El Legado del Latín: Un Recorrido por la Romania


El adjetivo románico aparece en el siglo XVIII, en 1765, en la enciclopedia francesa para denominar las lenguas neolatinas. Procede del término romance utilizado por Étienne Pasquier, donde decía que «llamamos romance a nuestro nuevo lenguaje». El término romance de Pasquier se utilizaba para designar a los étnicos que vivían en la ciudad de Roma y del pueblo romano. En el año 90 a. C., la Lex Iulia otorga el derecho de ciudadanía romana a las ciudades que habían permanecido fieles a Roma durante las guerras itálicas. Durante el imperio de Vespasiano, se concedió el título de ciudadano romano a todos los habitantes de la península itálica y nobles del imperio. En el año 212 d. C., la Constitutio Antoniniana del emperador Caracalla, que otorga el derecho a la ciudadanía romana a toda la población del imperio, lo que creó ampollas en bárbaros y romanos. A partir del siglo III, el término romano tiene un significado jurídico y político. A partir del adjetivo romanus se creó Romania, como el país de los romanos, documentado por primera vez en el manuscrito de Orosio en el siglo V. El término adquirió un valor lingüístico porque todos los habitantes del imperio eran Romanus que hablaban la misma lengua. Es decir, que la romanización tuvo el logro de insuflar un espíritu de pertenencia a algo grandioso, los pueblos conquistados no tuvieron que abandonar sus religiones o lenguas, ya que los propios pueblos fueron quienes empezaron a aprender latín. A partir del siglo V, romanus y Romania dejaron de tener significado político y étnico para dar un significado puramente cultural y lingüístico, es decir, romanus significaba hablante latino. ¿Pero por qué romanus y no latinus? Latinus se utilizó desde la formación del imperio. El adverbio latino sufre una restricción semántica, se restringió su significado y llegó a significar en el sintagma latine loqui «en correcto latín». Y a medida que se iba desarrollando romance y Romania, latine loqui desaparece a favor de romane loqui. Romanus significó habitante de Roma y romanicus habitante del Imperio Romano. En el oriente de la Romania, romanus se ha conservado en la denominación de los rumanos y su país. El término latino también se ha conservado para designar poblaciones románicas en contacto con otras no románicas. Por ejemplo, ladinos son las poblaciones de la costa Dálmata y de los Alpes Dolomitas. Ladino es también la población retorrománica, el moro que hablaba latín, una variante del sefardí, el judeoespañol de oriente y, en Hispanoamérica, indio que habla bien castellano. En cuanto a Romania, fue utilizado por Gaston Paris a finales del siglo XIX y su significado actual no es el mismo que el de entonces. En primer lugar, las lenguas románicas fueron llevadas a otros lugares muy alejados de su primitiva cuna y continuaron allí su existencia, diversificándose y dando lugar a nuevas lenguas. En segundo lugar, en una parte de las provincias romanas, el latín dejó de utilizarse con la desaparición del Imperio. Los especialistas definen varias romanias:

Tipos de Romania

  • La Romania propiamente dicha: Territorios de habla románica desde Portugal hasta Rumanía.
  • Romania nueva: Zonas que no pertenecieron al imperio, pero donde fueron llevadas las lenguas. Se incluye también el judeoespañol de los Balcanes, las lenguas criollas de origen románico y las pidgins.
  • Romania bizantina: Designa las hablas románicas para las zonas que formaron parte del Imperio bizantino.
  • Romania perdida/perduta: Formulada por Tagliavini, son regiones que fueron romanizadas donde el latín no sobrevivió y fue sustituido por otras lenguas, en general de los nuevos conquistadores o, en menor medida, de las lenguas existentes o preexistentes que resistieron a la romanización.

La Unidad de la Romania

La Romania es inmensa, primero político-jurídica, y luego lingüística, no constituyó una unidad primitiva. Los latinos de hoy somos descendientes de grupos heterogéneos que adoptaron el latín indirecta o directamente a través de una lengua románica o neolatina. A lo largo de la historia se ha ido definiendo la latinidad no solo como hecho lingüístico, porque más allá de la esencia de la lingüística, existe una vivencia del mundo latino como unidad. Desde el punto de vista diacrónico, el origen común latino de las lenguas románicas es un hecho innegable que se refleja en las semejanzas existentes entre los sistemas, las estructuras en los vocabularios y morfemas y en el léxico, donde quizás se refleja mejor esta semejanza. Debemos subrayar la gran variedad de las lenguas románicas. Coseriu se refiere a la unidad en forma y contenido, la unidad en la manera de estructurar su sistema que a veces se manifiesta en los más pequeños detalles de toda la Romania. No podemos pasar por alto la afinidad fonética que existe y que ya hace más de 800 años, Dante Alighieri había llamado la atención sobre este aspecto, interpretado como prueba irrefutable del origen común de las lenguas románicas conocidas.

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