El Fin de la Monarquía y el Surgimiento de la República en España


La Dictadura de Primo de Rivera y el Declive de la Monarquía

La dictadura de Primo de Rivera fue un intento de detener la crisis política de la Restauración. A pesar de sus éxitos, la dictadura no logró aglutinar políticamente a los españoles y esta fue la causa de su fracaso final. Caída la dictadura, la monarquía de Alfonso XIII continuó aún unos meses más, pero sin soluciones políticas para la nación. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron, inesperadamente, el triunfo a los republicanos.

La Quiebra de la Monarquía Parlamentaria

Tras la crisis de 1917, el régimen seguía vivo, pero no había salido ileso. El último intento impulsado por Alfonso XIII fue la formación de gobiernos de concentración (gobiernos presididos por miembros de los partidos del sistema, pero que contaban entre sus ministros con representantes de otras tendencias políticas, excepto republicanos y socialistas). El sistema político se encontraba en pleno proceso de descomposición interna:

  • Los viejos partidos estaban divididos en múltiples facciones.
  • El sistema era incapaz de renovarse e integrar a las nuevas fuerzas sociales y políticas.
  • El rey, temeroso de la radicalización social, se inclinaba a apoyar a los militares frente al poder civil.

Por otro lado, aumentaba la agitación social y se sintieron los efectos de la Revolución rusa de 1917, insuflando un notable entusiasmo en las organizaciones obreras. La presión de un movimiento obrero cada vez más fuerte aconsejaba que el gobierno adoptara algunas medidas de carácter social, como la jornada de ocho horas en la industria o la creación del Ministerio de Trabajo (1920).

La agitación social y la violencia fueron especialmente graves en el campo andaluz y en Cataluña; aquí el crecimiento de la CNT fue ininterrumpido. Las huelgas, sabotajes y atentados se sucedieron continuamente en el período que va de 1918 a 1921 (Trienio Bolchevique). La respuesta de la patronal se caracterizó igualmente por su dureza: frente a la huelga, el lock-out; frente a la acción directa, el terrorismo blanco (contratación de pistoleros para asesinar a dirigentes sindicales). Por parte de las autoridades civiles y militares de Barcelona se practicó también el terrorismo de Estado («ley de fugas»).

El triunfo de la Revolución rusa no sólo supuso un estímulo a la agitación obrera, sino también una nueva división ideológica del movimiento obrero. En 1919 se fundó la III Internacional o Internacional Comunista que pretendía agrupar a todas las organizaciones obreras para extender la experiencia revolucionaria a todo el mundo. En 1920 un grupo de las Juventudes Socialistas decidió transformarse en Partido Comunista de España (PCE), según las directrices de Moscú.

En Marruecos, la parte controlada por España se caracterizaba por ser un territorio montañoso (cadena del Rif), pobre (aunque con minas de hierro), escasas vías de comunicación y población muy belicosa. El comandante de Melilla, el general Silvestre, enfrentado al dirigente rifeño Abd-el-Krim, cometió un error militar que llevó al desastre de Annual (más de 12.000 bajas).

El desastre de Annual tuvo un efecto sobre la opinión pública semejante al de 1898 y precipitó la caída del gobierno. Socialistas y republicanos aprovecharon para atacar al régimen, apuntando a la figura del rey como responsable también, por su conocimiento y aprobación de los hechos. Para aclarar lo sucedido, se formó una comisión de investigación cuyo informe no llegaría a las Cortes, ya que, pocos días antes de su presentación, el 13 de septiembre de 1923, el general Primo de Rivera (capitán general de Cataluña) protagonizó el pronunciamiento que iniciaba la etapa de la dictadura, suspendiendo las garantías y derechos constitucionales. Las causas que provocaron el golpe de Estado fueron:

  • La violencia social que se había generado durante el periodo de crisis anterior desde 1917.
  • La radicalización de los nacionalismos periféricos, especialmente del vasco y catalán.
  • El descrédito en que había caído el sistema parlamentario y el turnismo político, que acabó generando una gran inestabilidad política y la formación de gobiernos de concentración de muy escasa duración.
  • La inexistencia de una oposición política eficaz y lo suficientemente fuerte y organizada como para convertirse en la alternativa a los partidos dinásticos.
  • El rechazo popular a la intervención y guerra en Marruecos tras el desastre de Annual.

El «golpe» militar triunfó sin ninguna resistencia. Alfonso XIII aprobó el golpe y lo legitimó al nombrar a Primo de Rivera presidente del Gobierno y dar amparo legal a la dictadura militar. Fue apoyado por los sectores conservadores, especialmente por la burguesía industrial, que deseaba la paz social para aprovechar el auge económico en beneficio propio.

Desarrollo Político y Cambios Económicos Durante la Dictadura

La dictadura fue la solución autoritaria a una situación insostenible debido a la crisis del sistema político y al fracaso en Marruecos. Pero el triunfo del «golpe» se debió a varios apoyos importantes: el rey que veía amenazada la monarquía, un sector del ejército (partidario del restablecimiento del orden) y el empresariado catalán (querían acabar con el peligro anarquista y restaurar el orden en Barcelona). También fue importante la pasividad de socialistas y anarquistas, indiferentes ante la caída del régimen; sólo los comunistas se opusieron abiertamente.

Aunque existe una coincidencia cronológica con el fascismo italiano, la figura de Primo no se parece en nada a la de Mussolini: no encabezaba ningún partido, no tenía carisma popular y su régimen no tenía ideología alguna, si bien ambos coinciden en la eliminación del sistema de partidos, y, como objetivos, la consecución del desarrollo económico y reducción del paro.

El régimen de la dictadura suspendió la Constitución y fue, por tanto, una solución transitoria al desmoronamiento del sistema político de la Restauración. No obstante si la dictadura duró seis años fue, en gran medida, por los éxitos iniciales, principalmente el restablecimiento del orden público y la resolución del problema de Marruecos, sin despreciar tampoco la coyuntura internacional de la que España se benefició.

Entre las medidas que se tomaron, destacan: la merma de las libertades públicas, la prohibición de reuniones y asociaciones, la censura de la prensa, la persecución de los anarquistas. El problema marroquí era uno de los más espinosos tras Annual; el ejército estaba dividido entre abandonistas y africanistas. Pero la liquidación de la guerra vino por el error, cometido por Abd-el-Krim, de atacar a Francia; esto propició una actuación militar conjunta hispano-francesa, desembarcando en Alhucemas y tomando el control de la situación. La consecuencia inmediata fue la rendición de Abd-el-Krim.

Una vez resueltos los dos grandes problemas (aunque la dictadura debió de afrontar numerosas críticas -Unamuno, huelgas universitarias- e incluso pronunciamientos militares). Primo tuvo la oportunidad de retirarse y permitir el retorno a la normalidad constitucional. Pero no lo hizo y se propuso renovar su régimen dictatorial mediante la sustitución del Directorio militar por un Directorio civil. Esta renovación demostraba la intención del dictador de perpetuarse; necesitaba para ello transformar la dictadura en un nuevo régimen a su medida, cuyas bases fue estableciendo: -un nuevo partido, la Unión Patriótica, que pretendía organizar a todos los españoles de «buena voluntad». – Una Asamblea Nacional Consultiva, en sustitución de las viejas Cortes. – Un proyecto de nueva Constitución.

El Directorio Civil se constituyó a finales de 1925 y en él colaboraban viejos amigos militares y nuevos políticos como Calvo Sotelo; siguió manteniendo en suspenso la Constitución y legislando por decreto. En esos tiempos el país gozó de una economía en alza, porque la de Europa lo estaba.

El régimen no aportó nuevos modelos económicos, propició la industrialización desde un intervencionismo estatal: se subvencionaron industrias con problemas económicos (compañías ferroviarias y navieras), se establecieron monopolios como Telefónica y CAMPSA. Se mejoró la agricultura mediante nuevas técnicas e incrementó el comercio exterior. También hubo un gran desarrollo de obras públicas: se mejoran las carreteras y se construyen embalses (para producir electricidad y aumentar el regadío).

En cuanto a la política social, fue diseñada y protagonizada por Aunós (político de las filas del partido de Cambó), que conocía la política corporativa del fascismo italiano y que encabezó el ministerio de Trabajo en el Directorio civil. Ésta se caracterizó por la represión de los sindicatos más radicales: se ilegalizó la CNT, pero no la UGT, que colaboró con la dictadura. El Estado creó la Organización Corporativa Nacional, a semejanza de las corporaciones fascistas italianas, que integraba a obreros y patronos agrupados por oficios y profesiones. Su objetivo era regular las condiciones laborales, controlar el movimiento sindical y evitar la conflictividad social. También se desarrolló un reformismo social, que introdujo mejoras en la situación de los trabajadores: seguro de enfermedad, descanso dominical, construcción de viviendas protegidas.

Al final de este período, en 1929, se produjo el crack de la Bolsa de Nueva York que puso fin a una etapa de desarrollo basado en la especulación bursátil. En los años 30 se hundirán todas las economías, crecerá el paro, se limitarán los intercambios comerciales. Algo que llegará a afectar también a España.

La Caída de la Dictadura y de la Monarquía

La persistencia de la dictadura en el poder se fue ganando la oposición de diversos sectores de la sociedad que cuestionaban la falta de libertad, la arbitrariedad, la censura del régimen: los partidos políticos prohibidos, el regionalismo catalán y vasco, el movimiento obrero y los intelectuales. Tampoco el ejército estaba unido en apoyo del dictador.

Primo no pudo resolver la cuestión catalana: persiguió la lengua catalana, se entrometió en las esferas eclesiásticas por el uso del catalán, lo que trajo una reacción de los obispos. Pero tampoco supo frenar a un movimiento obrero que, según pasaba el tiempo, iba tomando posiciones. Socialistas, comunistas y anarquistas piensan que la única salida debería ser la república.

Muchos habían aceptado la dictadura porque se gozaba de un bienestar económico; por eso la llegada de la crisis extenderá la oposición al régimen. Cada vez más aislado políticamente, Primo decidió hacer una consulta a los capitanes generales para saber si contaba con su apoyo. Las respuestas fueron negativas y presentó su dimisión al rey. Alfonso XIII decidió restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos gobiernos que se sucedieron (Berenguer -«Dictablanda»- y Aznar) fueron incapaces de resucitarlo.

Al margen del sistema, los partidos de la oposición establecieron el Pacto de San Sebastián (1930) integrado por republicanos y autonomistas gallegos y catalanes, a los que se incorporaron socialistas (Indalecio Prieto). En el acuerdo se establecía la formación de un Comité ejecutivo y la estrategia para el advenimiento de la República, consistente en la insurrección del ejército, la rebelión de Cataluña, que conseguiría su estatuto de autonomía, y la movilización obrera. También se decidió desarrollar una campaña dirigida a la opinión pública favorable al régimen republicano en la que interviniesen intelectuales como Ortega y Gasset. Las organizaciones sindicales UGT y CNT se sumaron a la conspiración en octubre de 1930. El Comité pasa a denominarse Gobierno Provisional de la República y decide establecer una fecha para la insurrección.

Sin embargo, la insurrección se convierte en un gran fracaso por falta de coordinación. Los capitanes Galán y García Hernández, de la guarnición de Jaca, inician la sublevación proclamando la República. Son reducidos, juzgados y fusilados; serán los primeros mártires de la República. En Madrid son detenidos los componentes del Gobierno provisional de la República (Alcalá Zamora, Largo Caballero, Fernando de los Ríos, etc.). Ante esto, no se movilizan las organizaciones sindicales. El gobierno de Berenguer proclama el estado de guerra, la censura, la supresión de derechos y libertades, etc.

Un año más tarde Alfonso XIII acepta la dimisión del general Berenguer, y le sustituye por el almirante Aznar. El nuevo gobierno, compuesto por conservadores afectos a la monarquía, aceptó que las primeras elecciones serán las municipales, convocándolas para el 12 de abril de 1931. En todo el Estado se unifican las candidaturas de republicanos y socialistas. A medida que se iban conociendo los resultados en varias capitales de provincia, parece claro que se produce un triunfo de las candidaturas republicanas. Sin esperar al recuento final, se produce el contacto entre los representantes del gobierno del almirante Aznar y los miembros del Gobierno Provisional, que ya son tratados como las nuevas autoridades.

Aunque Alfonso XIII intenta evitarlo y llegar a alguna solución intermedia, cuando el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, manifiesta su apoyo a las nuevas autoridades, el rey decide exiliarse y salir de España por el puerto de Cartagena. En diversos puntos del país se proclama la República. En la tarde del 14 de abril, en representación del resto del Gobierno provisional, Alcalá Zamora y Manuel Azaña proclaman desde Mdrid y para toda España la Segunda República.

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