El Giro Lingüístico: Razón, Lenguaje y Cultura en la Filosofía Contemporánea


1. Presentación del Giro Hermenéutico

La base de la filosofía de Wittgenstein y del giro lingüístico está en la reflexión acerca del lenguaje. Wittgenstein presenta concepciones del lenguaje encontradas en sus dos etapas de pensamiento. En su primera época, postula la teoría pictórica del significado que otorga la misma configuración lógica al mundo, el pensamiento y el lenguaje. Existe una correspondencia directa entre un hecho y su figura, entre los objetos y los elementos de la figura, entre estado de cosas y proposición elemental. Este planteamiento debe entenderse desde la correspondencia que se establece entre formas de pensamiento y formas de lenguaje.

Las diferentes corrientes del giro lingüístico, a su vez, poseen disímiles nociones acerca de las características y funciones del lenguaje. En general, se diferencian cuatro grandes líneas de reflexión, derivadas de dicho giro lingüístico: giro lingüístico analítico, giro pragmático, giro hermenéutico y giro pragmático-trascendental, que serán presentados a continuación.

El giro hermenéutico coincide en criticar la concepción tradicional del lenguaje como un instrumento para la designación de entidades independientes del lenguaje o para la comunicación de pensamientos prelingüísticos y en reconocer el papel constitutivo del lenguaje en nuestra relación con el mundo, pero lo hace desde supuestos netamente diferentes. Las limitaciones impuestas a la razón desde el lenguaje están demostradas en la facticidad de la pluralidad de lenguajes históricos. El lenguaje es responsable del modo en que se nos aparecen los entes; solo mediante el nombrar queda establecido lo que una entidad es, por lo cual lleva en sí la esencia del ser de los entes y la verdad de los mismos. También dentro de la línea hermenéutica existe una preeminencia del significado sobre la referencia -la designación de un objeto por un nombre no se da por una relación ostensiva directa sino por una relación indirecta en la cual los conceptos elaborados en el lenguaje sirven de nexo entre ambas partes- y predomina una concepción holista del lenguaje -este es una totalidad simbólicamente articulada donde cada parte adquiere su significado por referencia al todo- que son del todo ajenas a la corriente analítica.

La reflexión hermenéutica sobre el lenguaje tiene sus inicios ya en el siglo XIX con los escritos de von Humboldt, pero su gran difusión dentro del mundo filosófico se debe a las conocidas obras de Heidegger y mantiene su vigencia mediante las especulaciones de su discípulo Gadamer, Ricoeur, Derrida y Vattimo.

2. El Papel de la Razón en el Giro Lingüístico

Para comprender lo que supuso el giro lingüístico es necesario recordar que a principios del siglo XX la tradición filosófica estaba influenciada por la razón. Desde la época de la Grecia clásica se había pensado que el ser humano debe su razón de ser a su habilidad intelectual y a su capacidad de pensar y razonar, de manera que a partir de esta habilidad los seres humanos captan la realidad a su alrededor con su inteligencia y esto es lo que comunican a otros.

En el giro lingüístico se debe entender desde la correspondencia que se establece entre formas de pensamiento y formas de lenguaje. Se diferencian cuatro grandes líneas de reflexión, derivadas de dicho giro lingüístico:

  • Giro lingüístico analítico: Reemplaza la conciencia y sus categorías psicológicas por el lenguaje y sus componentes lógicos como objeto de estudio de la filosofía, y por tanto se centra en el análisis formal de las estructuras semánticas.
  • Giro pragmático: Presta atención a la relación entre el lenguaje y la comunidad, las prácticas y decisiones humanas, las formas de vida, las convenciones presentes y la posibilidad de realizar muy diferentes funciones mediante la emisión de preferencias lingüísticas.
  • Giro hermenéutico: Reconoce el papel constitutivo del lenguaje en nuestra relación con el mundo y los límites impuestos a la razón desde el lenguaje, que están demostrados en la facticidad de la pluralidad de lenguajes históricos, en la apertura al mundo acaecida por la constitución de sentido que se da entre los hablantes tras el aprendizaje de la lengua, y en el horizonte de sentido abierto por el lenguaje, que sirve de límite a la razón y a partir del cual el mundo de la vida se vuelve accesible y comprensible.
  • Giro pragmático-trascendental: Sostiene que en el lenguaje se encuentra el fundamento último de toda actividad racional, es decir, que el lenguaje no puede ser comprendido con independencia del entendimiento.

3. Wittgenstein, Austin y Searle: Lenguaje y Acción

Wittgenstein propuso dos esquemas filosóficos distintos. La primera está descrita en su Tractatus Logico-Philosophicus (1918), llamado también del “Primer Wittgenstein”. Su segunda propuesta filosófica está contenida en sus Investigaciones Filosóficas (1952) y esta época de su producción es llamada del “Segundo Wittgenstein”. Ambas propuestas filosóficas hablan del lugar del lenguaje en la vida humana.

En el Primer Wittgenstein hace una propuesta de lógica filosófica para crear un lenguaje que pueda reflejar exactamente a la realidad para los postulados científicos.

En el Segundo Wittgenstein niega toda posibilidad a tal lenguaje y postula que solo existe el lenguaje de la vida cotidiana. Su principal propuesta aquí es que vivimos en juegos de lenguaje. Por lo que existen múltiples conjuntos de lenguaje particulares. El lenguaje comprende varios entre sí y para diferentes usos, cada uno de los cuales está sometido a sus propias reglas. Por otro lado, el significado de las palabras define su uso. Solo cuando se sabe cómo han de ser usadas, sea para interrogar, describir objetos, nombrar, etc., solo entonces puede decirse que se conoce y se puede hablar un cierto lenguaje.

El lenguaje es mucho más que darle nombre a las cosas y tampoco puede sustituir a las cosas que nombra. El significado correcto de los signos lingüísticos no son los objetos designados por ellos. Tampoco podemos crear modelos ideales o lógicos para nombrar lo que sucede en la realidad (como el intento de crear un lenguaje solamente científico), sino que es en la vida cotidiana donde deben buscarse los significados que adquieren las palabras en la forma que un grupo particular de hablantes las usa.

Austin, siguiendo una argumentación con clara afinidad con los argumentos de Wittgenstein, llamó la atención sobre aquellas expresiones en las que la distinción de verdad o falsedad deja de ser pertinente. Austin llamó a este tipo de expresiones “realizativas” en oposición a las expresiones “constatativas” que son aquellas comprometidas en una función asertiva. Para Austin ambas formas de expresión, realizativas y constatativas, son acciones. Wittgenstein había producido toda una reformulación al plantear que el lenguaje debe examinarse como múltiples juegos donde el significado está directamente relacionado con el contexto de lo dicho. Austin lo precisa más aún y establece hasta qué punto el lenguaje es la acción, por lo que “el planteamiento de Austin produce una discusión sobre el sentido”. Así, ya no es cosa de si algo es verdad o mentira, sino de encontrarle el sentido a lo dicho.

Searle cuestiona la afirmación de Wittgenstein en el sentido de que existe un número infinito de juegos lingüísticos o de usos del lenguaje. Adoptando la perspectiva utilizada en su análisis sobre los puntos ilocucionarios, se descubre que con el lenguaje sólo es posible hacer un número limitado de cosas:

  • Le decimos a otros cómo son las cosas.
  • Procuramos que hagan cosas.
  • Nos comprometemos a hacer cosas.
  • Expresamos nuestros sentimientos y actitudes.
  • Acometemos cambios mediante nuestras expresiones.

Según Searle hay cinco tipos básicos de actos de habla (en contraste con los supuestamente infinitos “juegos lingüísticos” de Wittgenstein). Estos cinco tipos de actos de habla son:

  1. Asertivos o representativos: Su propósito es representar un estado de cosas como real.
  2. Compromisorios: El hablante se compromete, en diversos grados, con un curso de acción futuro.
  3. Directivos: Su objeto es comprometer al oyente con un curso de acción futura. Que el oyente haga algo. Estas incluyen tanto preguntas, que procura que el oyente haga un acto de habla representativo, como órdenes, que procuran que el oyente lleve a cabo un acto lingüístico o no lingüístico.

4. El Significado como Uso del Lenguaje

La frase “El significado de una palabra es su uso en el lenguaje” nos lleva a pensar que el significado denotativo que encontramos fácilmente en un diccionario puede aplicarse al pequeño grupo de casos restantes. En los demás casos, el significado viene definido por el uso, y el traductor o el lector, como cazador de significados, debe concentrarse más en los actos de las palabras en el sentido saussureano (que dice que el signo lingüístico está constituido por un significante y un significado), que en el sentido denotativo, codificado y fijo que, como decimos, nos ofrece el diccionario.

5. Cultura y Comunicación según Eco y Saussure

La cultura es el ámbito donde se desarrollan todos los actos humanos posibles; el “límite superior”. La cultura por entero es un fenómeno de significación (lenguaje articulado) y de comunicación (doble articulación). Humanidad y sociedad sólo existen cuando se establecen relaciones de significación y procesos de comunicación.

Existen múltiples perspectivas sobre la cultura, pero podemos simplificar en tres grandes grupos:

  1. Una corriente espiritualista.
  2. Una corriente materialista.
  3. Una corriente comunicativa: Concibe la cultura y la sociedad desde el lenguaje.

6. Lenguaje Simbólico e Imaginario Colectivo en la Cultura

El imaginario colectivo (también llamado imaginario social) es la manera en que de forma colectiva representamos a nivel ideacional nuestro entorno social, o en segunda instancia, la suma de un sinfín de representaciones colectivas que nos conducen en todas aquellas situaciones culturales por entre las que habitamos. Por otro lado, cabe también avanzar cómo visibilizamos nuestro imaginario, no bajo una jerga científica, sino mediante nuestro global comportamiento social, en el que se hace uso del lenguaje simbólico, operando este último en la inmensa mayoría de las situaciones (o “actos de habla” o “actos lingüísticos”) en un nivel inferencial.

En definitiva, el imaginario social se materializa a través de una inconmensurable sucesión de representaciones colectivas –imágenes, historias, leyendas, etc.- creadas desde la ciudadanía, pero de la que no escapa el intento de control y manipulación por parte de las estructuras y focos de poder. Las representaciones colectivas son compartidas por amplios grupos de personas, inclusive puede tener su correspondencia con todo un grupo cultural, o grupo nacional, pero en todos los casos el “imaginario colectivo” se relaciona con una comunidad interpretativa de menor o mayor tamaño. La correspondencia que nunca se establece es entre un imaginario colectivo y un grupo familiar. Ya que la grandeza del imaginario colectivo radica en que es la concepción colectiva que posibilita las prácticas comunes, y un sentimiento ampliamente compartido de legitimidad (sociocultural).

A su vez, esta comunidad interpretativa se entremezcla con otras comunidades interpretativas, y esto es posible en tanto que ambas tienen sentidos compartidos. La comunicación se define entonces desde una óptica de ecología de la comunicación. Se empezará por presentar la cognición corpórea, desde la que se crea la inferencialidad, y pasaremos a dar una primera definición de “imaginario colectivo”, que es donde se ubican las incontables “representaciones colectivas”, que construidas mediante el lenguaje simbólico (desde un nivel inferencial en gran parte) se mantienen, transmiten y transforman en la historia cultural de los diferentes grupos.

Proceso de socialización: “Definimos la socialización como el proceso por cuyo medio la persona humana aprende e interioriza -en el transcurso de su vida-, los elementos socioculturales de su medio ambiente, así como en especial el lenguaje simbólico, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir (…) Este proceso se inicia con el nacimiento, prosigue a lo largo de toda la vida y concluye con la muerte” (Rocher, G. 1990).

7. Estado Actual de las Ciencias de la Comunicación y el Valor de la Tecnología

El campo de la comunicación/información, como es sabido para los que transitan en él, se define en torno a un objeto de conocimiento lábil. El conjunto de teorías que, en la breve tradición de estos estudios se consideran como “propias”, lo muestran bajo diferentes luces y lo definen de maneras diversas, al punto tal que es difícil dilucidar si, efectivamente, se refieren a lo mismo. Quienes estudian la comunicación descubren, a poco de andar, una manifiesta heterogeneidad: entre los problemas abordados y el modo de abordarlos; entre los enfoques teóricos de procedencias distintas y sus correlatos metodológicos y entre los niveles de crítica o de afirmación de la sociedad instituida. Encuentros y desencuentros.

La presencia de las contradicciones in nuce en el campo de la comunicación podrían llegar a constituir, tal vez, su mayor riqueza, en tanto exige la revisión constante del incierto territorio en el que la comunicación se asienta -a condición de que la interrogación sea cabal. Se ha hablado del estatuto interdisciplinar de los estudios de comunicación (Moragas Spá 1981), o transdisciplinar (García Canclini 1992). Sin embargo, la polifonía que se pone de relieve no garantiza el diálogo. Al mismo tiempo, la propensión a utilizar denominaciones que pongan a la comunicación en relación con las disciplinas constituidas bajo inspiración positivista, revela cierta incomodidad frente a unos requerimientos que no se satisfacen, pero con los cuales no se rompe. La opción de plantear los estudios de comunicación como una disciplina particular tampoco ha resultado demasiado exitosa: ni la mediología (Debray 1991) ni una comunicología siempre de emergencia, pueden deshacerse del estigma de la falta de método propio, de la dispersión teórica y de la inconsistencia del objeto. Esta pretensión, además de resultar excesiva, termina por ser inconducente, falta de todo sentido. ¿Acaso valdría de algo, sería más legítimo, ser ciencia que no serlo, cuando toda la región de los estudios sociales se trasvasa y desborda sus fronteras tradicionales, en la búsqueda de nuevas respuestas para una realidad nueva y cuestionando los fundamentos epistemológicos del encorsetamiento disciplinar? (Caletti 1992)

Decíamos: tal vez su mayor riqueza sea justamente el constituirse como encrucijada, punto de encuentro de distintos caminos. Pero, debemos agregar, este dato es relevante si se constituye como una instancia de discusión y de intercambio. Y esto es posible y fructífero si –y sólo si- las voces que se encuentran son diferentes: si las ideas provienen de lugares otros y si su camino está guiado por una búsqueda cierta. Tenemos la impresión de que el tránsito que confluye en la comunicación está siendo de un único tipo: por los caminos de la teoría transita predominantemente el pensamiento de las redes y el contacto. A la vez que un pensamiento de la comunicación, es un pensamiento sobre ella; la definen, también, como campo. La comunicación se realiza en el mero hecho del cruce y en la inmediatez del contacto. La conexión es lo importante. Entenderse no es necesario. Finalmente, resulta cierto: en tanto quienes se encuentran se parecen, la discusión se torna innecesaria. Es un diálogo sin emoción ni disputa, pues quienes se relacionan, se asemejan entre sí.

Por una doble vía, entonces, postulamos que la heterogeneidad de la babel comunicacional desaparece: por ausencia de la discusión (la comunicación se consuma en su función fática) y por la peligrosa similitud del pensamiento que la atraviesa. Es decir, un pensamiento “único” que se basa en la negación de la diferencia por su licuación en la diversidad. La tolerancia condescendiente de las disimilitudes se transforma en indiferencia, bajo la premisa de una aceptación implícita de las reglas básicas del juego. Esto es, bajo un pensamiento hegemónico que se vuelve “entorno”, que dispone el campo en el cual luego se puede jugar y la normativa del juego.

El pensamiento comunicacional es parte de la ideología de la época, cuanto más asume como propia la tematización de las nuevas tecnologías y más asume su objeto desde la perspectiva de la simple vehiculización de mensajes. Las metáforas y modelos inspirados en el comportamiento maquínico, que tradicionalmente forman parte del cuerpo teórico de la comunicación, habilitan su definición como un “estar en contacto”. La idea de un mundo interconectado por redes de comunicación, soporte de la imagen del mundo globalizado, se vuelve tranquilizante pues al fin valora de un modo convincente esta incierta área de estudios. El concepto así reducido se generaliza como parte de la ideología de la época. La comunicación planteada en estos términos elimina el problema de la interpelación y el conflicto pues se realiza en el mero hecho de la conexión. Deja de ser un asunto humano, social y cultural, para ser una cuestión de tecnologías. Las teorías de la comunicación acompañan este despliegue tecnológico; algunas de ellas celebran la era de las redes; otras, lo eluden por la vía de la inmersión en prácticas populares micro, que aparentemente no estarían atravesadas por este fenómeno.

8. Pragmática y Socialización

La pragmática es la relación del signo con los intérpretes (sujetos socioculturales en un “contexto social” concreto). Se ocupa del origen, uso y efectos de los signos en el ámbito comportamental en que aparecen. Los signos son codificados por el sujeto mediante significantes cuyos significados van más allá de las meras convenciones léxicas. El receptor al decodificar, colabora decisivamente en la creación del significado final, pues aplica a los signos que recibe sus propias expectativas, hábitos y creencias, así como de los condicionantes derivados del contexto y de las circunstancias en que se produce el acto de comunicación.

Definimos la socialización como el proceso por cuyo medio la persona humana aprende e interioriza -en el transcurso de su vida-, los elementos socioculturales de su medio ambiente, así como en especial el lenguaje simbólico, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir (…) Este proceso se inicia con el nacimiento, prosigue a lo largo de toda la vida y concluye con la muerte” (Rocher, G. 1990).

Cuando hablamos de “elementos socioculturales”, nos referimos a la adquisición de cultura: “(…) los conocimientos, de los modelos, de los valores, de los símbolos; en resumen, de las “maneras de obrar, de pensar y de sentir, propias de los grupos, de la sociedad, de la civilización en cuyo seno está llamada a vivir una persona. Como consecuencia de la socialización, algunos elementos de la sociedad y de la cultura pasan a ser parte integrante de la estructura de la personalidad psíquica, hasta el punto de convertirse en materiales o en una parte del contenido de dicha estructura. No es posible calibrar qué proporción de la cultura y del sistema social es así integrada a la personalidad. La proporción, por lo demás, varía de una persona a otra. Lo que sí puede afirmarse es que la cultura y el sistema social, una vez integrados en la personalidad, pasan a convertirse, (…) en la obligación moral, en la regla de conciencia y en la manera que parece “natural” o “normal” de obrar, de pensar o de sentir” (Rocher, G. 1990).

9. La Especificidad del Pensamiento Complejo

Podríamos citar un sinfín de propuestas, pero únicamente nos decantamos por presentar de forma concisa, la propuesta de E. Morin (a modo ilustrativo pues por cuestiones de espacio la presentación de este aporte teórico de E. Morin, se hace de forma muy breve), para poder ofrecer al alumno una perspectiva comparativa. La propuesta de Morin se inserta en su reflexión del paradigma de la complejidad; en su desarrollo, este autor define siete principios básicos que guían el pensamiento complejo, en relación íntima con los valores de la modernidad.

Siete principios básicos del “pensamiento complejo”, Edgar Morin:

  1. Principio sistémico u organizacional: Existe una relación entre el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo.
  2. Principio hologramático: De forma sintética, la idea central de este principio es que las partes están dentro del todo, y el todo está en cada parte.
  3. Principio retroactivo: Una causa actúa sobre un efecto, a su vez, este sobre la causa.
  4. Principio recursivo: Este principio resalta la auto-producción y la auto-organización presente en las formas de pensamiento humano.
  5. Principio de autonomía y dependencia: En este principio se resalta la autonomía de los seres humanos junto a su dependencia del medio.
  6. Principio dialógico: Este principio integra la diferencia como complementario.
  7. Principio de la reintroducción del sujeto: El eje central de este principio es la incertidumbre, presente en la elaboración del conocimiento al poner de relieve que todo conocimiento es una elaboración de la mente.

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