ya muchas imágenes de los seres materiales. Estas imágenes quedan guardadas en la memoria. Son imágenes sensibles; pertenecen al conocimiento sensible.
  2. Ahora Aristóteles, en el entendimiento distingue como dos funciones distintas que las llamará entendimiento agente y entendimiento paciente. El entendimiento agente tiene acceso a la memoria y conoce, de alguna manera, las imágenes allí guardadas: descubre este entendimiento agente que diversas imágenes poseen propiedades, características comunes. Entonces, el entendimiento agente elige y separa: «abstrae» esas cualidades comunes a varias imágenes y con ellas solas, el entendimiento agente genera un nuevo objeto del conocimiento.
  3. El entendimiento agente presenta este nuevo objeto al entendimiento paciente: cuando el entendimiento paciente percibe lo que le ha presentado el entendimiento agente, entonces es cuando la persona conoce la idea universal. La idea universal ha quedado formada, concebida: concepto universal.

ANTROPOLOGÍA ARISTOTÉLICA

El ser humano es para Aristóteles un ser natural más. Siguiendo su teoría hilemórfica, el ser humano está compuesto de materia y forma: la materia es el cuerpo humano, mientras que la forma es el alma.

Pero el alma de la que aquí habla Aristóteles, no debe entenderse como el «alma espiritual» de la cual hablaba Platón y luego, el cristianismo; sino que esta alma es la forma sustancial que produce la vida humana, y pertenece a la realidad material.

EL ALMA HUMANA, según Aristóteles

  • En este momento del desarrollo de la teoría aristotélica, el alma humana no es espiritual, sino que pertenece a la realidad material. (Platón había defendido de manera absoluta la espiritualidad del alma humana. Además de otros pensadores, el cristianismo también defiende esta espiritualidad).
  • «Alma», en este momento, significa «el principio que produce vida». Es la forma sustancial que unida intrínsecamente a la materia le da vida («hilemorfismo»).
  • La unión de alma y cuerpo en Aristóteles es sustancial; mientras que en Platón, era accidental: esto implica que, en Platón el alma podía existir separada del cuerpo; mientras que en Aristóteles no es posible la existencia del alma humana fuera de la materia.

Aristóteles distingue tres tipos de alma que dan principio a tres niveles de vida: alma vegetativa, alma animal y alma humana. También se puede hablar de las tres funciones del alma, según Aristóteles: la función vegetativa, la función animal y la función racional:

  1. Alma vegetativa o nutritiva: ejerce las funciones de asimilación y reproducción. Es propia de las plantas.
  2. Alma animal o sensitiva: ejerce también las funciones vegetativas; pero además añade la percepción sensible, el apetito (tendencias biológicas), el movimiento local, y la imaginación y la memoria.
  3. Alma humana o intelectiva: ejerce las funciones del alma vegetativa y de la animal; pero además añade la función racional: el pensamiento racional (conocimiento racional y el pensamiento práctico.

ÉTICA ARISTOTÉLICA

Las obras en que Aristóteles trata la Ética: Ética a Eudemo; Ética a Nicómaco; Gran Ética.

Ética: es el estudio que intenta descubrir cuál es el bien, la perfección y la felicidad que le corresponde al ser humano, con el fin de ajustar a ellos la orientación práctica de su conducta.

El bien propio de cada ser está determinado por su propia naturaleza: consiste en la satisfacción de todas las exigencias de su naturaleza. Si el ser humano logra satisfacer con perfección los bienes que le exige su naturaleza, entonces el ser humano alcanza la felicidad.

Pero, ¿qué es la felicidad?

Aristóteles clasifica los bienes que ansían los hombres en tres bloques:

  • Bienes externos: honores, fama, riqueza…
  • Bienes del cuerpo: placeres…
  • Bienes del espíritu: sabiduría, amor…

Sin rechazar todos los bienes que le son propios al hombre por su naturaleza, Aristóteles propone como el sumo bien para el ser humano, aquél que satisfaga su función más específica; es decir, a la función racional. Por consiguiente, la actividad de la razón será, en último término, la que podrá deparar al ser humano la felicidad suprema. Desde luego, no rechaza Aristóteles los demás bienes; y todos son necesarios para alcanzar un equilibrio; sin embargo, los demás bienes, serán realmente bienes en cuanto sean medios para alcanzar el sumo bien.

La Ética aristotélica es profundamente finalista y eudaimonista:

  • Es finalista o teleológica: porque el comportamiento humano se justifica por el fin, meta u objetivo a alcanzar («telos»). El ser humano, en su comportamiento libre, aquel comportamiento que no es impuesto por las leyes de la naturaleza física, sino que nace de una determinación de la voluntad, lo hace «por alguna razón»; es decir, «buscando un fin».
  • Es eudaimonista: porque el «fin a alcanzar» es la «felicidad» que proporciona la posesión del sumo bien. A la ética eudaimonista se contrapone la ética hedonista: la que justifica el comportamiento humano por el placer, la satisfacción de los sentidos.

TEORÍA DE LA VIRTUD en Aristóteles

Virtud: es el medio para alcanzar la felicidad. La virtud es un hábito adquirido voluntariamente mediante la repetición de actos, mediante la educación. Se requiere esfuerzo y tenacidad para alcanzar un «hábito», una «costumbre» en el bien obrar. No basta con conocer especulativamente en qué consisten las virtudes; sino que es necesario esforzarse por practicarlas para poseerlas. Esta educación en la virtud, es voluntaria: solamente si el sujeto realmente quiere educarse, podrá educarse.

Las virtudes son muchas. Entre ellas, las más importantes:

  • Virtudes dianoéticas («diánoesis»: conocimiento racional lógico, discursivo; razonamiento). Se refieren al entendimiento: el saber teórico (ciencia), el saber práctico.
  • Virtudes éticas: son las que van encaminadas a dirigir el comportamiento humano: la valentía, el autodominio, la liberalidad, la generosidad, la amistad, la justicia…

También resulta interesante en Aristóteles la teoría del término medio en las virtudes éticas. La virtud se halla en el término medio entre dos extremos viciosos. Así, la valentía se encuentra en el término medio entre la cobardía y la temeridad. Pero este medio entre dos extremos viciosos no debe entenderse de manera matemática; ni podrá tener el mismo valor para distintas personas. Serán las personas sensatas y con experiencia las que podrán determinar en cada caso lo que es el término medio.

TEORÍA POLÍTICA

El vivir en sociedad es algo connatural y necesario al ser humano. Solamente los animales o los dioses pueden vivir fuera de la sociedad: los primeros, porque no la pueden alcanzar; y los segundos, porque no la necesitan. Por consiguiente, el vivir en sociedad, no es un capricho; ni tampoco es una determinación que dependa de la voluntad. Por el contrario, la sociedad es absolutamente necesaria al individuo por las exigencias de su propia naturaleza: para poder sobrevivir, para poder conseguir los alimentos, para luchar contra las enfermedades y defenderse de las fieras y de los enemigos…; y para desarrollar la sabiduría empezando por el lenguaje, que le sería totalmente inútil al individuo que viviera en solitario; pero que sin él, y sin la comunicación con los demás, no podría satisfacer adecuadamente la tendencia al saber.

La «polis» (la ciudad-estado griega) es la forma más perfecta de satisfacer las necesidades del ser humano. Como elementos básicos que forman la ciudad están la familia y la aldea.

La familia o casa es el núcleo elemental, porque satisface las necesidades primeras de la persona, y sin ella, el individuo no podría sobrevivir. Para Aristóteles, la familia está constituida por los parientes y por los esclavos: es decir, se trata de un núcleo de carácter económico, que es capaz de autoabastecerse en los niveles básicos de supervivencia.

La aldea es la primera organización social de unas cuantas familias. Ya es capaz de satisfacer otras necesidades más elevadas y no tan urgentes, como en el caso de la familia. Pero todavía el desarrollo social, económico y cultural es muy pobre.

La evolución de la aldea, o la organización de varias aldeas muy próximas, da realidad a la «polis» o «ciudad-estado». En esta organización donde la persona puede alcanzar el desarrollo perfecto. En consecuencia, la ciudad es la comunidad perfecta y natural. Esta comprensión de la ciudad lleva a Aristóteles a definir al ser humano como «animal político«.

LOS REGÍMENES POLÍTICOS

Aristóteles analiza más de 150 constituciones para estudiar las características políticas de las diversas formas de gobierno o de Estado. El fin último y principal de un gobierno es alcanzar y desarrollar el bien común. Lo que descalifica a un régimen político desde el punto de vista ético, es que no ejerza el poder en función del bien común. Todos los regímenes que se propongan el bien común son rectos desde el punto de vista de la justicia absoluta; por el contrario, los que buscan sobre todo el beneficio de los gobernantes, son inmorales e injustos.

La forma de gobierno viene exigida por las diferentes formas de organizaciones sociales, desarrollo económico, cultural, etc. Todas pueden ser buenas si buscan el bien común. Pero de manera ideal Aristóteles elige como forma de gobierno más perfecta aquella que conjugue adecuadamente la «aristocracia» con la «democracia«, de tal manera que aúne las ventajas de ambas y corrija sus deficiencias. A este régimen mixto lo denomina «politeia«, que se suele traducir por república.

En esta forma de Estado o gobierno los derechos políticos residen, no en todo el pueblo, sino en las capas altas de la sociedad: las más cultas y con una economía desahogada. Esto sería una aristocracia, en cuanto que no es todo el pueblo el que puede tomar decisiones políticas; pero sería una democracia de clases medias, en cuanto que serían los componentes de estos estratos sociales los que tomarían las decisiones. Según nuestro filósofo, la clase media suele comportarse de forma más equilibrada en su conjunto; suele ser un factor de estabilidad, garantizando mejor la paz y el equilibrio entre todos: es decir, el bien común.

Si clasificamos las formas de gobierno más comunes, según su compromiso con el bien común se puede establecer este orden, de mejor a peor:

  1. Politeia o República: es la que mejor defiende el bien común. El gobierno lo constituye la «mayoría cualificada» (la élite).
  2. Monarquía: también se preocupa adecuadamente del bien común. Gobierna un individuo solo: el rey.
  3. Aristocracia («aristos»: el mejor; «cracia»: poder, gobierno): también es la minoría cualificada la que elige al gobierno. Pero ya no se busca con tanta intensidad el bien común; sino, ante todo, el bien de esa clase social.
  4. Tiranía: ya es una forma de gobierno muy deteriorada, porque el tirano ya no busca el bien común, sino, su propio bien y el de sus amigos.
  5. Oligarquía («oligos»: poco, pequeño): gobiernan «unos pocos», es decir, un grupo social minoritario: generalmente, los que poseen el poder económico, que se hacen con las riendas del poder. No buscan el bien común, sino, sus propios intereses a costa de los demás ciudadanos.
  6. Democracia («demos»: pueblo): gobierna el pueblo mediante el voto. Al ser mayoría los pertenecientes a las clases sociales más bajas, éstos buscarán beneficiarse a costa de los más pudientes. Se genera una fuerte tensión y división en la sociedad, pues los ricos se creen desposeídos de sus derechos. El mayor mal de la democracia, según Aristóteles -lo mismo que según Platón- reside en que el pueblo es inculto y no sabe gobernar. Además, debido a su incultura y a su debilidad económica, el pueblo es más vulnerable a la demagogia de los políticos («demagogia»: engaño del pueblo).

Después de todo, Aristóteles acaba diciendo que la mejor forma de gobierno será aquella que mejor se adapte a las características de cada sociedad.

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