El Hombre y la Naturaleza: Una Perspectiva Aristotélica


La Physis en la Filosofía Clásica

Para la filosofía clásica, el concepto de naturaleza es más amplio. Aristóteles hace intervenir a la physis en todas sus obras. Ciertamente, entre las cosas humanas, hay algunas que son resultados de nuestra acción. Pero una gran parte de lo que somos y de lo que vivimos es según naturaleza. Nosotros mismos estamos sujetos al imperio del orden natural. El cuerpo o, radicalmente, su paro del espíritu. Si envejece, no es sólo que pierda el cabello, también afecta la memoria: lo que es consecuencia del orden natural. Sobre estos fenómenos constantes, se puede edificar una teoría de las virtudes y de los vicios, una moral natural.

Los Hombres en la Naturaleza

Mientras la moral se limita a considerar las conductas individuales, corresponde al derecho hablar de las relaciones entre individuos. Los autores de la escuela del derecho natural han hecho uso a menudo de la idea de naturaleza del hombre. Nos encontramos en la edad del esencialismo, consecuencia en gran medida del éxito de la filosofía de Duns Escoto. Estos autores concibieron una esencia común a todos los hombres: el hombre es un animal sociable. Dios le ha dado una naturaleza para coexistir entre sus semejantes. Para la ciencia moderna, constituida bajo el imperio del nominalismo, las relaciones entre estos hechos serían invención del sabio, producto del pensamiento humano.

Hay que resaltar que los individuos se muestran diversos y esta diversidad rige también el orden natural. Entre ellos se dan también relaciones. No basta con observar cada uno de ellos aisladamente, son parte de un conjunto. Este orden se manifiesta en géneros y especies vinculados entre sí por relaciones naturales.

La Ciudad como Fenómeno Natural

Ciencias naturales: también es natural la ciudad. Se nos quiere hacer creer hoy que nosotros seríamos los únicos autores de las estructuras de nuestras sociedades. Sin embargo, el orden político constituye menos una producción voluntaria y libre del hombre, que el efecto de las fuerzas que no sobrepasan. Hay un origen que, siendo histórico, no impide que sea natural. Se encuentran casi por todas partes. El orden natural abarca también la vida política y el derecho.

El Cambio como Esencia de la Naturaleza

Estamos habituados a asociar la palabra naturaleza con la idea de inercia. Las cosas físicas se distinguen por su inercia. La física de Aristóteles, por el contrario, descansaba en el cambio. Tenía por objeto el movimiento: no sólo el movimiento local sino el cambio en general. Existen también otros seres inmutables: los entes matemáticos y los astros, sólo que Aristóteles fijaba su interés en el mundo del trabajo.

El Telos y la Causa Final

El ser natural no es simple. Aristóteles lo analiza por comparación con un producto del arte humano, una estatua hecha por causas: causa material, causa motriz, causa formal y causa final. Conservamos que la causa final parece confundirse con la forma, por ser esta forma el mismo fin perseguido. El padre, que tiene la forma del hombre llegado a la edad adulta, es anterior a su hijo. Esto es el ordenamiento original de las cosas. A partir del siglo XVIII, la ciencia moderna ha querido hacer economía de las causas finales. Bacon las había dejado de lado, calificándolas de vírgenes estériles. Con la mayoría de los biólogos, el best seller de Monod excluía el finalismo del estudio de los seres vivos. Reconociendo que estos organismos están maravillosamente ajustados, con una apariencia teleonómica. Pero por pasmosos que nos resulten nuestros aparatos digestivo, sexual, cerebral, serían obra del azar. La naturaleza, cosa material, no puede tener fin; sólo el hombre, ser racional, es quien puede dar sentido a las cosas.

La física de Aristóteles va por otros derroteros. Para él, el dinamismo de las cosas no carece de un fin y el del movimiento incluye un sentido. Los teólogos lo relacionarían con el gobierno divino.

El Bien y el Valor en la Naturaleza

En el seno de la naturaleza se encuentra el bien, el valor. Estamos dirigidos a concebir un mundo de valores, separado del mundo de las cosas. Las cosas naturales tienen un fin hacia el cual tienden. Este fin es una forma. La doctrina de Aristóteles escapa al nominalismo, sólo concede átomos simples, privados de valor. Porque no hay más valor que el relacional. El telos de los seres naturales es un orden que es observable. La semilla, por ejemplo, produce un árbol y da un fruto. Es verdad que no todos los seres consiguen su plenitud total y que en el momento en que no alcancen el todo, tanto el hombre como la planta se alejarán de nuevo del mismo (es decir, no todos llegan a envejecer).

La Naturaleza y la Ciencia

No existe la posibilidad de una idea de derecho natural. Es imposible una ciencia precisa desde unas ideas simples y perfectamente definidas, sobre las que puedan efectuarse efectivamente cálculos matemáticos o inferencias rigurosas: así los átomos de los nominalistas actúan como premisas de las ciencias normativas. Todo nace, crece y muere; siempre se encontraron con que van a intervenir, además del dinamismo natural. También hay fracasos de la naturaleza. Mientras que existen entre los dioses cosas invariables con la que podría elaborarse ciencia, con los hombres no sucede lo mismo. Las costumbres, las relaciones sociales y la organización política son distintas y los derechos son cambiantes, concreta Aristóteles.

La Naturaleza y la Dialéctica

A las diferentes especies de seres les corresponden, según Aristóteles, diferentes modos de conocimiento. Tres especies: invariables, son formas perfectas inmutables, de éstas es posible una ciencia. En el extremo contrario, el caos de la materia bruta, las cosas contingentes e imprevisibles. Pero entre medias, se encuentra la naturaleza: si jamás alcanzarla ni contentarse de un modo definitivo; situado siempre a medio camino entre el acto y la potencia, no será posible discernir en ellos más que el justo medio. Este es el lugar de la dialéctica.

Aplicaciones Prácticas

Renunciemos a obtener del derecho natural un saber perfecto, científico. De lo que verdaderamente importa en la naturaleza no queda excluido un cierto grado de conocimiento objetivo.

  1. Como la prueba de las bellas artes: porque no diremos que el artista fabrique la belleza, y que el arte sea creatividad.
  2. Otro ejemplo serían los tratados de lógica de Aristóteles; incluidos de la observación de los discursos, en diferentes ámbitos, retórica, científico o filosófico. La lógica de Aristóteles trabaja desde el dato de la experiencia.
  3. Por último, la ética, la de Aristóteles, que reconoce en ella las formas más perfeccionadas. El político Pericles, modelo de prudencia; Sócrates, modelo de sabiduría; o los borrachos de la calle, modelo de intemperancia. Y como la naturaleza no ha echado individuos aislados, sino viviendo en una ciudad, y de las relaciones existentes entre sus partes, se puede alcanzar el conocimiento del derecho natural.

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